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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 28 de noviembre de 2013

30 años de democracia en la memoria, y un presente con materias pendientes

Los años pasan. Se transforman en décadas. Parece ayer, pero pasaron 30 años desde aquel 1983 en que la Argentina retomaba la senda democrática como forma de gobierno y aspirando a integrarla como forma de vida, ya que son dos conceptos muy distintos, aunque ambos enlazados por la palabra “democracia”.
Sin caer en análisis que lleven al tejido de un montón de conceptos y términos sofisticados y rebuscados, trataré de ser lo más claro y concreto posible. El 30 de octubre de 1983 en elecciones libres sin ningún tipo de proscripciones, la ciudadanía votaba y consagró a Raúl Alfonsín como Presidente Constitucional, quién juró el 10 de diciembre y en el mismo acto dejó claro que la promesa de campaña se transformaba en hecho: la persecución penal de todos aquellos que durante la década anterior, sumieron al país en la violencia y la muerte. Esto es los integrantes de las Juntas Militares y las cúpulas de los movimientos armados. Es decir todos los que de de una u otra manera tuvieron que ver con el baño de sangre en los setenta.
Alfonsín, en su concepción social demócrata, creyó que la forma de consolidar la democracia era sin impunidad. Aplicando el estado de derecho. Por eso hubo juicios justos, con recolección de pruebas, con derecho a defensa y todas las garantías que da la Constitución y las leyes.
La otra cara de la moneda, es que no hay democracia sin crecimiento económico con inclusión social. Si falta esto hay democracia formal, pero no democracia real. Es fácil decirlo, pero no debe ser fácil hacerlo. Si así fuera, los distintos gobiernos no habrían fracasado una y otra vez en esta materia.
La realidad se impone por sobre los discursos, y así como ese gran estadista bregaba diciendo que con la democracia se come, se cura y se educa, al cabo de los años merced a los errores propios y la acechanza de los factores de poder económico, que no se casan con nadie solo se “alquilan” de momento cuando alguien les hace el baile del caño, terminaron tumbando al gobierno radical a través del golpe de mercado de febrero de 1989, que en cinco meses hiperinflación mediante aniquiló al alfonsinismo, empobreció a la población, colaboró para la elección de Menem como Presidente y de paso le marcó la cancha al riojano, advirtiéndole como podía terminar si primaban en su postura los gestos heroicos y quijotescos que mostraba en campaña.
La llegada de Menem al gobierno con 5 meses de antelación, significó la entrada del neoliberalismo a la Argentina por la puerta grande, de la mano del mayor camaleón de la historia, quién de vestirse con poncho y mostrar patillas, fue mutando poco a poco a personero de los intereses del gran capital internacional que “VENÍAN POR TODO” las empresas estatales, gran parte del sector privado que hasta ese momento estaba en manos de la burguesía nacional, y por la transformación de la moral ciudadana por una concepción exitista, de que para triunfar hay que ser lindo o linda, tener plata y “estar a la onda”.
Párrafo aparte merece la consagración de la impunidad, materializada por Menem bajo el paraguas del indulto que permitió la salida en libertad de Videla, Massera y Firmenich entre otros despreciables personajes responsables de la matanza de los años 70. Con el argumento banal e hipócrita de la “reconciliación nacional”.
Menem y Cavallo en 5 años, desde el 91 al 96, desguazaron al estado argentino, entregaron las empresas estatales por centavos, abrieron la puerta a la liberación de los mercados, congelaron el tipo de cambio en un dólar a un peso, y de ese modo terminaron de aniquilar el aparato productivo e industrial. Se llevaron puesta a la sociedad, que solamente estaba entretenida en comprar en cuotas fijas motos, televisores, lavarropas y otros artículos para el hogar. La reelección de Menem, Pacto de Olivos y reforma constitucional de por medio, fue apenas un trámite electoral. Cuatro años más de lo mismo, del 95 al 99. Piloto automático. Convertibilidad agotada.
El segundo mandato de Menem fue hacer la plancha y ver como llegaba al 99 para intentar seguir mediante la interpretación tramposa de una cláusula constitucional. No pudo, porque la misma Corte Suprema de la mayoría automática se lo impidió. Esto no fue un hecho de grandeza moral de los jueces. Hagamos memoria y revisemos archivos periodísticos y podremos comprobar que por la misma época el Departamento de Estado de Estados Unidos y el Presidente Bill Clinton expresaron públicamente su desaprobación. La lectura es simple, hecho el trabajo, el personero es material de descarte y que pase el que siga.
