Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 31 de julio de 2015

Ciudad de Tango, luna y misterio

Néstor Pousa (cobertura especial)

Con la edición número 32 la ciudad de La Falda festejó los 50 años con el Tango. El tradicional y legendario ciclo demostró tener buenos reflejos para asimilar propuestas nuevas. Crónica e imágenes.

El número de treinta dos ediciones acumuladas palidecía y perdía importancia ante un dato mayor: los 50 años cumplidos del Festival Nacional del Tango de La Falda. La efeméride fue ampliamente destacada, como correspondía, en los medios de prensa y por los locutores del evento, salvo algún distraído que no cayó en la cuenta. Es mucha la importancia de este medio siglo de existencia del ciclo, y más relevante aún que lo encuentre con plena vigencia, con estatus de cuestión de estado, atravesando décadas y acumulando años consecutivos.
Ni siquiera una cartelera diseñada con los condicionamientos que impone un presupuesto corto pudo con el mito. Más allá de los gustos musicales, de las figuras que vinieron y de las que pudieron haber venido; si hay algo que quedó claro es que la mística está intacta y nuestra autoestima como ciudad que dio engendró y conserva al festival de tango más importante del mundo, sigue en alza y no corre riesgos. No es un cliché, Silvio Soldán, que si hay algo de lo que sabe es de tango, permanentemente remarca el hecho de que festivales de tango hay por todo el mundo, pero ninguno con la importancia y antigüedad del nuestro. Entonces ¿cabe alguna duda que hay que cuidarlo a como dé lugar?.
Esta edición que recién finaliza ¿puede haber marcado un antes y un después? Sí, en cuanto a las convicciones, porque por más que hoy sea de gestión municipal, el festival pertenece a La Falda pero además forma parte del acervo cultural del país. Por eso es un orgullo, pero también una responsabilidad el tener que protegerlo. Parecen términos demasiado graves los expuestos, cuando todavía hay gente que no dejará de pensar y expresar que se trata solamente de música y que hay prioridades que atender.

El armado de esta nueva edición demandó como es habitual de un gigantesco esfuerzo de muchas personas, visibles e invisibles. En los rubros técnicos hubo cambios notorios. El sonido mantuvo el muy buen nivel de los últimos años con mínimos detalles a corregir. La iluminación tuvo un cambio de rumbo, y al estilo de lo que se impone actualmente en los grandes escenarios además de la función básica de iluminar, ofreció un show permanente de luces robotizadas. El diseño de la escenografía, creación del joven artista local Santiago Fried (su nickname en facebook es: Santiagoartt), fue concebida como un regreso a las fuentes, que por contraste se ensambló a la perfección con la parafernalia de luz y sonido. Un acierto.
De la grilla de artistas se habló mucho en la previa, y lo cierto es que como en todo festival de música popular cualquiera sea el género, al preanunciarse la cartelera se habla más de los que no están, que de los que vendrán. Lo concreto es que si hubiera que calificar la nota oscilaría entre muy bueno y excelente. Sólo faltó un “sobresaliente” a la jornada de cierre, lo que la hubiera hecho mucho más tentadora a la tercera noche. Peteco Carabajal fue la figura freaky de la grilla y generó una expectativa que, a decir verdad, poco fue lo que sumó al resultado final. Es el mismo Peteco quien, en rueda de prensa, declaró que no le viene a aportar nada al género. Mientras tanto un histórico del festival como Rodolfo Tulián asumía con dignidad el no ser considerado para un horario mejor rankeado. Leandro Ponte, ganador del Pre La Falda 2014, nos mostraba Concierto de Arrabal, su debut en el disco concebido junto a Contramano Trío. Osvaldo Piro, reconocido por sus análogos 50 años como director de orquesta, deja en claro que si el sub género de tango sinfónico existe, él lo inventó. Su orquesta, con el agregado de cuerdas, sutiles toques de flauta traversa y el sonido actualizado de una guitarra eléctrica, hace de su propuesta algo superior. Piro sabe que marca la diferencia. Hoy es un indiscutido de este festival que además eligió la tranquilidad de La Falda para vivir, e invita a uno de los mejores cantantes de Córdoba, Marcelo Santos.
Hugo Varela en base a su rutina de sátiras tangueras (El fonógrafo, Como ha cambiado mi barrio, Último guapo en la Bristol y Corbata rojo punzó) cumplió con lo que de él se esperaba, darle aire a la cartelera. Quedó claro que si a un festival de tango de le incluye un número humorístico, mucho mejor si es de características musicales como el que presenta el nacido en Córdoba.

El infaltable Raúl Lavié tiene a favor su estilo y vigencia inobjetable, y en contra que la lista de temas no contempla sorpresas, aunque este detalle para él sea un mérito. Soy un clásico y cantó clásicos, defendió. A su turno Esteban Morgado se desmarcó de la rigidez del género e inspirado en su devoción por Paul Mc Cartney recreó la Milonga del pajarito (basada en Black bird de Los Beatles), todo un hallazgo aunque no la única referencia a la banda de Liverpool que tuvo este festival.
Lo dicho sobre Don Rodolfo Tulián vale también para la Orquesta Provincial de Música Ciudadana dirigida por Damián Torres con voz de Gustavo Visentín, ellos ya merecen alguna temporada en el prime time. Fue notable la versión de Por una cabeza, según arreglos de Leopoldo Federico y en homenaje a Carlos Gardel.
Con chapa de local Horacio Burgos presentó a la cancionista Graciela Novellino para una selección de clásicos: Nada, Soledad, Barrio de tango, Grisel y El último café. El disco Burgos toca tango (2012) es una ineludible aproximación de su faceta tanguera. Luego del show el notable guitarrista nacido en Buenos Aires pero radicado en Córdoba, anunció su próxima gira solista por países europeos.
A Contramano Trío (Martínez-Della Vedova-Cassi) les tocó la responsabilidad de ser grupo estable, actividad que les demandó, en algunos casos, tener que remar más de lo esperable. No obstante sumaron horas de vuelo, resolvieron con oficio y se llevaron el reconocimiento del público. Cuando les tocó el turno de mostrar su propio set se jugaron todas las fichas con exigentes versiones y arreglos de A Don Agustín Bardi y A fuego lento (ambas de Salgán, su máximo referente), Recuerdo (Pugliese) y Azul noche (Osvaldo Piro).
Tras varios años de actuaciones que la tuvieron como revelación, el renovado show de Lisette fue indudablemente consagratorio. Con Tango Loco como banda de respaldo la cantante sólo se calzó el fueye para entrenar Eterno tango, un tema con su firma que revalida su notable evolución. Su despliegue escénico tuvo picos emotivos en Libertango y El último café, acompañada por el piano de Daniel García. El dato: su pequeña hermana Stephanie (11 años) hizo su debut como bailarina acompañada por Martín Pereyra.
Rodolfo Mederos trajo la más minimalista de sus propuestas, la que integra con Sergio Rivas (contrabajo) y Armando de la Vega (guitarra). Me encanta la fragilidad del trío apuntaría el eximio bandoneonista, dándole un significado no literal al término, ya que su oferta fue de las más sólidas y celebradas de esta edición. Posteriormente en sala de prensa sorprendería con una charla antológica en la que se explayó a placer y sin mirar el reloj, sobre su carrera (incluida la etapa con Generación Cero), recordó con emoción al Maestro Pugliese y reflexionó sobre el fenómeno cultural que es el Tango. Fueron 45 minutos de una charla sin desperdicio. Con la dinámica que impone el evento y su incesante ciclo de show-conferencia de prensa-show, en un ritmo tan vertiginoso como preciso, la reunión con Mederos me privó de ver el tiempo de escenario de Mora Godoy, una de las artistas más esperadas de la noche. Por lo que sugiero recurrir a la crónica de algún colega. Lo mismo me ocurrió con la primera parte de Carlos Habiague quien por primera vez ascendió a la categoría de número de cierre en la noche del sábado. Todo un privilegio para el artista faldense que presentó un espectáculo sobrio, de muy buena factura y con banda propia.

El domingo prometía la presencia de uno de los últimos exponentes en actividad de la denominada década de oro del tango, Juan Carlos Godoy, quien con sus 92 años realizó un innecesario esfuerzo por mantenerse en el escenario. No obstante un caudal de voz asombroso para su dilatada edad, no aguantó el esfuerzo y se retiró antes de lo previsto. En horas de la siesta nos concedería una entrevista exclusiva que reproduciremos en próximas ediciones.
Con el quinteto Tango Loco el tradicional festival faldense demostró estar preparado para llevar a los extremos el eclecticismo sonoro, siempre y cuando venga de la mano de músicos del nivel que manifiestan: Daniel García (piano y dirección), Walther Castro (bandoneón), Horacio Montesano (guitarra eléctrica), Mono Hurtado (contrabajo) y Christian Colaizzo (batería). A ellos no les tiembla la barbilla para ensayar una mezcla insólitamente transversal entre Beatles y Piazzolla, Beethoven y Piazzolla, Manal y Piazzolla o una insólita versión de Yelow Submarine (otra vez Los Beatles) en clave de candombe. Su propuesta netamente instrumental eventualmente cuenta con invitados lujosos, en este caso Lisette con quien hicieron Cantar es vivir, tema que bautiza el disco debut de la cantante con raíces faldenses.
Con excelente criterio la organización optó por invertir el orden de cierre preanunciado, haciendo aparecer en primer término a Peteco Carabajal y su set de tangos, dejando en manos de Esteban Riera la foto final. Al santiagueño no dejaron de pedirle alguna chacarera. La insistencia de parte del público empezó a incomodar, aunque no pareció sacar de las casillas al folklorista que permaneció imperturbable con su lista de temas.
Para Esteban Riera, ganador del premio revelación en el 2004 en este mismo festival, tener el privilegio de cerrar este capítulo fue un merecido honor para el flamante trabajo que venía a presentar. Un sueño y nada más se llama el tercer disco del solista que en esta ocasión fue acompañado por la Richard Cappz Orquesta, hasta aquí unos ilustres desconocidos hasta para los más conocedores de tango. “Si no fuera por el Festival de La Falda que me consagró revelación, cuyo premio contemplaba la grabación de un disco, hoy no me conocería nadie”, analizaba Riera en una tardía conferencia de prensa cuando la edición 2015 ya empezaba a ser historia.-

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