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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 30 de agosto de 2012

Lo del Kirchnerismo y La Cámpora ya lo hemos vivido antes

Por Alberto Moro

Ya vamos quedando pocos que vivieron y sufrieron en “carne propia” la indignidad de ese régimen de derecha ultra-fascista, que hoy parece querer volver con ropaje de ultra-izquierda. Por eso es útil recordar algunos hechos de ese tiempo que el “Kirchnerismo” y “La Cámpora” hoy quieren reeditar.
El 17 de Octubre de 1945 comenzó el gran calvario argentino. El país serio y rico, “el granero del mundo” y “el país de la carne”, como nos enseñaban orgullosos los maestros en la escuela, asombro del mundo y faro de América Latina, había comenzado su inexorable decadencia que dura hasta hoy, atrapado entre el populismo, la demagogia y las dictaduras. Estas últimas obtenían su justificación invariablemente en las consecuencias del personalismo exacerbado y el avasallamiento constante e irresponsable de la notable Constitución Argentina que, entre muchas otras ventajas, nos había permitido acabar casi con el analfabetismo antes que España o Francia, por ejemplo, cobijando por igual a todos los hombres del mundo que quisieran habitar y trabajar en el suelo de la patria, como queda claro nada más que leyendo su Preámbulo.
Nunca se dice, que durante el gobierno de Perón, encerrado el país en sí mismo con una retrógrada mirada aislacionista, muy pronto se sintieron los efectos de la economía cerrada, y que son los mismos que hoy padecen, gobernados por un simplismo similar, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador. Desabastecimiento, racionamiento y escasez de productos esenciales.
Entre nosotros, se despobló el campo trayendo a la gente a las ciudades para ejercer presión llenando plazas, pero creando al mismo tiempo los nuevos asentamientos hasta entonces inexistentes llamados “Villas Miseria”. Como consecuencia de ello y del cierre del comercio exterior, el “granero del mundo” tuvo que importar trigo, usar azúcar negra sin refinar, y racionar los alimentos, entre ellos la carne y el pan. El carbón y la energía eléctrica eran insuficientes y las fábricas debían detener su producción en días y horas programados para no llegar al desabastecimiento total. De esto, y porque les ha sido ocultado, hoy nada saben los que no fueron testigos presenciales, de los que, como he dicho, ya quedamos pocos. Se les ha escamoteado gran parte de la verdadera historia. La propaganda incesante a la manera de Goebbels, “miente, miente, que algo quedará”, ha tergiversado la realidad de los hechos, y las nuevas generaciones han caído en la trampa, desconociendo el verdadero origen “genético” del peronismo.
Con este signo político se inició la demolición de la educación y la cultura en la Argentina. Si bien la conocida frase de Perón “Alpargatas sí, libros no” lo dice todo, el profesor y rector universitario Risieri Frondizi aportaba en 1948 desde el exilio datos concretos en uno de sus libros: “Las cesantías decretadas por orden de la Secretaría Política de la Presidencia, privaron a las universidades argentinas, en el breve plazo de tres meses, de 1.250 profesores. La Universidad de Buenos Aires perdió 148; Córdoba 333; La Plata 245; Litoral 433, Tucumán 257; y Cuyo 37. Estos números equivalen al 70% de la totalidad del profesorado universitario argentino. […] Entre las personas separadas de sus cátedras figura lo más destacado de la ciencia, las letras y la cultura argentinas. Y no solo fueron separados los profesores argentinos; también los extranjeros democráticos tuvieron que pagar con su cesantía el hecho de poseer una conciencia insobornable.
Al mismo tiempo que esto sucedía y el premio Nobel de Medicina Bernardo Houssay –a quien este escriba conoció personalmente- era separado de sus cátedras como tantos otros, la Universidad era obligada e entregarle el título de “Doctor Honoris Causa” a Eva Perón.
Los libros de lectura de los escolares de todos los niveles se transformaron en panfletos de propaganda política donde se ensalzaban, desde la primera a la última página, las figuras excluyentes del auto-ascendido General Perón y de la “Abanderada de los humildes”, compartiendo u ocupando ellos los lugares que antes se dedicaban a las madres, padres, y a la familia.
Las loas al ”Primer Trabajador”, a la Fundación Eva Perón, y a los Planes Quinquenales se repetían machaconamente una y otra vez, hasta arruinar y moldear el juicio crítico de los niños de entonces. Al que dude de estas afirmaciones, puedo mostrarle cuatro libros que adquirí a la caída de esa dictadura, con la intención de que nunca se perdieran las pruebas de la ignominia. Personalmente, me salvé por muy poco de ser obligado a estudiar en las clases de literatura de la Secundaria el libro La razón de mi vida, supuestamente de Eva Perón, como les sucedió a los que venían después, en lugar de la apasionante historia de las literaturas Argentina, Americana y Española, como era usual hasta ese momento.
Esa propaganda costeada con los dineros de todo el pueblo, fue exitosa, deformando la historia y la mente de los jóvenes, como también lo fueron las actividades proselitistas que siguieron después sostenidas desde el extranjero por el primer presidente argentino que entró pobre al cargo y se retiró, aunque expulsado, inmensamente rico, dejando una Argentina desfalleciente.
Atrás quedaron, irrepetibles, las fotos que este cronista vio -no me lo contaron- en los diarios de entonces, en las que el mandatario se floreaba de pie en las bóvedas del Banco Central atestadas de enormes lingotes de oro apilados hasta el techo, que testimoniaban la increíble solidez de la economía argentina cuando él asumió la presidencia. Su retiro al fugarse cobardemente del país sin dar la cara, fue tan rico y ostentoso como para financiar más tarde desde su mansión de Puerta de Hierro en Madrid a la derecha peronista de los Montoneros y a la izquierda filo peronista del ERP, que junto a la CGT, estaban permanentemente tratando de desestabilizar a los sucesivos gobiernos, sin miramientos acerca de si eran de facto o constitucionales, con huelgas salvajes, secuestros extorsivos y crueles actos terroristas asesinando a gente inocente.
Hoy volvemos a tener un personalismo insoportable de bajo nivel intelectual con una corte de interesados, obsecuentes e impresentables aplaudidores que se enriquecen ostentosamente a ojos vistas, mientras el grueso de la población padece las consecuencias de las políticas erróneas y el robo descarado de los dineros públicos. Se vuelven a formar grupos de presión patoteriles reclutando incluso a los delincuentes en las cárceles.
Y se vuelve al adoctrinamiento de los niños en las escuelas, al mismo tiempo que se estupidiza a los adultos con el gran circo y la propaganda del “fútbol para todos”, utilizado para publicitar a un grupo mas faccioso y sectario que nunca, costeándolo con el dinero que es de todos los argentinos.
Como dije al principio, esto ya lo vimos…

(*) Artículo basado en un fragmento del capítulo Radiografía del Cáncer Político Argentino de mi libro Pinceladas en la Aurora.

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