¿Prevención, temor o qué?
cotyleiva@yahoo.com.ar
Las repercusiones y consecuencias de los hechos de violencia vividos hace unos días en nuestra ciudad faldense, comienzan a visualizarse en las decisiones y precisiones que sobre el tema se están abordando y que, parece ser, tienen como prioridad, evitar y/o impedir la repetición de los hechos, que son la eclosión de muchos años de corrupción política y social.
A pocos días del lamentable suceso -que todavía tiene en su haber a cuatro involucrados detenidos-, la sociedad faldense, desde algunos sectores, opina y espera el desarrollo de los acontecimientos. Desde el Ejecutivo Municipal como así también desde otros espacios involucrados con la responsabilidad ciudadana y el deber de protección de los derechos constitucionales, están actuando con medidas que consideran necesarias, obviamente desde la óptica del espacio de participación y conocimiento que ocupan cada uno de esos sectores en la sociedad.
Aún así, la sensación y/o versión de que "otra marcha se está preparando", ha quedado flotando en las calles. Como consecuencia de ello, desde el pasado viernes, la ciudad de La Falda se pintó literalmente de azul. Todos pudimos observar la presencia de los uniformados agentes policiales y de la Infantería, en número importante. Se protegió al edificio municipal con vallas; en el playón frente a la Intendencia se apostaron numerosos policías; dentro de la Municipalidad también estaban presentes y como "refuerzo del radio céntrico", a lo largo y ancho del perímetro mencionado, quiénes caminábamos las calles faldenses, nos encontramos con grupos de dos o tres agentes en cada esquina.
Entonces la pregunta surgió, ¿esto que es? ¿prevensión, temor... o qué?
Entendemos la necesidad gubernamental de tomar decisiones que protejan a la sociedad de hechos violentos como los sucedidos, pero, no necesariamente debe intimidarse a la sociedad con una presencia policial numerosa y atípica que en vez de sensación de seguridad, produce, zozobra y temor a lo que pasará. Y esto no es un pensamiento personal sobre la institución policial, sino la realidad que estamos viviendo: no hay una buena simbiosis entre los vecinos y la policía punillense. Los hechos así lo indican: en algunos casos, policías cuestionados y denunciados por los propios vecinos, por procedimientos que consideran mal trato policial.
Sería necio negar que muchos vecinos festejan la decisión tomada y quizás deseen más policías en las calles de la ciudad. Esto es así, porque el derecho a pensar y a tener las propias convicciones deben ser respetadas, pero también porque La Falda, ha venido tomando, desde hace años un perfil autoritario e individualista encubierto en la Democracia, y aunque hay sectores que lo han resistido y lo seguirán haciendo, no es fácil esquivar las embestidas del autoritarismo y protagonismo excesivo del poder.
En definitiva, un gran debate social que, sin lugar a dudas, ha puesto a todos los habitantes de La Falda en el escenario de la acción y definición sobre qué sociedad hemos construído en estos últimos años y hasta donde pretendemos involucrarnos en una buena convivencia.
El Barrio San Jorge, como cada uno de los barrios de nuestra ciudad, está habitado por gente que trabaja y por gente que no tiene laburo; por gente honesta y por gente que delinque; por punteros políticos y por los que nunca aceptaron un soborno; es decir, como todos los barrios ,tienen lo bueno y lo malo; lo conveniente y lo imprudente, porque así conformamos la sociedad. Podrán destacarse y diferenciarse, quizás, los que sueñan con un futuro mejor, de los que aceptan la dádiva que los sumerge día a día en la exclusión premeditada del sistema corruptor. Ahí está la trampa y ahí comienza la estigmatización, en este caso, del Barrio San Jorge. Ahí comienza la muerte de un menor; ahí comienza la desconfianza en las instituciones, ahí comienza la oferta de los "dueños" de las drogas; pero ahí en ese mismo Barrio San Jorge también hay ciudadanos que quieren la vida, que necesitan confiar en las instituciones y que no quieren más la tentación de la droga que viene de la mano de los que usan guante blanco. En el Barrio San Jorge debe comenzar el gran desafío de una ciudad que deberá definirse urgentemente, no ya en su perfil turístico, sino en su perfil social y en calidad de ser habitantes estables y permanentes de Punilla.
