Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Quienes somos?

La vida invadida y gestionada por el poder

Tal es la pregunta que me formulo cuando intento escribir sobre la esquiva historia de la fecha fundacional de la ciudad de La Falda. Será posible que nuestros fracasos a la hora de narrar los sucesos que nos dieron origen, tenga que ver con esta pregunta. Se dice que la construcción de la identidad cultural es un proceso permanente; entonces, la identidad social y cultural de nuestra sociedad estaría atravesando una situación de un policulturalismo que coarta la posibilidad de una identificación sólida, inalterable, que nos permita una construcción social con apego a los valores y las creencias de esta comunidad de destino. Mi idea de la realidad me lleva a decir que aquellos que en reiteradas oportunidades se preguntaron por la identidad de nuestro pueblo, han pretendido darle una fecha fundacional con los mecanismos legales que establecen un Estado de Derecho, y que sin embargo hasta el presente tales intentos no llegan a feliz termino, he aquí la cuestión, que se parece a un nudo Giordano, que solo admite soluciones creativas. Hasta ahora se ha pretendido alimentar el imaginario social en base a cuestiones formales, pero no se provee las condiciones socioculturales para la internalización en los habitantes de tal símbolo identitario de su ciudad, así las cosas una y otra vez se trata de cambiar mediante métodos similares algo tan preciado para nuestra historia como lo es su fecha fundacional. Como sociedad no hemos sido más o menos desgraciados sin ella, pero tal vez nos hemos privado de la posibilidad de afianzar sentimientos de pertenencia, de identidad cultural, tan necesaria en estos tiempos en especial para los más jóvenes. Pero la condición humana como dice Hannah Arendt tiene esa naturaleza todo lo que entra en contacto con el hombre tiene un carácter condicionante de la existencia humana, sin lugar a duda lo errático de su fecha fundacional no fue un condicionamiento que impidiera la vida, es así que convivimos sin ella sin mayor preocupación. Pero el hecho de estar en permanente transición con algo tan sensible para la construcción de nuestro presente, suena a frustración y bochorno. Mi familia lleva mas de un siglo en esta ciudad, parafraseando a los ilustres del pensamiento se diría que lo hicimos consumiendo lo hermoso y disfrutando lo bello que ella nos brinda; cuatro generaciones nacieron en estas tierras, las vivencias que me trasmite mi padre y a la que a su vez le trasmitió el suyo y las que hoy le trasmito a mis hijos y hare lo propio con mi nieta, es que a lo largo de estos cien años todos los relatos tienen un origen en común el Hotel Edén. Un icono histórico muy fuerte, por momentos controvertido, que me lleva a pensar que nuestro inconsciente colectivo rehúye de su historia, pero que siempre de una forma u otra nos alcanza; por mucho que nos pese el estará siempre ligado a nuestra identidad cultural y social. Pero estas apreciaciones resultan solo una digresión, diferentes hechos históricos documentados, han movilizados a individuos e instituciones a arrojarse a la incierta tarea de establecer una fecha fundacional para La Falda, como el broche de oro identitario al interrogante ¿Quienes Somos? Aquí Clío musa inspiradora de la Historia nos abandona, porque parece ser que, compulsivamente repetimos sin recordar, siendo que se pretende actuar a nivel de la estructura simbólica de la memoria social, quien se encarga de legitimar los acontecimientos que constituyen nuestra identidad. Desde las ciencias sociales se expresa que la memoria social se encuentra representada por las “ideologías”. Así las cosas y a la luz de los acontecimientos, las ideologías que movilizaron los actos con aspiraciones instituyentes para nuestra comunidad, no fueron, ni lo son, por todos compartidas; se diría que se trató de actos legitimadores de autoridad, en una suerte de sello de la continuidad de los valores de un determinado grupo social. Así su idea de realidad queda desvinculada de otros grupos sociales, los que en el devenir del tiempo promueven los mismos procesos de manipulación de la memoria social, con similares resultados. Una suerte de violencia simbólica, al decir de Pierre Bourdieu, como estrategia en un juego de poder, entre sectores sociales, y en términos foucaultianos un poder en si mismo que normatiza la vida, en la que la comunidad, asistida por el escepticismo y el pesimismo, incomunicada entre ella, pasivamente admite esta manipulación, como convidada de piedra, pues de allí se obtiene ventajas, unos y otros pretenden imponerse a través de la apariencia de causa noble y al amparo del desconocimiento de sus consecuencias por su intangibilidad, lo que definitivamente niega al pueblo la estabilidad de su identidad a través de un símbolo trascendente de común-unidad. A la postre como lo expresa la filósofa Hannah Arendt: Platón no tenía indicio alguno del concepto moderno de la historia, haya sido el primero en inventar la metáfora de un actor tras la escena que, a espaldas de los hombres que actúan, tiran de los hilos y es responsable de la historia.

Javier Benavidez
Vecino de B° Parque Jardín


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