Replicas a las declaraciones del Intendente Marcos Sestopal y Concejal Iván Aliverti
LA U.C.R. DE LA FALDA REPUDIA EXPRESIONES DEL CONCEJAL ALIVERTI
Con mucha indignación tomamos conocimiento de las manifestaciones vertidas por el concejal Iván Aliverti en el Concejo Deliberante, expresando con referencia a los gobiernos radicales de esta ciudad: “nunca hicieron nada y robaron mucho”.
Tal vez este señor, por tratarse de una persona totalmente desinformada, ociosa, inepta y torpe, desconoce o ha olvidado que fue bajo gobiernos provinciales y municipales del radicalismo, que en nuestra ciudad se construyeron populosos barrios como el “Bella Vista” (123 viviendas), “EPAM” y “Fovicor”, la escuela “Aeronáutica Argentina”, la escuela “Madre Argentina”, el “Hogar de día”; se amplió al doble la superficie del dispensario Río Grande y se compró un predio colindante donde se levantó una guardería y comedor municipal, se reubicó el Colegio Obispo Salguero en un predio cercano para brindar mejor atención, se construyeron nuevas aulas en distintos colegios de la ciudad, se inauguró el correo y el Colegio Nacional con fondos nacionales y municipales; se construyó el techo, los laterales y el piso del anfiteatro municipal; se asfaltaron 350 cuadras que en todo o parte de sus trazados comprenden arterias como: Maipú, Belgrano, 25 de Mayo, Diagonal Norte, Diagonal Sur, Carlos Gardel, Cassafoust, Córdoba, Jujuy, Salta, Laprida, Antártida Argentina, Ocampo, Estados Unidos, etc. etc.. En el ingreso sur se incorporó una nueva mano y cantero central; en el ingreso norte se ensanchó el trazado y se construyeron desagües y cordón cuneta en ambas manos e iluminación desde Huerta Grande. Recordamos además los extensos caminos asfaltados, como el que lleva al cementerio, al Balneario 7 Cascadas, la Av. Kennedy hasta los límites de la ciudad, etc. etc.. Se construyeron también kilómetros de cloacas; se adquirió el “Edén Hotel” y podríamos seguir con innumerables obras de aquellas gestiones.
Como se aprecia, hay que estar muy desequilibrado para desconocer u olvidar tan impresionante e incomparable cantidad de obra pública ejecutada por nuestros gobiernos, pero lo que nos provoca indignación, lo que no le permitimos a Aliverti y repudiamos, es la infamia de acusarnos de ladrones en un indigno acto de sumisión, pensando que con ello se congraciaba con quienes (Sestopal – Maldonado) le pueden conseguir un nuevo conchabo en alguna repartición pública para poder seguir viviendo de las arcas del Estado como hasta ahora.
Su actitud, en el desarrollo de una sesión del Concejo Deliberante, ofende a nuestro Partido, a quienes participaban de esa sesión y a los vecinos de esta ciudad, que ven con estupor la degradación de las instituciones de la democracia por el canallesco comportamiento de un concejal elegido por el pueblo para que lo represente con dignidad y decoro.
Comité La Falda de la U.C.R.
------------------------
Dtor. de Ecos de Punilla
Sr. Nicolás Heredia
Permítame a través de vuestro medio, expresar reflexiones originadas por un hecho reciente en el que fue partícipe un concejal, que de una u otra forma, intentó en el recinto del Concejo Deliberante direccionar una imputación, con el objeto de mal predisponer al bloque opositor, en especial a la concejal Ana María Nieto y a su par Luis Kessler, quizás para lograr un efímero blasón interno, ya que estaban presentes en dicha reunión, el Intendente municipal y dos de sus secretarios.
Lo hago de esta manera porque no solo injurió a nuestros ediles, sino por añadidura a gobiernos radicales y personas honestas, como lo fueron los ex intendentes Carlos Auferil, en toda su vida pública y en sus dos años de gestión, y Juan Carlos Herrero en los dos años posteriores. De mis mandatos me hago cargo de lo hecho con los aciertos y equívocos correspondientes.
Del otro gobierno radical faltante en la secuencia, desde el advenimiento de la democracia en 1983, por razones personales no opinaré; ya que lo hice en su debido tiempo, forma y lugar.