Las repercusiones y consecuencias de los hechos de violencia vividos hace unos días en nuestra ciudad faldense, comienzan a visualizarse en las decisiones y precisiones que sobre el tema se están abordando y que, parece ser, tienen como prioridad, evitar y/o impedir la repetición de los hechos, que son la eclosión de muchos años de corrupción política y social.
A pocos días del lamentable suceso -que todavía tiene en su haber a cuatro involucrados detenidos-, la sociedad faldense, desde algunos sectores, opina y espera el desarrollo de los acontecimientos. Desde el Ejecutivo Municipal como así también desde otros espacios involucrados con la responsabilidad ciudadana y el deber de protección de los derechos constitucionales, están actuando con medidas que consideran necesarias, obviamente desde la óptica del espacio de participación y conocimiento que ocupan cada uno de esos sectores en la sociedad.
Aún así, la sensación y/o versión de que "otra marcha se está preparando", ha quedado flotando en las calles. Como consecuencia de ello, desde el pasado viernes, la ciudad de La Falda se pintó literalmente de azul. Todos pudimos observar la presencia de los uniformados agentes policiales y de la Infantería, en número importante. Se protegió al edificio municipal con vallas; en el playón frente a la Intendencia se apostaron numerosos policías; dentro de la Municipalidad también estaban presentes y como "refuerzo del radio céntrico", a lo largo y ancho del perímetro mencionado, quiénes caminábamos las calles faldenses, nos encontramos con grupos de dos o tres agentes en cada esquina.
Entonces la pregunta surgió, ¿esto que es? ¿prevensión, temor... o qué?
Entendemos la necesidad gubernamental de tomar decisiones que protejan a la sociedad de hechos violentos como los sucedidos, pero, no necesariamente debe intimidarse a la sociedad con una presencia policial numerosa y atípica que en vez de sensación de seguridad, produce, zozobra y temor a lo que pasará. Y esto no es un pensamiento personal sobre la institución policial, sino la realidad que estamos viviendo: no hay una buena simbiosis entre los vecinos y la policía punillense. Los hechos así lo indican: en algunos casos, policías cuestionados y denunciados por los propios vecinos, por procedimientos que consideran mal trato policial.
Sería necio negar que muchos vecinos festejan la decisión tomada y quizás deseen más policías en las calles de la ciudad. Esto es así, porque el derecho a pensar y a tener las propias convicciones deben ser respetadas, pero también porque La Falda, ha venido tomando, desde hace años un perfil autoritario e individualista encubierto en la Democracia, y aunque hay sectores que lo han resistido y lo seguirán haciendo, no es fácil esquivar las embestidas del autoritarismo y protagonismo excesivo del poder.
En definitiva, un gran debate social que, sin lugar a dudas, ha puesto a todos los habitantes de La Falda en el escenario de la acción y definición sobre qué sociedad hemos construído en estos últimos años y hasta donde pretendemos involucrarnos en una buena convivencia.
El Barrio San Jorge, como cada uno de los barrios de nuestra ciudad, está habitado por gente que trabaja y por gente que no tiene laburo; por gente honesta y por gente que delinque; por punteros políticos y por los que nunca aceptaron un soborno; es decir, como todos los barrios ,tienen lo bueno y lo malo; lo conveniente y lo imprudente, porque así conformamos la sociedad. Podrán destacarse y diferenciarse, quizás, los que sueñan con un futuro mejor, de los que aceptan la dádiva que los sumerge día a día en la exclusión premeditada del sistema corruptor. Ahí está la trampa y ahí comienza la estigmatización, en este caso, del Barrio San Jorge. Ahí comienza la muerte de un menor; ahí comienza la desconfianza en las instituciones, ahí comienza la oferta de los "dueños" de las drogas; pero ahí en ese mismo Barrio San Jorge también hay ciudadanos que quieren la vida, que necesitan confiar en las instituciones y que no quieren más la tentación de la droga que viene de la mano de los que usan guante blanco. En el Barrio San Jorge debe comenzar el gran desafío de una ciudad que deberá definirse urgentemente, no ya en su perfil turístico, sino en su perfil social y en calidad de ser habitantes estables y permanentes de Punilla.
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