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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 31 de octubre de 2014

Violencias invisibles

Transitar la Falda como conductores o peatones nos induce permanentemente a orientar nuestro pensamiento-mirada con el sesgo propio de nuestra profesión, vocación o compromiso social. Cuando iniciamos hace 20 años la utopía llamada CIPLA, fuimos aprendiendo por aportes de los distintos integrantes de la misma a evaluar la importancia de los llamados factores de protección o de peligro para nuestros vecinos más vulnerables. Procuramos desde entonces no hablar de accidentes y si de lesiones que se podrían evitar. Un tema central y al que ya mencionamos reiteradamente era el de bajar la velocidad urbana. Las “lomadas” por ejemplo, molestan al conductor apresurado pero son un recurso de mayor seguridad para niños, discapacitados y ancianos que deben atravesar una calzada. La reposición de la “lomada” en la Avenida Italia, a la altura del Dispensario Municipal, destruida por manos anónimas en otras oportunidades, demuestra una vocación saludable de la administración municipal y una apuesta por el derecho a la seguridad de los vecinos. Claro que estos reductores de velocidad podrían evitarse, ya que hay muchas ciudades que no las utilizan, siempre y cuando el grado de responsabilidad cultural de los conductores y peatones sean lo suficientemente altos y generalizados de manera que el riesgo, de que un niño, un discapacitado, una embarazada o un anciano pueda transitar sin riesgos por nuestras calles o avenidas, es nulo. Utopía difícil pero no imposible de lograr. Pero un solo vecino atropellado, es una afrenta para nuestra ciudad y visibilizaría esas violencias latentes y no tan visibles.
Y ya que menciono a los adultos mayores, no puedo dejar de recordar un diálogo que encontré en el excelente libro del Dr. Carlos Presman, Vivir 100 años. El personaje central le responde a su sobrino que lo entrevista. Los tiempos políticos no han cambiado en la magnitud que hubiera deseado D, con el agravante que hoy sobresalen miedos y cobardías donde antes había pasiones y utopías. D es un familiar “desaparecido” durante la dictadura militar. Personalmente no me parece que sobresalen “los miedos y las cobardías” sino que conviven con nuestras antiguas o nuevas utopías. El libro es todo canto a la preservación de la salud de la llamada tercera edad pero no excluye los hechos de de nuestra historia reciente.
Al respecto, uno puede observar como ambas tendencias tienen sustento cotidiano. Mientras se avanza en los derechos de los niños ilegalmente apropiados, hoy adultos que recuperan su identidad, hay quienes añoran un rápido cambio de gobierno y la vuelta a leyes de amnistía e impunidad para los genocidas. Lo expresan desde sectores empresariales y políticos que estuvieron vinculados con los actores de uno de los capítulos más nefastos de nuestra historia.
Circulan mails en cadena que tienen todos en común la descalificación del método democrático de renovación de autoridades gubernamentales y en cierta forma coinciden con la estrategia de los fondos buitres y expresada por Carlos Gutiérrez, ex secretario de Comercio de EEUU en una entrevista realizada por recomendación del encargado de negocios de la Embajada de ese país. Allí adelantó cuáles serían los 5 pasos que los fondos buitre emprenderían si no accedíamos a cumplir lo incumplible (el fallo Griesa). Esos puntos eran provocar una nueva devaluación brusca; reforzar los ataques mediáticos contra CFK y su familia; impedir el pago de los vencimientos de la deuda reestructurada; bloquear el acceso del sector público y las empresas locales al financiamiento internacional y propiciar la instalación de candidatos presidenciales con una actitud amigable… (Pagina 12 A. Zaiat, 25/10/14). Volver a encontrar a Benjamín Menéndez en las calles de La Falda, mientras aún no se han localizado los restos de la mayoría de los desaparecidos de Córdoba no sería del agrado de una ciudadanía que eligió la justicia y no la venganza ante el terrorismo de