Todos sufrimos los embates del tiempo de una u otra manera y es lógico que así sea, pero creo que en la humanidad del Dr Iván Aliverti, Concejal de Unión por Córdoba, hicieron estragos; no encuentro otra explicación. Habiéndolo conocido como un colega Médico capaz en el ambiente sanitario, en el Colegio Médico de Punilla, en ocasiones como profesional de consulta e incluso participando ambos de cursos en el hospital Domingo Funes pródigos de perfeccionamientos académicos, en las olimpíadas médicas nacionales gestadas en Punilla y durante muchos años en continua comunicación debido a las derivaciones que yo solía hacer desde el Hospital Reg. La Falda por ser el encargado de guardia.
Es más, el colega fue candidato a intendente, y jamás habrá escuchado de mí alguna insinuación fuera de tono, salvo el apoyo sostenido para los candidatos de mi partido. Por ende, sabe perfectamente cuales fueron mis conductas en la profesión, en la función pública, en el accionar hospitalario y gremial, en la zona rural de deptos. Punilla-Cruz del Eje y en el Consejo Médico de Córdoba.
Es turbador el montaje de un personaje mintiendo aprensiva y abusivamente ante el Bloque Opositor, pero como ya dije, apuntando a Ana M. Nieto.
Jamás se me hubiese ocurrido ni en circunstancias límites, agraviarlo a través de su sra. esposa (que estimo y respeto).
Las palabras son muy importantes y cuando se habla mal, hace mal y se vive mal…
Traté siempre de transmitir mis opiniones haciéndome cargo… subrayando muchas veces irregularidades o hechos pocos transparentes de éste y de otros gobiernos porque considero que los silencios a veces son complicidades o es la intención de no comprometerse.
Deduzco que muchas de las actuales declaraciones juradas patrimoniales fueron dibujadas y pocas son veraces. Una mayoría dictaminó no hacerlas pública.
Cuando fui intendente, diputado y senador provincial estuvieron a disposición de la ciudadanía más aún cuando hace 8 años atrás decidí excluirme definitivamente de ocupar cargos electivos y partidarios; como jubilado provincial las poseo y muestra en forma contundente cual es mi patrimonio.
Pero se observan marcados ¨cambios¨ en la vida de diversos funcionarios públicos desde sus comienzos en la actividad -de décadas anteriores y en tiempos recientes- y es casi una obviedad mencionarlo: ese nuevo estándar a veces lo ostentan descaradamente.
La gente bien nacida, conoce en detalle como viví hace décadas y como vivo ahora y además saben (como lo sabe Aliverti) de lo estricto que fui respecto a los manejos de los fondos públicos.
La vida, además de vivirla hay que honrarla, sino difícilmente podremos hablar de un futuro para ésta y sucesivas generaciones –esto no es, claro está, una metáfora precisamente, pero me sabe y la siento a democracia, a historia, a civilización…
Enrique Pérez
---------------------------------------
Transparencia y ejecutividad
Cuando era un chico de primaria y tenía dudas sobre el significado de alguna palabra nueva en mi vocabulario (supongamos, al momento de completar una tarea de Lengua), acudía a mi padre y le consultaba: “Papá, ¿qué significa tal o cuál cosa?”. Mi viejo nunca me respondía; o mejor dicho, siempre me daba la misma respuesta: “Andá al mataburros”. Se refería al diccionario, pero le gustaba mucho decir mataburros. Entonces yo abría esos volúmenes enormes que conservaba en la biblioteca y buscaba el significado de la palabra en cuestión. Hoy, y ya han pasado varios años de estudio y trabajo con la lengua castellana, me propuse volver al diccionario aun conociendo el significado y la adecuación de las palabras “transparente” y “ejecutivo”. La disyuntiva se produce porque el jueves por la noche, en un acontecimiento histórico para la gestión Sestopal, la visita del intendente al Concejo Deliberante por primera vez en siete años ha dejado esta pelota rebotando en el área chica. “No nos interesa ser transparentes en tanto y en cuanto seamos ejecutivos”, se escucha todavía resonando en el recinto; “nosotros nos ocupamos de ejecutar… en cuanto a lo que se considera transparente o turbio, es una cuestión de interpretación…”.
