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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

sábado, 25 de enero de 2014

La Democracia recuperada…¿recuperada?

Por Alberto E. Moro

Preguntémonos si en los “30 años de la democracia recuperada” algo
ha mejorado en la Argentina.


En el microcosmos político y social de la Argentina, que es el que mejor conocemos mis lectores y yo, puede observarse que en la mayoría de los casos las interrupciones del proceso político por la irrupción de un tácito “partido militar”, no pocas veces con el aval de los opositores que fueron a golpear las puertas de los cuarteles “para salvar a la Republica”, ha sido la consecuencia del abuso y la ineptitud de los gobernantes civiles.
Y el supuesto retorno a la democracia también ha sido la consecuencia de la ineptitud de los gobiernos de facto, que tampoco supieron resolver los problemas acuciantes de la entelequia llamada “pueblo”, mucho más compleja e indefinible que esa simplificación. Así a los tumbos, como tantos otros países, las sociedades van evolucionando, o a veces involucionando, no obstante las declamatorias ventajas de la democracia.
Si observamos bien, la misma palabra democracia es defectuosa y demagógica porque nunca hay realmente un gobierno “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, como lo dice una conocida frase retórica. En nuestro país, cuyos habitantes parecen anestesiados por tantos año de corrupción sistémica institucionalizada, no parece haber memoria (o educación) histórica y se repiten una y otra vez los mismos errores de conducción estratégica que nos hacen desembocar finalmente en un marasmo que todos en el “pueblo” ven venir, pero que nadie en el gobierno es capaz de prevenir y corregir.
Sucede que la tan meneada Democracia, como sistema político y como bien se ha dicho, no es un sistema perfecto, pero siempre es mejor que una tiranía o una dictadura. Sin embargo, hemos padecido ambas bajo el ropaje engañoso de un disfraz “democrático”, y con la tolerancia de unas mayorías sometidas a la pobreza y a la decadencia educativa desde hace setenta años, lo que les impide ”ver” lo que sucede y votar con sentido ético. Ni siquiera conocen el significado de la palabra Ética, sobre lo cual ya me he explayado en un artículo anterior, y acicateados por punteros mercenarios, trogloditas y prepotentes, son colocados y usados en la triste condición de dádivo y prebendo-dependientes.
Sin ir más lejos, dada la inexistente memoria histórica de los argentinos, hace muy poco se festejaron los 30 años de “recuperación de la democracia” después de una cruel dictadura instalada –es bueno recordarlo- a causa de la inoperancia e ineptitud del gobierno peronista de Isabel Perón, y a la existencia de una guerrilla criminal supuestamente idealista, fogoneada primero, y después combatida por el mismo partido de gobierno entonces en el poder. La historia se está repitiendo ahora con la oprobiosa decadencia de otro gobierno peronista cleptocrático al que algunos llaman “Kirchnerismo”.
Los festejos a los que aludíamos en el párrafo anterior, en los que nuestra Presidenta cantó y bailó impropiamente mientras mucha gente moría por desmanes en las calles argentinas, fueron tan solo una “misse en scene” deliberada, con un costoso despilfarro de los dineros públicos, destinada a enmascarar el indudable fracaso colectivo de la banda de ladrones que ocupa el poder.
Porque ¿qué hemos visto en realidad en estos 30 años? Lo que hemos visto ha sido el salvajismo de 14 Paros Generales al primer gobierno de la democracia recién recuperada, orquestados desde el peronismo. Y posteriormente, la invasión de una caterva de políticos hambrientos de riqueza y poder que se encaramaron a los ámbitos estatales para servirse y no para servir. Primero disimuladamente, luego con ostentación, y finalmente con total desparpajo, arrasaron con las prescripciones de la Constitución, enriqueciéndose a ojos vista, gozando de las mieles del poder y viajando por el mundo rumbosa y lujosamente, pretendiendo además permanecer indefinidamente en sus cargos que son, por definición, temporales. Los que así no lo hicieron son los menos, lamentablemente.
Cuando esto se escribe, el diario anuncia que este año las “dietas” de los legisladores llegarán a los 50.000 pesos con un plus de 15.800 pesos en concepto de viáticos. Con solo preguntarse cuánto gana un jubilado y cuánto se le debería pagar a un obrero que vive lejos de su trabajo, se ponen en evidencia estos escandalosos privilegios que gozan oficialistas y opositores, y que por otra parte no son los únicos. ¿De qué justicia social estamos hablando señores políticos?
Esto contrasta fuertemente con entrevistas callejeras a ciudadanos escandinavos que hemos podido ver, en las cuales éstos manifestaban que de ninguna manera permitirían que los funcionarios de los tres poderes, a los que consideraban sus empleados administrativos, tuvieran una vida de lujos a expensas de los dineros de la comunidad. Tampoco tenían, como se mostraba en el video, privilegios de vivienda, vehículos y servicios de ningún tipo. Eran y son lo que deben ser: personas normales, encargadas transitoriamente de la gestión pública, obligadas a comportarse con la honestidad, la austeridad y la compostura que su condición de administradores de los dineros públicos requiere. Son personas que han tenido el momentáneo honor de servir a su país desde la política, cuya finalidad última es, en esencia, promover el bienestar general, como reza nuestro Preámbulo constitucional. Se trata claro, de países donde la educación es de avanzada.
Hoy, a los 30 años de la famosa “democracia recuperada”, tenemos un país en demolición, sin rumbo, irrelevante en el mundo, saqueado por propios y extraños, incapaz de auto-abastecerse en todas las formas de energía, políticamente desorganizado, asediado por una feroz delincuencia, con una inflación galopante, y con una Presidente que ante la enormidad de su fracaso, hace un mes que no da señales de vida en su función, lo cual es contrastante con la saturación discursiva a que nos sometió todos estos años.
Dejando de lado la permanente, vergonzosa y falsa propaganda a que nos somete el gobierno (o desgobierno) actual, preguntémonos si en los “30 años de la democracia recuperada” algo ha mejorado en la Argentina más allá de las flagrantes mentiras de un relato capcioso. ¿Los trenes? ¿Las rutas? ¿La vivienda? ¿La seguridad? ¿La salud? ¿La educación? ¿La economía? ¿Las reservas? ¿La corrupción? ¿Los jubilados? ¿El bienestar general?...
No sea cosa de que ante el caos imperante, a cuyo incremento exponencial asistiremos en el futuro cercano, los delincuentes y ladrones que nos gobiernan den un último manotazo de ahogado decretando que bajo esas circunstancias no se puede llamar a elecciones en 2015, con lo cual lograrían un doble propósito: quedarse en el poder y mantener su impunidad. En tal caso, la democracia recuperada habrá sido solo un espejismo…

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