Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 27 de noviembre de 2015

El Dique de La Falda, un problema de todos

Por Alfredo Ferrarassi

Hace quince años en uno de nuestros libros sobre el pasado local advertíamos el tema del agua, el cual sería en el tiempo cercano un problema que limitaría el crecimiento de La Falda y en base al caudal del agua que trae nuestro “río” en invierno, los años de sequía, los de lluvias y lo establecido por aquel entonces por la Dirección Provincial de Hidráulica respecto a la cuota que le corresponde a la ciudad, la cifra tope por todo ello sería de alrededor de 18.500 habitantes.
Más allá de esta cifra se correría el doble riesgo de tener que fraccionar el uso de la misma y por el otro el de la potabilización, la cual podría no ser garantizada como corresponde.
Ello implicaba, como sosteníamos en una nota de aquel entonces, que se debía llevar adelante una planificación adecuada por parte de las autoridades, que se debía elaborar un código de edificación moderno teniendo en base este panorama, en aquel momento se estaba a tiempo, hoy tal vez ya sea tarde.
Por otro lado la Carta Orgánica Municipal (COM) había en 1995 establecido plazos concretos en la elaboración de ciertas disposiciones, entre ellos el Código de Edificación. Por supuesto que nada de esto se hizo ni en tiempo, ni en forma.
Hoy como en aquella película de 1973 de Charlton Heston, “Cuando el destino nos alcance”, éste nos alcanzó y nadie parece ser responsable de la inacción, de la imprevisión, de la desidia, nadie, como es habitual, se hará cargo de nada, todo es igual en este cambalache de las administraciones faldenses.
Posteriormente presentamos una investigación en un Congreso de Historia en Colonia Caroya en 2009, sobre el tema “Agua, clima y turismo. En el nacimiento de un pueblo”, allí hacíamos mención a que La Falda era un pueblo que en cierta manera había dado la espalda a su río y que había nacido en rededor al Edén Hotel, el cual tenía cubierta su cuota de agua tomándola desde unas vertientes en la montaña. Su edificación obedeció más a la lucha “elitista” contra la tuberculosis, como lo demostramos en escritos sobre este flagelo, que a la racionalidad de pensarlo lógicamente cercano a una fuente de agua permanente como es un río.
En el mismo citábamos el primer dique de La Falda, el de Figueroa de 1920 y las Siete Caídas del propio Figueroa y Marcuzzi de 1923, ambos acumulaban agua para alimentar la usina propia de Valle Hermoso, la cual vendía electricidad a La Falda.
Evidentemente los cauces de los arroyos serranos eran insuficientes para satisfacer las necesidades y se apelaba a los pozos, que mediante molinos eran los que suministraban agua, posteriormente será el motor eléctrico que cumpla esta función.
La construcción de dique fue obra de vecinos que visionariamente se dieron cuenta que sin un embalse el crecimiento de la ciudad sería limitada y que la calidad de vida dependía de aquel.
Hasta aquí una somera reseña ilustrativa del tema, el cual se halla ampliamente desarrollado en los citados escritos y libros.
El tema se complejiza cuando se observa que el dique requería un mantenimiento sostenido y cuando la inacción ya sea por la absurda disciplina partidaria o intereses de diversa índole o porque el nivel de elaboración de proyectos pensando a futuro era una utopía, puesto que desde hace décadas aquí todo se limita a parches temporarios y no se toman decisiones de fondo, es el reino del cortoplacismo legislativo.
Desde hace dos décadas aproximadamente cuando se vacío el dique y se trabajó en su lecho sacando el barro seco, quedando limpio totalmente, jamás se hizo nada. Y no es que no se advirtiera que iba a suceder tarde o temprano, sino que siempre existió la excusa perfecta para no hacer nada, cuando no eran los “ecologistas”, que nunca supimos quiénes eran, con nombre y apellido, que poder real tenían o si era una figura inventada para justificar las cosas; también que no se podía hacer porque la DIPAS, porque los contaminantes estaban en otro pueblo, porque que las moscas y así paso el tiempo hasta llegar a este acuciante presente.
Nos consta que los vecinos quieren participar, que preguntan y que quieren estar informados, pero en todos los casos se observa una constante, “porque no lo hacen más céntrico así podemos ir todos” o “es muy lejos” y “la falta de agua va a ser de todos, no Villa Edén solamente”.
Esto es la clave de un problema mayor que tiene La Falda, que es la no apertura hacia el pueblo, todo termina reducido a un grupo que se repite en cuanta convocatoria hay y que termina aislando al resto de los problemas de todos.
Todo movimiento que se invagina termina inexorablemente desapareciendo, “cocinándose” en sus propias contradicciones, ejemplos de estos tenemos al por mayor en nuestra ciudad, ya que cuando se “privatiza” el mismo y se aísla de las bases, el fracaso es la meta a la cual llegan y no a las utopías altruistas que lo generaron.
El tema del agua siempre ha sido subestimado, tanto en lo concerniente a la presa existente, como a los temas de los arroyos que cruzan la ciudad y que han sido no solo reducidos en su cauce, sino corridos y se encuentran sucios en demasía con todo lo que ello encierra.
De esto desea la gente debatir, de la calidad del agua, necesita se le den respuestas, que quienes representan al pueblo en el Legislativo de una vez por todas asuman que deben sancionar Ordenanzas y que estas pueden no ser del agrado de los sectores ligados a la especulación inmobiliaria o de aquellos que aportan para las campañas, pero lo que está en juego aquí es de una gravedad tal que algunas vez deberán pensar por y para el pueblo y NO en términos de intereses personales y partidarios.
Si queremos subsistir deberemos recuperar el lago, hacer lo que nunca se hizo, salvo lo que La Asociación Amigos del Ambato hizo y que es gestionar, dejarse de purismos estúpidos y darse cuenta que hay que golpear puertas, sea cual fuere el signo provincial y/o nacional, cuantas veces sean necesarias hasta obtener respuestas y este tema requiere que así sea, de lo contrario “estamos al horno”.
Los acontecimientos ameritan una respuesta y una solución inmediata, no hay tiempos para dilaciones, para discusiones bizantinas para los elegidos “dotores” de cuantos temas deban tratarse en la localidad. Se debe abrir el juego, esto NO es un problema de Villa Edén y su Centro Vecinal, es de todos.
¿Algún día se investigará desde los poderes políticos porque somos una zona roja de ciertas enfermedades dolorosas e incurables? ¿O es que el dolor ajeno, el de los otros no importa, mientras no alcance a los hijos del poder? ¿Tiene el Dique de La Falda y su acumulación de barro que ver en esto? ¿Se estudió seriamente porque en ciertas enfermedades rompemos la media mundial? ¿Sabemos que contiene ese sedimento?
En medio una clase política rentada que solo sabe desde hace añares poner “la trucha” en actos públicos y los engaña pichanga de los pseudos eventos populares, pero legislar, investigar y defender los derechos de todos jamás, yendo aún contra pueblos vecinos que vuelcan afluentes contaminantes al cauce del rio y que por interés partidario se mira para el otro lado, poniendo cara de póker ante el drama humano.
¿En eso los convirtieron los intereses económicos que defienden nuestros dirigentes?, que subieron llenos de buenas intenciones, pero que la praxis terminó convirtiendo en actores de la nueva versión del filme Tiburón, en donde por culto a Don Dinero y al Turismo venden hasta la madre!
Por lo tanto las reuniones deben ser accesibles en un lugar céntrico, que pueda participar, “Doña Rosa y Don Pedro”, que cualquiera pueda asistir y tener un moderador y acabar con los “números puestos”, para que cualquiera pueda opinar, aceptar que si no hacemos en poco tiempo nos quedamos sin agua y sobre todo garantizar la potabilidad, con análisis de terceros no vinculados a la empresa prestataria y tomas para su estudios de puntos rotativos, elegidos aleatoriamente, para garantizar transparencia.
Tener plena conciencia que el crecimiento de La Falda está limitado a una cifra de habitantes y que se no podrá ir más allá de ello. Por lo tanto urge una amplia convocatoria a los think tank y entre todos elaborar una planificación, en donde los mega proyectos, como el hotel de Villa Edén, solo sean posibles cuando otros hoteles hayan cerrado y alcanzar un equilibrio justo, que los edificios se puedan construir cuando en la misma zona recuperemos espacios verdes. Sin esto es imposible garantizar que no colapsemos como sucedió detrás del cerro que nos separa del otro valle serrano.
Es doloroso que este problema se lo haya planteado hace quince años y que en igual modo coincidiera Carlos Panozzo y que uno, por su lamentable ausencia y el que suscribe por ser socialista hayan sido invisibilizados, y que no se tenga en cuenta la historia y que se esté escribiendo un relato acomodaticio, al servicio de los intereses oficiales, en donde los intereses del pueblo sean el convidado de piedra y nos hayamos sometidos al juego de la especulación inmobiliaria, y la rentabilidad financiera, en lugar del bien común.
¿Algún día el pueblo llano será tenido en cuenta? ¿Algún día podremos vivir en paz, los pobres y los ricos juntos por el bienestar general? ¿Algún día las decisiones y la participación serán realmente populares o es que siempre el grupúsculo de elegidos seguirá decidiendo por el resto?
Si no asumimos esto estamos realmente “al horno” y nos cocinamos “a fuego lento” en medio de la bacanal política autodestructiva que hoy tenemos!



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