Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

domingo, 19 de agosto de 2012

“Io sono el Presidente….”

Por Alfredo Ferrarassi

En el inconsciente de los habitantes de La Falda, de casi todas las edades, se haya grabada a fuego esta frase la cual habría sido pronunciada por un desaparecido viejo dirigente al momento de tenerse que renovar las autoridades en una institución local.
Esto que se ha convertido en una risueña anécdota, frecuentemente citada, tiene en cierta manera un cruel trasfondo que no hace más que desnudar a una sociedad como La Falda, la cual es autocrática, verticalista y clasista. En donde se ha establecido desde hace aproximadamente cinco décadas una clase dirigente que lamentablemente no ha realizado oportunamente una autocritica y que es una asignatura pendiente que nos debemos todos los faldenses.
En ese análisis, que se adeuda, es imperioso ver las causas del estancamiento que hemos sufrido desde los setenta en adelante y que nos condiciona en el presente. Sin dudas tanto radicales como peronistas han efectuado, relevamientos, diagnósticos o planes estratégicos, los cuales fueron editados significando un esfuerzo, tanto económico como de personas, sin embargos ellos jamás fueron tenidos en cuenta y terminaron cayendo en saco roto con el tiempo, teniendo actualmente solo valor histórico, pero ninguno desde la posibilidad de su aplicabilidad por el deterioro que por el paso del tiempo tienen.
Hace una semana dialogábamos con un periodista extranjero radicado en nuestra ciudad, el cual por tener precisamente esa condición puede ubicarse en un meridiano equidistante de todo, ya que la pasión no le ha ganado aún y se encuentra en lo que podríamos denominar la etapa del descubrimiento de nuestra idiosincrasia, para ello no tiene otra herramienta que hacerse preguntas, algunas demasiado simple y obvias, las que por tener esas cualidades solemos descartar nosotros cuando tratamos de entender lo que nos pasa, pero que en este caso sirven para tratar de correr todos los mantos para poder observar a “Isis sin velo”, al decir de Madame Blavatsky.
Lo cierto es que tenemos una visión de nosotros mismos un tanto distorsionada, fruto tal vez de un exacerbado localismo o de un desmedido ego, que no nos permite ser imparciales, porque la realidad cuando se torna dolorosa se la suele enmascarar para morigerar la laceración que produce.
Evidentemente nuestra ciudad fue hasta los fines del sesenta uno de los dos puntos de turismo más importante de la republica. El primero era Mar del Plata y luego La Falda, fruto de una altísima infraestructura hotelera, que ya sentía el paso del tiempo, de una facilidad de traslado vía terrestre o del FFCC y de la fama sanadora de nuestro ambiente serrano frente al flagelo tuberculoso, al grado que se hablaba del “Tercer Clima del Mundo”, promocionándoselo como slogan publicitario.
No en vano éramos conocidos como la “Tacita de Plata” en las publicaciones de la época, lo cual nos da aproximadamente un poco más de medio siglo de preponderancia turística antes de comenzar a notarse un retroceso en este aspecto. Esto se encuadra dentro de lo conocido como ciclo largo de Kondrátiev, que son periodos que oscilan entre 47 y 60 años, en los cuales hay un marcado crecimiento, luego del cual se produce un estancamiento y decadencia prolongadas.
En efecto, La Falda tuvo desde la terminación del Edén Hotel un desarrollo comercial, que salvo los años iniciales, siempre fue en incremento. Así surgió un pueblo, a partir de la venta del primer lote, el 12 de septiembre de 1914, de hoteles de envergadura, de un comercio acorde al nivel socioeconómico que recibíamos y de un servicio que estaba entre los más codiciados del país.
Ello, sin dudas, nos hizo sentir orgullosos ya que era posible ver que superábamos con holgada amplitud al resto del departamento y si bien no éramos la capital política, en cambio sí lo era en lo económico, lo cual se dejaba traslucir en los puestos que se llegaron a ocupar en la Sociedad de Fomento Turístico, que posteriormente sería la Secretaria de Turismo de la Provincia.
Dentro de este panorama nadie puede desconocer que mientras Carlos Paz era un puñado de casitas desperdigadas, La Falda contaba con el suntuoso barrio Villa Edén y loteos de prometedoras posibilidades de desarrollo, al grado que invertir en ésta era tentador y hasta un buen negocio de cara al futuro. Pero como lo señalara Nikolái Kondrátiev si durante esa bonanza no se realizan reinversiones de las ganancias y se colocan ellas en otros sitios o rubros tarde o temprano esa actitud nos pasará factura.