estado. Personalmente conocí al Ex General cuando tuve que atender su hijo y su nieto mientras se albergaba en el Chalet Presidencial de una Colonia de Vacaciones de la zona. Cumplí con mi tarea de pediatra en dos noches sucesivas guardando absoluto silencio sobre mi actuación profesional. El temor de que un atentado lo afectara a él o su familia si el conocimiento de su ubicación llegara a alguno de los grupos guerrilleros, hizo que ni siquiera lo comentara en mi hogar. Cuando procuré solicitar una audiencia con él para pedir por mi tío secuestrado en Cosquín, los primeros días que siguieron al golpe de estado de marzo del 76, obtuve una entrevista con el entonces Coronel Anadón, que me atendió con una pistola en el escritorio de una oficina del mismo complejo hotelero. Hubo amedrentamiento y promesas de respuestas. Tiempo después el Ingeniero “Lalo” Buonamico, un querido amigo lamentable y prematuramente fallecido, me hizo llegar la información de “que me conformara con conservar la vida”. Hay jueces, fiscales y abogados y agrupaciones defensoras de los DDHH que mantienen con firmeza la utopía de la Justicia en los Juicios por la Verdad que se desarrollan en diversos lugares del país. Nos toca a todos velar para que la Justicia se cumpla y por un “Nunca Más”. Una tarea que a nivel local y por este medio viene desarrollando Coty Leiva. El miedo al pasado es otra de las formas de violencia psicológica no visibilizada.
Conviven ambas tendencias descriptas por Presman cuando se inicia el debate del nuevo Código Procesal Penal. Mientras desde el oficialismo y sectores de la oposición se celebra que se incluya una rápida expulsión de los extranjeros que cometan delitos “in fraganti” una lucecita de peligro se encendió en mi memoria. Durante mi niñez escuchaba de mis padres, ambos extranjeros, el temor a una Ley llamada “de Residencia”. Era un tema de preocupación recurrente y que se incrementaba ante cualquier conflicto político o social. Ambos llegaron a Argentina en las primeras décadas del siglo pasado, huyendo de los “pogroms”, salvajes redadas antijudías que azolaba al sur de Ucrania en la era zarista. Ignoraba que esa ley también denominada “Ley Cané” o 4144 permitió y habilitó al gobierno a expulsar a inmigrantes sin juicio previo, impulsada por la Unión Industrial Argentina y por quién la presentó en el Senado Nacional, el escritor Miguel Cané, estaba orientada a frenar las luchas proletarias de la época en pro de mejores condiciones de trabajo y de vida. Afortunadamente Arturo Frondizi la derogó. Entiendo que volver a discriminar a los extranjeros por cualquier causa que sea y sin contar con fuerzas de seguridad que nos otorguen la garantía de que no se “fabricarán” causas sin bases probatorias firmes, nos coloca en una situación de retorno a un pasado que debería quedar allí.
Ecos de Punilla y su Director, Nicolás Heredia, vienen en cada entrega demostrando que la utopía democrática vale la pena de ser mantenida y desarrollada en el ámbito periodístico. Tal como la perseverancia quienes colocan lomadas que incomprensiblemente o impensadamente son destruidos con el subsiguiente riesgo invisible de atropellamientos, en el último número de este semanario nos hizo coincidir al Intendente Municipal Ing E. Arduh, al Diputado Nacional C. Caserio y al Profesor A. Moro. Nadie duda de que pensáramos de distinta manera cómo afrontar los desafíos cotidianos o de largo plazo, sin embargo fue fiel a sus convicciones y las materializó. Ojalá esta cualidad de Heredia no sea una excepción y no todos los medios de comunicación tengan el valor o la misma manera de defender el criterio de independencia que el periodismo debe mantener ante los factores de poder, gubernamentales, privados o sectoriales. Una de la violencias invisibles más frecuentes y dañinas es indudablemente el silenciamiento de las voces discordantes o disidentes. Incluso las auto impuestas. Vuelvo a “Como Vivir 100 años: “participar es mejorar la expectativa de vida” y agrego “digna de ser vivida”.

Benjamín Malamud



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