El bosque nativo se redujo un 85% en los últimos treinta años
Mientras la Legislatura de Córdoba debate el tema, los serranos esperamos que los bosques se protejan. Están en juego las fuentes de agua y el turismo como negocio de la región, entre otras cosas.
El bosque nativo de Córdoba no deja de retroceder. La provincia tuvo en los últimos años uno de los mayores índices de desmonte del país y de continuar con los niveles actuales varios departamentos del centro y norte perderán la totalidad del bosque en menos de 20 años. La principal causa del desmonte es la extensión de la frontera agropecuaria, directamente vinculada a la siembra de soja transgénica y a la ganadería extensiva.
La modificación y la eliminación de ecosistemas naturales producen impactos muy difíciles de cuantificar en términos económicos, perdiéndose, además, las posibilidades y beneficios que (gratuitamente) obtenemos de la naturaleza. En el mundo entero, se presta cada vez más atención a esos servicios
ecosistémicos; incluso, economistas ortodoxos comienzan a incorporarlos en sus cálculos de productividad.
Algunas preguntitas: ¿Cuánto cuesta construir nuevos puentes? ¿Cuántas toneladas de granos no se producen? ¿Cuánto cuestan los subsidios a las cosechas perdidas? ¿Cuántos turistas no vendrán cuando las sierras estén deforestadas? ¿Cuánto aumentó el costo de potabilización del agua de los diques? ¿Cuántos millones de dólares cuesta construir un acueducto?
La falta de coherencia y seriedad de las acciones encaradas hasta el momento llevó a que Córdoba haya perdido la mayor parte de sus bosques nativos y posea la tasa más alta de deforestación en Argentina y una de las más elevadas del mundo. Los desmontes continúan avanzando a pesar de la veda, hecho reconocido por la Secretaría de Ambiente (organismo responsable de detenerlos). Esta falta de racionalidad es coherente con "otras políticas" impulsadas: posicionar a Córdoba como primera provincia sojera del país. Los limitados recursos naturales son usados de modo abusivo por un pequeño grupo favorecido por políticas erráticas, sectoriales e inconexas en relación con las necesidades de la población.
Sin embargo, lo actuado por el Gobierno de Córdoba en materia de políticas ambientales es lamentable y el mejor ejemplo de ello es el estado de los bosques nativos.
Si tenemos en cuenta que del bosque serrano original de nuestra provincia sólo queda un cinco por ciento, entonces podemos comprender la magnitud del problema que implica perder este servicio ambiental, y el riesgo que corre la provisión de agua (hecho que en realidad ya comienza a sentirse en numerosas localidades de zonas serranas).
Será que quienes se niegan a realizar un ordenamiento territorial, y manejo sustentable de nuestros bosques nativos, creen que cuando se acabe el agua podrán inventar una máquina que la produzca en la misma cantidad y calidad que lo hacen nuestras cuencas?
Falsa dicotomía. Pero la noción de “agricultura vs bosque”, probablemente motivada por oscuros intereses personales, es falsa. Para que haya producción en el campo, llámese soja, maíz, trigo, etcétera, debe haber bosque, la preservación de los bosques nativos no sólo no va en contra de la producción agrícola-ganadera, sino que por el contrario la beneficia, ya que al perderse los bosques se pierden los servicios ambientales que evitan inundaciones en algunas regiones y sequías en otras, avance de médanos en el sur y desertificación en el norte, por dar sólo unos ejemplos.
El avance y velocidad de los desmontes en nuestra provincia plantea, según los investigadores, una situación de emergencia sobre la cual es preciso alertar, pero sobre todo actuar. Zak y Cabido (Universidad Nacional de Córdoba) hicieron un estudio comparativo de la vegetación de las sierras cordobesas entre 1969 y 1999. El trabajo se circunscribió a 5 departamentos del norte provincial y reveló datos contundentes.
El bosque nativo se redujo un 85% en esos treinta años.
