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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Lo esencial es invisible a los ojos y algunas formas de saqueo también…

Sin embargo en mis ojos una pregunta existe/ y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
¡No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste/ abandonada en medio de la tierra infinita!

Pablo Neruda

Pocas veces un “escrache” televisivo fue tan demostrativo de la fractura de los valores esenciales que desde hace milenios los humanos compartimos. El “movilero” le pregunta a un adulto mientras lo filmaba llevándose una mesita robada desde un local comercial saqueado, ¿por qué lo hacía?. La respuesta inmediata fue ¡ y bueno todos lo hacen!.
Unas 6 o 7 décadas antes aproximadamente, el que escribe esta nota había sustraído (¿un niño roba?) un juguete del garaje de la Casa Coeli de Cosquín, cuya puerta estaba abierta y sin nadie que vigilara. Lo llevé a mi casa y se lo mostré a mi padre, que inmediatamente me dijo tienes que devolverlo. Me tomó de la mano y me acompañó entrando por la puerta principal de la juguetería a entregarlo en manos de don Egidio, el propietario. Como podrán comprender, mi memoria es una excelente guardiana de un recuerdo donde la vergüenza que atravesé, dejó sus huellas.
Frente a los saqueos que se iniciaron en la Ciudad de Córdoba y luego se metastizaron a otras ciudades (un término médico pero compatible para usarse en graves enfermedades sociales), recurro nuevamente a R. Velazco que en la Voz expresó: Aquí se generaron heridas sociales que va a llevar tiempo cicatrizar. Lo social incluye siempre al otro, a los que participaron o lo miraron, a los que lo padecieron, a los heridos o deudos de las víctimas. En la violencia nadie está a salvo de una contaminación, para la que aparentemente no hay inmunidad. Sí, hay capacidad de reflexión, de reconstrucción o resiliencia si las condiciones personales o sociales lo hacen posible.
En mi caso, el otro, mi padre era (SER) una persona honesta y estuvo (ESTAR) junto a mi cuando lo necesité con el fin de reparar el daño económico hecho a un vecino.
Antes de preguntarnos si habrá un padre en nuestra sociedad capaz de que rehagan las normas sociales destruidas en los saqueos, la pregunta es por qué ocurrieron. La respuesta generalizada es que no lo fue por hambre de nutrientes ni de cultura. No se robaron alimentos ni tampoco libros como lo señala R. Bertino. ¿Entonces qué necesitaban los saqueadores?. Demostrar que la sociedad necesita un particular estilo de seguridad, donde los que la brindan tienen necesidades insatisfechas a nivel de los agentes que están en los barrios, pero que a niveles altos de conducción, también de la necesidad de una cuota de poder que comparten con gobernantes y en ciertas lamentables circunstancias con grupos de delincuentes parcialmente controlados y de narcotraficantes. La información más fidedigna la brinda un profesor de las academias donde se educan los oficiales de Policía: “el Estado, a través de las prácticas ilegales de sectores activos y poderosos de sus policías, no sólo forma parte del narcotráfico, sino que ha sido el factor determinante de su expansión y configuración actual”… “Los medios tradicionales del Estado para hacer cumplir la ley ya no funcionan, pues el crimen organizado se ha vuelto parte del Estado; un Estado dentro del Estado”.
La conclusión lamentable es de que no solo hubo zonas liberadas para facilitar el saqueo, sino que asimismo se lo habría promovido, despertando en quienes olvidaron los valores esenciales que nos reúnen como sociedad, la posibilidad de acceder a bienes por los que normalmente se requiere el valor trabajo y el valor transable, dinero.
Saqueo según WP “es la toma o el apoderamiento ilegítimo e indiscriminado de bienes ajenos: por la fuerza como parte de una victoria política o militar; en el transcurso de una catástrofe, o tumulto, como una guerra; o bien pacíficamente, aprovechando el descuido o la falta de vigilancia de bienes”.
Cuánto hubo de conspirativo, de premeditado y planificado, solo será posible determinarlo si una investigación independiente de la justicia, lo establece como veraz.
Como vecinos de una ciudad y como ciudadanos de un país que tiene memoria de las consecuencias de desestabilizaciones, saqueos, etc. Y de sus consecuencias que nunca favorecieron los intereses de las mayorías es bueno meditar acerca de si quien ejerce la función de “padre” en nuestra sociedad democrática y con poderes delegados, es (SER) honesto en su conducta respecto a su pueblo y está (ESTAR) junto al mismo con el fin de prevenir o reparar los daños emergentes de algún descuido o falta de vigilancia.
Procuro igualmente referirme a otras formas de “saqueo” que si bien no coinciden con la definición antes mencionada no dejan de ser realmente formas de desestabilización que afectan a mayoritarios sectores de la sociedad. En “Confesiones de un sicario económico” John Perkins “develó” que los 'sicarios económicos' perpetraron crímenes para alterar la economía de países empobrecidos y desviar sus recursos naturales a beneficio de transnacionales y bancos estadounidenses. “Hoy el 0,01% rico actúa contra 7.000 millones de ciudadanos sin recurrir a sicarios económicos. Porque el sistema se ha rediseñado en su beneficio”. Hay un ejemplo más concluyente de lo que creo conveniente recordar y es el que nos dejó quien por medio de una dictadura militar, prometió una gran nación: José Alfredo Martínez de Hoz en 5 años elevó la cotización del dólar en pesos un 635 % con un crecimiento de precios en ese lapso de un 9.095 % y una inflación en dólares del 1.151 por ciento, lo que trajo una pérdida de competitividad, avalancha de importados y cierre de fábricas. De Cavallo ya hemos hablado y el recuerdo es más fresco. A nivel global de lo que se trata “es de una disputa entre la codicia del uno por ciento de la población contra el resto del género humano y hay que dar una pelea sistemática contra estas propuestas neoliberales” nos dice B. Kliksberg.
Sufren un “saqueo” sistemático muchos trabajadores públicos que trabajan en forma precaria en los municipios con un “sueldo” que roza la indignidad. Se produce en municipios, como el nuestro, endeudados de tal manera que para cumplir con los compromisos heredados, destina a tal fin parte importante de sus ingresos.
Como soy médico de hijos de policías, conozco las dificultades en desempeñar con la función paterna luego de prolongadas horas de trabajo, cumpliendo adicionales que tardan en hacerse efectivos. Con poco y ningún apoyo para su permanente estrés y las penurias para cubrir las necesidades básicas de subsistencia y peor aún si se presentan problemas de salud prolongados. Si los recursos del estado son desviados a gastos improductivos como deudas impagables, campañas electorales o promociones personales el sistema de responsabilidades entra en crisis.
Nuestros hijos merecen de nosotros lo mejor, que no es lo último en tecnología, informática, comunicación o en placeres transitorios. Merecen buenos ejemplos y eso jamás será conseguido en un saqueo. Entraremos en el juego de los grandes saqueadores de la humanidad, que dominan en base a nuestras debilidades y la aceptación de nuevos sicarios, a veces vestidos de demócratas y otras de justicieros, pero que terminan haciéndole el juego a los que perpetúan este modelo de inequidad agobiante que se llama “neoliberalismo”.

Benjamín Malamud



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