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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 7 de noviembre de 2013

A 30 años de Democracia

A partir de la presente edición, iremos incorporando paulatinamente el pensamiento de actores políticos y sociales sobre estos 30 años de Democracia ininterrumpida. A tal efecto, se les está invitando a la participación, como también podrán hacerlo los lectores o vecinos que se dispongan a ello, no teniendo más que elevar sus escritos vía mail.

El poder en manos del pueblo

Hay muchas hojas de historia escrita que no quisiera reproducir aquí, sólo quiero compartir mis sentimientos acerca de esta democracia en la que siempre viví, la que valoro, la que me permite hoy participar activamente, involucrarme con pasión y defender mis convicciones. Esta democracia donde la participación del pueblo en la formación, conducción y control de los órganos del gobierno es la principal herramienta. Esta democracia, en la que a veces coincidimos y a veces disentimos, pero que nos permite pronunciar nuestras opiniones con libertad y construirla a través de la multiplicidad de miradas. Esta democracia, nuestra democracia, donde los procesos electorales son su exteriorización más pura, en los que atravesamos momentos de regocijo y libertad. Momentos benditos, porque nos permiten la convivencia civilizada y porque, con todas sus imperfecciones, nos hacen dueños de nuestro destino, a través de nuestras elecciones.
Si algo aprendí en estos 30 años, es que la democracia debe asentarse en el consenso y sustentarse en el reconocimiento y respeto del disenso. Por eso, que alguien gane o alguien pierda no debería ser un problema. Con unos o con otros, la democracia seguirá su camino e irá encontrando las fórmulas hacia el bienestar. Debemos todos aprender que nos toque el lugar que nos toque, allí debemos estar tratando de poner el hombro para servir al Estado y NO para servirnos del Estado. La buena fe debe ser nuestro lema. Casi todo lo demás es negociable.
Celebro estos 30 años de democracia, porque tienen ese valor inigualable de poner las cosas en su lugar por medio de la decisión de los votantes. Celebro estos 30 años en los que la madurez democrática se demuestra buscando alternativas para construir el futuro y convivir en la diversidad. Celebros estos 30 años y brindo por cientos de miles más…

Susana Tuzio Pineda
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Una cuestión de buenas personas

Por primera vez en la historia desde la sanción de la Ley Saenz Peña (1912) la Argentina cumple treinta años ininterrumpidos de Estado de Derecho. Nada más ni nada menos que tres décadas de vigencia de la Constitución. Ejercitando y ejerciendo el voto universal.
Pero se advierte que la escuela pública se deteriora…la enseñanza media no es formadora laboral y la cultura del trabajo esta desvalorizada…la salud publica se colapsó, la difusión política partidaria empalaga, la corrupción se toma como un daño colateral y por ende las instituciones se debilitan. El debate político ha perdido calidad y muchas veces se rehúsa. La inseguridad es manifiesta, la economía inestable…el narcotráfico avanza y se instala; las corporaciones siguen teniendo vigencia: las profesionales, las laborales, las políticas, las privadas y las del Estado: todas (salvo excepciones) profundizan su lobby y direccionan sus acciones y objetivos particulares.
Estamos en mora con las concertaciones de políticas de estado, con el crecimiento sustentable y con el cuidado de los recursos naturales.
No obstante, afortunadamente en este presente hay Democracia, pero continúa siendo débil por arbitrariedades y desatinos. La Democracia es más que un sistema de gobierno, cuando no la tenemos la extrañamos y la consideramos, y cuando esta vigente la zarandeamos y dejamos jirones de ella en cada uno de los estamentos.
La política no es solo el arte de hacer posible lo imposible, la República es mucho más que un territorio o jurisdicción y ser progresista no es solo vituperar los dogmas y mucho menos aferrarse a los relatos únicos aceptando populismos demagógicos.
Los hombres preclaros, probos y de avanzada no son estatuas inertes, son personas que anhelan un mundo mejor, un futuro digno en lugares libres, sin dependencias monárquicas, alejados de los prejuicios, sin ataduras impúdicas y sin discriminaciones.
Las ideologías prevalecientes no siempre tienen tonalidades de fe, a veces son lisa y llanamente autoritarias, con un poder privativo ejercido desde lo público. En nuestra patria las divisiones políticas, sociales y filosóficas son marcadamente intransigentes, los fanatismos, cualquiera fuese el lugar, signo ideológico y procedencia, son nocivos.
La verdadera Historia no es la escrita por los que ganaron una batalla, ni la de los perdidosos ocasionales, es una totalidad de aciertos y errores, de las mayorías y de las minorías, en hechos fundacionales y en hechos cotidianos, en épocas de carencias y en momentos de bonanza. A veces hay abismos entre lo que anhelamos y lo que logramos.
Una recatada aspiración sería reivindicar los valores, las ideas y las conductas procurando ser buenas personas. Lo demás llega por añadidura.

