Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Hagamos memoria de verdad! (III)


Por Alberto E. Moro
Todo quiere seguir hoy como en tiempos del primer Perón, nada parece haber cambiado, en un proceso retrógrado y deletéreo que ha hecho inviable a un gran país como la Argentina, condenando a la frustración a nuestras últimas tres o cuatro generaciones.


A su regreso del exilio dorado, muchos años después, con otra visión del mundo y la política, aplacada por el paso de los años y el alejamiento de las pasiones, no pudo el General Perón controlar a los cuervos que había criado sin pensar que más adelante querrían sacarle los ojos. En el discurso inaugural de su regreso al poder, los echó malamente de la simbólica “plaza”, por lo que vengativamente siguieron asesinando, poniendo bombas y asaltando cuarteles en nombre de las utopías que ya estaba fracasando en todo el mundo. Y esos jóvenes ignorantes supuestamente “idealistas” son los que, ante la muerte de Perón, volvieron disfrazados de demócratas y son los mismos que hoy estamos padeciendo todavía en el gobierno, con sus fosilizadas, anacrónicas y despóticas concepciones filo-leninistas de corte netamente totalitario.
Allí están enquistados, prendidos como garrapatas, impunes con su prontuario criminal a cuestas, y con su inadmisible inmunidad pese a los alevosos asesinatos que cometieron. Muchos de ellos están hoy en los primeros puestos del gobierno. Algunos participaron en el asalto montonero al Regimiento de Infantería 29 de Monte, en Formosa, durante el gobierno constitucional de Isabel Perón, operación en la que mataron a quince soldaditos conscriptos menores de 20 años, que estaban duchándose o durmiendo después de un partido de futbol. Un centenar de hombres armados hasta los dientes con fusiles FAL, ametralladoras, granadas, minas terrestres y equipos de comunicación, tomando por asalto un cuartel de inocentes colimbas para apoderarse de las armas allí guardadas.
Fueron actores y partícipes del atentado con bomba al comedor de la Superintendencia de la Policía Federal que dejó 24 muertos y más de 70 heridos mutilados y ciegos. También sufrieron en 1975 una aplastante derrota en el intento de copar el Batallón de Arsenales 601 de Monte Chingolo, que custodiaba veinte toneladas de armamento, gracias a la delación de uno de ellos, ex miembro de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) que alertó sobre sus planes demenciales.
No olvidamos tampoco el asalto, en la ciudad de Morón, provincia de Buenos Aires, al Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 3 de La Tablada, ocurrido el 23 de enero de 1989 durante el gobierno constitucional de Alfonsín, en el que asesinaron a 39 personas.
Y que nadie piense que quien esto escribe está de acuerdo con las interrupciones del orden institucional ni con el “aniquilar la subversión” ejecutando a sus miembros sin juicio previo, dictado con todas las letras por la presidente constitucional Isabel Martínez de Perón.
Pero debe tenerse en cuenta que las acciones de esta pandilla nada heroica ni idealista, sino cobarde e ignorante, sirvió como justificación para que se instalara una dictadura militar, en su momento recibida con alivio por la ciudadanía debido a la inoperancia política de un una viuda inepta al frente de la República. Lo que la ciudadanía no llegó vislumbrar, es que esta intervención costaría también muchas vidas al poner en práctica un inaceptable terrorismo de Estado. Otra viuda, hoy, está haciendo lo suyo con su retrógrado y despótico “modelo”… ¿Es que nunca aprenderemos las lecciones de la historia?
Recordamos también, aunque esta enumeración dista mucho de ser completa, el ametrallamiento salvaje del joven teniente Viola y su pequeña hija, el derribo de un avión Hércules con 18 gendarmes calcinados, la alevosa bomba a Paula Lambruschini (de 15 años), la bomba al comedor de Seguridad Federal con 24 muertos, el cruel e innecesario secuestro y asesinato del General Aramburu, y el del Coronel Larrabure, sometido durante meses a inanición, quemaduras de cigarrillos, y torturas de todo tipo.
Muchos niños y civiles inocentes murieron bajo la metralla y las bombas de estos delincuentes, que sin embargo están libres. Firmenich está libre, viviendo sin trabajar en España, con el remanente de los más de 80 millones de dólares que recaudaron cometiendo asaltos y secuestros extorsivos contra empresarios y ejecutivos. Alentados por Perón desde el exilio, y protegidos por los multifacéticos tentáculos del pulpo peronista, algunos de ellos están en el gobierno kirchnerista, con la aberración de que uno de estos terroristas con faldas estuvo recientemente al frente de las Fuerzas Armadas de la República, y ahora en el Ministerio de Seguridad, seguramente con la secreta misión de debilitarlas o destruirlas para garantizar la impunidad de toda la banda. Con la seguridad pública en estas manos, y en vista de los resultados, la ciudadanía ya puede ir sacando conclusiones…
Estos asesinos protegidos por el Kirchnerismo, herederos del despotismo no-ilustrado, igual que Perón en sus primeros tiempos, no soportan la libertad de expresión oral y escrita, pretendiendo imponer a los medios un pensamiento único: el de ellos, lo que pone en evidencia la magnitud de su soberbia y el mesianismo avasallante que los impulsa, cada vez más alejado de lo que se entiende por democracia.