La situación alarmó hasta al propio Estado nacional, por la rapidez con que estaba ocurriendo. Según estadísticas de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, la provincia tuvo entre 1998 y 2006 una tasa de deforestación que osciló entre 2,52% y 2,93% (la más alta del país), lo que significó la pérdida de 216.728 hectáreas de bosques. La tasa mundial de deforestación es del 0,23% promedio: en esos años Córdoba estuvo más de diez veces por encima del promedio mundial. Hubo picos de 7,53%, como el
del Departamento Río Primero, que en menos de 14 años podría quedarse sin bosque nativo.
Ley de Bosques, hay dos propuestas en discusión, la de la COTBN, que fue realizada por ONGs, Universidades a través de investigadores y docentes universitarios. Y la de CARTEZ donde también participaron profesionales pero muchos de ellos ligados al desarrollo ganadero y agrícola como se concibe hoy en día.
¿Que esta ocurriendo hoy?
El proyecto de ley de la COTBN sigue parado, sobretodo por la oposición de grupos de la sociedad rural y los legisladores que los apoyan (radicales). Ahora ya no tienen argumentos de ningún tipo para trabarla, ni técnicos, ni científicos, ni sociales ni jurídicos, en la última reunión que se realizó el martes 4 de mayo de 2010 en la legislatura eso quedó claro. El jueves próximo hay otra reunión ya para debatir específicamente que se puede y que no en cada categoría de bosque (el proyecto de la COTBN prevé usos y manejo de distinto tipo, pero nunca el desmonte selectivo como pretende CARTEZ).
Una de las controversias mas fuertes esta en el uso del denominado “fachinal” es decir los bosques que han quedado sin llegar a una madurez, por causa de incendios, desmonte etc. (que se están recuperando) y que si son dejados como están, algún día llegaran a ser nuevamente bosques maduros. Un fachinal es fácilmente observable en casi todos los alrededores de las localidades serranas. Lo que hay de bosque nativo, en su mayoría son bosques en recuperación, y si miramos las quebradas serranas, veremos bosques con Molles, Talas, Espinillos, etc. Estas “quebradas” a las que pocas veces miramos tienen el valor de que allí hay bosques de más de 60 años y que es allí donde se forman los cursos de agua, que bajan desde hace siglos, esos arroyos tienen la misma edad que las montañas. Estamos hablando ni más ni menos que del agua.
Javier Heredia
El bosque nativo de Córdoba no deja de retroceder. La provincia tuvo en los últimos años uno de los mayores índices de desmonte del país y de continuar con los niveles actuales varios departamentos del centro y norte perderán la totalidad del bosque en menos de 20 años. La principal causa del desmonte es la extensión de la frontera agropecuaria, directamente vinculada a la siembra de soja transgénica y a la ganadería extensiva.
La modificación y la eliminación de ecosistemas naturales producen impactos muy difíciles de cuantificar en términos económicos, perdiéndose, además, las posibilidades y beneficios que (gratuitamente) obtenemos de la naturaleza. En el mundo entero, se presta cada vez más atención a esos servicios
ecosistémicos; incluso, economistas ortodoxos comienzan a incorporarlos en sus cálculos de productividad.
Algunas preguntitas: ¿Cuánto cuesta construir nuevos puentes? ¿Cuántas toneladas de granos no se producen? ¿Cuánto cuestan los subsidios a las cosechas perdidas? ¿Cuántos turistas no vendrán cuando las sierras estén deforestadas? ¿Cuánto aumentó el costo de potabilización del agua de los diques? ¿Cuántos millones de dólares cuesta construir un acueducto?
La falta de coherencia y seriedad de las acciones encaradas hasta el momento llevó a que Córdoba haya perdido la mayor parte de sus bosques nativos y posea la tasa más alta de deforestación en Argentina y una de las más elevadas del mundo. Los desmontes continúan avanzando a pesar de la veda, hecho reconocido por la Secretaría de Ambiente (organismo responsable de detenerlos). Esta falta de racionalidad es coherente con "otras políticas" impulsadas: posicionar a Córdoba como primera provincia sojera del país. Los limitados recursos naturales son usados de modo abusivo por un pequeño grupo favorecido por políticas erráticas, sectoriales e inconexas en relación con las necesidades de la población.