Menem tuvo que irse al completar su segundo mandato. Sin opción de re-reelección, el Partido Justicialista llevó como candidato a la Presidencia al gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, y la oposición que desde 1997 estaba unida en el marco de la Alianza de la UCR y el FREPASO, tuvo la chance real de acceder al poder en 1999.
Fernando de la Rúa y Chacho Álvarez ganaron las elecciones del 24 de octubre de 1999 en forma contundente. Por primera vez, estando el peronismo en el poder, se produjo su salida por los mecanismos democráticos y republicanos, es decir por medio de una derrota electoral. Las dos veces anteriores, 1955 y 1976, fue a través de sendos golpes de estado y las terribles consecuencias para la población en cada caso.
Lamentablemente, estos dos hombres se ve que no tenían bien definido que iban a hacer con la Argentina, ya que, a poco de asumir empezaron las diferencias doctrinarias y programáticas a aflorar a la superficie, con el consecuente estado de debilidad política para un gobierno que pretendía juntar el agua con el aceite. De la Rúa provenía del sector conservador de la UCR, enlazado maritalmente con la familia Pertiné de fuertes sesgos con las fuerzas armadas de antaño. Chacho, por su parte, venía huyendo del Partido Justicialista cuando éste dejó de ser peronista para transformarse en adalid del mercado. Solo un milagro hubiera podido hacer conjugar a estos dos hombres. Y ese milagro no se produjo, porque los milagros no los generan los hombres.
A poco de andar, De la Rúa se obsesiona con una ley de flexibilización laboral, que para él era la salida a flote de la economía. Y la ley finalmente sale con votos de senadores peronistas que la apoyan. Se ve que alguien que fue dejado de lado en las negociaciones políticas y económicas que rondaron su aprobación, decidió prender el ventilador, y términos como “La Banelco”, “Coimas en el Senado”, empezaron a formar de la realidad cotidiana de los argentinos, para algunos con desazón, para otros como motivos de humoradas por la vía de la ironía y el sarcasmo, algo tan propio de nuestra idiosincrasia.
Chacho da el portazo y se va renunciando a la vicepresidencia para la que el pueblo la había elegido. De la Rúa para maquillar la salida de Flamarique, Ministro de Trabajo, y de Fernando de Santibáñez, director de la SIDE, presuntos negociador y cajero del pago de los estímulos a los senadores justicialistas para la aprobación de la reforma laboral, hace puré a medio gabinete nacional, y el Gobierno queda herido ante los factores de poder económico, que como los tiburones rondan tranquilamente las aguas hasta sienten olor a sangre y se lanzan tras la presa.
A su vez el rumbo económico del gobierno, era el que habían prometido en campaña, continuación de la estabilidad, lo que no estaba en el libreto proselitista era la profundización del ajuste, que cada vez se hacía mayor, con la quita del 13 por ciento a los jubilados, el recorte de los presupuestos educativos y de salud. Sale Machinea y entra López Murphy al Palacio de Hacienda.
Dos semanas después, López Murphy es eyectado por la presión popular cuando quiso imponer un ajuste solo comparable con el que la Unión Europea le exige por estos tiempos a Grecia.
Finalmente nos caemos de las brasas al fuego. De la Rúa nombra a CAVALLO Ministro de Economía, en la creencia que por ser el Padre de la Convertibilidad, y ésta al llegar a la adolescencia muestra signos de rebeldía, es el único en condiciones de fijarle “pautas de conducta” y enderezar el rumbo. Esto es marzo de 2001. Nueve meses después, estalla todo, corralito, corralón, confiscación de los depósitos bancarios, saqueos, estado de sitio, 5 muertos en la Plaza de Mayo y más de 40 en todo el país. Primero se va Cavallo, como las ratas que abandonan el barco. Al día siguiente se va De la Rúa, en helicóptero, como 25 años antes lo hizo Isabel Perón.
Pero en algo hemos mejorado, ésta vez fue por renuncia presentada al Congreso y aceptada por éste. La vez anterior fue por golpe de estado perpetrado por los que a la postre fueron los mayores genocidas de la historia argentina.
Sale De la Rúa, asume Puerta, en su calidad de Presidente Provisional del Senado, a las 48 horas el Peronismo que tenía mayoría en las dos cámaras del Congreso por su triunfo en las legislativas de octubre de 2001, consagra a Adolfo Rodríguez Saa, eterno gobernador de San Luis, para que conduzca la nave por tres meses, convoque a elecciones y se elija Presidente que complete el mandato trunco de De la Rúa, ya se relamían De la Sota, Ruckauf, Kirchner, Duhalde y otros mas que se veían en el sillón de Rivadavia.
