Iniciativa Popular para reducir el horario de las slots
Lo que se procura preservar
Alrededor de Setecientos veinte vecinos faldenses han firmado los fundamentos y proyecto de Ordenanza que persigue el fin de reducir el horario del Casino de la ciudad, es decir que son muchas las familias que estiman que existe un verdadero problema detrás de la ininterrumpida función de las slots. La intervención de los vecinos llega a posterior de un intento en el mismo sentido que propulsó el Bloque de Concejales de la minoría y que fuera abortado por la mayoría, al tiempo que, para lavar conciencias, se propuso un proyecto de concientización sobre los posibles riesgos del juego compulsivo, preocupación que no duro mucho ya que luego lo retiraron.
Ahora, el fin perseguido por la Iniciativa Popular es la de morigerar el impacto social y económico que la práctica del juego produce.
En la Argentina se carece de estadísticas serias sobre las secuelas producidas por el juego, demás está decir que es así a causa de que el instaurador y propulsor ha sido el Estado, en el caso que nos compete el Gobierno de la Provincia de Córdoba bajo la gestión de José Manuel De La Sota, y que en clara continuidad política hace suyo la administración de Juan Schiaretti que además ha duplicado en algunas ciudades las máquinas tragamonedas.
A pesar de la falta de datos, se reconoce que existe un proceso en constante crecimiento, ya que no son pocas las organizaciones privadas que por estos días trabajan en la contención de los jugadores compulsivos y sus respectivas familias. La ocupación en el problema llegó también a la Legislatura provincial con diferentes proyectos no aprobados por la bancada oficialista, pero que conllevo, también como tranquilidad de conciencia, alguna iniciativa en torno a organizar un equipo de salud para tratar a los posibles afectados por el juego compulsivo.
Lo cierto es que en los países en que las slots están autorizadas desde larga data los problemas existen y los profesionales que atienden los enfermos del juego señalan que es una de las conductas más perniciosas, en virtud que el convencimiento que asume el jugador de cambiar sus condiciones de vida a través de un premio significativo lo lleva a olvidar sus responsabilidades laborales, de familia y para consigo mismo, llegando al hurto y robo, en oportunidades con uso de violencia para hacerse de los dineros necesarios para jugar, perdiendo la percepción de su logro, ya que en ocasiones cuando obtiene un premio sustancioso en breve lapso deja de reconocerlo como tal porque le obstaculiza su necesidad de jugar. Añaden que la compulsión por el juego es la puerta de acceso a otras adicciones como el alcoholismo y la drogadicción por efecto de los desequilibrios de personalidad y anímicos que presentan los jugadores en estado de enfermedad.
Otra de las cuestiones apuntadas refiere a que el grupo de mayor riesgo se establece entre los 18 y 30 años, siendo los varones los más afectados y en una proporción considerablemente menor las mujeres, aunque en estos casos la actitud de la enferma hace que los casos oficializados sean inferiores porque guarda una alta capacidad de encubrimiento de su vida como jugadora que sólo emerge en las situaciones de mayor conflicto, ya sea porque falta el dinero ahorrado, el utilizado para la alimentación o porque se descubre la venta de joyas o artículos del hogar.
En nuestro medio ya se ha conocido de aquellos que han perdido su dinero, bienes personales y familiares, y hasta sus trabajos, detrás de la quimera del gran premio otorgado por las slots.
En la práctica es un imposible ganarle a las tragamonedas grandes sumas, ello ocurre porque el sistema de juego tiene determinado un porcentaje en premios que es, en oportunidades, inferior al de la ganancia establecida para la empresa, lo que significa que en este juego nunca, absolutamente nunca, se quebrara la banca, de allí la importancia del negocio y la imposibilidad de obtener grandes ganancias con las máquinas tragamonedas. Y cuando excepcionalmente se producen errores técnicos que otorgan una suma extraordinaria, son premios que posiblemente se cobraran tras una querella judicial, ejemplos sobre el particular se encuentran ante los estrados de la Justicia.
Con este panorama, para nada alentador, es que los vecinos faldenses ocupados en el problema se plantean la reducción del horario de atención al público de las slots, tratando de prevenir las consecuencias sociales derivadas del juego compulsivo y además haciendo un llamado de atención sobre las importantes cifras que se sustraen al circuito económico local y regional, y que terminan en las arcas de una empresa que no ha presentado intenciones de proyectar inversiones locales o regionales que favorezcan al crecimiento de la comunidad.
Por otra parte, como es obvio, la atención sanitaria, social y económica que demanden los enfermos por el juego compulsivo recaerá en las espaldas de los contribuyentes, ya que no serán los funcionarios políticos, que tomaron tan desacertada decisión, y los que luego, en forma obsecuente, las apoyan, los que se harán cargo, de su propio peculio, de las patologías y miserias que han producido, aún cuando se presume y en algunos casos se conozca, por sus propias declaraciones, que sus campañas electorales han sido sustentadas por aportes que provenían del juego.
Alrededor de Setecientos veinte vecinos faldenses han firmado los fundamentos y proyecto de Ordenanza que persigue el fin de reducir el horario del Casino de la ciudad, es decir que son muchas las familias que estiman que existe un verdadero problema detrás de la ininterrumpida función de las slots. La intervención de los vecinos llega a posterior de un intento en el mismo sentido que propulsó el Bloque de Concejales de la minoría y que fuera abortado por la mayoría, al tiempo que, para lavar conciencias, se propuso un proyecto de concientización sobre los posibles riesgos del juego compulsivo, preocupación que no duro mucho ya que luego lo retiraron.
Ahora, el fin perseguido por la Iniciativa Popular es la de morigerar el impacto social y económico que la práctica del juego produce.
En la Argentina se carece de estadísticas serias sobre las secuelas producidas por el juego, demás está decir que es así a causa de que el instaurador y propulsor ha sido el Estado, en el caso que nos compete el Gobierno de la Provincia de Córdoba bajo la gestión de José Manuel De La Sota, y que en clara continuidad política hace suyo la administración de Juan Schiaretti que además ha duplicado en algunas ciudades las máquinas tragamonedas.
A pesar de la falta de datos, se reconoce que existe un proceso en constante crecimiento, ya que no son pocas las organizaciones privadas que por estos días trabajan en la contención de los jugadores compulsivos y sus respectivas familias. La ocupación en el problema llegó también a la Legislatura provincial con diferentes proyectos no aprobados por la bancada oficialista, pero que conllevo, también como tranquilidad de conciencia, alguna iniciativa en torno a organizar un equipo de salud para tratar a los posibles afectados por el juego compulsivo.
Lo cierto es que en los países en que las slots están autorizadas desde larga data los problemas existen y los profesionales que atienden los enfermos del juego señalan que es una de las conductas más perniciosas, en virtud que el convencimiento que asume el jugador de cambiar sus condiciones de vida a través de un premio significativo lo lleva a olvidar sus responsabilidades laborales, de familia y para consigo mismo, llegando al hurto y robo, en oportunidades con uso de violencia para hacerse de los dineros necesarios para jugar, perdiendo la percepción de su logro, ya que en ocasiones cuando obtiene un premio sustancioso en breve lapso deja de reconocerlo como tal porque le obstaculiza su necesidad de jugar. Añaden que la compulsión por el juego es la puerta de acceso a otras adicciones como el alcoholismo y la drogadicción por efecto de los desequilibrios de personalidad y anímicos que presentan los jugadores en estado de enfermedad.
Otra de las cuestiones apuntadas refiere a que el grupo de mayor riesgo se establece entre los 18 y 30 años, siendo los varones los más afectados y en una proporción considerablemente menor las mujeres, aunque en estos casos la actitud de la enferma hace que los casos oficializados sean inferiores porque guarda una alta capacidad de encubrimiento de su vida como jugadora que sólo emerge en las situaciones de mayor conflicto, ya sea porque falta el dinero ahorrado, el utilizado para la alimentación o porque se descubre la venta de joyas o artículos del hogar.
En nuestro medio ya se ha conocido de aquellos que han perdido su dinero, bienes personales y familiares, y hasta sus trabajos, detrás de la quimera del gran premio otorgado por las slots.
En la práctica es un imposible ganarle a las tragamonedas grandes sumas, ello ocurre porque el sistema de juego tiene determinado un porcentaje en premios que es, en oportunidades, inferior al de la ganancia establecida para la empresa, lo que significa que en este juego nunca, absolutamente nunca, se quebrara la banca, de allí la importancia del negocio y la imposibilidad de obtener grandes ganancias con las máquinas tragamonedas. Y cuando excepcionalmente se producen errores técnicos que otorgan una suma extraordinaria, son premios que posiblemente se cobraran tras una querella judicial, ejemplos sobre el particular se encuentran ante los estrados de la Justicia.
Con este panorama, para nada alentador, es que los vecinos faldenses ocupados en el problema se plantean la reducción del horario de atención al público de las slots, tratando de prevenir las consecuencias sociales derivadas del juego compulsivo y además haciendo un llamado de atención sobre las importantes cifras que se sustraen al circuito económico local y regional, y que terminan en las arcas de una empresa que no ha presentado intenciones de proyectar inversiones locales o regionales que favorezcan al crecimiento de la comunidad.
Por otra parte, como es obvio, la atención sanitaria, social y económica que demanden los enfermos por el juego compulsivo recaerá en las espaldas de los contribuyentes, ya que no serán los funcionarios políticos, que tomaron tan desacertada decisión, y los que luego, en forma obsecuente, las apoyan, los que se harán cargo, de su propio peculio, de las patologías y miserias que han producido, aún cuando se presume y en algunos casos se conozca, por sus propias declaraciones, que sus campañas electorales han sido sustentadas por aportes que provenían del juego.
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