Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 5 de diciembre de 2013

A 30 AÑOS DE DEMOCRACIA…

Cuando me solicitaron que escriba refiriéndome al tema fue inevitable remontarme a 1983. Precisamente ese 10 de diciembre yo con 11 años me encontraba en mi viaje de estudios, mi madre asumía en la plaza de Huerta Grande como Presidente del Concejo Deliberante de Huerta Grande (hecho anecdótico para mí) y en la Argentina Raúl Ricardo Alfonsín asumía la presidencia de la nación (hecho trascendental para la República Argentina).
De esas épocas vividas mis recuerdos se limitan a la felicidad de participar de la vida política junto a mi familia, de las eternas reuniones donde los chicos jugábamos afuera, de la aventura de salir en las pintadas y pegatinas nocturnas.
Hoy luego de 30 años puedo entender la importancia de ese hecho…la recuperación del sistema democrático para siempre y se me sigue poniendo la piel de gallina al recordar a ese hombre que recitaba el preámbulo como cierre de esos actos multitudinarios.Antes de 1983, probablemente cualquier gobierno democrático hubiera sido derrocado ante un levantamiento militar como el de Semana Santa de 1987, una hiperinflación como la de 1989, un aluvión de hechos de corrupción como los de la década menemista o el corralito del 2001. Este es el legado de Raúl Alfonsín…
Desde la Ley Sáenz Peña hasta su asunción, ningún proceso democrático había alcanzado dos decenios consecutivos. Es así que, desde la perspectiva de la historia argentina contemporánea, el solo hecho de que se cumplan treinta años de aquel proceso político e institucional resulta en sí mismo un motivo de celebración.
De todos modos , y ya no para celebrar, a pesar de funcionar el mecanismo mediante el cual elegimos a nuestros representantes ésta democracia no está madura. En todos los órdenes Nacional, Provincial y Municipal se somete el rol de los cuerpos legislativos a la voluntad del Poder Ejecutivo sin poder establecer políticas de estado consensuadas que se puedan sostener a largo plazo.
Hoy escucho que algunos se adjudican la figura de “herederos”, y se creen los únicos con derecho a gobernar…yo también soy “heredera”, soy heredera de una familia que me transmitió valores y pasión por la militancia, soy heredera del legado del Padre de la Democracia, soy heredera, como todos, de ésta República Argentina a la que tanto le han quitado y que tanto tiene por dar…que quiero desde el humilde rol que me toca cumplir en la sociedad honrar a mis mayores y proteger ese legado para mis hijos.

Lucrecia “Picky” Cavanna
-
El Día de la Democracia

Por Néstor Pousa


El 30 de octubre pasado se me ocurrió divagar si entre tanto festival de feriados, algunos de los cuales que ya ni siquiera se celebran formalmente y otros con festejo posdatado por caer entre semana ¿no sería oportuno instaurar al 30 de octubre como el Día de la Democracia?
Recuerdo perfectamente todo lo que ocurrió el último domingo de octubre de 1983. Para todos empezó muy temprano aquella histórica jornada, a decir verdad casi nos habíamos amanecido en la vigilia, y la ansiedad que nos provocaba la experiencia inédita de elegir un presidente nos empujaba a cumplir con nuestro deber cívico desde las primeras horas de apertura de los comicios. En las puertas de las escuelas donde había que votar se veían largas filas hasta la calle y una imagen que me quedó grabada: padres yendo a votar junto a sus hijos. Es que no era un hecho corriente, en las últimas décadas muchas lagunas de facto habían interrumpido el cauce natural de la sucesión presidencial. Nuestros mayores ya estaban acostumbrados a los ciclos vitales que acumulaba el país, y tal vez hasta un poco desencantados; pero para los que íbamos a votar por primera vez era un estreno esperanzador, a la vez que una sensación algo extraña, para qué negarlo. Los que ese día debutábamos en las urnas formábamos parte de una generación que se había acostumbrado a que se nos impusieran las cosas por la fuerza, más que por la razón, por eso esa primera experiencia era la llave que nos permitía zafar del ahogo claustrofóbico que el autoritarismo provoca, en algunas ocasiones sin que llegues a advertirlo, y ni sepas cuando o cómo reaccionar. Quizás por esa misma sensación es que muchos de nosotros también habíamos sentido la necesidad de participar en alguna de las fuerzas políticas que habían retomado su actividad en los meses previos.
Es necesario recordar que no llegamos a recuperar la democracia por causas naturales, hubo de por medio una guerra absurda (¿qué guerra no lo es?), ya que de no haber existido ese conflicto bélico no se observaba una verdadera vocación de hacerlo por parte de quienes nos gobernaban allá por 1982. Así, los chicos de Malvinas fueron héroes y mártires para que se reinstalara en el país el sistema de gobierno que elegimos como forma de vida, pero que paradójicamente habíamos hecho bastante poco por sostener.
Cierto es que hoy vivimos en medio de una vorágine de frustraciones y contradicciones, y es tan enorme la deuda que tenemos con esta joven democracia que parece que sólo la respetáramos desde el discurso, pero sin hechos concretos que honren la gesta ocurrida 30 años atrás. No obstante tenemos la satisfacción de haber alcanzado un record inédito de permanencia en este sistema como hasta ahora no habíamos podido conseguir. El nuevo desafío será dejar atrás definitivamente a los fantasmas del pasado, para que la libertad y el estado de derecho se consoliden definitivamente y comencemos a vivirlos como algo natural y no como un valor extraordinario. Para eso será necesario analizar nuestra historia reciente sin mentirnos, sin hipocresías ni actos demagógicos, prescindiendo de falsos profetas y sobre todo haciéndonos cargo y sin tener miedo de practicar una rigurosa autocritica. Hemos fallado mucho hasta aquí, pero la única forma de capitalizar la experiencia y zafar de un nuevo fracaso es reconocer y aprender de los propios errores. Cuando lo logremos no será necesario un nuevo feriado para reafirmar nuestra absoluta y genuina voluntad de vivir en libertad. Será una fecha más en el calendario y es lo mejor que nos puede pasar, que esta incipiente democracia que renació un 30 de octubre de 1983 se afiance tan firmemente que ya no necesitemos subrayarla con rojo en el almanaque.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio