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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 30 de agosto de 2012

Lo que nos falta

PorAlfredo Ferrarassi

Este fin de semana se llevó a cabo el XXXII encuentro de la RIEHC (Red de Institutos de Estudios Históricos de Córdoba) en la localidad de Altos del Chipión a la vera de la ruta 17, rumbo al límite con Santa Fe.
La RIEHC es una institución que nuclea todas las Juntas de Historia, Institutos, Museos y Centros de Estudios que abordan la temática del pasado cordobés. No se escuchan ponencia sobre trabajos de investigaciones, sino sobre las labores de los mismos, sobre las actividades que han desarrollado y que terminan siendo, para el caso de La Falda, una serie de riquísimas conclusiones sobre el hacer en esta rama, pero por sobre todo la oportunidad de acumular experiencia de quienes desde hace treinta y dos años vienen construyendo espacios de saberes que rescatan el valor patrimonial “de las simples cosas” en el caso de los Museos o de los viejos papeles en el caso de los Archivos o el rescate de las historia locales de las Juntas y Centros.
Asistieron instituciones de todos los lados de la Provincia de Córdoba, algunas que hicieron catorce horas de viaje para poder estar, otras que tejieron un mapa de enlaces de rutas que resultó un laberinto geográfico para compartir los momentos del mismo. En suma, la voluntad del encuentro, en nuestro caso, el primero, pero que conociendo a los artífices de congresos históricos fue la alegría de volver a sentir el afecto de colegas que estuvieron dispuestos a ayudarnos, aconsejarnos en cuanto a la mejor manera de organizarnos en nuestra labor y por sobre todo encarar lo que vendrá que no es poco y en lo que parece estar ausente La Falda de la importancia y significado de sus aniversarios.
Permítaseme decir que visitamos los Museos de La Para, Marull, Miramar y el anfitrión de Altos del Chipión. Salvo el de la localidad “marítima” que deja ante la bajante de la laguna ver algunos escombros del viejo y demolido pueblo, los cuales prontamente son retirados por palas para evitar ver aspectos tristes de aquella tragedia, tiene un perfil diferente, propio, más cercano a la arqueología y la enorme biodiversidad que la misma siempre tuvo, el resto tienen un armado y temática parecida, en la que se ha puesto atención en el rescate de la vida cotidiana como eje de las exhibiciones.
La zona del Xanaes y Ansenusa (sin zeta nos explicó una experta lingüista que disertó) cuentan con una serie de archivos históricos y museos que la convierten sin dudas en uno de los atractivos más importantes regionalmente, lo que llama la atención es algunos lugares no pasan de ser comunas o recientemente intendencias por haber superado los dos mil habitantes. Es decir, son localidades pequeñas, las que sin embargo son riquísimas en vida comunitaria y en el cuidado de su patrimonio cultural, al grado que nos asombró los libros que allí se han escrito y el aliento a la creatividad que se tiene en todas las ramas de la producción intelectual.
Dicho esto, nos queda agregar que muchísimas de las presentes han festejado su centenario o están por hacerlo y están listas para “tirar la casa por la ventana”, el sentido de pertenencia, el orgullo por sus embajadores culturales fue llamativo, allí nos dimos cuentas que no importaba la filiación política, sino la producción, lo que daban, como representaban al pueblo con sus producciones, lo cual nos hizo “disparar” una alarma interna ya que ¿qué nos sucede que nosotros no podemos ponernos de acuerdo ante acontecimientos de idéntica importancia? Un tema que deberemos los faldenses tratar de dilucidar para salir de la encerrona cultural en la que estamos y nos inmoviliza desde hace 22 años respecto a nuestro pasado.
Otro tópico que nos llamó la atención fue como se celebró el Bicentenario en todos los pueblos de la región y en otros de la provincia, que dejaron obras que reflejaban desde el orgullo de vivirlo, a querer plasmar para la posteridad una expresión del jubileo que se festejaba. Aquí prácticamente pasó sin pena ni gloria, diría con más pena que gloria y solo ha quedado un solitario reloj de sol que debería haber sido parte de un legado mayor de lo que el mismo representó, pero bien sabido es que a “nuestro” patafísico todo aquello que significara darle entidad al pueblo le causaba escozor y le convertía en “pescado rabioso”, así que aquel festejo pasó tristemente ninguneado en su gestión.