Sin embargo, lo actuado por el Gobierno de Córdoba en materia de políticas ambientales es lamentable y el mejor ejemplo de ello es el estado de los bosques nativos.
Si tenemos en cuenta que del bosque serrano original de nuestra provincia sólo queda un cinco por ciento, entonces podemos comprender la magnitud del problema que implica perder este servicio ambiental, y el riesgo que corre la provisión de agua (hecho que en realidad ya comienza a sentirse en numerosas localidades de zonas serranas).
Será que quienes se niegan a realizar un ordenamiento territorial, y manejo sustentable de nuestros bosques nativos, creen que cuando se acabe el agua podrán inventar una máquina que la produzca en la misma cantidad y calidad que lo hacen nuestras cuencas?
Falsa dicotomía. Pero la noción de “agricultura vs bosque”, probablemente motivada por oscuros intereses personales, es falsa. Para que haya producción en el campo, llámese soja, maíz, trigo, etcétera, debe haber bosque, la preservación de los bosques nativos no sólo no va en contra de la producción agrícola-ganadera, sino que por el contrario la beneficia, ya que al perderse los bosques se pierden los servicios ambientales que evitan inundaciones en algunas regiones y sequías en otras, avance de médanos en el sur y desertificación en el norte, por dar sólo unos ejemplos.
El avance y velocidad de los desmontes en nuestra provincia plantea, según los investigadores, una situación de emergencia sobre la cual es preciso alertar, pero sobre todo actuar. Zak y Cabido (Universidad Nacional de Córdoba) hicieron un estudio comparativo de la vegetación de las sierras cordobesas entre 1969 y 1999. El trabajo se circunscribió a 5 departamentos del norte provincial y reveló datos contundentes.
El bosque nativo se redujo un 85% en esos treinta años.
La situación alarmó hasta al propio Estado nacional, por la rapidez con que estaba ocurriendo. Según estadísticas de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, la provincia tuvo entre 1998 y 2006 una tasa de deforestación que osciló entre 2,52% y 2,93% (la más alta del país), lo que significó la pérdida de 216.728 hectáreas de bosques. La tasa mundial de deforestación es del 0,23% promedio: en esos años Córdoba estuvo más de diez veces por encima del promedio mundial. Hubo picos de 7,53%, como el
del Departamento Río Primero, que en menos de 14 años podría quedarse sin bosque nativo.
Ley de Bosques, hay dos propuestas en discusión, la de la COTBN, que fue realizada por ONGs, Universidades a través de investigadores y docentes universitarios. Y la de CARTEZ donde también participaron profesionales pero muchos de ellos ligados al desarrollo ganadero y agrícola como se concibe hoy en día.
¿Que esta ocurriendo hoy?
El proyecto de ley de la COTBN sigue parado, sobretodo por la oposición de grupos de la sociedad rural y los legisladores que los apoyan (radicales). Ahora ya no tienen argumentos de ningún tipo para trabarla, ni técnicos, ni científicos, ni sociales ni jurídicos, en la última reunión que se realizó el martes 4 de mayo de 2010 en la legislatura eso quedó claro. El jueves próximo hay otra reunión ya para debatir específicamente que se puede y que no en cada categoría de bosque (el proyecto de la COTBN prevé usos y manejo de distinto tipo, pero nunca el desmonte selectivo como pretende CARTEZ).
Una de las controversias mas fuertes esta en el uso del denominado “fachinal” es decir los bosques que han quedado sin llegar a una madurez, por causa de incendios, desmonte etc. (que se están recuperando) y que si son dejados como están, algún día llegaran a ser nuevamente bosques maduros. Un fachinal es fácilmente observable en casi todos los alrededores de las localidades serranas. Lo que hay de bosque nativo, en su mayoría son bosques en recuperación, y si miramos las quebradas serranas, veremos bosques con Molles, Talas, Espinillos, etc. Estas “quebradas” a las que pocas veces miramos tienen el valor de que allí hay bosques de más de 60 años y que es allí donde se forman los cursos de agua, que bajan desde hace siglos, esos arroyos tienen la misma edad que las montañas. Estamos hablando ni más ni menos que del agua.
Javier Heredia
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