Pero “el Adolfo” no pensaba lo mismo, apenas asume declara estruendosamente la cesación de pagos de la deuda externa, como si hiciera falta declarar un hecho consumado y empieza a comportarse como si lo hubiera votado el 90 por ciento de la Argentina por un mandato de 20 años. Adolfo querido, gobernar la Argentina no es como ser el dueño del feudo en San Luis. A De la Rúa le pasó, gobernar la Ciudad de Buenos Aires no necesariamente te da el examen de aprobación para conducir el País.
El núcleo duro del PJ, advertidos de los cambios de actitud de su majestad Adolfo I, decide moverle la alfombra para ver si tiene dotes de malabarista, y como no las tiene sucumbe a un cacerolazo en el cuál los activistas de siempre queman una oficina del Congreso y casi hacen lo propio en la Casa Rosada. Adolfo huye a Chapadmalal, es verano y hay que descansar el fin de semana ya que en Buenos Aires está todo tranquilo irónicamente hablando, con su séquito y pasa una noche de terror en la que le cortan la luz y se quedan toda la noche despiertos pensando que en el fragor de la madrugada alguien podía venir por ellos. Como nada es mejor que la comodidad del hogar, el hombre con buen criterio se va a San Luis y desde allí renuncia a la Presidencia con una transmisión televisiva defectuosa, que más bien parecía la primera transmisión experimental en los años 50.
Abdica Adolfo I, pero como la Argentina no es una monarquía a pesar de algunos presidentes que si lo creyeron, el poder debe pasar por los mecanismos instituciones. Puerta, el segundo en la línea de sucesión, renuncia a su cargo dos horas después de la abdicación de Su Majestad. Asume Camaño, Presidente de la Cámara de Diputados, hombre de Duhalde, a su vez el hombre fuerte de la Argentina en ese momento, una especie de Juan Manuel de Rosas del siglo 21. Finalmente parece imponerse la cordura, reitero parece, y Duhalde es consagrado Presidente por la Asamblea Legislativa el 1º de enero de 2002. Cinco presidentes en diez días.
Hago un paralelismo histórico, el 20 de junio de 1820 moría Manuel Belgrano, Padre de la Patria, en soledad, enfermo y abandonado por todos. Sin embargo la noticia en La Gaceta no fue su necrológica, sino que ese día la Provincia de Buenos Aires, que hacía de hermana mayor del país, tuvo tres gobernadores en simultáneo, en vivo y en directo.
Duhalde decreta el fin de la convertibilidad, libera el precio del dólar, cierra importaciones y aplica retenciones a las exportaciones al agro, que Menem se las había sacado. El dólar de 1 peso para a 1,40 y de aquí al infinito llegando a tocar los 4,50 en el mes de Abril de 2002, momento en el cuál salen eyectados Remes Lenicov, Ministro de Economía y Jorge Capitanich, Jefe de Gabinete, si el mismo que juro igual cargo la semana pasada. Se ahonda la pobreza. Llega Lavagna a Economía y parece que la cosa esta vez se encamina.
Duhalde transita por el campo minado. Poco a poco la economía recupera vigor en razón de la sustitución de importaciones y el crecimiento del precio internacional de la Soja. Las muertes de Kostecki y Santillán a manos de la policía bonaerense en la estación Avellaneda, derivada del corte en el Puente Pueyrredón, son un hachazo en medio de la frente para el Hombre Fuerte. Decide adelantar su salida del 10 de diciembre de 2003 al 25 de mayo de ese año, convocando a elecciones para el 27 de abril de 2003.
Duhalde no lo quiere a Menem, y el sentimiento es recíproco. Menem quiere volver, ahora que está reciclado con esposa nueva, chilena y 30 años más joven. Duhalde no puede ni quiere ser candidato, no se tiene fe, y el miedo no es sonso, sabe que puede hacer un papel payasesco en las urnas, desgastado por la gestión de gobierno y la ausencia de carisma, mal endémico que lo ha perseguido toda su vida. Duhalde busca un delfín. Alguien que pueda hacer de chirolita mientras él representa el papel de Chasman, que es el que mejor le cuadra con sus antecedentes.
Empieza el casting en el PJ, están todos invitados por Duhalde, menos los chicos malos desde su punto de vista y del de muchos también, esto es Menem y Rodríguez Saá.
