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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Mauricio Macri se adjudicó la segunda vuelta electoral, por 2,8 puntos porcentuales, y será el Presidente en el periodo 2015-2019

Los primeros minutos del lunes me encontraron repasando mentalmente estadísticas, las que quedaron una vez más firmes son las que dicen que Córdoba sigue siendo la provincia rebelde en un país que es más conservador que innovador y la que sostiene que ningún gobernador de la Provincia de Buenos Aires llega a presidente, por el contrario, el paradigma que se revirtió fue aquel que mantenía que ganando el distrito bonaerense sin dudas se era presidente.

Los que una vez más quedaron mirando la escena final sin poder atribuirse un acierto concreto fueron los encargados de pulsar el ánimo electoral, los encuestadores volvieron a estar alejados del resultado final, el que habían estimado entre el ocho y diez por ciento los más cautos, otros superaron ampliamente esas estimaciones. Para los que sólo nos manejamos con la observación de las actividades de los candidatos y sus discursos el resultado aparecía como más ajustado, como al fin lo fue, y esto porque se mostraba como innecesario, si la ventaja era tan amplia, que Mauricio Macri terminará cerrando su campaña en Jujuy y dejando recaer todo el peso publicitario del final proselitista en el fenómeno electoral que es María Eugenia Vidal, a la que le endurecieron el mensaje; por su parte Daniel Scioli se mantenía en propio territorio tratando de superar las diferencias internas y procuraba conquistar el esquivo voto independiente y el peronista opositor que tenía su mayor incidencia en el frente que conformaron Massa-De La Sota, utilizando el único recurso discursivo que le permitiría equilibrar las cargas, el de que su competidor haría tabla rasa con lo bueno y lo por modificar que la actual gestión de gobierno hubiera realizado.

El acto electoral se desarrolló sin mayores inconvenientes, a excepción de lo que ocurría en los medios de comunicación capitalinos con alcance nacional, sobre todo la televisión, donde pudo contactarse en alguno de los programas especiales que sus conductores, desde tempranas horas de la tarde, anticipaban un triunfo “terrorífico”, “aplastante”, “sorprendente”, y acompañaban estos calificativos con el interrogante “ahora me van a querer decir qué país quieren los argentinos” y violando la veda electoral preanunciaban el triunfo del candidato de “Cambiemos”, estos mostraron su parcialidad, absolutamente alejada de su rol, y también fueron, juntos a otros, los que tras los primeros guarismos oficiales se lanzaron en análisis apresurados que luego tuvieron que ir revirtiendo en la medida que la realidad electoral fue mostrando el resultado definitivo.

Lo concreto del resultado electoral es que mostró un claro signo de equidad entre cambio y continuidad, y que tal situación nos enfrenta con un futuro gobierno de transición donde las modificaciones de rumbo tendrán que manifestarse en un marco de dialogo profundo, donde los representantes de los ciudadanos en el Congreso Nacional tendrán que cargar con la responsabilidad de proveer de gobernabilidad, sin mirar para otro lado que no sea el de las demandas ciudadanas. Lo que ha interpretado con total claridad el Presidente electo, cuando en sus primeras palabras tras el acto electoral definió que "Comienza una etapa maravillosa en la Argentina sin revanchas ni ajustes de cuentas. Hoy es un día histórico, un cambio de época". De hacerse realidad esta sentencia estaríamos concretamente avanzando sobre el buen camino, en tanto y cuanto se refiera a la apertura del diálogo, a la reafirmación de la institucionalidad, a la sana administración de los recursos del Estado, lo que no será óbice para el olvido de algunos accionares irregulares de funcionarios y proveedores del Estado que tienen causas abiertas y que necesariamente deben pasar por los estrados judiciales para aclararlas y ser sancionados si así lo merecieran, porque ello no será revancha ni ajuste de cuentas, sino justicia.

El escenario en que comenzará actuar el nuevo gobierno estará integrado por quince provincias en las que triunfó el oficialismo, a saber: Catamarca, Corrientes, Chaco, Chubut, Formosa, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, Santa Cruz, Santiago del Estero -donde arrasó en las urnas con el 72% de los votos-, Tucumán, Tierra del Fuego y Buenos Aires. Por su parte, Cambiemos se adjudicó: Capital Federal, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, La Rioja, San Luis y Córdoba (donde obtuvo la diferencia determinante 71,51%). De lo que se desprende que el Frente Para La Victoria dominará la Cámara de Senadores y será primera minoría en la Cámara de Diputados pero alejada del quórum propio.

Córdoba la provincia del cambio
La típica rebeldía cordobesa una vez más fue reafirmada por un electorado que se mostró profundamente comprometido con el cambio, en las elecciones PASO el Frente UNA (Massa – De La Sota) se lo adjudicaba con el 38,79%, a tres puntos porcentuales y fracción quedaba Cambiemos con el 35,38% y el Frente Para La Victoria quedaba tercero alejado con el 14,66%; ya en la primera vuelta presidencial la Alianza Cambiemos ganaba con el 53,24%, el segundo lugar era para UNA con el 20,40% y el FPV conseguía el 19,21%. Todo ello fue el preanuncio del 71,51% con que se adjudicaría Cambiemos la elección de segunda vuelta, convirtiéndose en el distrito que aportara la mayor diferencia en el orden nacional y garantizara a Mauricio Macri ocupar el sillón de Rivadavia.
Córdoba es una provincia fuerte en todos sus aspectos, pero, sin dudas, ha estado un tanto discriminada en los últimos tiempos, será este el momento de la reparación histórica para con Córdoba. Ojalá así sea, pero la política tiene sus bemoles y sin bien es cierto que el Gobernador José Manuel De La Sota comprometió darle gobernabilidad al futuro gobierno, no es menos cierto que los intereses políticos partidarios del peronismo tienen sus propios tiempos y esto puede hacer que las acercadas relaciones de hoy no lo sean tanto en el mediano plazo, cuando las aguas se hagan más calmas en el justicialismo y la voluntad de gobernar vuelva a ser su máximo objetivo.
Con esta elección culmina un extenso e intenso año electoral, las nuevas autoridades en su mayoría asumirán el próximo 10 de diciembre, un nuevo ciclo de cuatro años comenzará a marcar su derrotero, pero dos años después tendremos las elecciones de medio término y ahí comenzarán a notarse si las afinidades se mantienen y un año después nos incorporaremos a un nuevo proceso electoral general donde las esferas del poder volverán a plantear la necesidad de cambio o continuidad tras un gobierno de transición. A lo que hay que agregar un electorado que va comprendiendo y asimilando las reglas del juego democrático, las hace propias y actúa de manera cada vez más independiente de los dictados partidarios.

N.H.




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