La propaganda de siempre tergiversando la historia, y el silencio cómplice e insólito de la clase política, han hecho olvidar que Perón, además de atacar con sus hordas instituciones civiles, partidos políticos, iglesias y bibliotecas a sangre y fuego, clausuró en un solo día cincuenta periódicos entre los cuales: Provincias Unidas, Tribuna Democrática, La Prensa, la Vanguardia, La Nueva Provincia (Bahía Blanca), El Intransigente (Salta), El Día (Posadas), Democracia (Junín), y las Revistas Qué, Véritas, Semana Financiera, y Cascabel. Esta última era tan solo una inofensiva publicación humorística, cuyo pecado fue caricaturizar a Perón como una pera grande.
Así se expresaba Perón en 1951 cuando, después de haber confiscado al diario La Prensa para entregarlo a la CGT, clausurando un Congreso Nacional de Periodistas, dijo: “La libertad de prensa solo puede ser explicada en relación con la función social que cumple. Más aún, la libertad sólo puede explicarse en el servicio que presta a un ideal social en función de militancia política…”.
Con más capacidad de expresión verbal que la de los Kirchner, se trata sin embargo, del mismo argumento de hoy: la pretensión de tener toda la prensa al servicio del partido, es decir al servicio de una fracción política encaramada en el poder, pero que está muy lejos de representar a todos los argentinos.
Un destacado periodista argentino ha recordado no hace mucho el momento en que el periódico montonero “El Descamisado” (la izquierda peronista), se regodeaban contando los detalles del alevoso secuestro y asesinato de Aramburu, mientras “El Caudillo” (la derecha peronista) “publicaba amenazantes mensajes hacia personas que semanas después aparecían asesinadas”. Como siempre, ideologías opuestas albergadas por el mismo acomodaticio movimiento. Era la época de “¡Mao y Perón, un solo corazón!” y de la admiración por salvajes dictadores como Stalin, Mao Tse Tung, Pol Pot, y Fidel Castro, todos “especialistas” en secuestrar o hacer desaparecer a miles o a millones de sus compatriotas con la sempiterna excusa de un nuevo orden social en el que ellos se autoproclaman los salvadores de la patria y los dispensadores de una justicia que nunca llega a quienes la necesitan.
Y antes como ahora, no se trata solo de ideas políticas, sino de impedir la difusión de los negocios sucios que se hacen a espaldas del pueblo aprovechando la investidura. Hoy van por la misma censura con métodos más estilizados: adjudicación de la propaganda oficial (que es innecesaria y otra forma de malversación de fondos públicos) selectivamente, en forma discrecional y con un criterio de premio y castigo según se trate de medios adictos o independientes; control sobre el papel-prensa para diarios fabricado en el país, y creación de un multi-medio monopólico a la manera del Ministerio de Propaganda de Hitler que manejaba Joseph Goebbels, el de la tristemente célebre frase “Miente, miente, que siempre algo quedará como cierto….”
Todo parece seguir hoy como en tiempos del primer Perón, nada parece haber cambiado, en un proceso deletéreo que ha hecho inviable a un gran país como la Argentina, condenando a la frustración a nuestras últimas tres o cuatro generaciones. Un país que no acierta a encontrar el rumbo, atrapado en el arcaísmo de unas fotos, una simbología, una marchita y unos reiterados y cada vez más monótonos y agresivos rituales de plaza llena y discursos demagógicos insustanciales e inconducentes, aunque de clara intención intimidatoria, siempre cínicos, insultantes y en contra del orden democrático. Y como si esto fuera de interés público, haciendo uso de “la cadena nacional de Radio y Televisión reservada, como es sabido, tan solo para anuncios trascendentes para toda la ciudadanía.
El grupúsculo Kirchner, constituido en su mayoría por ex terroristas como ya hemos dicho, y que no sabemos si en realidad es un grupo financiero o político, la emprende contra el campo, contra la Iglesia, contra los empresarios, contra los industriales, contra los periodistas, contra los medios, contra los intelectuales, contra Botnia y los uruguayos, contra los partidos políticos, contra el Poder Judicial, contra las Fuerzas Armadas, contra la Policía, contra el Congreso de la Nación, contra los gobernadores provinciales y. como no podía ser de otra manera, contra la libre expresión de las ideas y las libertades básicas.
Todo ello, cuando no, atribuyendo los males de nuestros propios desgobiernos a las maquinaciones del FMI, las “operaciones destituyentes” internas y externas, y al supuesto “Imperio” de un país mucho más democrático que el nuestro, como son los Estados Unidos, nación a la que envidian secretamente.
Además de los nuestros, otros tiranos, demagogos y golpistas latinoamericanos como Castro, Ortega, Morales y Chávez, todos ellos apelando al pasado, son incapaces de definir un futuro para su patria; pero inflamados de soberbia y aspirantes a perpetuarse en el poder, sienten naturalmente como un dedo acusador el republicanismo norteamericano, donde no hay golpistas ni nadie hizo nunca revoluciones mesiánicas pretendiendo refundar la sociedad.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio