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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Los argentinos hicieron una nueva catarsis y los políticos apenas se dan por aludidos

Para un interesante porcentaje de argentinos se acabo la paciencia y volvieron, como en 2001, a ocupar la calle, ollas y bocinas mediante, para hacer saber de que ya no soportan esta forma de ser gobernados sin sentirse que son realmente representados.
La Democracia, esta forma de gobierno que recuperaron los argentinos en 1983, ha tenido un nuevo retoñar en este mes de la primavera, porque los ciudadanos se decidieron por demostrar que no están conformes con esta forma de ejercer el gobierno y el poder, y con sorpresa, propia, de los partidos políticos y de los medios de comunicación, gracias a las redes sociales, comúnmente mal utilizadas, lograron reconocer su necesidad de expresión y se encontraron en diferentes punto del país, para decir que están hartos del juego político que ejercen oficialismos y oposiciones, que han venido socavando las instituciones en forma arbitraria, discrecional y autoritaria. Unos aplicando el poder de las mayorías y “la caja” y los otros sin conseguir unificar criterios y plantear alternativas serias.

Es bueno que haya sucedido, es bueno que el convocante haya sido el propio ciudadano y es bueno que hayan creído en si mismos, porque hasta el momento en que comenzaron a reunirse eran sólo una intención de hartazgo, pero que al multiplicarse por miles, en diferentes puntos del país, se convirtieron en la expresión de una protesta que no puede evadirse y que debe ser considerada tanto por el gobierno como por la oposición.

Es claro que la catarsis ciudadana no produce más que un nuevo debate, un reconocimiento a la existencia de sectores que entienden que se están avasallando los límites interpuestos por la constitución y el entramado legal y que hay acciones gubernamentales que están avanzando sobre los derechos y libertades individuales, pero es y será sólo eso, porque bien sabemos que los ciudadanos gobiernan a través de sus representantes y son estos precisamente los que aparecen discutidos. La expresión de desencanto y desamparo ciudadano podrá seguirse manifestando, pero de nada servirá sino es canalizada por un espacio político que las contenga y produzca el equilibrio en la balanza de poder, equilibrio que es necesario para que las demandas del disenso sean consideradas. Demás está decir que ese espacio no existe, que por diversas razones no se lo ha podido conformar, que la atomización de la oposición es obvia, y que históricamente para conseguir conformaciones de estas características se necesitan de liderazgos políticos que evidentemente hoy no existen. Lo que significa que a ese espacio hay que crearlo, lo que demandará de tiempo y acuerdos, porque no hay posibilidad alguna de que se produzca por generación espontánea. Lo que significa que el ciudadano deberá hacerse de una cuota mayor de paciencia y continuar expresando su descontento cada tanto. Descontento que es el producto de la única certidumbre que tiene y es la de que le mienten. Le mienten cuando le dicen que puede comer por seis pesos diarios, cuando le manifiestan que no hay inflación, cuando le aseveran que lo que hay es sensación de inseguridad, pero también lo hacen cuando asumen oposición abierta a un determinado proyecto y lo terminan votando a favor por no poder elaborar una alternativa valida, razonable, creíble y sustentable. A lo que hay que agregar medios de comunicación que han tomado posiciones políticas en detrimento de su independencia y fin informativo, sumando a la desconfianza. En ese contexto, de imprecisiones interesadas, la única alternativa que le queda al ciudadano, que al menos quiere responsabilizarse de si mismo, es la de movilizarse y expresarse, aún a sabiendas de que no va a tener una respuesta inmediata, que nuevamente va a tener que apelar a la herramienta del voto que periódicamente le da la oportunidad de seleccionar, aunque cuando en frente al espectro electivo termine eligiendo al menos peor, que como tal no es el mejor.

Y la prueba es que tras tan importante movilización es poco y nada lo que se ha escuchado que pueda ser valorable desde la política, a excepción de algunas barbaridades expresadas por algunos verdaderos animales (en la acepción de “incapaz, grosero e ignorante”, de la palabra) políticos que solo exacerban aún más los ánimos ciudadanos, que ya adelantan a través de algunos sitios una nueva convocatoria para los últimos días del mes por una parte y la contramarcha que aparentemente dispondría el partido de gobierno que provocará mayor controversia y hasta puede llevar a una fractura de la sociedad, dividiéndola en antis y pros que a todas luces aparece como disparatada, pero que no faltan fanáticos, de ambos lados, para promocionarla.

Con este panorama, que no puede estar muy alejado del de aquel que pueda hacer una lectura más o menos objetiva de los acontecimientos, lo razonable es mantener la esperanza de que los políticos entiendan la protesta y que actúen en consecuencia, lo que de ninguna manera puede intuirse, menos asegurarse, a tenor de las actitudes que han manifestado ante una movilización que los ha sorprendido por su magnitud y a la cual si bien le confieren razón, no tienen ni encuentran la respuesta apropiada y necesaria, a no ser que se entienda como tal que se sienten afectados e involucrados en el cuestionamiento, lo que no es dar una respuesta sino admitir lo que es obvio.
Esta movilización ciudadana demuestra la existencia de un ciudadano enfrentado con el Estado y el gobierno, en primer lugar y con la política en segundo orden, lo que lo deja solo parado en la vereda de la catarsis que no va a conducirlo a ninguna solución. Solo con la participación y compromiso en el marco de un espacio político podrá llegar a satisfacer sus demandas y, como se ha dicho, esto requiere de tiempo, acuerdos y liderazgos, nada que se consiga de hoy para mañana.

N.H.

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