A la Resistencia
Respetuosamente me dirijo a ¨La Resistencia¨ (individuos solos o agrupados que opinan, elaboran ideas, no se callan a pesar de presiones y acosos, sostienen el estandarte de la integridad respetando a sus semejantes y están distantes de la frivolidad, banalidad y venalidad) en un año delicado, repleto de dificultades y desatinos institucionales.
Si a eso le agregamos injurias climáticas, emplazamientos urbanos inadecuados en geografías vulnerables y epidemias impensadas pero ya alertadas por organismos internacionales, el panorama no fue bueno.
Asombrados, escuchamos iniciativas de obras con subsidios (en un caos económico provincial) que da paso a conjeturas de estrategias de neto corte corporativo, argucias electorales o influencias de sectores relacionados a dudosos financiamientos de grupos en connivencia con el Poder. Eso sí la propuesta y el mensaje están maquillados, y quizá también la instrumentación de los mismos. Retórica vacía para que se parezca a esfuerzos de algunos iluminados (no olvidemos que todo subsidio y aportes del gobierno local, provincial y nacional provienen de lo que cada uno de nosotros aporta en carácter de impuestos, retenciones, etc.).
Llama la atención que hay zonas privilegiadas con ese tipo de subvenciones que no se compadecen con las urgencias reales que tiene el pueblo o la provincia. Evidentemente están direccionadas por asociaciones económicas.
Bienvenidos los proyectos y concreciones de cualquier gobierno o de privados cuando sean racionales y sustentables y se hacen trascendentes cuando los fondos y las empresas son controlados. Pero vamos al otro lado: hay desaprensión e indolencia en una parte de la población y no se visualizan coincidencias y acercamientos concretos en la sociedad. Hay afortunadamente, como dijo un columnista de Ecos de Punilla, ciudadanos que participan en pos de un destino común. Por cierto, ¨La Resistencia¨ advirtió el entramado engañoso, la argamasa y los entretejidos de los que se dejan someter por dádivas, prebendas, temor y favores recibidos. Es muy peligroso cuando una sociedad se aficiona a los hábitos perversos, a las irregularidades, a la violencia institucional y a la discriminación permanente para los que no piensan igual.
Como dice Pinti: los enfrentamientos se disfrazan de ideológicos cuando en realidad son económicos. La ecuación no cierra, se hace una valoración procaz y absoluta del presente, de lo inmediato, y en el todo vale, el futuro lo vivirán otros y el pasado es cosa de nostalgiosos…
Sería redundante narrar los hechos condenables que ocurren en nuestra pequeña aldea. La comunidad está fragmentada, todos los días aparecen nuevas ¨quintitas¨ y obviando consideraciones terminan generalmente por acción u omisión siendo funcionales al gobierno y a sus afines.
El requerimiento es para los esforzados miembros de La Resistencia: creo que llegó el momento de plasmar la oposición, la rebeldía, si perder la identidad ni la pertenencia a espacios diversos (institucionales, políticos, culturales, de bien público, de comunicadores independientes, barriales, etc) para poner en marcha una acción plural, gregaria, que propenda a una entidad superior.
A esta altura cada uno debería concientizarse y saber el lugar que debe o puede ocupar junto a coterráneos ecuánimes, democráticos, participativos, con sueños, con historias privadas y públicas concretas y reconocidas, honestos, con capacidades y tenacidad comprobada, en definitiva gente de bien. Un paréntesis: ¨el llano¨ es muy bueno, y desde el se pueden hacer aportes, disfrutando los logros de los que nos personifican e interpretan. Hay que curarse de vanidad y no creer que el honor es una entelequia.
Nuestros antepasados y nuestros descendientes de esta hermosa comarca nos lo demandan.
Tengo la sensación de que estamos en deuda con la historia de La Falda y con los que la forjaron.
Esto no es un exordio melancólico es un anhelo sincero.
En estos últimos días de conmemoraciones que de una u otra manera nos hace evocar pérdidas y ausencias, atemperar broncas y esclarecer sentimientos, nos permite advertir el placer de la dignidad.
