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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 2 de agosto de 2012

La Seguridad al final de un juego de suma cero (1+1=0)

Poco tiempo atrás escribía para este semanario sobre la delicada situación socio política que vivía nuestra ciudad, y la necesidad de un liderazgo para la mejor resolución del conflicto social que nos ocupa por estos días. La violencia fue protagonista nuevamente. Hoy tenemos parte de la ciudad sitiada por las fuerzas de seguridad. Ciudadanos preocupados por nuevos reclamos que inquietan y generan sensación de inseguridad, con hostilización de ciertos sectores sociales puestas de manifiesto en las opiniones del pueblo en las que solicitan mano dura como si ello no viniera ocurriendo desde hace tiempo. Pero el conflicto social que vivimos es parte de una realidad macro, que se proyecta y se replica en la aldea global. El sociólogo francés Alain Touraine en su libro, en el que aborda el destino del Hombre en la Aldea Global expresa “Las informaciones, como los capitales y las mercancías atraviesan las fronteras. Lo que estaba alejado se acerca y el pasado se convierte en presente. Todo se mezcla, el espacio y el tiempo se comprimen. En vastos sectores del mundo se debilitan los controles sociales y culturales establecidos por los estados, las iglesias, las familias o las escuelas, y la frontera entre lo normal y patológico, lo permitido y lo prohibido, pierde su nitidez. Vivimos en una sociedad globalizada que invade por todas partes la vida privada y pública de la mayor cantidad de personas”. Surge así de su análisis el interrogante ¿Podremos vivir juntos?.
Desde las teorías del conflicto social se sostiene que la regulación de los conflictos sociales no conlleva la desaparición del conflicto, si no que lo canaliza para evitar su destructividad para la sociedad. Se expresa que existen tres actitudes básicas frente a los conflictos sociales, la represión, la pseudo regulación, y la regulación efectiva, que intenta canalizar el conflicto. Se ha establecido científicamente una correlación entre la teoría del conflicto y la teoría de los juegos. En juegos de suma cero el resultado es puro conflicto, juegos de suma positiva el resultado es pura cooperación, y juegos mixtos el resultado es cooperación y conflicto. Éstos últimos son los que abren el espacio a la negociación. A la luz de estos indicadores da la impresión que hemos venido realizando desde hace unos años una pseudo regulación de los conflictos sociales, postergando el resultado de un juego peligroso como de ficción. Se ha dicho, cuando ficción se convierte en realidad, el “como si” es la expresión de esa realidad; en la que aparentemente “todo está bien”. El juego de suma cero en la alta política internacional cayó en desuso ante la situación en la cual, cualquier uso de armamento nuclear de dos bandos opuestos podría resultar en la completa destrucción de ambos (1+1= 0). Volviendo a estas tierras y a los que nos pasa por estos días, la estrategia visible de encauzamiento del conflicto a decir verdad no presenta nada innovador, lo que se ha visto no es nada nuevo en la actual lógica neoliberal, “más represión”. El Estado Penal responde con todo lo que tiene y va por más.
Como sostiene el Filosofo francés, Michel Foucault “La policía como técnica de gobierno de los hombres”.
Mientras tanto no se conoce avances concretos sobre los derechos económicos y sociales de los demandantes, es cierto puede resultar un proceso lento, pero tampoco creo se ha organizado el mejor clima de negociación, con una vigilancia a presión con ribetes intimidatorios, la desconfianza está presente todo el tiempo. Al respecto se podría parafrasear al sociólogo francés Loic Wacquant en su libro las Cárceles de la Miseria, “La mejor repuesta a la pobreza es dirigir la vida de los pobres”, y una de sus estrategias es penalizando la miseria. En este escenario de derechos menguados, postergados e ignorados, compartía el criterio días pasados, con un prestigioso profesional de la salud de nuestra ciudad, de la necesidad de abrir una cátedra pública, de Derechos Humanos y Educación para la Paz. En mi apreciación personal diría que seriamos consecuentes con el potencial de nuestra comunidad joven, pujante, con una dinámica económica, ligada a una industria tan particular como el turismo, y que a su vez guarda cierta relación con las migraciones internas del país que produce una suerte de relativismo cultural. Que requiere de otro análisis, que no es el objetivo de estas consideraciones, pero que tiene su implicancia socio cultural, ante la posibilidad de un cambio social.
Volviendo a la Educación para la Paz, se diría que se pretende reforzar el papel de la escuela y las capacidades sociales de prevención de la violencia, como dispositivo de formación en valores posmaterialistas (bienes espirituales). Bajo este enfoque, los jóvenes recibirían de manera sistematizada una instrucción fundada en las elecciones de paz adaptables a su medio para desarrollar la cohesión social; se concibe a la Educación para La Paz, como una herramienta que reforzaría al colectivo infantil, en una serie de valores que anularían su necesidad de integrarse en “grupos” que propugnen otros métodos en la resolución de conflictos.
Volviendo sobre la importancia que reviste la cohesión social ya que son los lazos que unen a una sociedad y que permiten la convivencia pacífica. Debería estar muy presente en la formulación de la política pública presente y futura de nuestra ciudad, ya que las condiciones materiales como empleo, salud, ingresos, educación y vivienda, son fundamentales para la cohesión social. Las relaciones en la comunidad sufren cuando las personas no poseen las necesidades básicas satisfechas, como lo sostiene la Comisión Económica para América Latina hay que “igualar para crecer”.
En cuanto a la Educación para la Paz, se habla de educación desde una de sus significaciones como “acción o efecto de desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de pautas, ejercicios y modelos. Por su parte, el concepto de paz se refiere a que el mismo ha tenido diferentes alcances según al momento histórico en el que se halla tratado. Se toma el modelo que se enseña en América Latina, el que presenta dos dimensiones totalmente distintas de la palabra: paz negativa y paz positiva. La primera, paz negativa, el concepto más extendido en Occidente, es entendida como la ausencia de violencia, de guerra, de conflicto; es la ausencia de una situación negativa, adversa, desfavorable. En cambio, la paz positiva describe un estado de armonía social y justicia, logrado mediante un reducido nivel de violencia y una afrontación del conflicto. Luego de estas consideraciones sobre una pretendida interpretación de la realidad ya que el Error y la Ilusión, como dice el antropólogo Edgar Morin parasitan la mente humana desde la aparición del homo sapiens. El conocimiento en forma de palabra, de idea de teoría, es el fruto de una traducción/reconstrucción, mediada por el lenguaje y el pensamiento y por ende conoce el riesgo de error. Una vez de aceptada estas posibilidades y aún cuando mis sentidos me jueguen una mala pasada a través de la Ilusión, decido apostar al mejor de los resultados, de todo esto que nos acontece como comunidad. Para ello me apoyo en una percepción constante, y es que “La gente decide su historia y su destino, y estas decisiones se pueden cambiar”

Javier Benavidez
Comisario Mayor (RE - Lic.)


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