Si volvemos sobre nuestra realidad veremos que somos indiferentes frente a los acontecimientos que vendrán, así como hemos sido con los que pasaron, como el centenario de la compra del Edén Hotel por los Hermanos Eichhorn, quienes más allá de sus ideas (las cuales en 1912 eran evidentemente diferentes a las de los años veinte cuando adhieren al nacional socialismo), ya que cuando escrituraron el primer lote el 12 de septiembre de 1914 dieron nacimiento a un pueblo, con lo cual deberíamos al menos haber creado una Comisión que organizara aquel festejo de la compra del hotel, como que también se abocara a preparar los próximos que podrían iniciarse con la firma del aquel boleto privado de compra venta, pasando por el de la confección del primer plano y culminando con la escrituración.
Estas ausencias nos advierten que nuestra falla mayor está en la falta de identidad, no todo puede ni debe medirse en términos económicos y menos ser considerada la cultura un gasto, tal fue en el gobierno anterior. Se puede comprender que la movilidad demográfica que presentamos conspire contra aquella, pero lo cierto es que también en otras zonas turísticas, con idénticas características poblacionales existe una conservación patrimonial cultural y se preserva el pasado, el cual cuidado se termina convirtiendo, buen gusto y veracidad mediante, en una fuente de ingresos para nada desdeñable, con lo cual si se apuesta a este rubro del turismo cultural se tendrá una diversidad de ofertas, pero por sobre todo podremos exhibir lo que somos como sociedad y que no es precisamente lo comercial o lo empresarial, sino aquello intangible, aquello que nos dio nuestra identidad y debemos estar seguros que tenemos un pasado riquísimo, que hemos contado con dirigentes excelentes, que es necesario e imprescindible volver a oír las voces de los auténticamente faldenses, ya que sus acciones e historias de vida son las que nos permitieron este presente, no podemos continuar olvidando aquellos forjadores, reemplazándolos por quienes han traído plata o realizado inversiones que terminaron destruyendo nuestra identidad y haciéndonos extraviar el rumbo.
Bienvenida toda inversión que se haga, pero antes impóngameles el respeto por lo nuestro, no se puede demoler todo por unas “veinte monedas”, porque luego terminamos teniendo los graves problemas sociales que hoy se nos presentan , porque una ciudad sin pasado, inexorablemente deambula por la noche de los tiempos sin encontrar el rumbo. Entonces los jóvenes, que nos piden a gritos saber quiénes son, se cansan de la indiferencias de los adultos, de los personalismos absurdos, de las egolatrías desmedidas, de las internas institucionales y hacen la suya huérfanos de conducción, de experiencia de futuro, por lo tanto cuando escuchamos las críticas a los adolescentes, creo tendríamos que mirarnos nosotros mismos y darnos cuenta que imagen les estamos dando, si todo se mide en términos de ecuaciones financieras, si todo se tabula de acuerdo a cuantos bienes exhibo, si uso instituciones de labores encomiables para competir con quienes no permiten sanamente el monopolio de las representaciones como en el caso de los DDHH, porque convengamos que nuestros jóvenes no son tontos, ni comen vidrio y no se les pude mentir descaradamente diciéndoles que “la vida es bella”, negándoles la crisis y la falta de oportunidades y menos imponiéndoles modelos autoritarios aplicados en los gulag que desgraciadamente instaurara el “lobo estepario”.
Este encuentro nos sirvió para ver como se han integrado nuevas generaciones de historiadores y museólogos a los centros que citáramos, como pueden convivir la fuerza arrolladora de la juventud con la experiencia de los años, cuando el común denominador es el conocimiento y preservación del pasado, como cuando se trabaja por el rescate de lo nuestro no existe “misión imposible”, solo es cuestión de saber darle la oportunidad a las personas de poder sentirse útiles, escuchadas y contenidas, con lo cual esos aires renovados terminan siendo un “Katrina” que permite levantar las velas que llevan hacia el progreso que se detuvo por la ceguera dirigencial.
También pudimos asistir a un encuentro multitudinario, fuera de las jornadas, que unía a quienes luchan por el ecosistema de Miramar y el turismo sustentable que se ha visto perjudicado por la organización de eventos de cuadriciclos y motos enduro que han alejado a las aves de su hábitat y se deben ahora recorrer cerca de doscientos kilómetros para poder observar los flamencos que antes estaban en las costas cercanas al pueblo, como también destruido restos arqueológicos a su paso, situación permisiva de la que no son ajenos intendentes regionales. Con esto queremos significar que en todos lados “se cuecen habas” solo que cuando se tiene conciencia de pertenencia e identidad se puede cambiar la realidad, entonces tomemos conciencia y digamos “faldenses a tus cosas”.




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