En el centro de Punilla el consumo de alcohol en niños y adolescente se concreta en el hogar, con el conocimiento de sus padres
El dato se extrae de una encuesta realizada por Ce.Pro.Fa. en dos escuelas secundarias de La Falda y una de Huerta Grande. También se define que la edad de inicio es inferior a las estimadas a nivel provincial.
El alcohol es una droga legal, que está fuertemente asociada con los jóvenes. El Gobierno Provincial instrumenta campañas de concientización para que nuestros adolescentes no tomen alcohol, y maneja un discurso institucional de diagramar controles, con clausuras, en lugares donde se les provea a los “menores” alcohol. Pero resultan insuficientes porque debemos asumir que la familia no es la única responsable, ya que existe una contradicción social con el alcohol.
La prevención nos permite actuar sobre las causas y evitar sus consecuencias, es la acción de cambio y modificación de las conductas.
Por otro parte, la Asistencia es una deuda pendiente por parte de los decisores políticos, si bien los ciudadanos/as contamos con Alcohólicos Anónimos, tarea inigualable de grupos voluntarios, pero se necesita un acto voluntario por parte del adicto y una comprensión de que la situación se le escapó de las manos.
En La Falda, peligra el único lugar donde profesionales de la salud mental trabajan con adicciones, el Centro Vecinal Villa Santa Rosa. No hay otro sitio para pacientes ambulatorios ya que ni el Hospital Municipal, ni los dispensarios cuentan con un servicio tan importante para toda la comunidad.
Fuera de los ámbitos saturados del Hospital Santa Maria o Córdoba Capital, son inexistentes los espacios en Salud Pública, que brinden Asistencia a personas que sufren la Adicción, especialmente aquellas que están judicializadas o con problemas para reconocer su adición.
Alcohol – Encuesta adolescente Noviembre 2009
La violencia al interior de la familia se ha manifestado como uno de los problemas sociales de más alta incidencia en nuestra población. Durante una Campaña de Acceso a la Información Pública en un pedido al Programa de Violencia Familiar de la Provincia de Córdoba (estadísticas de 2007), podemos observar que en el 50% de casos de Violencia Familiar existía una persona que consumía asiduamente alcohol.
Desde el Ce.Pro.Fa. damos importancia al conocer las ventanas epidemiológicas. Es decir, aquellos espacios en los que aparecen las primeras alertas de distintos tipos de violencia y necesidades que surgen en relación a periodos de cambios de la familia. Para ello realizamos una encuesta para establecer a qué edad comienza el consumo en nuestros adolescentes. La encuesta se realizó en tres establecimientos educativos, en 1º, 2º y 3º año, con distintos niveles sociales, uno de Huerta Grande y dos de La Falda.
En el momento de la encuesta, realizada sobre un universo de 325 adolescentes, sólo 75 no consumían alcohol (23 %). Nos encontramos con que el primer lugar de consumo de alcohol es el hogar 49%, conociendo la situación el 69% de los padres, en muchos casos siendo estos mismos los proveedores de las bebidas. El segundo lugar de inicio fue la casa de algún amigo 30%. El motivo fueron las fiestas de cumpleaños familiares, fiestas de 15 años, a lo que se agregaron en menor grado actividades escolares.
La preferencia de consumo habitual es hacer la previa en algún hogar 47,5 %, lo sigue lugares públicos 26,4% y casa de amigos 22,11%. Para seguir tomando en boliches bailables o bares.
En Febrero de 2008, según un estudio elaborado en Córdoba por el SEDRONAR indicaba que la edad de inicio en las drogas legales eran los 13 años. En nuestra encuesta la tendencia siguió pero con porcentajes muy parecidos en edades inferiores, la mayoría comenzó a los 13 años 25 %, 12 años 24%, 11 años 15,9% y antes de los 10 años 13 %, 14 años 11,9 % y 15 años 2,7 % o sea el inicio en el consumo bajó.
Hubo una pregunta que se realizó con toda la intención de que los adolescentes reflexionaran si su consumo en los últimos 6 meses se mantenía (40%), había diminuido (38%) había aumentado (19,2%). En el caso de la disminución, muchos aclararon que era por cuestiones económicas.
Con respecto a la bebidas consumidas, la cerveza con el 37% sigue siendo la preferida, siguiendo “otras bebidas” 26%, el vino 19,5% y el licor 17%. Variando la preferencia en el sexo, en las mujeres adolescentes la cerveza representa un 39% siguiendo los licores 22% y en los varones después de la cerveza 34%, le sigue “otras bebidas” pero sube el consumo del vino.
El miedo a quedar excluido socialmente influye en la conducta, el paradigma de la competencia generalizada, despiadada en la que se ciñe nuestras vidas actuales, más la desprotección del Estado para brindar las herramientas necesarias, para que dentro de la comunidad se pueda tener la misma oportunidad ante las injusticias sociales; produce sufrimientos, dolor e indefensión (somos víctimas) y provoca la hostilidad inconciente que se dirige a allegados, a la sociedad o contra sí mismos. Esto último mediante las somatizaciones crónicas, trastornos alimentarios o adiciones. Humildemente, pienso que esto podría explicar la compleja trama del por qué, a pesar de que se sabe del daño que produce el alcohol, su consumo crece.
Freud en el Malestar de la cultura (1930) se refirió a la droga como quitapenas, planteando que el hombre necesita recurrir a lenitivos para poder soportar el dolor que la existencia conlleva. El abuso del alcohol se convierte en una salida a la hora de soportar el agobio de lo que no podemos tolerar. Como aclaramos, el problema escapa a la estructura familiar ya que el abuso del alcohol es un problema social, por lo que las características que presentan los individuos de nuestra sociedad, son las de un ser sin proyectos de vida e incapacitada para enfrentar dificultades.
En la familia la comunicación es insuficiente y cuando se produce es negativa, le sumamos la masificación de las conductas y/o modelos permitidos inadecuados. Los padres bebemos, fumamos, tomamos ansiolíticos, somníferos, es el mensaje enviado que implica una autorización implícita para utilizar cualquier tipo de sustancia que ayude a vivir. El alcohol esta aprobado socialmente y culturalmente legalizado. La permisividad que la sociedad ha establecido en el consumo y el abuso del alcohol, ha devenido en problemas desencadenados por esa tolerancia: los accidentes de tránsito, peleas callejeras, la violencia familiar, etc. Como resultado nuestra sociedad tiene un doble discurso por un lado estimula, por otro rechaza su consumo. Este es un cóctel peligroso, ya que la contradicción sumada al vacío de las relaciones afectivas, predispone a la violencia social a niveles altísimos.
Los adolescentes pueden beber más que los adultos, pero están perjudicando sus funciones cognitivas con más intensidad. Los abusos de consumo en niños/as y adolescentes, dañan el cerebro en un período único en cuanto al desarrollo de este órgano; ocasionan trastornos de la memoria y el aprendizaje. Provoca un trastorno en algunas zonas del cerebro esenciales para el autocontrol, la motivación y la fijación de metas, agrava vulnerabilidades genéticas y psicológicas ya existentes.
Debemos desterrar la mentira de que a los chicos hay que enseñarles a tomar, ya que su consumo afecta al cerebro sensible de un modo que fomenta la progresión a la adicción, pero además su exceso bloquea la plasticidad del cerebro es decir la capacidad de cambio con la experiencia.
Karina Lucero
Ce.Pro.Fa.