El participante número uno es: Carlos Alberto Reutemann, “el Lole”, ex piloto de fórmula uno, gobernador de Santa Fe dos veces y Senador Nacional, metido a político por Menem en el 91 junto a Palito Ortega en la innovación cholulesca de la dirigencia. Pero el Lole es un chico complicado, parco, adusto, de pocas palabras, mas tirado a la meditación ermitaña que a la acción expresa y le planta cara y le dice que no. Las razones, nadie sabe, tal vez Duhalde, pero lo dudo.
El participante número dos es: adivinen…. Si José Manuel de la Sota, Gobernador de Córdoba en su primer mandato, y con hándicap de haber barrido con 16 años de gobierno radical en su terruño. A diferencia de Lole, se anota al toque no sea cosa que Duhalde haga pasar al participante número tres. Y como en todo casting le toca empezar a actuar. Pero a poco de desfilar, un petiso bigotudo, jetón y revoltoso, de su provincia y de su partido, al que había nombrado Fiscal Anticorrupción creyendo ingenuamente que de ese modo lo iba a tener contento, empieza a cargarse a distintos funcionarios de su gobierno con diversas denuncias. En de dos meses, Luis Juez le aniquila medio gabinete y lo tienen que echar a empujones, no sea cosa que complete la mitad restante.
Pero el daño está hecho, José Manuel nunca midió lo suficiente como para enfrentar a Menem y el Pancho Dotto de la Política Argentina, o sea Duhalde, le pica el boleto y lo manda de vuelta a casa.
Y llegamos al participante número tres: Kirchner, gobernador de Santa Cruz, y resulta elegido delfín y candidato a la sucesión. Resulta que tampoco hay más participantes, al menos del gusto de Duhalde.
Empieza el 2003, y Duhalde con genio estratégico y ayuda judicial logra el batacazo de que no haya internas en el PJ y los tres inscriptos compitan directamente en la general, sin usar el sello partidario, ni el rostro de Perón y Evita en sus publicidades y boletas electorales.
27 de abril de 2003: Primera vuelta. Menem 24%, Kirchner 22%, López Murphy 17%, Rodríguez Saa 12%, Carrió 11%, Moreau 3%. Pasan a la segunda vuelta Menem y Kirchner. Aquí al contrario del dicho popular se impone el “MAS VALE BUENO POR CONOCER QUE MALO CONOCIDISIMO”. Kirchner sube en las encuestas hasta el 70 % y Menem ante la inminencia de ser sepultado en votos, tira la toalla desde La Rioja y renuncia a presentarse al ballotage. Kirchner es proclamado presidente con el 22 % de los votos.
Asume Kirchner y parece que de chirolita no tiene nada. Mantiene a parte del equipo de gobierno de Duhalde, Lavagna por supuesto incluido. Y empieza con la barrida. En las fuerzas armadas pasa a retiro a 45 altos oficiales. Al día siguiente renuncia el presidente de la Corte Suprema y en el término de un año y medio desarma la mayoría automática con la salida de 6 jueces del alto tribunal. Alto porque sus oficinas están en el 5º piso del edificio de la calle Talcahuano. Valga la aclaración. Unos con criterio renuncian, otros tozudos, resisten, finalmente los hombres son sometidos a Juicio Político y son destituidos.
La economía va viento en popa y el patagónico saca provecho de ello. Kirchner y Lavagna forman buen equipo. Se logra el mayor canje de deuda externa de la historia económica mundial. Se desembaraza de Duhalde al que condena al ostracismo político. Se inserta en un proceso de integración regional junto a Lula en Brasil y Chávez en Venezuela y le liquida al Fondo Monetario Internacional la deuda de contado en sintonía con Brasil que había hecho lo mismo una semana antes..
Transita su mandato con las variables sociales y económicas en alza, llegando a niveles de popularidad solo comparables a los que gozaron Yrigoyen, Perón y Alfonsín en sus primeros dos años de mandato. Y teniendo todo para optar a una cómoda reelección, ya sin Lavagna en el equipo, decide no participar y empujar la candidatura de su esposa, en ese momento Senadora Nacional por la Provincia de Buenos Aires, quién gana en primera vuelta las elecciones presidenciales del año 2007. Sobre el final de su mandato dos escándalos de corrupción le quitan el invicto en la materia: Skanska y la valija de Antonini Wilson, extraño personaje venezolano, que intentó ingresar 800 mil dólares en agosto de 2007, y finalmente terminó exiliándose en Estados Unidos con todo un ribete judicial en Miami en que estuvieron involucrados varios agentes secretos de Venezuela.