Carlos Enrique Perez
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Cuando 30 años son pocos y demasiados al mismo tiempo

Raúl Alfonsín
Carlos Menem
Carlos
Fernando De La Rua
Puerta, Rodríguez Saa, Camaño
Eduardo Duhalde
Néstor Kirchner
Cristina Fernández
Cristina


Medidos en meses, días o minutos, sin duda que treinta años son siempre la misma cantidad de tiempo. Desde una óptica histórica esta medida para la evolución de un país significa poco más que un parpadeo; pero para cada uno de nosotros, medidos desde lo vital e individual, este período ha resultado por demás largo, castigador y muchas veces angustiante.
No obstante ello, la esperanza sigue presente aunque ningún dato de la realidad la aliente. Es como que la democracia se desarrollo al revés, de más a menos, de mejor a peor, de motivo de lucha a supervivencia, de orgullo ante el mundo a oculta vergüenza.
Pero está bien. Aquí estamos y aquí seguimos con la total convicción de que es la mejor y única manera, la mas digna de nacer, crecer y morir.
No pretendo analizar el acontecimiento desde la perspectiva histórica, muchos lo han hecho por estos días con solvencia y profundidad. Quiero hacerlo desde la visión personal y sesgada de alguien que lloró de emoción aquel 10 de diciembre del 83 en la misma Plaza de Mayo, a éste que hasta es capaz de poner en duda el accionar de algunos organismos de los derechos humanos.
La degradación de la ética, de la honestidad y de la militancia en estos 30 años es visible y patética. No soy ajeno a esto, cuando me tocó hacerlo desde altos cargos políticos lo lleve adelante con absoluta dedicación y honestidad, siento que también soy parte de de la decadencia y agradezco poder superar mi ego y expresarlo.
Este breve comentario no busca llevar desesperanza, por el contrario, nuevamente construyo mi propia perspectiva con el pensamiento de que ahora si, estamos por fin, ante una bisagra histórica de cambio para adelante, para arriba, para más.
No importa quienes sean los personajes del futuro, el hombre en su inmensa habilidad para interpretar a la sociedad es capaz de realizar los cambios más impensados en sus conductas. Las últimas elecciones han demostrado que los votos no son de nadie, que no hay verso ni mentira que pueda mantener el engaño por siempre, que ni los subsidios, ni las dádivas seducen al vecino, que la confrontación ya no amedrenta sino que aleja al hombre de la autoridad y que la lucha contra corrupción será la demanda del 2015 como lo fue la democracia en el 83, la estabilidad económica en el 89 y la salida del caos en el 2003.
Percibo que a muchos les pasa lo mismo y a ellos me dirijo cuando digo que no está todo perdido, que el desgaste que sentimos empieza a expresarse con innumerables signos elocuentes y palpables. Apuesto a que sean estos próximos 30 años los que comiencen a insinuar un país más serio, más honesto, más justo y más vivible en lo que sería la evolución o el crecimiento de la vida democrática que mide y evalúa sus ciclos en siglos y no en el simple período de una vida como la nuestra.
Mientras tanto, mientras estos próximos años llegan, lamentablemente sigue muriendo un montón de gente y otro montón ve frustradas año a año sus más simples sueños. No pierdo la esperanza de que algún día sean recompensados los que más sufren y los que carecen de posibilidades de desarrollarse. El tema es que todos tenemos un poco de culpa, por cierto algunos muchísima más, aunque de ellos nada espero.
Se recuperó la democracia y todo parecía espectacular, al poco andar, la crisis de la deuda externa, los bajos precios de los comodities y la impericia económica más el aprovechamiento de esta realidad por parte de la oposición lograron la primera desilusión. Llego la esperanza federal y lo resumo en su frase celebre “si decía lo que quería hacer, nadie me votaba”. Stop. Llegó el recambio y su conductor cuando despertó de la siesta estaba arriba de un helicóptero. Entramos en el periodo más oscuro, difícil y traumático de nuestra democracia, cualquier día podía ser el último y la moneda estaba dando vueltas en el aire, la astucia quiso que le tocara a los del sur que se consumieron una década tratando de construir un pasado en vez de insertarnos en el futuro. Se ha transitado una década dividiendo a la sociedad y avivando rencores que llevará años cicatrizar, se ha caído en el discurso vulgar y en la negación de lo evidente, la mentira para todos y todas. Al fin y al cabo ellos lo propusieron y la sociedad lo aceptó. Joderse y a llorar al campito.
Para que engañarnos, me duele aceptarlo, pero lo último que haría es tratar de engañarme a mi mismo. Sé que la democracia puede inclinar la balanza para el lado de los ciudadanos y cobijarnos en sus virtudes y beneficios. Sé también, que las enseñanzas de estos 30 años sagrados se preparan para empezar a marcar las pautas de los próximos 30. Un paso adelante y dos para atrás, pero andando vamos.

Jorge “Cuquin” Amelio Ortiz

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