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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 9 de abril de 2009

Prócer de la Democracia

La noticia nos sorprendió sobre el cierre de edición e impactó fuertemente en lo emocional, como tributo nació la síntesis escueta que ocupó el principal espacio de tapa. Pero sentía que quedaba en deuda con Raúl Ricardo Alfonsin, aunque siempre, quienes nos convertimos en ciudadanos de la Democracia bajo el influjo de la personalidad y principios del “Alfonso”, nos sentiremos en deuda sino logramos hacer realidad el sueño de la Democracia Republicana, la que hace honor a los principios constitucionales de autonomía de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, piedra angular donde se asienta el equilibrio del poder político y garantiza la convivencia en paz de la Nación, en base al debate esclarecedor de las ideas.

Seguir las exequias fue el recordar todo lo vivido en los primeros años de la Democracia recuperada en 1983, período que sólo pudo ser conducido por aquel que por detrás de la Banda Presidencial y el Bastón de Mando, tuvo el coraje, la paciencia y la amplitud espiritual necesaria para confrontar con el poder basado en las armas, el terror, la corrupción y la conspiración con sectores de poder económico y político que mantenían los que dejaban un país arrasado, pero que pretendían la inmunidad y la impunidad por sus flagrantes delitos cometidos en nombre del Estado.

Escuchar y leer la reiterada mención de “Padre de la Democracia” que le atribuyeron los medios de comunicación y hombres y mujeres de la política, me hizo pensar que, más allá del reconocimiento a un gran hombre, a un gran demócrata, lo desconocían. Porque él nunca hubiese permitido que así se lo catalogara. No lo hubiese admitido, porque sabía que el parto que recuperó la Democracia fue cruento, que estuvo regado por la sangre de las víctimas de la dictadura que se apropio del país y decidió sobre la vida, la muerte y la identidad de sus ciudadanos durante siete nefastos años, y por los inocentes jóvenes caídos en Las Malvinas. Esos trágicos hechos parieron la Democracia. Alfonsin, sin marketing político y sin los recursos económicos que en la actualidad requieren las campañas electorales, sólo recurrió a la ley madre, a la Constitución Nacional, se abrazó a ella y se convirtió en el apóstol que recorrió el país, recitando como un Credo su Preámbulo. He hizo de esos principios, sus convicciones, cuando fue ungido Presidente.

El sacrificio, el renunciamiento, son las características de los próceres, y en esta categoría se inscribe Raúl Alfonsin. Porque dejó de lado casi todo interés personal y sólo se abocó a tratar de consolidar la Democracia, y fue así que tuvo que sacrificar alguna de sus convicciones o tuvo que renunciar a alguno de sus sueños en la búsqueda del gran objetivo, el de lograr reinstalar a la Argentina en el concierto de las naciones democráticas del planeta.

Creo que la mejor definición de Alfonsín, la dio un adversario político, Antonio Cafiero cuando dijo que “fue un militante de la Democracia”.
En esa frase se resumía acabadamente el por qué del acompañamiento multitudinario, al por qué de las lágrimas, al por qué de las miles de banderas argentinas, al por qué de los claveles rojos y blancos, al por qué de las boinas blancas, al por qué abuelos, hijos, nietos y bisnietos soportaban las horas, el frío, la lluvia, para prolongar el contacto, ahí estaba la razón, la militancia, el nexo que enlaza una sociedad con su dirigente y los convierte en hacederos de un momento de la historia. En esos miles de militantes, y en los que en todo rincón del país rendían su tributo, encolumnados tras su prócer, está el presente y el futuro de la Democracia.

Puede decirse, sin temor a equivocarse que, a pesar de las materias pendientes, aún hay una reserva moral y democrática que persigue el fin enunciado por Raúl Alfonsin, una Argentina conviviendo en paz en el marco de una Democracia Republicana.

Los hombres y mujeres que entregan su vida a una razón superior pueden privarnos de su presencia física, pero nunca lo harán de sus ideas y ejemplos, Raúl Alfonsín es uno de ellos y hasta en su último momento lo ha demostrado a través del compromiso de los militantes de la Democracia que supo formar.

Silencio, descansa un prócer, que pervivirá en nuestro recuerdo y pensamiento, trascendiendo a su tiempo.

Nicolás Heredia

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