A los pocos meses de iniciado el mandato de Cristina Fernández, estalla el conflicto con el campo por las retenciones móviles. Esta crisis, devino en una paralización del país por espacio de cuatro meses. El gobierno acorralado por las circunstancias impulsa la aprobación parlamentaria de la resolución 125, la que es rechazada en el Senado por el voto “no positivo” del vicepresidente Julio Cobos. Éste traspié tuvo como consecuencia directa la derrota en las elecciones legislativas del año 2009, en la cuales Kirchner es derrotado en la Provincia de Buenos Aires, y ante la inminencia de la pérdida de la mayoría en las Cámaras el kirchnerismo en el lapso comprendido entre julio y diciembre de 2009, impulsa muchas leyes para blindarse, entre las que se pueden enumerar: prórroga de poderes especiales, de la emergencia, reforma política y ley de medios.
Ésta última a instancias de la cruenta pelea entre el Gobierno y el Grupo Clarín, aliados primero y enfrentados a partir del conflicto con el campo. Esta pelea con episodios hasta el presente, ha marcado la segunda fase del kirchnerismo desde la asunción de Cristina Fernandez hasta la actualidad. Pero no es la única confrontación abierta, también se dan otras en otros estamentos como la Iglesia, las Fuerzas de Seguridad, el arco de medios no oficialistas, el sindicalismo moyanista, antes aliado y ahora distanciado por las pujas de poder, entre otros factores, consolidaron la imagen del gobierno como tendiente a la hegemonía y la detracción y escarnio público de los opositores y eventuales cuestionadores de la política oficial, inspecciones de la AFIP mediante.
Otro punto no menor es el cambio de paradigma en cuanto a los negocios vinculados al poder; esto es la sustitución del viejo esquema de la época menemista de peajes a los empresarios por la participación actual de los denominados “amigos del poder”, un conglomerado de empresas de titularidad de sujetos cercanos al oficialismo y a las que algunas investigaciones periodísticas les atribuyen el carácter de testaferros, principales ejecutores de la obra pública en la última década, y en algunos casos de vinculaciones a la etapa de Kirchner como gobernador de Santa Cruz, es decir desde 1991 al 2003.
La salida y fin de ciclo del kirchnerismo ya se daban por hechos inevitables a ocurrir en el año 2011, cuando la sorpresiva muerte de Kirchner el día del censo nacional 2010 y el efecto duelo, hizo resucitar políticamente a Cristina Fernández quién ganó su reelección en el año 2011. Pero es efímero su capital político, ya que, distintos hechos políticos y judiciales entre ellos la causa Ciccone que arrastra por el fango al actual vicepresidente Boudou, la confrontación con el sindicalismo de Hugo Moyano, el cepo cambiario y la negación permanente de la espiral inflacionaria generan un descontento de la sociedad que se plasmó en la derrota del Gobierno Nacional en las elecciones legislativas del 2013.
Lo demás es historia reciente y creo que no es el propósito de ésta nota, ya que la misma es una reseña de los hechos candentes vividos en este devenir democrático, y que ya forman parte de la historia argentina.
Podemos decir que la democracia se ha consolidado como sistema de gobierno en la Argentina a pesar de ciertos momentos de zozobra. Esto no es un cheque en blanco. Ni significa dormirse en los laureles. Todo lo contrario hay mucho por hacer. Hay materias pendientes. Estamos mejor que en el 2001 en lo económico pero con reservas e incertidumbre en cuanto al corto y mediano plazo, por ciertos aspectos de la política económica que dejan varios interrogantes sobre el particular, pero en lo social hay graves problemáticas que enfrentar. La droga y el narcotráfico son temas muy graves que destruyen a los niños y jóvenes, y sin ellos que futuro nos espera.
Esto es responsabilidad de todos. No de los gobernantes solamente. Ellos tienen la mayor tarea por hacer, pues para eso han sido elegidos. Pero la democracia debe ser representativa no delegativa, y un mal del que adolecemos los argentinos justamente es ese, vivimos bregando para que otro u otros hagan todo por nosotros. Es un aspecto de nuestra idiosincrasia que tenemos que cambiar.
Por lo demás, a diferencia de algunos trasnochados, que ante la menor dificultad disparan verbalmente: “ACA TIENEN QUE VOLVER LOS MILICOS”, como muchos que gritan y putean en los bares pero no asumen compromiso político, que no es solamente de partidos, abarca mucho mas desde la participación en el centro vecinal del barrio, en comisiones escolares, clubes, mutuales, cooperadoras, parroquias y credos religiosos, la única forma es comprometerse y actuar no protestar desde la tribuna. Estoy persuadido que el balance es positivo. No es todo ganancia. Tiene saldo positivo. De que siga así y mejore el resultado depende exclusivamente de todos nosotros.

Sebastián Tassart

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