Noticias que son violencia
Nora Gómez
¿Cómo tratan los medios de comunicación las noticias vinculadas con la violencia contra las mujeres? ¿Qué imagen de las víctimas y de los agresores proyectan la radio, la prensa y la TV? ¿De qué manera influye en el imaginario social que las mujeres aparezcan en las noticias casi siempre como víctimas y rara vez como expertas en algún tema de importancia en los ámbitos político, social o económico?
A pesar de los cambios registrados en las últimas décadas, los medios de comunicación - no sólo la prensa, la radio, la televisión o la publicidad sino también el cine, los cómics, los videojuegos, la música o Internet - insisten tercamente y persisten en representar de forma tradicional a las mujeres y las relaciones entre éstas y los hombres, priorizando en la mayoría de los casos, relaciones de dominación y subordinación. Esto se agrava cuando se trata de brindar informaciones relacionadas con la violencia de género.
Analizar el modo en que los medios tratan este tipo de noticias representa un interesante ejercicio para develar prejuicios que, más allá de las declaraciones “políticamente correctas”, todavía subyacen en las columnas de los periódicos, en las preguntas de los/as periodistas, en las imágenes de las tapas de revistas, en las bromas y chistes -aparentemente inofensivos - con que los/as locutores/as comentan los casos.
Lo primero que se detecta cuando se analiza con detenimiento el tratamiento que se da a este tipo de noticias, es que los medios bombardean a sus audiencias con un constante goteo de imágenes y expresiones que alimentan una visión deformada de la mujer como víctima, objeto sexo débil y figura dominada.
“Si querés llorar, llorá”
Los medios de comunicación son una poderosa herramienta que sirve de plataforma para denunciar estas agresiones, a la vez que abren una tribuna desde la que se puede concientizar a la sociedad respecto a que la violencia contra las mujeres es un delito, convirtiéndose en difusores de mecanismos que ayuden a solucionar el problema.
En una primera etapa, los formatos y programas populares ayudaron no sólo a destapar el problema de la violencia contra las mujeres sino a crear una conciencia crítica colectiva frente a los malos tratos, sobre todo en las capas sociales más bajas, a pesar de un tratamiento informativo cuestionable, a veces sensacionalista. Es el caso del programa de Moria Casán y su célebre frase.
Sin embargo, el tratamiento de esta clase de informaciones sigue presentando multitud de elementos de distorsión que apartan la atención del problema en sí y caen en el sensacionalismo o, lo que es peor, en el reforzamiento de las conductas y estereotipos que son causa del problema.
Depende del cristal con que se mire
Hay que reflexionar, también, sobre la imagen de victimización de las mujeres que los medios construyen. Por ejemplo, se puede decir que “ha habido 60 mujeres víctimas de la violencia doméstica o también que 60 hombres violentos han acabado con la vida de otras tantas mujeres”.
Lamentablemente, la mayoría de los medios de comunicación:
* dan una imagen parcial y negativa de la mujer, los que incide en su baja autoestima y profundiza la dependencia que tiene hacia el violento,
* cuando tratan las agresiones exceden sus límites cayendo en el sensacionalismo, sobre todo en los medios audiovisuales,
* ironizan o se refieren a las víctimas de modo poco respetuoso,
* justifican la actuación de los maltratadores con comentarios humorísticos,
* no buscan testimonios de profesionales médicos y policiales, lo que produce un vacío de autoridad en la interpretación de los hechos,
*informan de manera estereotipada dentro de la crónica de sucesos y no como lo que es, una flagrante vulneración del derecho humano más fundamental, que es el derecho a la vida,
* emplean malas prácticas para rentabilizar económicamente informaciones pervertidas por el morbo para aportar detalles escabrosos, en su mayor dimensión si la agresión tiene como resultado la muerte,
* banalizan la noticia y la publican dentro de la sección de sucesos con la mordacidad que caracteriza a este tipo de informaciones que, normalmente, no ocupan lugares destacados.
