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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 5 de abril de 2012

Qué hace un Papa, preguntó Fidel

La pregunta de Fidel Castro recorrió el mundo, al igual que la respuesta que le dio Joseph A. Ratzinger, el Papa Benedicto XVI. Si la hubiese hecho un niño, no habría llamado la atención, porque están en la edad de las preguntas y los no convencionalismos. Pero en esta ocasión y con la trascendencia y expectativas en torno a esta visita a Cuba me hizo reflexionar que pocas veces nos hacemos esa pregunta en el contexto de nuestro trabajo profesional. Que hace un médico, un periodista, un abogado, un escritor, un locutor… Si yo tuviera que responder a esa pregunta a esta altura de mi vida profesional, recordaría las palabras de mi primer maestro en pediatría, el Dr Herrou Baigorri. El médico tiene el deber de consolar siempre, aliviar cuanto se pueda y curar muy de vez en cuando…La medicina avanzó muchísimo en estos 50 años, pero estos principios humanistas tienen plena vigencia. Además como arte de prevenir, al decir de Alicia M. de Justo, tienen que ejercer su mandato dentro de un marco ético, donde respetando la autonomía del paciente, deben hacer el bien, no hacer el mal y ser justos.
Todos los días se ponen a pruebas estos condicionantes de la profesión y vida de un médico.
Si nos toca actuar como ciudadanos no podemos dejarlos de lado y desdoblar nuestra identidad. Cuando en Ecos, el Profesor Alberto Moro publicó un artículo que yo consideraba se confundían seriamente los conceptos de Justicia y Crimen, envié una nota a este semanario que originó un debate que nos enriqueció a todos los que participamos del mismo, cada uno con su opinión y sus argumentos pero sin pasar un límite, que es el que caracteriza las relaciones humanas saludables.
Cuando el Prof. Alfredo Ferrarassi hace lo propio con una mirada sumamente negativa de lo que pasa en Argentina, hice lo propio, procurando que mis argumentos tuvieran el respaldo de una documentación de seriedad absoluta y de acceso a los lectores. Utilicé material de una Sociedad Científica de Pediatría donde se relaciona el influjo de los medios sobre la salud mental y el riesgo de suicidios en adolescentes. Procuré que quien opine de economía fuese una autoridad académica indiscutida, como la de S. Treber, que fue publicada en la Voz del Interior, prestigioso diario del grupo Clarín. Es bien conocido que por no pertenecer a grupos de economistas afines al neoliberalismo, sus valiosas opiniones habitualmente son ignoradas por las redes mediáticas monopólicas y quizás por sectarismo, por los medios afines al gobierno actual. Cuando encuentro en el diario La Nación (no afín al actual gobierno nacional) un informe de la máxima autoridad científica argentina, que pone de manifiesto el avance de la ciencia en nuestro país, lo hago pensando en todo el tiempo perdido desde que mandaron a nuestros científicos a “lavar platos”.
Sr. N. Heredia, en cualquier orden de la vida se cometen errores y yo me tengo que hacer cargo de los míos. Pero hay uno que no me gustaría transgredir, que es ese “limite” que nos impusimos con A. Moro, el límite ético. No voy a defender mi punto de vista agrediendo a quien opina distinto que yo o que procura descalificarme. No soy antiperonista, ni antirradical, ni antikhisnerista por que no coincida con las posiciones de esas fuerzas. Si se me pretende ubicar en el kishnerismo hoy y ayer como “un imperialista”, expresiones de A. Ferrarassi en el Consejo de la Ciudad, es porque sigue una estrategia usada por otros, como el ex intendente, de advertir “el peligro de que un comunista asuma la vice intendencia”, “o un ateo”, según uno de sus ex adherentes. Llegaron a más manchando mi casa con “imágenes e inscripciones pedofílicas”. Años antes la mancharon con “amenazas nazis”. Y hace poco tiempo alguien me increpó en un comercio gritándome reiteradamente “radical”. No pretendo victimizarme y menos en medio de homenajes a 30.000 desparecidos y ante las víctimas de la Guerra de Malvinas. El problema es que en vez de utilizar argumentos válidos para disentir, se pasa el límite ético que yo no voy a pasar.
Y problemas no faltan. En el campo de la salud la contradicción crece cuando junto a la incorporación de las nuevas vacunas de alto costo para todos los niños, los sueldos de los profesionales es inadmisible. Algo parecido se da en la educación, con más tecnología y sueldos muy deprimidos. La Asignación Universal por Hijos no alcanzó a evitar la deserción escolar, es perfectible y debe lograrse ese objetivo. Se vienen debates que requieren lo mejor de nosotros: las despenalizaciones del aborto y del uso de drogas para uso personal y finalmente el de la reforma del Código Civil. Al respecto a los pediatras nos entusiasma algunos aspectos de la propuesta como “permite a niños mayores y adolescentes adoptar decisiones sobre su propio cuerpo, prohíbe por ley los castigos corporales, agiliza trámites de adopción, garantiza el derecho del niño o niña adoptado a conocer su origen; define valores de crianza y contempla situaciones reales de conflicto que afectan a los niños en casos de separación o divorcio”.
No creo en lo de enemigos íntimos. Cuando un vecino iba a ser excluido del Consejo de la Ciudad, uno de sus “enemigos íntimos” detectó que quien hacía de juez también lo hacía de parte, y todo quedó anulado. Se puede tener mayor, menor o nula empatía personal, pero lo esencial es no pasar determinados límites éticos. Serviría quizás recordar el consejo de Pepe Mujica: “Argentinos, quiéranse un poco”.
¿Qué hace un Papa, un médico, un político, un periodista? En ningún lado figura hacer el mal. Y es lo que yo procuro.

Benjamín Malamud

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