Pero antes de acudir a la definición me permito pensar en una situación hipotética, un ejercicio mental que, además de provocarnos la tan necesaria gimnasia de las neuronas, nos ayuda a comprender mejor la circunstancia desde un criterio semejante pero desde otro punto de vista. Supongamos que tengo la posibilidad de contar con una empleada doméstica en casa o un empleado en mi negocio (y esto ha sido después de muchos años de trabajo duro). Mi empleada en casa es maravillosa: diligente, simpática, eficiente, muy amena…; mi empleado en el negocio es atento, buen vendedor, respetuoso y cordial con los clientes… pero ocurre que todos los días faltan diez pesos del cajón del armario del comedor o de la caja registradora; pasa el tiempo y sigue faltando dinero y las sospechas se van agudizando; al cabo de varios años, amenazo con despedirlos si sigo encontrando esos faltantes… y entonces en vez de diez pesos por día faltan cincuenta. Con el agravante de que mi empleada no era tan maravillosa como yo pensaba: limpia lo que quiere, lleva tarde a los chicos al colegio, tira a la basura cosas importantes sin consultar con nadie… y mi empleado trata mal a los clientes, promete hacer pedidos de mercadería que nunca efectúa, me trata con desprecio y no sólo evita consultarme sino que también me refriega en la cara la gratitud que debo tener para con él, lo mal que se desempeñaban mis empleados antes de su llegada y la creencia de que su modo de conducirse, unilateral y desoyendo las órdenes y sugerencias de quien lo contrató, es el correcto.
Creo que el punto está claro.
Muchas veces en este programa se ha hecho mención al código de la ética en la función pública, aquel documento rector de las administraciones estatales a distintos niveles que siempre parece haber sido compuesto para Dinamarca, Nueva Zelandia o Canadá y nunca para la Argentina, cuyos principios son: probidad, prudencia, justicia, templanza, idoneidad, responsabilidad, aptitud, capacitación, legalidad, evaluación, veracidad, discreción, transparencia, declaración jurada patrimonial y financiera, obediencia, independencia de criterio, equidad, igualdad de trato, ejercicio adecuado del cargo, uso adecuado de los bienes del estado, uso adecuado del tiempo de trabajo, colaboración, uso de información, obligación de denunciar, dignidad y decoro, honor, tolerancia y equilibrio. El argumento esgrimido por el intendente para justificar su desprecio por la transparencia es la ejecutividad. O expresado en otras palabras: no tenemos la intención de que ustedes sepan qué hacemos, por qué hacemos lo que hacemos, cómo hacemos lo que hacemos, con qué recursos lo hacemos, etcétera. Y aquí la cruda verdad: un gobierno que se jacta de su ejecutividad, en siete años ha realizado un promedio generoso de dos obras por año (sí, claro, la Avenida Edén, la Plaza, el foyer del Auditorio, la tan accidentada obra de gas, asfalto en pocas cuadras, alumbrado en otras pocas…), la gran mayoría con dineros que no fueron recaudados por la municipalidad y en épocas pre-electorales.
Entonces volvemos a la disyuntiva inicial: transparencia versus ejecutividad. Hoy mi mataburros es nada menos que la autoridad máxima de nuestra lengua, accesible desde www.rae.es, es decir, la Real Academia Española.
Transparente:
1. Dicho de un cuerpo: A través del cual pueden verse los objetos claramente.
2. Dicho de un cuerpo: translúcido.
3. Que se deja adivinar o vislumbrar sin declararse o manifestarse.
4. Claro, evidente, que se comprende sin duda ni ambigüedad.
Ejecutivo:
1. Que no da espera ni permite que se difiera la ejecución.
2. Que ejecuta o hace algo.
Y en este país de las dicotomías reduccionistas, de los planteos al todo por el todo, de la confrontación como deporte o la tibieza inútil como árbitro, nos atrevemos a afirmar con absoluta convicción de que ser transparente y ser ejecutivo no necesariamente excluye uno al otro, sino que se complementan. Se puede hacer y mostrar lo que se hace, se puede hacer mucho y ser responsable, se puede ser ejecutivo y hacer partícipes de los actos de gobierno a los vecinos, pues las obras son para ellos, no a pesar de ellos. Que un intendente no acepte la imperiosa necesidad de transparencia y lo considere diferencia de criterios de gobernar, automáticamente deshonra el cargo para el que fue electo. O a lo mejor, en vez del código de ética le regalaron un manual para aprender a mentir.
Marcos Funes Peralta
Con mucha indignación tomamos conocimiento de las manifestaciones vertidas por el concejal Iván Aliverti en el Concejo Deliberante, expresando con referencia a los gobiernos radicales de esta ciudad: “nunca hicieron nada y robaron mucho”.
Tal vez este señor, por tratarse de una persona totalmente desinformada, ociosa, inepta y torpe, desconoce o ha olvidado que fue bajo gobiernos provinciales y municipales del radicalismo, que en nuestra ciudad se construyeron populosos barrios como el “Bella Vista” (123 viviendas), “EPAM” y “Fovicor”, la escuela “Aeronáutica Argentina”, la escuela “Madre Argentina”, el “Hogar de día”; se amplió al doble la superficie del dispensario Río Grande y se compró un predio colindante donde se levantó una guardería y comedor municipal, se reubicó el Colegio Obispo Salguero en un predio cercano para brindar mejor atención, se construyeron nuevas aulas en distintos colegios de la ciudad, se inauguró el correo y el Colegio Nacional con fondos nacionales y municipales; se construyó el techo, los laterales y el piso del anfiteatro municipal; se asfaltaron 350 cuadras que en todo o parte de sus trazados comprenden arterias como: Maipú, Belgrano, 25 de Mayo, Diagonal Norte, Diagonal Sur, Carlos Gardel, Cassafoust, Córdoba, Jujuy, Salta, Laprida, Antártida Argentina, Ocampo, Estados Unidos, etc. etc.. En el ingreso sur se incorporó una nueva mano y cantero central; en el ingreso norte se ensanchó el trazado y se construyeron desagües y cordón cuneta en ambas manos e iluminación desde Huerta Grande. Recordamos además los extensos caminos asfaltados, como el que lleva al cementerio, al Balneario 7 Cascadas, la Av. Kennedy hasta los límites de la ciudad, etc. etc.. Se construyeron también kilómetros de cloacas; se adquirió el “Edén Hotel” y podríamos seguir con innumerables obras de aquellas gestiones.
Como se aprecia, hay que estar muy desequilibrado para desconocer u olvidar tan impresionante e incomparable cantidad de obra pública ejecutada por nuestros gobiernos, pero lo que nos provoca indignación, lo que no le permitimos a Aliverti y repudiamos, es la infamia de acusarnos de ladrones en un indigno acto de sumisión, pensando que con ello se congraciaba con quienes (Sestopal – Maldonado) le pueden conseguir un nuevo conchabo en alguna repartición pública para poder seguir viviendo de las arcas del Estado como hasta ahora.
Su actitud, en el desarrollo de una sesión del Concejo Deliberante, ofende a nuestro Partido, a quienes participaban de esa sesión y a los vecinos de esta ciudad, que ven con estupor la degradación de las instituciones de la democracia por el canallesco comportamiento de un concejal elegido por el pueblo para que lo represente con dignidad y decoro.
Comité La Falda de la U.C.R.
------------------------
Dtor. de Ecos de Punilla
Sr. Nicolás Heredia
Permítame a través de vuestro medio, expresar reflexiones originadas por un hecho reciente en el que fue partícipe un concejal, que de una u otra forma, intentó en el recinto del Concejo Deliberante direccionar una imputación, con el objeto de mal predisponer al bloque opositor, en especial a la concejal Ana María Nieto y a su par Luis Kessler, quizás para lograr un efímero blasón interno, ya que estaban presentes en dicha reunión, el Intendente municipal y dos de sus secretarios.
Lo hago de esta manera porque no solo injurió a nuestros ediles, sino por añadidura a gobiernos radicales y personas honestas, como lo fueron los ex intendentes Carlos Auferil, en toda su vida pública y en sus dos años de gestión, y Juan Carlos Herrero en los dos años posteriores. De mis mandatos me hago cargo de lo hecho con los aciertos y equívocos correspondientes.
Del otro gobierno radical faltante en la secuencia, desde el advenimiento de la democracia en 1983, por razones personales no opinaré; ya que lo hice en su debido tiempo, forma y lugar.