Guía de Preguntas para analizar el tratamiento periodístico de la violencia de género:
* ¿Se promueve de forma efectiva la concienciación social contra este delito?
* ¿Se difunde de forma clara quién es la víctima y quien es el agresor?
* ¿Se cumplen los límites éticos que deben preservar la intimidad de las personas maltratadas?
* ¿Se ayuda con un seguimiento del caso a reponer la dignidad de las personas agredidas para que se pueda mostrar en los medios con su autoestima recuperada?
* ¿Se cuenta con opiniones autorizadas de expertos que den equilibrio a la noticia para no abusar de una recreación sentimentalista?
* ¿Se exige a los poderes públicos que doten de un marco integral de protección a estas víctimas, a los jueces y magistrados que apliquen la ley desde el compromiso de la defensa de las libertades, al sistema sanitario que aborde el problema como una cuestión de salud pública y a los cuerpos de seguridad que persigan las conductas violentas y detengan a los autores de malos tratos y de asesinatos?
La violencia contra las mujeres es un problema social y político
Y su representación en los medios no puede considerarse un suceso aislado, como un accidente, puesto que el recorte individual lleva a la simplificación. Al informar cada caso, el periodismo debiera completar la noticia con una consulta a un/a experto/a que profundice el tema con argumentos que ayuden a explicar el por qué de la violencia contra las mujeres. Este es uno de los ejes sobre los que debiera girar la cobertura de relatos sobre la violencia ayudando a “leer” desde otro prisma lo que ocurre para contribuir al cambio de conciencia acerca de la sociedad acerca de este problema.
Las noticias son parte del problema de la violencia contra las mujeres cuando
* representan a las víctimas como responsables de su propio abuso.
* se preguntan qué ha hecho la mujer para provocar o causar la violencia.
* excusan al agresor porque “estaba obsesionado” o “enamorado”.
* representan al agresor como un monstruo o un psicópata ignorando la naturaleza sistemática de la violencia de género.
¿Cómo tratan los medios de comunicación las noticias vinculadas con la violencia contra las mujeres? ¿Qué imagen de las víctimas y de los agresores proyectan la radio, la prensa y la TV? ¿De qué manera influye en el imaginario social que las mujeres aparezcan en las noticias casi siempre como víctimas y rara vez como expertas en algún tema de importancia en los ámbitos político, social o económico?
A pesar de los cambios registrados en las últimas décadas, los medios de comunicación - no sólo la prensa, la radio, la televisión o la publicidad sino también el cine, los cómics, los videojuegos, la música o Internet - insisten tercamente y persisten en representar de forma tradicional a las mujeres y las relaciones entre éstas y los hombres, priorizando en la mayoría de los casos, relaciones de dominación y subordinación. Esto se agrava cuando se trata de brindar informaciones relacionadas con la violencia de género.
Analizar el modo en que los medios tratan este tipo de noticias representa un interesante ejercicio para develar prejuicios que, más allá de las declaraciones “políticamente correctas”, todavía subyacen en las columnas de los periódicos, en las preguntas de los/as periodistas, en las imágenes de las tapas de revistas, en las bromas y chistes -aparentemente inofensivos - con que los/as locutores/as comentan los casos.
Lo primero que se detecta cuando se analiza con detenimiento el tratamiento que se da a este tipo de noticias, es que los medios bombardean a sus audiencias con un constante goteo de imágenes y expresiones que alimentan una visión deformada de la mujer como víctima, objeto sexo débil y figura dominada.
“Si querés llorar, llorá”
Los medios de comunicación son una poderosa herramienta que sirve de plataforma para denunciar estas agresiones, a la vez que abren una tribuna desde la que se puede concientizar a la sociedad respecto a que la violencia contra las mujeres es un delito, convirtiéndose en difusores de mecanismos que ayuden a solucionar el problema.
