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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Una elección interna sin sorpresas, pero que guarda incógnitas en función de futuro

El radicalismo faldense se apronta a mantener una compulsa que determinará la composición de candidatos a proponer para el periodo 2015-2019. Un electorado rayano en lo escéptico, compuesto de afiliados e independientes, evaluará las precandidaturas y votarán en consecuencia. En ese análisis, se considerarán las improntas y la voluntad de poder, pero también las cuestiones que subyacen detrás de las exposiciones públicas.

Es seguro que a nadie, que habitualmente se mantiene informado de la cosa pública que hace al gobierno de La Falda, sorprende la interna faldense entre los núcleos “Integración para una Confluencia Radical” -oficialismo partidario que busca la reelección con algunos enroques, pero manteniendo el esquema funcional de confianza que ha venido administrando el municipio- e “Identidad Radical”, oposición intrapartidaria cuya búsqueda es desplazar y reemplazar, en forma absoluta, a esa estructura y mantener al partido en el poder de gobierno.
Tampoco podrá decirse que la sorpresa es el ejercicio de las elecciones internas para dirimir diferencias y candidaturas en la Unión Cívica Radical, porque es parte de la historia partidaria que así suceda.
Ante esta realidad, lo único que resta es repasar el pasado inmediato que es el que nos llevará a concluir en el por qué de esta confrontación electoral y los pro y contra que la misma tiene en función de futuro.
Puede interpretarse que, instalado en el presente como mero observador, las diferencias quedan planteadas en las declaraciones de quienes lideran cada sector, por un lado el actual intendente Eduardo Arduh que afirma “nuestra mejor campaña es la de gobernar”, lo cual está indicando un alto grado de confiabilidad en lo que se ha venido realizando y en la aceptación a nivel electoral que tendrían esas decisiones y concreciones, las que reafirma sosteniendo que ha cumplido con el noventa por ciento de la propuesta electoral que se elaboró para este periodo y que los faldenses votaron.
Por la otra parte, Darío Almada que señala que su sector es “una alternativa, otro radicalismo”, con lo que está manifestando, y de hecho lo hace, que entiende que no se ha cumplido con las expectativas que el partido generó al hacerse del poder de gobierno y que está dispuesto a rectificar ese rumbo con una mayor ejecutividad y gestión en lo que a gobierno refiere y con un reconocimiento más acentuado de las bases partidarias en la integración de lista y gabinete.
Si se tiene el oído atento, seguramente se encontrarán adeptos tanto para los líderes cuanto para sus ideas, pero en estas adhesiones subyace, en forma embozada, el interrogante de que si la cuestión concluye en los posicionamientos explicitados públicamente o sino tienen el aditamento de cuestionamientos que exceden lo expuesto para adentrase en territorios de lo personal. Y, aún a pesar de los esfuerzos, que no son pocos, por ambas partes, algo de eso se percibe. Es un secreto a voces que, en los entornos más cercanos a las figuras centrales, se deslizan ácidos comentarios sobre el accionar del ocasional adversario, y esto no es producto de la elección en ciernes, sino de un arrastre que mostró oportunamente diferencias que se fueron acentuando. Es de recordar que, sin dudas, hubo incompatibilidad cuando se dejo de compartir la acción de gobierno en el Poder Ejecutivo, que se profundizaron en ocasión de los enroques y replanteos que se dieron en Poder Legislativo y que terminaron en los estrados judiciales, y que, como si lo anterior fuese poco, se agregó una turbia, al menos, situación en la que la Junta Electoral partidaria no oficializó una lista para elegir las autoridades del Comité de Circuito, lo que llevó a que la otra fuera proclamada sin condicionamiento alguno.
Podrá decirse, entonces, sin temor a equivocarse, que las circunstancias no fueron favorables para mantener la unidad, en pensamiento y acción, que se había proyectado inicialmente, como también que cuando las incompatibilidades aparecieron se careció del diálogo reparador que a través de la negociación -esa herramienta imprescindible en la política, porque es la expresión de la resolución de los conflictos permanentes que se enfrentan en democracia- lleva a la superación de las contradicciones y abren un nuevo cauce para la confluencia.
Precisamente, hablando de confluencia, es de elucubrar que ambas cuestiones, las funcionales y las personales, a las que hay que sumar los intereses de terceros añadidos a las mismas, en este caso, han confluido para que no exista otra alternativa que la de llevar a las urnas esta puja, y hacer realidad el axioma popular que reza que para que exista un conflicto al menos deben existir dos partes con intereses contrapuestos y sin capacidad de diálogo.
Cabe hacer constar que, hasta el momento, más allá de alguna picardía o travesura dialéctica, alguna que otra ironía deslizada en forma subrepticia, algún acto aislado producido por algún trasnochado, no se han generado hechos agraviantes para los protagonistas en campaña, y es de esperar que así prosiga.
Definido esto, y planteando un análisis superficial de los pro y contra en función de futuro, puede estimarse que ambos sectores se respetan y que si cada uno ofrece su mejor esfuerzo en la movilización, y responden al compromiso asumido de encolumnarse detrás de quien obtenga el mayor porcentaje electoral, puede que el partido se vea beneficiado, pues la voluntad ciudadana se verá representada no solo en plano estrictamente partidario sino también en el sector de independientes que acompañen las propuestas de ambos enclaves. Si, por el contrario, no se respeta esa voluntad y se apunta a la dispersión partidaria, lo más probable es que el futuro se tiña de total incertidumbre, y la elección general, la que realmente importa, se ponga en riesgo y con ello la permanencia en el gobierno, pues la ciudadanía, en la madurez que va adquiriendo y en defensa propia, optará por otras propuestas que considere más homogéneas y confiables.
Por otra parte, se me ocurre que también deberían considerar que Unión Por Córdoba -esto para algunos radicales que aparecen un tanto turbados- no es un aliado sino un adversario que está al acecho y que en sus prioridades electorales, tanto locales como en niveles superiores, está impreso el imprescindible objetivo de hacerse del gobierno de La Falda.

Por último, estimando que el afiliado al radicalismo participará por decisión propia, dirigiéndome al ciudadano independiente le advierto que está habilitado para participar en esta elección y que ello no es una posibilidad menor, porque esta disposición le permite elegir al mejor, en su criterio, de estos candidatos que se proponen para gobernar la ciudad en el periodo 2015-2019, me parece una oportunidad que no debe desaprovecharse.

Nicolás Heredia


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