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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

sábado, 8 de agosto de 2015

Antes de votar ¡Cuidado! ¡No vayamos a más de lo mismo!


Por Alberto E. Moro

Este artículo fue escrito hace dos años, en Octubre de 2013, pero aún tiene actualidad.

Aclaro de entrada que mi intención no es ofender a nadie, sino obligar a reflexionar, y lo hago ejerciendo el derecho constitucional de expresar mis ideas por la prensa.
Haciendo gala de su sempiterno camaleonismo, los peronistas se aprestan a tirar por la borda a Cristina reciclándose en un nuevo “ismo” precedido por algún nombre que los represente a todos, para dejar de pensar en la política dejando que algún personaje más o menos farsesco tome el timón, haga sonar la anacrónica marchita combatiendo el capital, y dé las órdenes a sus leales súbditos para que las sigan desde la comodidad de sus televisores. Un líder carismático y sonriente que con la mentira a flor de labios tranquilice al pueblo prometiendo lo que no podrá cumplir, y que también tranquilice a los que le precedieron asegurándoles que nadie irá preso.
De eso se trata siempre en la política de alto costo en vidas y bienes que han soportado nuestro país y la humanidad, llámese peronismo, menemismo, chavismo, kirchnerismo, stalinismo o nazismo. Solo que en otras latitudes del planeta “muerto el perros se acabó la rabia” y se acabó el “ismo”. Y aquí no; aquí hay un “ismo” que se recicla constantemente a lo largo de los años impidiéndonos tener una República normal. Un “ismo” que finge tener un partido, que finge ser democrático, que finge luchar por los que menos tienen, y que ni siquiera finge -ya es imposible que pueda hacerlo- que sus integrantes son honestos. Es un movimiento de masas, de masas que se mueven, como todas ellas, sin saber bien hacia donde van y que es lo que les conviene en realidad. Como se les retacea la educación, no ven más allá de sus narices. Pero dentro de esa masa informe, clientelar, y mantenida adrede en la pobreza y en el déficit de salud, vivienda y educación, hay siempre un gran grupo de vivillos que sí saben bien qué es lo que buscan y hacia dónde van. Quieren vivir de la política, y se caracterizan por la falta de escrúpulos, la obsecuencia, y la ambición desmedida; invariablemente buscan apropiarse de los dineros públicos. Para ello, y sobre todo para mantener su propia impunidad, alimentan la egolatría faraónica y la perpetuación de los afanes monárquicos de su líder, que es siempre un inepto que no se sabe cómo llegó a estar allí.
Como la que acabamos de describir es su única ideología, tienen el problema de los flamencos: no saben si pararse en la pata izquierda o en la derecha, con tal de tener la manija del poder. Es más, les da lo mismo, siempre se paran donde más les conviene, donde más calienta el sol, no para imponer las ideas que obviamente no tienen, sino para seguir estando a flote ante los vientos de cambio de una opinión pública mayoritaria pero desunida que incansable, busca desde hace años ser representada por un buen piloto de tormentas que con honestidad salve a la patria del siempre inminente naufragio. Naufragio que se da aún en tiempos de calma chicha y gran prosperidad, como los que tuvo el kirchenrismo, que sin embargo no resisten la salvaje piratería que practican depredando a la nación.
Una de sus características más nefastas, es la de llevar al poder casi siempre personajes farsescos, proclives al farandulismo, de verba tan fácil como inculta, que una vez encaramados en el poder “se la creen” y hacen un papelón tras otro cuando salen al exterior a representarnos a todos los argentinos. El Tango 01 con suites matrimoniales y jacuzzi, la excursión frustra a la selva colombiana del organizador del vaciamiento de un país (*), las clases magistrales en la UN y en Harvard, la represión a los medios independientes, y la presencia de un delincuente económico en la Vicepresidencia de la Nación son solo algunos ejemplos recientes del habitual legado peronista.