En una primera etapa, los formatos y programas populares ayudaron no sólo a destapar el problema de la violencia contra las mujeres sino a crear una conciencia crítica colectiva frente a los malos tratos, sobre todo en las capas sociales más bajas, a pesar de un tratamiento informativo cuestionable, a veces sensacionalista. Es el caso del programa de Moria Casán y su célebre frase.
Sin embargo, el tratamiento de esta clase de informaciones sigue presentando multitud de elementos de distorsión que apartan la atención del problema en sí y caen en el sensacionalismo o, lo que es peor, en el reforzamiento de las conductas y estereotipos que son causa del problema.
Depende del cristal con que se mire
Hay que reflexionar, también, sobre la imagen de victimización de las mujeres que los medios construyen. Por ejemplo, se puede decir que “ha habido 60 mujeres víctimas de la violencia doméstica o también que 60 hombres violentos han acabado con la vida de otras tantas mujeres”.
Lamentablemente, la mayoría de los medios de comunicación:
* dan una imagen parcial y negativa de la mujer, los que incide en su baja autoestima y profundiza la dependencia que tiene hacia el violento,
* cuando tratan las agresiones exceden sus límites cayendo en el sensacionalismo, sobre todo en los medios audiovisuales,
* ironizan o se refieren a las víctimas de modo poco respetuoso,
* justifican la actuación de los maltratadores con comentarios humorísticos,
* no buscan testimonios de profesionales médicos y policiales, lo que produce un vacío de autoridad en la interpretación de los hechos,
*informan de manera estereotipada dentro de la crónica de sucesos y no como lo que es, una flagrante vulneración del derecho humano más fundamental, que es el derecho a la vida,
* emplean malas prácticas para rentabilizar económicamente informaciones pervertidas por el morbo para aportar detalles escabrosos, en su mayor dimensión si la agresión tiene como resultado la muerte,
* banalizan la noticia y la publican dentro de la sección de sucesos con la mordacidad que caracteriza a este tipo de informaciones que, normalmente, no ocupan lugares destacados.
Guía de Preguntas para analizar el tratamiento periodístico de la violencia de género:
* ¿Se promueve de forma efectiva la concienciación social contra este delito?
* ¿Se difunde de forma clara quién es la víctima y quien es el agresor?
* ¿Se cumplen los límites éticos que deben preservar la intimidad de las personas maltratadas?
* ¿Se ayuda con un seguimiento del caso a reponer la dignidad de las personas agredidas para que se pueda mostrar en los medios con su autoestima recuperada?
* ¿Se cuenta con opiniones autorizadas de expertos que den equilibrio a la noticia para no abusar de una recreación sentimentalista?
* ¿Se exige a los poderes públicos que doten de un marco integral de protección a estas víctimas, a los jueces y magistrados que apliquen la ley desde el compromiso de la defensa de las libertades, al sistema sanitario que aborde el problema como una cuestión de salud pública y a los cuerpos de seguridad que persigan las conductas violentas y detengan a los autores de malos tratos y de asesinatos?
La violencia contra las mujeres es un problema social y político
Y su representación en los medios no puede considerarse un suceso aislado, como un accidente, puesto que el recorte individual lleva a la simplificación. Al informar cada caso, el periodismo debiera completar la noticia con una consulta a un/a experto/a que profundice el tema con argumentos que ayuden a explicar el por qué de la violencia contra las mujeres. Este es uno de los ejes sobre los que debiera girar la cobertura de relatos sobre la violencia ayudando a “leer” desde otro prisma lo que ocurre para contribuir al cambio de conciencia acerca de la sociedad acerca de este problema.
Las noticias son parte del problema de la violencia contra las mujeres cuando
* representan a las víctimas como responsables de su propio abuso.
* se preguntan qué ha hecho la mujer para provocar o causar la violencia.
* excusan al agresor porque “estaba obsesionado” o “enamorado”.
* representan al agresor como un monstruo o un psicópata ignorando la naturaleza sistemática de la violencia de género.
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