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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 28 de mayo de 2010

Banco Provincia de Córdoba

“Bárbaros el Patrimonio Cultural no se mata”

Alfredo Ferrarassi (*)

La nota que escribiera David Buccini “El crimen del Banco de Córdoba, sucursal La Falda” en el número 363 de Ecos de Punilla, me motivó en mi lecho de enfermo a reflexionar sobre la particularidad que presenta nuestro pueblo respecto a su pasado y el total desprecio que tienen las autoridades y parte de la “comunidad organizada” respecto a nuestro más preciado bien común: el rico patrimonio cultural que poseemos.
Resulta sencillamente inentendible que en los casos puntuales de la tan mentada remodelación de la Avenida Edén y en el tan aludido “Plan Estratégico” no fueran convocados a dar su punto de vista los estudiosos de nuestro pasado y más bizarro resulta observar el debate en el Consejo de la Ciudad sobre aquella, sin que el conocimiento de nuestro pasado pareciera ser necesario.
Por ello el “genocidio” edilicio en el Banco Provincia, el cual es a su vez histórico-cultural, no debe extrañarnos ya que es parte de un todo en el cual, evidentemente, el desprecio por lo que hicieron anteriores generaciones es moneda corriente y el ninguneo por la obra legada, la cual fue resultado de sacrificios, de trabajos comunitarios, de aportes monetarios desinteresados, hoy carece de importancia, siendo la inmediatez, lo superfluo, la fruslería, lo que predomina, en definitiva mientras menos indaguemos y sepamos de lo que pasó mejor es, dado que conocer puede implicar tomar partido, adoptar posiciones, comprometernos y en la ideología del mundo neoliberal, del cual La Falda aun no ha salido, ello puede producir alguna mácula en las ocultas y aviesas aspiraciones que algunos tienen, por ello nada mejor que el “laisser passaire” para siempre “estar”.
Al poder apersonarme al salón del Banco Provincia y ver como se “devastó” el parqué, los sólidos mostradores con lujosos apliques de bronce y una serie de valiosos murales, uno de los cuales “yace” apoyado en una de sus paredes con muestras fehacientes de daños y de la falta de respeto por una obra de arte, como lo es una fotografía, no hizo más que se adueñaran del corazón faldense que los “NIC” tenemos por nuestro terruño, la pena y congoja, por el despropósito observado.
En soledad pensé que “gracias a la vida” allá por los comienzos del 70 pude ser testigo cuando se pusieran aquella serie de hermosos y hoy históricos murales fotográficos. Aunque en realidad no es el momento de la colocación lo que interesa, sino recordar a su mentor y quien era uno de los fotógrafos dedicados a la gigantografía, que por aquellos años adornaban con orgullo las paredes de negocios de la región, al igual que las caricaturas de los dueños de los establecimientos, que tan de moda estaban en ese tiempo.
En efecto, en el 70 aproximadamente se radicó en ésta un empleado bancario con un perfil diferente dado que también era plástico y siendo joven había acompañado al maestro José Malanca en una gira por Perú. Enrique Ulla se llamaba y al poco de estar sus cuadros, cargados de la influencia de aquel, se exhibían en la única galería existente o en las nuestras que bajo la influencia organizativa del Dr. Héctor Lázaro Montoya se realizaban en el salón del ACA.
El cambio de mobiliario del Banco de Córdoba generó en él la idea de “equilibrar” lo que significaba la pérdida por sustitución de los antiguos escritorios altos de madera importada, en donde se asentaban a mano los movimientos diarios.
El frio de la chapa que reemplazaba a los pupitres necesitaba un equilibrio que devolviera al recinto calor humano. Para ello pensó Ulla en los murales, que en tamaño superior a lo habitual, se colgaron como muestra del tiempo congelado de paisajes de La Falda y alrededores. Uno de los principales fotógrafos de la época era el conocido periodista, hoy jubilado de Cadena 3, Lalo González, que plasmó con su máquina memorables fotografías regionales.
Tuve el privilegio de introducir en el mundo de la arqueología a Enrique Ulla y de participar junto a gente del Museo “Aníbal Montes“ de Río Segundo en una excavación que hicimos en Soto y otras en la zona influencia del centro que dirigiera el recordado maestro Rubén Tabares.
Con el tiempo Ulla pidió el traslado a Villa de María del Río Seco en donde realizó estudios de campo que desembocaron en un museo que hoy lleva su nombre dado que falleció en un accidente cuando viajaba a un curso de la especialidad.
Eso es lo que se ha destruido con las “reformas” del salón bancario, un pedazo de nuestra historia, y para que esto sucediera varias autoridades locales y de la institución debieron mirar para otro lado, en la supina creencia que piqueta y destrozo es igual a progreso.
Como en ningún otro “malestar en la cultura” se ha generado un fenómeno de aglutinamiento de opinión como este que se disparó en el Banco de Córdoba y que tiene su continuidad en las obras de “remodelación de la Avenida Edén”.
Muchísimos vecinos, en “cabildo abierto” se preguntan indignados sobre la oportunidad de esta obra, la cual gracias a la arcana manera de gobernar del Lord Municipal , es ajena a la mayoría del pueblo, que es un convidado de piedra en el “blow up” (deseo de una mañana de verano) del administrador que en su aspiración de Adonaí nada consulta con los verdaderos dueños del poder, esto es el pueblo de La Falda.
Se escuchan comentarios de desconsuelo e indignación sobre las inconsultas obras que han venido a remover viejos dolores. En efecto, que fue de las piedras, gruesas cadenas y múltiples placas de bronce del Monolito a Sarmiento?, por que no se reconstruyó el Mástil de la Diagonal San Martín?, podrá ser verdad que el frente de Escuela “Mateo José Molina” será íntegramente modificado perdiendo así su valor histórico?, a donde irá a parar el busto de Sarmiento? Acaso el “padre cultural” de la patria se merece tamaño desatino y mudanzas?
Preguntas estas que son fruto de la ausencia de una política cultural municipal y del no recambio de los efectores que después del affaire del Museo Ambato mínimamente el decoro aconsejaba.
Por ello nos preguntamos ¿sino ha llegado la hora que el pueblo se una en pos de sus verdaderos y legítimos intereses? Ya que quedarnos a esperar cambios en la manera de gobernar es igual a suponer que el olmo pueda dar peras, por ello tomar conciencia que como mandantes debemos exigir todas las explicaciones que estimemos convenientes y si no son convincentes reclamar entonces el “cese inmediato de las hostilidades” por parte de un gobierno que solo gobierna para los amigos y para los caprichos de un “malcriado” administrador que cree que el pueblo es bambarria y por lo tanto pasible de imponérsele cuanta descabellada idea se le ocurra.
Sarmiento escribió parte de la frase que hemos usado, lo debió hacer en francés en una piedra cordillerana, por que Rosas había puesto censura a las palabras, pero merced a la unión el pueblo logró tener los primeros gobiernos constitucionales desde 1853.
Hoy si se dejan de lado absurdas diferencias también podemos volver a ser oídos, solo depende de nosotros, los únicos e indiscutidos dueños de poder, hacer que las acciones gubernamentales atiendan a nuestras necesidades y no las que, como hasta hoy, tienen prioridades.

Término que mejor nunca se ajusta al perfil de M. Sestopal, quien tiene una gestión cuasi monárquica.

(*) Historiador - Periodista

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