Todos sufrimos los embates del tiempo de una u otra manera y es lógico que así sea, pero creo que en la humanidad del Dr Iván Aliverti, Concejal de Unión por Córdoba, hicieron estragos; no encuentro otra explicación. Habiéndolo conocido como un colega Médico capaz en el ambiente sanitario, en el Colegio Médico de Punilla, en ocasiones como profesional de consulta e incluso participando ambos de cursos en el hospital Domingo Funes pródigos de perfeccionamientos académicos, en las olimpíadas médicas nacionales gestadas en Punilla y durante muchos años en continua comunicación debido a las derivaciones que yo solía hacer desde el Hospital Reg. La Falda por ser el encargado de guardia.
Es más, el colega fue candidato a intendente, y jamás habrá escuchado de mí alguna insinuación fuera de tono, salvo el apoyo sostenido para los candidatos de mi partido. Por ende, sabe perfectamente cuales fueron mis conductas en la profesión, en la función pública, en el accionar hospitalario y gremial, en la zona rural de deptos. Punilla-Cruz del Eje y en el Consejo Médico de Córdoba.
Es turbador el montaje de un personaje mintiendo aprensiva y abusivamente ante el Bloque Opositor, pero como ya dije, apuntando a Ana M. Nieto.
Jamás se me hubiese ocurrido ni en circunstancias límites, agraviarlo a través de su sra. esposa (que estimo y respeto).
Las palabras son muy importantes y cuando se habla mal, hace mal y se vive mal…
Traté siempre de transmitir mis opiniones haciéndome cargo… subrayando muchas veces irregularidades o hechos pocos transparentes de éste y de otros gobiernos porque considero que los silencios a veces son complicidades o es la intención de no comprometerse.
Deduzco que muchas de las actuales declaraciones juradas patrimoniales fueron dibujadas y pocas son veraces. Una mayoría dictaminó no hacerlas pública.
Cuando fui intendente, diputado y senador provincial estuvieron a disposición de la ciudadanía más aún cuando hace 8 años atrás decidí excluirme definitivamente de ocupar cargos electivos y partidarios; como jubilado provincial las poseo y muestra en forma contundente cual es mi patrimonio.
Pero se observan marcados ¨cambios¨ en la vida de diversos funcionarios públicos desde sus comienzos en la actividad -de décadas anteriores y en tiempos recientes- y es casi una obviedad mencionarlo: ese nuevo estándar a veces lo ostentan descaradamente.
La gente bien nacida, conoce en detalle como viví hace décadas y como vivo ahora y además saben (como lo sabe Aliverti) de lo estricto que fui respecto a los manejos de los fondos públicos.
La vida, además de vivirla hay que honrarla, sino difícilmente podremos hablar de un futuro para ésta y sucesivas generaciones –esto no es, claro está, una metáfora precisamente, pero me sabe y la siento a democracia, a historia, a civilización…
Enrique Pérez
---------------------------------------
Transparencia y ejecutividad
Cuando era un chico de primaria y tenía dudas sobre el significado de alguna palabra nueva en mi vocabulario (supongamos, al momento de completar una tarea de Lengua), acudía a mi padre y le consultaba: “Papá, ¿qué significa tal o cuál cosa?”. Mi viejo nunca me respondía; o mejor dicho, siempre me daba la misma respuesta: “Andá al mataburros”. Se refería al diccionario, pero le gustaba mucho decir mataburros. Entonces yo abría esos volúmenes enormes que conservaba en la biblioteca y buscaba el significado de la palabra en cuestión. Hoy, y ya han pasado varios años de estudio y trabajo con la lengua castellana, me propuse volver al diccionario aun conociendo el significado y la adecuación de las palabras “transparente” y “ejecutivo”. La disyuntiva se produce porque el jueves por la noche, en un acontecimiento histórico para la gestión Sestopal, la visita del intendente al Concejo Deliberante por primera vez en siete años ha dejado esta pelota rebotando en el área chica. “No nos interesa ser transparentes en tanto y en cuanto seamos ejecutivos”, se escucha todavía resonando en el recinto; “nosotros nos ocupamos de ejecutar… en cuanto a lo que se considera transparente o turbio, es una cuestión de interpretación…”.