Y si miramos un poco más lejos y rebobinamos, nos vienen a la memoria el exilio dorado en Puerta de Hierro del fundador del movimiento, el financiamiento del ERP y los Montoneros desde España con el dinero robado a la Argentina, las corbatas de Lastiri, la masacre de Ezeiza, el servilismo y la dentadura perdida de Cámpora, el brujo López Rega, la Triple A creada por el gobierno peronista y su terrorismo de Estado, “la Isabelita” dirigiendo los destinos de la Nación, Casildo Herreras “borrándose”, Herminio Iglesias quemando el ataúd radical, Saúl Ubaldini legislador por haberle arruinado el gobierno a Alfonsín con 13 paros generales, el default aplaudido de Rodríguez Saa, “el que depositó dólares” de Duhalde, la valija de Amira Yoma, Zulemita empresaria, La Rosadita, la ruta y el aeropuerto de Anillaco, y -¡Atención!- los muchos asesinatos mafiosos impunes nunca esclarecidos y derivados de estas tramoyas criminales de gobernantes enriquecidos fraudulentamente. La inconducta de todos ellos fue siempre la desgraciada justificación de los recurrentes golpes militares que se sumaron a la destrucción de la República y nos llevaron a una guerra absurda con alto costo en vidas.
Y los impresentables de hoy. Kirchner y su mausoleo-bóveda. Antonini Wilson y su valija misteriosa. El guarango de Aníbal Fernández. El terrorista Kunkel y otros en el congreso. El enriquecimiento imposible de CFK y sus paraísos fiscales. Lázaro Báez multimillonario. El jardinero K también. IBM, Siemens, Shanska, Ciccone Calcográfica, la destrucción de Aerolíneas, la Fragata Libertad, el vaciamiento de YPF, el acuerdo frustro con Irán, ¡Los tres mosqueteros de la Economía con su D’Artagnan (Moreno) y todo! ¡Boudou Presidente en ejercicio cuando esto se escribe! Todos estos personajes y sus escándalos, y muchos más que no menciono, nos han sido generosamente provistos por un pretendido justicialismo que nunca fue más que una actitud declamatoria a la sombra de la cual se incubó una burocracia ineficiente, parasitaria y corrupta.
Se dice que solo el peronismo puede gobernar la Argentina lo cual es una falacia que ellos mismos se han encargado de difundir. Lo que sucede es que cuando están en el poder, no tienen ni idea de cómo se debe gobernar atendiendo a los dictados de la Constitución Nacional. Por el contrario, se dedican a violarla permanentemente y pretenden siempre cambiarla en su propio beneficio. Perón la cambió para perpetuarse, Menem hizo lo mismo, y los K idearon primero una sórdida sucesión matrimonial que frustró el destino, para luego jugarse a fondo con otra nueva embestida contra las Leyes y contra la Corte Suprema, enmienda que finalmente no logró concretarse gracias a que la ciudadanía dijo ¡Basta! Y cuando no están en el poder, movilizan el aparato sindical y la tropa legislativa indigna que supuestamente representa al pueblo, para jaquear permanentemente a los gobiernos democráticos que puedan reemplazarlos: 14 Paros Generales peronistas al primer gobierno “de la democracia recuperada”.
Cuando no son gobierno, reiteramos, se dedican con todo su aparato a la destrucción, con la complicidad de un sindicalismo también corrupto y ventajero provisto de grandes cajas y canonjías provistas por el poder, para controlar así su poder extorsivo. Nadie ha intentado corregir este sindicalismo fascista, nacido bajo el modelo mussoliniano de la Carta del Lavoro, liberando la asociación sindical como establecen los verdaderos postulados de los derechos humanos de las Naciones Unidas.
Lo cierto es que no teniendo este movimiento metas claras de hacia dónde hay que timonear a la República, su único afán es llegar al poder para servirse y no para servir, como proclaman, y como casi nunca han hecho. Es exactamente al revés de lo que dicen, y para lograrlo, como a los flamencos, les da lo mismo pararse sobre la pata derecha (Menem) o sobre la izquierda (los Kirchner). O siguen la Doctrina Monroe bajándose los pantalones ante los Estados Unidos, o son fóbicos declarados en contra del tan famoso como nebuloso “Imperio”.
Como decíamos al comienzo de esta nota, el habitual camaleonismo oportunista que les es propio, está en plena efervescencia. Muchos son los aspirantes al trono de “Capo di tutti i capi” en ese conglomerado tan ambicioso como despiadado, en el sentido de que no titubeará ninguno de los aspirantes en traicionar a sus antiguos referentes caídos en desgracia, ni en dejar de lado las tan ostentosas lealtades de las que se jactan los 17 de Octubre de cada año. Ya estamos viendo ese proceso, que se intensificará a breve plazo. Todos buscarán situarse donde más calienta el sol, o sea que se pondrán automáticamente del lado de quien más posibilidades de voto tenga, y de quien mejores canonjías les ofrezca. Mientras tanto, las masas empobrecidas y obscenamente clientelizadas mirarán el partido desde la tribuna mientras son manipuladas con nuevas promesas y dádivas.
Hoy, sus capitanes, capitanejos y lugartenientes testimoniales, están a la expectativa viendo hacia dónde se inclinará finalmente la balanza, temerosos de que el voto cautivo que creen tener se divida entre el aspirante Scioli y el aspirante Massa, con lo cual deberían competir en igualdad de condiciones con una oposición hasta ahora irresponsablemente dividida. Estamos en el primer round de fintas y aún no está claro quién los representará mejor al final de los doce rounds: el gobernador del principal distrito K, o el ex jefe de Gabinete K, o algún otro advenedizo.
Como dije, estamos en el primer round y quedan dos largos años por delante hasta que se defina el combate por la sucesión de la infatuada monarca faraónica. Pero una advertencia debe hacerse desde ya a los votantes que aspiren a terminar con el robo descarado de los dineros públicos y al reparto de los mismos entre una banda de delincuentes encaramados en el poder. De Scioli y su “felpudismo” ya sabemos lo que puede esperarse como continuador del abusivo e inexistente modelo K. Y de Massa, el oportunista que pretende presentarse como algo nuevo, sabemos que no lo es en absoluto. Fue Jefe de la Ansés con Kirchner y Jefe de Gabinete de los K, a los que ha traicionado al ver que el barco ya se hunde. No basta con un discurso melifluo e indefinido en el que –tómese nota- jamás habla de corrupción, lo cual equivale a una invitación a los corruptos a pasarse a su bando, en la seguridad de que nunca serán investigados. Acuerdo espurio que siempre hacen pactando con sus sucesores. Tenemos ejemplos muy cercanos en nuestra provincia.
Por eso, Massa es Mass de lo mismo. Es peronista, y el peronismo en el gobierno, antes y ahora, parece haberse empeñado en hacer perder a la Argentina el tren de la historia atrasándola irremisiblemente con respecto a los países vecinos y al mundo entero, que hoy nos mira como a una Nación irrelevante en la que no se puede confiar.
Personalmente, aspiro a que la gente entienda que ha llegado el momento de no votar al peronismo en ninguna de sus camaleónicas variantes, sino a la gente normal de la política que milita en otros partidos, y que quiera juzgar y encarcelar a los funcionarios corruptos de los últimos veinte años, que han vaciado a la República en lo financiero y en lo moral. No se trata solo de cambiar el director de la orquesta… ¡Tenemos que cambiar de Orquesta!
No necesitamos líderes carismáticos que creen ser investidos por los Dioses. Necesitamos líderes sensatos y honestos, que sepan rodearse de un equipo de gentes capacitadas para el cargo que van a desempeñar, y que en lugar de grandes ambiciones personales mesiánicas, posean honestidad y buenas intenciones. Así tendremos democracia de verdad y no el presente autoritarismo, que es el mismo que ostenta este grupo desde sus propios orígenes, personalizado en la dictadura de su fundador.
Como aclaré de entrada, si alguien se siente molesto por mis palabras, quizás sea porque desde niño le inocularon la propaganda vergonzosa que hizo este régimen en las escuelas argentinas tergiversando la historia real, tal como hacen ahora los K., y de lo cual tengo pruebas irrefutables para mostrar. Antes de decir que estoy equivocado, les recomiendo ver si pueden refutar lo que aquí he puesto por escrito.


(*) Alberto E. Moro. Los K, el robo del siglo, Ecos de Punilla Nº 525


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