1 Palabra de curso legal en Córdoba, se refiere a niños, niñas y adolescentes
2 Centro de Protección Familiar - Encuesta “Consumo de alcohol en los adolescentes” Noviembre de 2009
3 La previa: la mayoría de los locales nocturnos abren sus puertas pasada la medianoche, los chicos “hacen tiempo" en diversos espacios públicos, ingiriendo alcohol. Término juvenil-
4 La Mañana de Córdoba – 20 de Febrero de 2008
5 Las llamadas “otras bebidas” son por orden de preferencias fernet, vodka, gancia, gin, etc.
7 La plasticidad del cerebro se desarrolla hasta la veintena de años.
El alcohol es una droga legal, que está fuertemente asociada con los jóvenes. El Gobierno Provincial instrumenta campañas de concientización para que nuestros adolescentes no tomen alcohol, y maneja un discurso institucional de diagramar controles, con clausuras, en lugares donde se les provea a los “menores” alcohol. Pero resultan insuficientes porque debemos asumir que la familia no es la única responsable, ya que existe una contradicción social con el alcohol.
La prevención nos permite actuar sobre las causas y evitar sus consecuencias, es la acción de cambio y modificación de las conductas.
Por otro parte, la Asistencia es una deuda pendiente por parte de los decisores políticos, si bien los ciudadanos/as contamos con Alcohólicos Anónimos, tarea inigualable de grupos voluntarios, pero se necesita un acto voluntario por parte del adicto y una comprensión de que la situación se le escapó de las manos.
En La Falda, peligra el único lugar donde profesionales de la salud mental trabajan con adicciones, el Centro Vecinal Villa Santa Rosa. No hay otro sitio para pacientes ambulatorios ya que ni el Hospital Municipal, ni los dispensarios cuentan con un servicio tan importante para toda la comunidad.
Fuera de los ámbitos saturados del Hospital Santa Maria o Córdoba Capital, son inexistentes los espacios en Salud Pública, que brinden Asistencia a personas que sufren la Adicción, especialmente aquellas que están judicializadas o con problemas para reconocer su adición.
Alcohol – Encuesta adolescente Noviembre 2009
La violencia al interior de la familia se ha manifestado como uno de los problemas sociales de más alta incidencia en nuestra población. Durante una Campaña de Acceso a la Información Pública en un pedido al Programa de Violencia Familiar de la Provincia de Córdoba (estadísticas de 2007), podemos observar que en el 50% de casos de Violencia Familiar existía una persona que consumía asiduamente alcohol.
Desde el Ce.Pro.Fa. damos importancia al conocer las ventanas epidemiológicas. Es decir, aquellos espacios en los que aparecen las primeras alertas de distintos tipos de violencia y necesidades que surgen en relación a periodos de cambios de la familia. Para ello realizamos una encuesta para establecer a qué edad comienza el consumo en nuestros adolescentes. La encuesta se realizó en tres establecimientos educativos, en 1º, 2º y 3º año, con distintos niveles sociales, uno de Huerta Grande y dos de La Falda.
En el momento de la encuesta, realizada sobre un universo de 325 adolescentes, sólo 75 no consumían alcohol (23 %). Nos encontramos con que el primer lugar de consumo de alcohol es el hogar 49%, conociendo la situación el 69% de los padres, en muchos casos siendo estos mismos los proveedores de las bebidas. El segundo lugar de inicio fue la casa de algún amigo 30%. El motivo fueron las fiestas de cumpleaños familiares, fiestas de 15 años, a lo que se agregaron en menor grado actividades escolares.
La preferencia de consumo habitual es hacer la previa en algún hogar 47,5 %, lo sigue lugares públicos 26,4% y casa de amigos 22,11%. Para seguir tomando en boliches bailables o bares.
En Febrero de 2008, según un estudio elaborado en Córdoba por el SEDRONAR indicaba que la edad de inicio en las drogas legales eran los 13 años. En nuestra encuesta la tendencia siguió pero con porcentajes muy parecidos en edades inferiores, la mayoría comenzó a los 13 años 25 %, 12 años 24%, 11 años 15,9% y antes de los 10 años 13 %, 14 años 11,9 % y 15 años 2,7 % o sea el inicio en el consumo bajó.
Hubo una pregunta que se realizó con toda la intención de que los adolescentes reflexionaran si su consumo en los últimos 6 meses se mantenía (40%), había diminuido (38%) había aumentado (19,2%). En el caso de la disminución, muchos aclararon que era por cuestiones económicas.
Con respecto a la bebidas consumidas, la cerveza con el 37% sigue siendo la preferida, siguiendo “otras bebidas” 26%, el vino 19,5% y el licor 17%. Variando la preferencia en el sexo, en las mujeres adolescentes la cerveza representa un 39% siguiendo los licores 22% y en los varones después de la cerveza 34%, le sigue “otras bebidas” pero sube el consumo del vino.
El miedo a quedar excluido socialmente influye en la conducta, el paradigma de la competencia generalizada, despiadada en la que se ciñe nuestras vidas actuales, más la desprotección del Estado para brindar las herramientas necesarias, para que dentro de la comunidad se pueda tener la misma oportunidad ante las injusticias sociales; produce sufrimientos, dolor e indefensión (somos víctimas) y provoca la hostilidad inconciente que se dirige a allegados, a la sociedad o contra sí mismos. Esto último mediante las somatizaciones crónicas, trastornos alimentarios o adiciones. Humildemente, pienso que esto podría explicar la compleja trama del por qué, a pesar de que se sabe del daño que produce el alcohol, su consumo crece.
Freud en el Malestar de la cultura (1930) se refirió a la droga como quitapenas, planteando que el hombre necesita recurrir a lenitivos para poder soportar el dolor que la existencia conlleva. El abuso del alcohol se convierte en una salida a la hora de soportar el agobio de lo que no podemos tolerar. Como aclaramos, el problema escapa a la estructura familiar ya que el abuso del alcohol es un problema social, por lo que las características que presentan los individuos de nuestra sociedad, son las de un ser sin proyectos de vida e incapacitada para enfrentar dificultades.
En la familia la comunicación es insuficiente y cuando se produce es negativa, le sumamos la masificación de las conductas y/o modelos permitidos inadecuados. Los padres bebemos, fumamos, tomamos ansiolíticos, somníferos, es el mensaje enviado que implica una autorización implícita para utilizar cualquier tipo de sustancia que ayude a vivir. El alcohol esta aprobado socialmente y culturalmente legalizado. La permisividad que la sociedad ha establecido en el consumo y el abuso del alcohol, ha devenido en problemas desencadenados por esa tolerancia: los accidentes de tránsito, peleas callejeras, la violencia familiar, etc. Como resultado nuestra sociedad tiene un doble discurso por un lado estimula, por otro rechaza su consumo. Este es un cóctel peligroso, ya que la contradicción sumada al vacío de las relaciones afectivas, predispone a la violencia social a niveles altísimos.
Los adolescentes pueden beber más que los adultos, pero están perjudicando sus funciones cognitivas con más intensidad. Los abusos de consumo en niños/as y adolescentes, dañan el cerebro en un período único en cuanto al desarrollo de este órgano; ocasionan trastornos de la memoria y el aprendizaje. Provoca un trastorno en algunas zonas del cerebro esenciales para el autocontrol, la motivación y la fijación de metas, agrava vulnerabilidades genéticas y psicológicas ya existentes.
Debemos desterrar la mentira de que a los chicos hay que enseñarles a tomar, ya que su consumo afecta al cerebro sensible de un modo que fomenta la progresión a la adicción, pero además su exceso bloquea la plasticidad del cerebro es decir la capacidad de cambio con la experiencia.
Karina Lucero
Ce.Pro.Fa.
1 Palabra de curso legal en Córdoba, se refiere a niños, niñas y adolescentes
2 Centro de Protección Familiar - Encuesta “Consumo de alcohol en los adolescentes” Noviembre de 2009
3 La previa: la mayoría de los locales nocturnos abren sus puertas pasada la medianoche, los chicos “hacen tiempo" en diversos espacios públicos, ingiriendo alcohol. Término juvenil-
4 La Mañana de Córdoba – 20 de Febrero de 2008
5 Las llamadas “otras bebidas” son por orden de preferencias fernet, vodka, gancia, gin, etc.
7 La plasticidad del cerebro se desarrolla hasta la veintena de años.
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