¿Otra vez el Consejo de la Ciudad perdió el rumbo?
La renuncia de varios Consejeros, que interpretan que la institución ha dejado de perseguir los fines para los que fue creada, habiendo sido usada para la obtención de beneficios personales y político partidarios, vuelve a generar preocupación por el sano desenvolvimiento de esta imprescindible herramienta abocada a la construcción de ciudadanía.
Pareciese ser que el Consejo de la Ciudad de La Falda esta destinado a cerrar ciclos cada tanto, y, al hacerlo, provocarnos la sensación de encontrarnos ante un nuevo fracaso. Lo que sucede porque aquellos que sueñan que está institución sea la “caja de resonancia” de los grandes debates de la comunidad faldense, ven escapar esa posibilidad de informarse, discutir y formarse en un ámbito adecuado. Aquel que pensó el legislador en el momento de crearlo como una herramienta apta para ensamblar las decisiones de gobierno a los intereses vecinales. Es por ello, que a pesar de estos remezones que desestabilizan su accionar, como el Ave Fénix pareciese cada tanto resurgir de sus cenizas. Tal vez, esto suceda porque es una institución joven, que va adquiriendo experiencia a través de estas vicisitudes.
Nuestra escéptica visión, generada por conocer a los actores, hacia que entreviéramos el final de este ciclo, más temprano que tarde, al iniciarse el mismo. Pero, nos encontramos con la sorpresa de que un grupo de vecinos se había decidido por incorporar una nueva forma de accionar, en la que el consenso fuese el eje que fortaleciera la interrelación institucional y personal, de manera que intentaban dejar de lado intereses personales y sectoriales en aras de obtener un resultado que fuera benéfico para la comunidad en general.
Algunos de estos vecinos, son los que se han decidido por dejar la institución en los últimos días y con ello concitar la atención sobre el por qué de estas renuncias.
En función de ello, que mejor que ir al texto de esos documentos.
Las renuncias
La Consejera Suplente, en representación del Centro Vecinal Santa Rosa, María Luisa Garcia Quirno, en la parte medular de su dimisión sostiene que “…Quiero expresar que estos dos años de participación en el Consejo me confirmaron que es posible dialogar, acordar, pensar, imaginar y producir ideas y sugerencias en conjunto, consensuando las diferentes posiciones, libremente, y desde la confianza que se puede lograr al trabajar pensando en la ciudad que todos nos merecemos.
Pienso que es importante valorar la herramienta de participación ciudadana que los faldenses tenemos en el Consejo de la Ciudad y que este instrumento esté contemplado en nuestra Carta Orgánica, posibilitando la participación de la Instituciones, donde grupos de vecinos y vecinas, probamos que es posible establecer acuerdos comunes, más allá de las diferencias.
Y a partir de los acuerdos logramos, entre otras cosas lo siguiente:
* Elaborar un Reglamento que apostaba a la creación de una nueva cultura política, inclusiva y respetuosa de las diferencias partidarias.
* Trabajar en equipo para analizar temas sugeridos por las instituciones como: cultura, turismo y participación ciudadana, desarrollo ambiental y urbanístico, integración y contención social, participación comunitaria, etc.
* Escuchar y compartir problemáticas con diferentes sectores de la sociedad.
*Analizar y sugerir propuestas sobre problemáticas urbanas, planteando la necesidad de un planeamiento territorial.
*Investigar nuevas prácticas de gestión municipal, como el presupuesto participativo y elaborar estrategias para ponerlo en marcha.
*Generar ámbitos de capacitación interna para dar respuestas adecuadas a los temas de consulta obligatoria por parte del Ejecutivo (Presupuesto anual, Licitaciones, Subsidios, Aumentos Tarifarios, Talleres, entre otros)
*Trabajar sobre diversas problemáticas presentadas por Instituciones locales y regionales.
*Realizar encuentros con diferentes especialistas que echaron luz sobre diferentes problemáticas de la Ciudad (Movimientos demográficos en la zona y sus características, Foro del Defensor del Vecino, Tratamiento de residuos)
*Crear un ámbito de festejo ciudadano con reconocimiento público a vecinos y vecinas por sus acciones solidarias.
Esto fue una realidad construida entre todos, con esfuerzo, tiempo, ganas, energía, y que hoy, a mi entender, se ha resquebrajado debido a: Las contradicciones del discurso, que a través de su Presidente mantuvo el Consejo de la Ciudad durante los dos primeros años, promoviendo e incentivando la participación de todos los ciudadanos en lo que hace a políticas públicas de gran incidencia en el futuro de la ciudad, y la actitud de silencio del mismo frente a la obra de la Av. Edén de la cual era parte, siendo aún Presidente y sabiendo que los ciudadanos estaban totalmente desinformados sobre la misma.
El desdén y falta de respuesta del Ejecutivo a las sugerencias y producciones de este Consejo.
El menosprecio e indiferencia del Consejo Deliberante frente a nuestro trabajo.
Al desconocimiento y manipulación de los medios de comunicación relacionado a nuestro accionar.
A la escasa experiencia de las instituciones sociales en la construcción de lo que nos pertenece, la cosa pública.
A la indiferencia de la ciudadanía.
Por todo lo expuesto es que renuncio a continuar participando de este Consejo de la Ciudad que, a mi entender, ha perdido el espíritu, la libertad y la independencia con la que ha trabajado durante los dos primeros años, considerando que es una Institución que nos pertenece a todos y cada uno de los ciudadanos, por lo que no podemos perder la esperanza de recuperar sus verdaderos valores en un futuro donde el contexto socio político lo haga posible”.
Por su parte, Armando Galera en su renuncia mantiene que “Me dirijo a Uds. en mi carácter de Consejero Titular de Asociación Civil Quillagua para presentar mi renuncia al cargo de Vicepresidente 2º del Consejo de la Ciudad por considerar que durante los últimos meses, esta institución ha ido perdiendo la necesaria autonomía para realizar su producción en dirección a lo esperado por nuestra sociedad.
Se ha transformado en un verdadero problema organizar una agenda coherente y sostenerla en el tiempo por parte de quienes desde hace más de dos años venimos aportando nuestro tiempo y saberes a favor de la construcción de ciudadanía. Solo la frustración se abre camino en el tejido social cuando estos aportes son desvalorizados en pos de intereses sectoriales muy alejados de la posibilidad de construir un genuino proyecto colectivo.
Por todo lo expuesto y por respeto a la ciudadanía es que presento la renuncia indeclinable a este plenario a la vez que agradezco la oportunidad de vuestro acompañamiento”.
En tanto, Nora Gómez fundamenta su alejamiento en que “…he decidido dejar de participar en este Consejo en carácter de Consejera Suplente por la Asociación Civil Quillagua, organización que conoce y respeta esta decisión.
Este alejamiento responde al profundo respeto que me merece esta institución como máximo órgano de participación ciudadana, que en los últimos meses ha visto desdibujados sus verdaderos objetivos y propósitos.
Considero que un Consejo de la Ciudad que no se comunica con la ciudadanía pierde su razón de ser y se convierte en un órgano vacío de sentido, fácil de ser utilizado por quienes intentan justificar acciones político-partidarias que no respetan la construcción de consenso por parte de los y las ciudadanos/as. Lejos de lograr algún avance en esta materia, siento que la pérdida de confianza entre consejeros, el enrarecimiento del clima afectivo que supimos conseguir y la confusión por parte de algunas personas y/o instituciones, han hecho de la comunicación del Consejo con los/as vecinos/as de La Falda una utopía o, lo que es peor, una permanente fuente de conflicto. También la comunicación interna entre Consejeros durante los plenarios ha devenido en simulacro de participación y se ha perdido el debate respetuoso, la libertad de expresión y pensamiento que fue la impronta de este Consejo durante sus primeros tiempos.
Mi participación en este Consejo ha sido fuente de innumerables aprendizajes; por un lado, he podido comprobar que pocas cosas son tan fuertes como la potencia y la fuerza innovadora de un colectivo capaz de consensuar y acordar criterios por encima de sus diferencias partidarias, sociales, culturales, etc. Estoy absolutamente convencida de que estamos en las puertas de una nueva cultura política y que estos vaivenes son dolores de parto de transformaciones que una gran parte de nuestra sociedad se niega a aceptar.
Por todo ello, confío que esta experiencia que juntos hemos compartido durante dos años será inspiradora de nuevas prácticas de participación ciudadana, capitalizados en un futuro próximo por gobernantes y gobernados con mayor sensibilidad y capacidad democrática.
A todos y cada uno de ustedes mi más profundo agradecimiento por tantas horas de trabajo y sueños compartidos”.
A estos consejeros, se suma la renuncia de quien venía detentando la presidencia de la Institución Edgardo Pittatore, quien previo a hacerla efectiva confrontó con los antes mencionados, pues entendía que estos generaban su accionar con ánimos de hacerse de la conducción del organismo. Otros dimitentes fueron: la representante titular de la Biblioteca Babel Elvira Uva, Beatriz Sauervein de la Asociación Amigos de la Música, la representante de la Asociación Protectora de Animales y Juan Carlos Ottobre por la Asociación Italiana Calabresa. Asimismo, el representante del Centro de Jubilados José Luis Tessei afirmó a Ecos de Punilla que la institución y sus delegados no continuarán en el Consejo sino se produce la renuncia indeclinable de Juan Carlos Grenade.
Cabe consignar que la renuncia de los Consejeros no implica que la institución que representaban se aleje del Consejo sino que puede nombrar nuevos representantes.
Sobre el cierre de esta edición se desarrollaba un nuevo plenario, bajo la presidencia de Eduardo Lentini, en el cual de no producirse algún tipo de impedimento se elegirían nuevas autoridades.
Recuadro
El daño, no tiene precio
En el inicio de la nota central se señala que el Consejo de la Ciudad debería ser la “caja de resonancia” de los grandes debates de la comunidad faldense. Es así, porque para eso fue creado. Y más allá de que sus resoluciones no son “vinculantes”, el gobierno debería escuchar sus sugerencias, acordar su accionar a ellas y por ende mantener una ajustada relación de diálogo con la institución y con quienes la integran.
Se decía también que nuestra escéptica visión, por el conocimiento de los actores, hacia que viésemos inconvenientes en su funcionamiento, más temprano que tarde, pero que eso no se dio porque se planteó lo que Garcia Quirno denomina en su renuncia “la creación de una nueva cultura política, inclusiva y respetuosa de las diferencias partidarias”, en la que podrían incluirse las diferencias generadas por intereses sectoriales y/o personales.
Esa fue la razón por la cual este Consejo de la Ciudad mantuvo a lo largo de dos años un funcionamiento acorde a su institucionalidad, sin que por ello las diferencias no dejaran de establecerse y conocerse.
Sin embargo, para los observadores rigurosos, el Consejo había nacido viciado por las necesidades de un Poder Ejecutivo que decidido a no compartir decisiones e informar menos, exigía, como mínimo, de una institución que tratará cuestiones relacionadas con su accionar para que le allanara la instrumentación de sus deseos ante los inconvenientes de relación y lealtad que habían aparecido en el seno de su propio bloque en el Consejo Deliberante. Es decir, que lo que hizo fue menoscabar al Poder Legislativo dándole un supuesto mayor poder de injerencia al Consejo de la Ciudad en cuestiones atinentes a gobierno, y presionar al mismo tiempo, con esos informes, a sus concejales a legislar a favor de sus intenciones. Este accionar maquiavélico le dio resultado, pero no fue a expensas de la burla a la capacidad intelectual de quienes desarrollaban sus buenas intenciones en el Consejo sino a instancia de esa nueva propuesta de cultura política que se asentaba en la búsqueda del consenso (y a la que bien se haría en rescatar).
Pero, como todo acto teatral tiene su fin, hay un momento en que las caretas se caen y la ilusión termina a la luz de la realidad, y esto ocurrió cuando uno de los personajes, entre bambalinas, de este gobierno, Juan Carlos Grenade, quien venía presidiendo el Consejo de la Ciudad, ocultó arteramente, a la institución, su directa vinculación con la obra de Refuncionalización de la Av. Edén -sobre la cual se carecía de toda información- y que le vale incorporar una importante cantidad de miles de pesos a su patrimonio. El daño provocado al Consejo de la Ciudad, por esa acción, no tiene precio y apenas ha comenzado a pagárselo con la desvinculación de estos Consejeros.
Nuevamente se pierde la confiabilidad en el Consejo de la Ciudad y otra vez habrá que luchar para reposicionarlo, porque mal que les pese a los intendentes de turno es una herramienta de Poder Ciudadano, órgano que debe estar integrado por todas las instituciones de la ciudad, donde deben instruirse en el manejo de la cosa pública todos aquellos que tengan vocación y voluntad de conformarse como dirigentes sociales. Lejos estamos de saber si quienes han dejado el Consejo de la Ciudad guardaban estos atributos e intenciones, todo indica que si, pero si se debería agradecerles la entrega y el esfuerzo realizado en este tiempo, y también el hecho de haberle puesto un límite al uso y abuso ejercido desde el poder de gobierno. Lo que, se entiende, debería servir de ejemplo para aquellos que le den continuidad institucional al Consejo. El rumbo puede perderse, una, dos, tres veces, como ha sucedido, tal vez más, lo que no debe perderse es el objetivo, utópico si quiere, de construir compromiso ciudadano y el Consejo de la Ciudad es la herramienta para ese fin.
N.H.
Recuadro
Las cosas por su nombre
Pienso con esperanza y vehemencia, la vehemencia de la ética y la decencia, con solidaridad ofrecí mi trabajo y mi tiempo, sin esperar nada a cambio, sino el compromiso de un gobierno ético, y una ciudadanía atenta, para que la democracia sea un hecho cotidiano en nuestra sociedad, con legalidad y respeto por las instituciones, porque sólo de ellas surgirá nuestro poder político.
Se me atribuye un interés personal y por supuesto político, como así también en muchos casos se me acusa de elaborar un discurso.
Entonces vamos a decir las cosas por su nombre.
Digo sí existe un interés, el de apreciar el valor que en sí tiene una cosa, en este caso el Consejo de la Ciudad, y pensar que sí se puede.
Digo sí existe la política, como preocupación de lo que ocurre en la “polis” ciudad-estado, y que abarca todo quehacer del ciudadano, ciudadana por el que el estado debe velar: salud, educación, seguridad, economía, etc.
En cuanto al discurso, es el que elevo como expresión del pensamiento con la intención de ser la voz de los silencios, la mirada de los escépticos, las dudas del desconocimiento, la confusión de la ceguera, con el fin de persuadir a los que quieran escucharme, de que la utopía puede ser una realidad construida entre todos.
Y en nombre de esa utopía es que en un futuro volvería a trabajar del mismo modo y con las mismas ganas como ciudadana participando en el Consejo de la Ciudad, pero por todo lo que expreso en mi renuncia, hoy digo así no.
María Luisa García Quirno (Puchi)
Pareciese ser que el Consejo de la Ciudad de La Falda esta destinado a cerrar ciclos cada tanto, y, al hacerlo, provocarnos la sensación de encontrarnos ante un nuevo fracaso. Lo que sucede porque aquellos que sueñan que está institución sea la “caja de resonancia” de los grandes debates de la comunidad faldense, ven escapar esa posibilidad de informarse, discutir y formarse en un ámbito adecuado. Aquel que pensó el legislador en el momento de crearlo como una herramienta apta para ensamblar las decisiones de gobierno a los intereses vecinales. Es por ello, que a pesar de estos remezones que desestabilizan su accionar, como el Ave Fénix pareciese cada tanto resurgir de sus cenizas. Tal vez, esto suceda porque es una institución joven, que va adquiriendo experiencia a través de estas vicisitudes.
Nuestra escéptica visión, generada por conocer a los actores, hacia que entreviéramos el final de este ciclo, más temprano que tarde, al iniciarse el mismo. Pero, nos encontramos con la sorpresa de que un grupo de vecinos se había decidido por incorporar una nueva forma de accionar, en la que el consenso fuese el eje que fortaleciera la interrelación institucional y personal, de manera que intentaban dejar de lado intereses personales y sectoriales en aras de obtener un resultado que fuera benéfico para la comunidad en general.
Algunos de estos vecinos, son los que se han decidido por dejar la institución en los últimos días y con ello concitar la atención sobre el por qué de estas renuncias.
En función de ello, que mejor que ir al texto de esos documentos.
Las renuncias
La Consejera Suplente, en representación del Centro Vecinal Santa Rosa, María Luisa Garcia Quirno, en la parte medular de su dimisión sostiene que “…Quiero expresar que estos dos años de participación en el Consejo me confirmaron que es posible dialogar, acordar, pensar, imaginar y producir ideas y sugerencias en conjunto, consensuando las diferentes posiciones, libremente, y desde la confianza que se puede lograr al trabajar pensando en la ciudad que todos nos merecemos.
Pienso que es importante valorar la herramienta de participación ciudadana que los faldenses tenemos en el Consejo de la Ciudad y que este instrumento esté contemplado en nuestra Carta Orgánica, posibilitando la participación de la Instituciones, donde grupos de vecinos y vecinas, probamos que es posible establecer acuerdos comunes, más allá de las diferencias.
Y a partir de los acuerdos logramos, entre otras cosas lo siguiente:
* Elaborar un Reglamento que apostaba a la creación de una nueva cultura política, inclusiva y respetuosa de las diferencias partidarias.
* Trabajar en equipo para analizar temas sugeridos por las instituciones como: cultura, turismo y participación ciudadana, desarrollo ambiental y urbanístico, integración y contención social, participación comunitaria, etc.
* Escuchar y compartir problemáticas con diferentes sectores de la sociedad.
*Analizar y sugerir propuestas sobre problemáticas urbanas, planteando la necesidad de un planeamiento territorial.
*Investigar nuevas prácticas de gestión municipal, como el presupuesto participativo y elaborar estrategias para ponerlo en marcha.
*Generar ámbitos de capacitación interna para dar respuestas adecuadas a los temas de consulta obligatoria por parte del Ejecutivo (Presupuesto anual, Licitaciones, Subsidios, Aumentos Tarifarios, Talleres, entre otros)
*Trabajar sobre diversas problemáticas presentadas por Instituciones locales y regionales.
*Realizar encuentros con diferentes especialistas que echaron luz sobre diferentes problemáticas de la Ciudad (Movimientos demográficos en la zona y sus características, Foro del Defensor del Vecino, Tratamiento de residuos)
*Crear un ámbito de festejo ciudadano con reconocimiento público a vecinos y vecinas por sus acciones solidarias.
Esto fue una realidad construida entre todos, con esfuerzo, tiempo, ganas, energía, y que hoy, a mi entender, se ha resquebrajado debido a: Las contradicciones del discurso, que a través de su Presidente mantuvo el Consejo de la Ciudad durante los dos primeros años, promoviendo e incentivando la participación de todos los ciudadanos en lo que hace a políticas públicas de gran incidencia en el futuro de la ciudad, y la actitud de silencio del mismo frente a la obra de la Av. Edén de la cual era parte, siendo aún Presidente y sabiendo que los ciudadanos estaban totalmente desinformados sobre la misma.
El desdén y falta de respuesta del Ejecutivo a las sugerencias y producciones de este Consejo.
El menosprecio e indiferencia del Consejo Deliberante frente a nuestro trabajo.
Al desconocimiento y manipulación de los medios de comunicación relacionado a nuestro accionar.
A la escasa experiencia de las instituciones sociales en la construcción de lo que nos pertenece, la cosa pública.
A la indiferencia de la ciudadanía.
Por todo lo expuesto es que renuncio a continuar participando de este Consejo de la Ciudad que, a mi entender, ha perdido el espíritu, la libertad y la independencia con la que ha trabajado durante los dos primeros años, considerando que es una Institución que nos pertenece a todos y cada uno de los ciudadanos, por lo que no podemos perder la esperanza de recuperar sus verdaderos valores en un futuro donde el contexto socio político lo haga posible”.
Por su parte, Armando Galera en su renuncia mantiene que “Me dirijo a Uds. en mi carácter de Consejero Titular de Asociación Civil Quillagua para presentar mi renuncia al cargo de Vicepresidente 2º del Consejo de la Ciudad por considerar que durante los últimos meses, esta institución ha ido perdiendo la necesaria autonomía para realizar su producción en dirección a lo esperado por nuestra sociedad.
Se ha transformado en un verdadero problema organizar una agenda coherente y sostenerla en el tiempo por parte de quienes desde hace más de dos años venimos aportando nuestro tiempo y saberes a favor de la construcción de ciudadanía. Solo la frustración se abre camino en el tejido social cuando estos aportes son desvalorizados en pos de intereses sectoriales muy alejados de la posibilidad de construir un genuino proyecto colectivo.
Por todo lo expuesto y por respeto a la ciudadanía es que presento la renuncia indeclinable a este plenario a la vez que agradezco la oportunidad de vuestro acompañamiento”.
En tanto, Nora Gómez fundamenta su alejamiento en que “…he decidido dejar de participar en este Consejo en carácter de Consejera Suplente por la Asociación Civil Quillagua, organización que conoce y respeta esta decisión.
Este alejamiento responde al profundo respeto que me merece esta institución como máximo órgano de participación ciudadana, que en los últimos meses ha visto desdibujados sus verdaderos objetivos y propósitos.
Considero que un Consejo de la Ciudad que no se comunica con la ciudadanía pierde su razón de ser y se convierte en un órgano vacío de sentido, fácil de ser utilizado por quienes intentan justificar acciones político-partidarias que no respetan la construcción de consenso por parte de los y las ciudadanos/as. Lejos de lograr algún avance en esta materia, siento que la pérdida de confianza entre consejeros, el enrarecimiento del clima afectivo que supimos conseguir y la confusión por parte de algunas personas y/o instituciones, han hecho de la comunicación del Consejo con los/as vecinos/as de La Falda una utopía o, lo que es peor, una permanente fuente de conflicto. También la comunicación interna entre Consejeros durante los plenarios ha devenido en simulacro de participación y se ha perdido el debate respetuoso, la libertad de expresión y pensamiento que fue la impronta de este Consejo durante sus primeros tiempos.
Mi participación en este Consejo ha sido fuente de innumerables aprendizajes; por un lado, he podido comprobar que pocas cosas son tan fuertes como la potencia y la fuerza innovadora de un colectivo capaz de consensuar y acordar criterios por encima de sus diferencias partidarias, sociales, culturales, etc. Estoy absolutamente convencida de que estamos en las puertas de una nueva cultura política y que estos vaivenes son dolores de parto de transformaciones que una gran parte de nuestra sociedad se niega a aceptar.
Por todo ello, confío que esta experiencia que juntos hemos compartido durante dos años será inspiradora de nuevas prácticas de participación ciudadana, capitalizados en un futuro próximo por gobernantes y gobernados con mayor sensibilidad y capacidad democrática.
A todos y cada uno de ustedes mi más profundo agradecimiento por tantas horas de trabajo y sueños compartidos”.
A estos consejeros, se suma la renuncia de quien venía detentando la presidencia de la Institución Edgardo Pittatore, quien previo a hacerla efectiva confrontó con los antes mencionados, pues entendía que estos generaban su accionar con ánimos de hacerse de la conducción del organismo. Otros dimitentes fueron: la representante titular de la Biblioteca Babel Elvira Uva, Beatriz Sauervein de la Asociación Amigos de la Música, la representante de la Asociación Protectora de Animales y Juan Carlos Ottobre por la Asociación Italiana Calabresa. Asimismo, el representante del Centro de Jubilados José Luis Tessei afirmó a Ecos de Punilla que la institución y sus delegados no continuarán en el Consejo sino se produce la renuncia indeclinable de Juan Carlos Grenade.
Cabe consignar que la renuncia de los Consejeros no implica que la institución que representaban se aleje del Consejo sino que puede nombrar nuevos representantes.
Sobre el cierre de esta edición se desarrollaba un nuevo plenario, bajo la presidencia de Eduardo Lentini, en el cual de no producirse algún tipo de impedimento se elegirían nuevas autoridades.
Recuadro
El daño, no tiene precio
En el inicio de la nota central se señala que el Consejo de la Ciudad debería ser la “caja de resonancia” de los grandes debates de la comunidad faldense. Es así, porque para eso fue creado. Y más allá de que sus resoluciones no son “vinculantes”, el gobierno debería escuchar sus sugerencias, acordar su accionar a ellas y por ende mantener una ajustada relación de diálogo con la institución y con quienes la integran.
Se decía también que nuestra escéptica visión, por el conocimiento de los actores, hacia que viésemos inconvenientes en su funcionamiento, más temprano que tarde, pero que eso no se dio porque se planteó lo que Garcia Quirno denomina en su renuncia “la creación de una nueva cultura política, inclusiva y respetuosa de las diferencias partidarias”, en la que podrían incluirse las diferencias generadas por intereses sectoriales y/o personales.
Esa fue la razón por la cual este Consejo de la Ciudad mantuvo a lo largo de dos años un funcionamiento acorde a su institucionalidad, sin que por ello las diferencias no dejaran de establecerse y conocerse.
Sin embargo, para los observadores rigurosos, el Consejo había nacido viciado por las necesidades de un Poder Ejecutivo que decidido a no compartir decisiones e informar menos, exigía, como mínimo, de una institución que tratará cuestiones relacionadas con su accionar para que le allanara la instrumentación de sus deseos ante los inconvenientes de relación y lealtad que habían aparecido en el seno de su propio bloque en el Consejo Deliberante. Es decir, que lo que hizo fue menoscabar al Poder Legislativo dándole un supuesto mayor poder de injerencia al Consejo de la Ciudad en cuestiones atinentes a gobierno, y presionar al mismo tiempo, con esos informes, a sus concejales a legislar a favor de sus intenciones. Este accionar maquiavélico le dio resultado, pero no fue a expensas de la burla a la capacidad intelectual de quienes desarrollaban sus buenas intenciones en el Consejo sino a instancia de esa nueva propuesta de cultura política que se asentaba en la búsqueda del consenso (y a la que bien se haría en rescatar).
Pero, como todo acto teatral tiene su fin, hay un momento en que las caretas se caen y la ilusión termina a la luz de la realidad, y esto ocurrió cuando uno de los personajes, entre bambalinas, de este gobierno, Juan Carlos Grenade, quien venía presidiendo el Consejo de la Ciudad, ocultó arteramente, a la institución, su directa vinculación con la obra de Refuncionalización de la Av. Edén -sobre la cual se carecía de toda información- y que le vale incorporar una importante cantidad de miles de pesos a su patrimonio. El daño provocado al Consejo de la Ciudad, por esa acción, no tiene precio y apenas ha comenzado a pagárselo con la desvinculación de estos Consejeros.
Nuevamente se pierde la confiabilidad en el Consejo de la Ciudad y otra vez habrá que luchar para reposicionarlo, porque mal que les pese a los intendentes de turno es una herramienta de Poder Ciudadano, órgano que debe estar integrado por todas las instituciones de la ciudad, donde deben instruirse en el manejo de la cosa pública todos aquellos que tengan vocación y voluntad de conformarse como dirigentes sociales. Lejos estamos de saber si quienes han dejado el Consejo de la Ciudad guardaban estos atributos e intenciones, todo indica que si, pero si se debería agradecerles la entrega y el esfuerzo realizado en este tiempo, y también el hecho de haberle puesto un límite al uso y abuso ejercido desde el poder de gobierno. Lo que, se entiende, debería servir de ejemplo para aquellos que le den continuidad institucional al Consejo. El rumbo puede perderse, una, dos, tres veces, como ha sucedido, tal vez más, lo que no debe perderse es el objetivo, utópico si quiere, de construir compromiso ciudadano y el Consejo de la Ciudad es la herramienta para ese fin.
N.H.
Recuadro
Las cosas por su nombre
Pienso con esperanza y vehemencia, la vehemencia de la ética y la decencia, con solidaridad ofrecí mi trabajo y mi tiempo, sin esperar nada a cambio, sino el compromiso de un gobierno ético, y una ciudadanía atenta, para que la democracia sea un hecho cotidiano en nuestra sociedad, con legalidad y respeto por las instituciones, porque sólo de ellas surgirá nuestro poder político.
Se me atribuye un interés personal y por supuesto político, como así también en muchos casos se me acusa de elaborar un discurso.
Entonces vamos a decir las cosas por su nombre.
Digo sí existe un interés, el de apreciar el valor que en sí tiene una cosa, en este caso el Consejo de la Ciudad, y pensar que sí se puede.
Digo sí existe la política, como preocupación de lo que ocurre en la “polis” ciudad-estado, y que abarca todo quehacer del ciudadano, ciudadana por el que el estado debe velar: salud, educación, seguridad, economía, etc.
En cuanto al discurso, es el que elevo como expresión del pensamiento con la intención de ser la voz de los silencios, la mirada de los escépticos, las dudas del desconocimiento, la confusión de la ceguera, con el fin de persuadir a los que quieran escucharme, de que la utopía puede ser una realidad construida entre todos.
Y en nombre de esa utopía es que en un futuro volvería a trabajar del mismo modo y con las mismas ganas como ciudadana participando en el Consejo de la Ciudad, pero por todo lo que expreso en mi renuncia, hoy digo así no.
María Luisa García Quirno (Puchi)
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