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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 12 de abril de 2012

La Falda, Ciudad que cuida sus niños

Para nuestra Ciudad, ser considerada como una comunidad referenciada por cuidar y proteger a sus niños y niñas, sería un motivo más de sano orgullo y un antecedente de no poco valor por su relación con el turismo.
Se han comenzado ya a dar los primeros pasos en pro de un descenso de las lesiones no intencionales y prevenibles, tanto en la vía y lugares públicos como en los hogares.
La estrategia a usar es como si fuera una vacuna y esencialmente se basa en nuestra educación como vecinos responsables.
En una nota anterior señalábamos la importancia que se le otorgaba desde el ámbito pediátrico, a algunos artículos del anteproyecto del Código Civil y Comercial de la Nación, en especial en lo referente a la prohibición de los castigos corporales. ART. 647.- “Prohibición de malos tratos. Auxilio del Estado. Se prohíbe el castigo corporal en cualquiera de sus formas, los malos tratos y cualquier hecho que lesione o menoscabe física o psíquicamente a los niños o adolescentes. Los progenitores pueden solicitar el auxilio de los servicios de orientación a cargo de los organismos del Estado”.
Entendemos que disciplinar es educar y ha quedado demostrado que la mejor manera de hacerlo es con nuestro buen ejemplo, dentro y fuera de nuestras familias, procurando preservar la coherencia entre lo que decimos y hacemos.
Maimónides, médico, filósofo, escritor, judío, año 1135, decía: “La integridad del hombre es incompleta mientras no exista la síntesis entre el pensamiento y la acción”.
También quedo expuesto que en procura de que se respeten los límites a los que accedemos con nuestras conductas, es mucho mejor premiar que castigar. Procurando que las relaciones afectuosas, sean el marco donde se reconozcan tanto los aciertos como las transgresiones y que los límites sean previamente establecidos con claridad y mantenidos consistentemente.
Nunca el dolor ni las lesiones que devengan de un castigo físico han servido para corregir conductas inadecuadas y en algunas circunstancias las agravan. Aquellos conceptos bíblicos come el de que “ahorra en el uso de la vara y echarás a perder a tu hijo” poco sirvieron a los fines deseados. El niño castigado físicamente en general reproduce este método con sus hermanos y pares.
Si en nuestro disciplinamiento como hijos se usaron métodos a veces crueles, entendamos que las circunstancias han cambiado y que no debemos reiterar esa metodología correctiva tan riesgosa. Muchas veces fue motivo de resentimiento y trastornos de la personalidad, tan graves como cuando tampoco hubo una puesta racional de límites.
Al respecto se señala en el anteproyecto, que otros métodos pueden ser asimismo sumamente perjudiciales, como el insulto, la denigración, las comparaciones ofensivas o la privación abusiva de derechos como el del acceso al juego y la recreación.
Todo cambio en nuestra conducta requiere tiempo, reflexión, consensos intrafamiliares, y sociales y una búsqueda de modelos alternativos, son válidas la solicitud de ayuda especializada y evitar las culpabilizaciones por errores previos, si es que nos encaminamos por un sendero asertivo.
No sólo es riesgoso el castigo corporal por la injuria directa que puede provocar sino también por la posibilidad de que al huir del mismo haya consecuencias peores. Si la transgresión debe ser corregida, es preferible no hacerlo en estado de ira, si se ha bebido o nuestro estado anímico emocional no es adecuado al fin que se persigue.
Este está lejos de ser un tema exclusivo de los pediatras, la cuestión necesita un amplio debate participativo de toda la comunidad educativa, de los profesionales de la salud mental y el trabajo social, de los comunicadores y de la propia comunidad sin exclusiones.
En cuanto al rol del estado de contar con servicios de orientación, debería reforzarse sustancialmente la presencia de equipos interdisciplinarios accesibles tanto al sector salud como educación.
Y volviendo al sano orgullo, evidentemente, si logramos avanzar en el afianzamiento de los derechos de los niños en una perspectiva de Ciudad que los Cuida, se irán diluyendo algunos antecedentes históricos, lejanos o no tanto, que tuvieron trascendencia nacional. Recordemos la de refugio de nazis, narcotraficantes, pederastas o delincuentes con una guarida “del oso”. Tampoco creo que sea un buen antecedente que el ex intendente sea el legislador que más dinero gana y haber dejado al municipio sumamente endeudado. Ojala su gestión legislativa permita que La Falda reciba recursos que le permitan extender el sistema de promoción y protección de los derechos de la infancia.

Benjamín Malamud

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