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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 20 de marzo de 2009

24 DE MARZO: 1976 – 2009

33 AÑOS DE DOLOR ININTERRUMPIDO

Pocas veces se repiten elementos condicionantes en estos 33 años que han transcurrido desde aquel fatídico día en que fue quebrado el orden constitucional y comenzó la más cruel de las ignominias que sufriera el pueblo argentino, en donde los Derechos Humanos perdieron su significado y los mas aberrantes actos de la “condición humana” florecieron reproduciéndose en progresión geométrica.
La delación amparada en aquel “por algo será”, la tortura como método de elemental inicio de los suplicios que inexorablemente llevaban al exterminio y la desaparición de una generación que hoy deja ver no solo el bache afectivo, sino el intelectual y de conducción que después se produjo, y se volvió a visualizar la falta de “intelligencia” que los populismo causaban, teniendo un remoto antecedente en el autoritarismo de un gobernador de provincia, Juan Manuel de Rosas, que desde Buenos Aires colocaba las cabezas degolladas en picas como advertencia de lo que pasaría si no se aceptaban sus caprichos, implantando así el dolor entre deudos y vecinos que debían velar cuerpos sin rostro y en casos no pudieron cerrar jamás la angustia por las injustificadas ausencias.
La Historia como mero ejercicio de recordar es un estéril e improductivo esfuerzo que a nada conduce, en cambio el pasado concebido como lo hizo Fernand Braudel cuando sostuvo “comprender el pasado por el presente y el presente por el pasado” estableciendo así una relación dialéctica que es la que convierte a aquella en ciencia y a la cual apelaremos para comprender las razones de estas conductas demenciales y por sobre todo los paralelismos diacrónicos y sincrónicos entre aquel 1976 y este 2009.
Veamos entonces aquellas condiciones anteriores al golpe, un General “gobernante”, pendular, maquiavélico, en franca decadencia, una Vicepresidente, totalmente inhábil para el cargo, un cabo de la bonaerense devenido en brujo tarotista dueño del poder político, una derechista patria sindical enriquecida, enfrentada con los gremios combativos, una oposición que deambulaba entre yermos y floripondiosos discursos, el terror instaurado en la sociedad mediante las tristemente celebres triple A, que paradojalmente están tan ligadas a La Falda, ya que un vecino fue su mentor ideológico, logístico y aportó no pocos “fierros” y un hijo de esta, de reconocido apellido, fue junto a su “suegro” el que la implementó.
Observemos el presente, una República debilitada políticamente por la irrupción de la figura de un “Príncipe” que no solo maneja indiscriminadamente fondos públicos, si no da ordenes y causa escozores en el tejido social, una Presidente desorientada, obcecada, una patria pretorialmente defendida por pseudos piqueteros devenidos en funcionarios de altísimos sueldos.
La inseguridad y la corrupción dominando toda la escena nacional, la imposición de la mayoría de manera dictatorial e irracional, una crisis económica estructural del sistema que recuerda aquel 1929, una debilidad de ideas y una franciscana pobreza intelectual de la clase política gobernante, en donde dejamos de tener Congreso para pasar a un muy británico Parlamento, en donde la oposición debe unirse en torno a preceptos básicos, como única alternativa de que no volvamos a continuar tropezando con la misma piedra.
Estamos lejos de un golpe militar de estado, como en aquel sangriento 24 de marzo de 1976, sin embargo aquella putrefacción pestilente del cuerpo social es, salvando distancias, similar por lo apuntado, en donde el ignoto Cabo de Tránsito dio lugar a un reemplazo de más rancia aristocracia en una figura no prevista en la Constitución, en donde se confunde gobernar con hacer fuertes apuestas experimentales en el ADN electoral, en donde lo único seguro es que cada día se deteriora más la armonía entre las clases, en donde los derechos coparticipativos están avasallados, en donde el campo parece que como Cartago “delenda est”, en donde la industria planifica de la manera más suave masivos despidos.
Estamos pues ante un callejón sin salida. ¿Que nos queda entonces? Solo el desprendimiento de toda la oposición en pos de evitar que la actual desintegración cierre filas, no ya sobre lo político, sino sobre toda la sociedad, aceptar que los próximos tiempos y gobierno deberán ser de transición y restauración, que debemos “refundar” la Argentina, modificar leyes, hacer otras que no pueden soslayarse más, volver a implantar la ética y la decencia como emblema de los gobernantes y pueblo, acabar con la corrupción y la mediocridad de la tinellización maradoniana de la gestión pública.
Solo así estaremos rindiendo homenaje a quienes dejaron todo en aquel proceso abierto el 24 de marzo de 1976, solo así, si es que cabe, la Historia nos estará dando un nuevo cheque para que demostremos que somos capaces de superar los períodos nefastos de la existencia de la nación y ser herederos que quienes nos legaron esta tierra llamada Argentina.

Alfredo Ferrarassi
Historiador - Periodista

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