Pero antes de acudir a la definición me permito pensar en una situación hipotética, un ejercicio mental que, además de provocarnos la tan necesaria gimnasia de las neuronas, nos ayuda a comprender mejor la circunstancia desde un criterio semejante pero desde otro punto de vista. Supongamos que tengo la posibilidad de contar con una empleada doméstica en casa o un empleado en mi negocio (y esto ha sido después de muchos años de trabajo duro). Mi empleada en casa es maravillosa: diligente, simpática, eficiente, muy amena…; mi empleado en el negocio es atento, buen vendedor, respetuoso y cordial con los clientes… pero ocurre que todos los días faltan diez pesos del cajón del armario del comedor o de la caja registradora; pasa el tiempo y sigue faltando dinero y las sospechas se van agudizando; al cabo de varios años, amenazo con despedirlos si sigo encontrando esos faltantes… y entonces en vez de diez pesos por día faltan cincuenta. Con el agravante de que mi empleada no era tan maravillosa como yo pensaba: limpia lo que quiere, lleva tarde a los chicos al colegio, tira a la basura cosas importantes sin consultar con nadie… y mi empleado trata mal a los clientes, promete hacer pedidos de mercadería que nunca efectúa, me trata con desprecio y no sólo evita consultarme sino que también me refriega en la cara la gratitud que debo tener para con él, lo mal que se desempeñaban mis empleados antes de su llegada y la creencia de que su modo de conducirse, unilateral y desoyendo las órdenes y sugerencias de quien lo contrató, es el correcto.
Creo que el punto está claro.
Muchas veces en este programa se ha hecho mención al código de la ética en la función pública, aquel documento rector de las administraciones estatales a distintos niveles que siempre parece haber sido compuesto para Dinamarca, Nueva Zelandia o Canadá y nunca para la Argentina, cuyos principios son: probidad, prudencia, justicia, templanza, idoneidad, responsabilidad, aptitud, capacitación, legalidad, evaluación, veracidad, discreción, transparencia, declaración jurada patrimonial y financiera, obediencia, independencia de criterio, equidad, igualdad de trato, ejercicio adecuado del cargo, uso adecuado de los bienes del estado, uso adecuado del tiempo de trabajo, colaboración, uso de información, obligación de denunciar, dignidad y decoro, honor, tolerancia y equilibrio. El argumento esgrimido por el intendente para justificar su desprecio por la transparencia es la ejecutividad. O expresado en otras palabras: no tenemos la intención de que ustedes sepan qué hacemos, por qué hacemos lo que hacemos, cómo hacemos lo que hacemos, con qué recursos lo hacemos, etcétera. Y aquí la cruda verdad: un gobierno que se jacta de su ejecutividad, en siete años ha realizado un promedio generoso de dos obras por año (sí, claro, la Avenida Edén, la Plaza, el foyer del Auditorio, la tan accidentada obra de gas, asfalto en pocas cuadras, alumbrado en otras pocas…), la gran mayoría con dineros que no fueron recaudados por la municipalidad y en épocas pre-electorales.
Entonces volvemos a la disyuntiva inicial: transparencia versus ejecutividad. Hoy mi mataburros es nada menos que la autoridad máxima de nuestra lengua, accesible desde www.rae.es, es decir, la Real Academia Española.
Transparente:
1. Dicho de un cuerpo: A través del cual pueden verse los objetos claramente.
2. Dicho de un cuerpo: translúcido.
3. Que se deja adivinar o vislumbrar sin declararse o manifestarse.
4. Claro, evidente, que se comprende sin duda ni ambigüedad.
Ejecutivo:
1. Que no da espera ni permite que se difiera la ejecución.
2. Que ejecuta o hace algo.
Y en este país de las dicotomías reduccionistas, de los planteos al todo por el todo, de la confrontación como deporte o la tibieza inútil como árbitro, nos atrevemos a afirmar con absoluta convicción de que ser transparente y ser ejecutivo no necesariamente excluye uno al otro, sino que se complementan. Se puede hacer y mostrar lo que se hace, se puede hacer mucho y ser responsable, se puede ser ejecutivo y hacer partícipes de los actos de gobierno a los vecinos, pues las obras son para ellos, no a pesar de ellos. Que un intendente no acepte la imperiosa necesidad de transparencia y lo considere diferencia de criterios de gobernar, automáticamente deshonra el cargo para el que fue electo. O a lo mejor, en vez del código de ética le regalaron un manual para aprender a mentir.
Marcos Funes Peralta
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio