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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

sábado, 31 de enero de 2015

Nisman: Los muertos enseñan a los vivos

Por Alberto E. Moro

Que a los infames traidores a la patria, que son legión en estos tiempos y en este caso, les caiga encima todo el peso de la Ley sin importar su investidura.

Es muy difícil y hasta desalentador escribir sobre hechos tan impactantes y por cierto misteriosos, en los cuales se desencadena un aluvión informativo profusamente consignado por los medios; una verdadera catarata en la que convergen ríos de tinta, metafóricamente hablando. Lo hago no obstante rescatando del baúl universitario una antigua sentencia de la ciencia anatómica referida a lo que la humanidad aprendió sobre el funcionamiento orgánico a través de la disección y estudio de los cadáveres: “mortuis vivus docent”, los muertos enseñan a los vivos. Inspirado en ella, he titulado este texto acerca de la impactante, inesperada, trágica, y quizás esclarecedora muerte del Fiscal de la Nación Alberto Nisman,
Esclarecedora porque es tan aberrante e inesperado lo sucedido que la ciudadanía quedó atónita. No reaccionó con la vehemencia contundente que era de esperar en los primeros momentos. Tampoco los líderes políticos, entre los cuales varios aspirantes a la Presidencia de la Nación cuyo alegato contundente a toda la población aún seguimos esperando. Y ni hablar de la Presidente en ejercicio quien, como es su costumbre, se esconde y se calla cuando hay un acontecimiento de gravedad inusitada, después de haber abusado de la Cadena Nacional tantas veces para infligirnos anodinas “conversaciones de peluquería de señoras”, plagadas de trivialidades y auto-referencias narcisísticas. Precisamente cuando era necesario el uso de ese instrumento de comunicación masiva para dar sosiego a las inquietudes de un pueblo conmocionado, no lo hizo.
Por el contrario, tardíamente se expresó por face-book ,como restándole importancia a la cosa, con una carta en la que solo pueden encontrarse, a la manera de un best-seller policial, justificaciones, sospechas, presunciones detectivescas, acusaciones larvadas, diagnóstico seguro de suicidio y preguntas sin respuesta que si algo generaron fue mayor confusión y desaliento. Ni una palabra de condolencia para los familiares de la víctima. Olvidó que ella es la primera magistrada y que sus deberes para con la patria son otros, muy otros. Lo cual por otra parte, es una constante en su gestión, dedicada fundamentalmente a consolidar su autoritarismo y a hacer pingües negocios a la sombra del poder.
Siguiendo con este sistema propio de adolescentes o de adultos que lo toman como un divertimiento, nos sorprende al día siguiente con otra carta contradictoria con la anterior en la que afirma que se trata de un asesinato con la finalidad de perjudicarla, no privándose, según su costumbre, de adjudicar la responsabilidad del hecho a los inidentificables poderes concentrados, a operaciones de la Secretaría de Inteligencia, a los opositores y, cuando no, a los medios hegemónicos. Olvida que ella es la jefa natural de los espías y que los verdaderos medios concentrados y hegemónicos son los que ella ha generado cooptando la radio, la televisión y el fútbol para todos con la única finalidad de “vender” un relato mentiroso.
Obviamente, y con total desvergüenza, se coloca en el plano de una espectador y opina como si no tuviera ninguna responsabilidad, como si no tuviera nada que ver siendo, como es, la Presidente de la Nación y la máxima autoridad del país.
Nada que se parezca a la monolítica manifestación del pueblo francés ante la tragedia sufrida hace muy poco, en la que estuvo a la cabeza el Presidente Hollande acompañado por todos sus funcionarios y por numerosos mandatarios de todo el mundo que lo acompañaron en la manifestación popular más grande desde que finalizó la segunda Guerra Mundial. A Hollande no le importó haber sido caricaturizado salvajemente por la revista Charlie Hebdo; salió en defensa del valor supremo de la libertad, sin “borrarse” cuando les conviene, como es común entre nosotros.
Aquí no, nada de eso. Esta es una de las razones por las que he escrito que la muerte del Fiscal Nisman puede ser esclarecedora para poner de manifiesto la calaña de quienes nos gobiernan y la magnitud de la degradación que se ha asestado a la endeble República que hemos sabido conseguir. Si las fuerzas morales del pueblo y de una nueva dirigencia menos corrupta no generan un cambio político, corremos el riesgo de abandonar definitivamente los valores republicanos, lo cual en parte ya ha sucedido a manos de esta banda de ladrones con su cortejo de obsecuentes impresentables, los mismos que salieron a amenazar y ensuciar al fiscal cuando éste anunció sus propósitos de denunciar la vergonzosa trama pergeñada desde el poder para asegurar la impunidad de los autores del más grande atentado terrorista sufrido por la Argentina.
La muerte del Fiscal Alberto Nisman puede servir para abrir los ojos de mucha gente que, atosigada y cegada por la propaganda oficial pagada con los dineros del pueblo, no ha podido discernir acerca de las mentiras constantes que han caracterizado al gobierno de los Kirchner, que se llenaba los bolsillos y algo más que los bolsillos con los peajes y negociados de la corrupción rampante que nos aqueja desde Menem en adelante. Obsérvese que estamos hablando del peronismo, ese movimiento social que siempre encumbra a los ambiciosos incultos, ávidos de poder, que invariablemente llegan para servirse y no para servir. Con su camaleonismo habitual, y al ver que el barco se hunde, muchos de ellos ya se han ido de la constelación K, y están amagando con reemplazarla, aduciendo que los K no son peronistas mientras buscan donde recostarse para esperar que amanezca un nuevo sol bajo cuyos cálidos efluvios refugiarse impunemente.
A pesar del éxodo ya iniciado, todos los representantes del justicialismo, con los obedientes gobernadores del FPV, Scioli incluido, los “fieles” funcionarios y legisladores, los capitostes sindicales y políticos, muchos de ellos ex terroristas, y con la presencia de ese engendro llamado “La Cámpora”, se han “amuchado” servilmente en defensa de la presidente, cerrando filas en un acto celebrado en la sede del Partido Justicialista, unidos por el espanto más que por la famosa lealtad que tanto pregonan y de la cual carecen.
Haciendo uso de su habitual cinismo y de un caradurismo granítico, los obsecuentes “Justicialistas” titularon su alegato de este modo: “Exigimos el cese del uso de la mentira, la calumnia y la difamación como herramienta política al servicio de oscuros intereses”. Como si ellos no tuvieran nada que ver con lo que precisamente ellos practican y ahora simulan denunciar. Es tan grotesco, que podría ser un buen aporte humorístico, si no fuera por la gravedad de las tragedias que motivan estas ampulosas y falsas declaraciones que sintetizan el típico “¡Yo no fui!” de estos perdularios.
Esperamos, debemos esperar, que la cruel, injusta y despiadada muerte de Alberto Nisman no quede impune y que la Justicia Argentina asuma la responsabilidad que le compete y deje de ser timorata como lo ha sido hasta ahora, permitiendo el avasallamiento permanente de los preceptos de la Constitución Nacional.
También esperamos que el pueblo argentino en general, en particular los desposeídos por jugarretas de los políticos, dejen caer de sus ojos la venda que los ha obnubilado durante tiempo, y se den cuenta de la destrucción de la República que se ha operado desde que los “Kirchnoperonistas” están en el poder, de los enfrentamientos sociales que han provocado deliberadamente dividiéndonos en lugar de unirnos, del vaciamiento de las arcas del Estado que concretaron planificada e impúdicamente, y de la insignificancia en que han colocado al gran país que fue la Argentrina, en relación al concierto internacional de las naciones democráticas.
Esperamos que una vez más la triste muerte de un hombre íntegro, la de un Fiscal cuyo único “delito” -el que le quitó la vida- fue cumplir con su deber hasta las últimas consecuencias, no sea en vano. Y que a los infames traidores a la patria, que son legión en estos tiempos y en este caso, les caiga encima todo el peso de la Ley sin importar su investidura.
Que una vez más se confirme, que los muertos enseñan a los vivos a abrir los ojos y el entendimiento.



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