Sin pretender detenernos en esta etapa, ya que sería un trabajo que excedería ampliamente esta nota, diremos que esa circunstancia nos marcó socialmente y en gran medida ha condicionado nuestra forma de ser, rasgos de los que ya hiciéramos referencia, pero esa etapa de gloria desgraciadamente pasó, solo que en lugar de analizar las causas del estancamiento, no solo no se lo asume, sino que seguimos “habitando” en los laureles del pasado.
Aquella grandeza tuvo rasgos que hemos olvidado, en la que hubo participación e integración social, en la que las instituciones eran abiertas, en las que se trabajaba orgullosamente por el crecimiento del pueblo, en la que había una movilidad con cierta verticalidad, en la que teníamos un proyecto de vida por el cual se luchaba. En cambio cuando fuimos perdiendo competitividad, porque los hoteles sufrieron el paso de los años, al igual que sus dueños, en lugar de buscar redoblar la apuesta para salir de la pendiente que se vislumbraba, permitimos que se perdieran eventos deportivos, como el Gran Premio de la Montaña, las famosas Trepadas al Cuadrado, o las etapas de Gran Premio de Turismo Internacional, actividades estas que aceptó Carlos Paz y por las que se posicionó a nivel nacional, más el no haber sabido luchar porque la autopista ideada por Pedro Gordillo llegara a Capilla del Monte tal cual era lo previsto.
Se produjo un invaginamiento que llevó a la no participación, a las “figuritas repetidas”, a los lugares estancos, a vivir del recuerdo de glorias pasadas, a que hubiera “más caciques que indios”, a que los estándares se midieran de acuerdo a una época que no correspondía con la actualidad.
El inquieto periodista foráneo nos indagaba sobre las razones por las cuales el costo faldense es tan abultado, tomando como referencia el caso de los alquileres, lo cual repercute de manera directa en aquel ítem, lo cual evidentemente conspira contra la competitividad que como punto de turismo debemos tener. Sin duda alguna se ha producido un desfasaje entre el pasado y el presente, en donde pesa más aquel a la hora de fijar pautas económicas, que la realidad que nos toca enfrentar.
En líneas generales nos encontramos con una ciudad que debemos reflotar para que se vuelva a reposicionar como una opción turística y de vida frente a una competencia que el propio valle hoy ofrece y que hace un par de décadas era algo que, cuando menos, se lo consideraba improbable de suceder. Si a esto le sumamos el desarrollo de otros puntos de la provincia, incluyendo la propia ciudad capital nos daremos con la real magnitud de lo que se debe corregir para volver a ser lo que fuimos.
El debate es entonces sobre la urgencia de diálogo que como comunidad nos estamos debiendo, ya que lo que se halla en juego es cuestión de todos y no de un puñado de elegidos que parecen ser los árbitros en cada cosa que queramos hacer.
Es entonces este tópico la otra gran variable a dilucidar, puesto que hemos perdido la capacidad de compartir a nivel institucional, tratar de desterrar aquel mito del cual hacíamos referencia respecto al síndrome “io sono el presidente…”, es volver a la plena vigencia de aquella movilidad que supimos tener, es aceptar que otros pueden pensar de manera diferente sin por esto ser necesariamente nuestros enemigos, es aprender a participar en la diversidad de opiniones, es darse cuenta que debemos construir nuevamente nuestro paradigma identitario, ya que difícilmente podamos avanzar sin tener antes esto resuelto.
Hemos preferido dejar para el final el caso puntual de CIPLA, que puede constituirse en el primer cisma que se produzca en el seno del nuevo gobierno, ya que por aquella particularidad de los “presidentes por mandato divino”, se ha producido un profundo malestar entre la Mesa de DDHH (Derechos Humanos) y la imposición a que deba subordinarse a aquella institución de reconocida labor en accidentología, pero que ahora avanza sobre estos derechos dejando en evidencia aquel síntoma de “io sono el presidente…”, de tal forma que si no se puede dirigir, cosa que se ha venido advirtiendo desde hace un tiempo desde las páginas del Ecos de Punilla, se construya algo que pueda competir de manera directa y si es con apoyo oficial mejor aún.
Cuando el curioso periodista nos indagaba ¿Por qué en La Falda solo parece haber cabida al bipartidismo?, no pudimos menos que pensar ¿qué diferente podría haber sido la opción socialista si por largas décadas no hubiera estado sujeta al capricho del estalinismo que no dejó crecer nada por fuera de los designios del “pater familia”?, si hubiere en algún momento soplado una leve brisa democrática, si no hubiere “imperado un Luis XV” que reiterara permanentemente “Après moi, le déluge” (“Después de mí, el diluvio”), si al menos en lugar del “io” hubiera sido el “sono tutti presidentes”!!!

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