Los referentes de ¨La Resistencia¨, si dejan de lado lo accesorio, pueden ser los protagonistas de un cambio y si lo intentan, también de una epopeya.
Enrique Pérez
Si a eso le agregamos injurias climáticas, emplazamientos urbanos inadecuados en geografías vulnerables y epidemias impensadas pero ya alertadas por organismos internacionales, el panorama no fue bueno.
Asombrados, escuchamos iniciativas de obras con subsidios (en un caos económico provincial) que da paso a conjeturas de estrategias de neto corte corporativo, argucias electorales o influencias de sectores relacionados a dudosos financiamientos de grupos en connivencia con el Poder. Eso sí la propuesta y el mensaje están maquillados, y quizá también la instrumentación de los mismos. Retórica vacía para que se parezca a esfuerzos de algunos iluminados (no olvidemos que todo subsidio y aportes del gobierno local, provincial y nacional provienen de lo que cada uno de nosotros aporta en carácter de impuestos, retenciones, etc.).
Llama la atención que hay zonas privilegiadas con ese tipo de subvenciones que no se compadecen con las urgencias reales que tiene el pueblo o la provincia. Evidentemente están direccionadas por asociaciones económicas.
Bienvenidos los proyectos y concreciones de cualquier gobierno o de privados cuando sean racionales y sustentables y se hacen trascendentes cuando los fondos y las empresas son controlados. Pero vamos al otro lado: hay desaprensión e indolencia en una parte de la población y no se visualizan coincidencias y acercamientos concretos en la sociedad. Hay afortunadamente, como dijo un columnista de Ecos de Punilla, ciudadanos que participan en pos de un destino común. Por cierto, ¨La Resistencia¨ advirtió el entramado engañoso, la argamasa y los entretejidos de los que se dejan someter por dádivas, prebendas, temor y favores recibidos. Es muy peligroso cuando una sociedad se aficiona a los hábitos perversos, a las irregularidades, a la violencia institucional y a la discriminación permanente para los que no piensan igual.
Como dice Pinti: los enfrentamientos se disfrazan de ideológicos cuando en realidad son económicos. La ecuación no cierra, se hace una valoración procaz y absoluta del presente, de lo inmediato, y en el todo vale, el futuro lo vivirán otros y el pasado es cosa de nostalgiosos…
Sería redundante narrar los hechos condenables que ocurren en nuestra pequeña aldea. La comunidad está fragmentada, todos los días aparecen nuevas ¨quintitas¨ y obviando consideraciones terminan generalmente por acción u omisión siendo funcionales al gobierno y a sus afines.
El requerimiento es para los esforzados miembros de La Resistencia: creo que llegó el momento de plasmar la oposición, la rebeldía, si perder la identidad ni la pertenencia a espacios diversos (institucionales, políticos, culturales, de bien público, de comunicadores independientes, barriales, etc) para poner en marcha una acción plural, gregaria, que propenda a una entidad superior.
A esta altura cada uno debería concientizarse y saber el lugar que debe o puede ocupar junto a coterráneos ecuánimes, democráticos, participativos, con sueños, con historias privadas y públicas concretas y reconocidas, honestos, con capacidades y tenacidad comprobada, en definitiva gente de bien. Un paréntesis: ¨el llano¨ es muy bueno, y desde el se pueden hacer aportes, disfrutando los logros de los que nos personifican e interpretan. Hay que curarse de vanidad y no creer que el honor es una entelequia.
Nuestros antepasados y nuestros descendientes de esta hermosa comarca nos lo demandan.
Tengo la sensación de que estamos en deuda con la historia de La Falda y con los que la forjaron.
Esto no es un exordio melancólico es un anhelo sincero.
En estos últimos días de conmemoraciones que de una u otra manera nos hace evocar pérdidas y ausencias, atemperar broncas y esclarecer sentimientos, nos permite advertir el placer de la dignidad.
Los referentes de ¨La Resistencia¨, si dejan de lado lo accesorio, pueden ser los protagonistas de un cambio y si lo intentan, también de una epopeya.
Enrique Pérez
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