Propuesta a la Presidente del Concejo de la Ciudad

Sra. Presidente del Consejo de la Ciudad de La Falda
Marta Alicia Defilpo

S / D

Como vecino del Barrio Parque Jardín, me dirijo a Ud. a los fines de hacerle conocer mi satisfacción por este nuevo relanzamiento del Consejo de la Ciudad de La Falda, que fue y será un espacio señero de participación de los distintos sectores de nuestra comunidad, en especial los relacionados al Trabajo y la Productividad, como lo refleja el espíritu de Nuestra Carta Orgánica. Un espacio democrático que en reiteradas oportunidades fue atrapado por individualismos exacerbados, que impedían un trabajo en equipo, como se ha expresado por la ruptura de la trama social, producto de tantos años de cultura autoritaria en nuestro país. Consciente de las serias dificultades que acarrean la búsqueda de consensos en una democracia participativa, en un mundo en el que los sujetos huyen de su responsabilidad, con la mayor prudencia y respeto, deseo hacerle llegar mi inquietud, que contemplan acciones a futuro que admiten nuevos criterios para el logro de garantizar la eficacia institucional que redunde en una mayor y mejor calidad de vida de los habitantes de la ciudad de La Falda. Ellas están relacionadas al Consejo que dignamente usted preside, para evitar una improductividad cultural como consecuencia del desencuentro irreconciliable de actores sociales. Es menester entonces las modificatorias necesarias a los mecanismos legales e institucionales para la designación de las máximas autoridad del Consejo de La Ciudad, a mi entender el presidente ad Honoren del mismo debería ser el Titular del Ejecutivo Municipal, quien a su vez nombre un Secretario General que coordine las actividades del mismo. Creo conveniente que la persona que se encuentre dirigiendo los destinos de la ciudad, cuente con propuestas creativas desinteresadas, conducentes al empoderamiento de nuestra ciudad. Mis pensamientos me lleva a expresar que una sintonía administrativa, del Ejecutivo y el Consejo, evitaran la distorsión de la función, cuando se pretende asumir posturas inconducentes, o en el peor de los casos posicionarse en forma indebida como oposición político partidaria. Los disensos son saludables porque entre otras cosas enriquecen el pensamiento creativo, pero debemos evitar por todos los medios a nuestro alcance, que la función no se pase de un extremo a otro, de tal forma que la sinergia social no desvíe su objetivo, que es la construcción del mejor presente para nuestro pueblo, sin considerar signos partidarios, credos, razas y/o minorías etc. Asimismo es necesario que esa nueva estructura de funcionamiento institucional debe de proveer la independencia, necesaria para lograr juicios ecuánimes, objetivos y éticos para la actividad que le es propia, ello nos permita ser optimista en la evolución de esta institución en un contexto de pleno ejercicio democrático. Estas apreciaciones producto de un legítimo interés por las cuestiones que pueden contribuir a la prosperidad de nuestra comunidad, encuentran su correlato en fenómenos sociopolíticos en un mundo en constante cambio dando lugar a conductas, ecléticas, vario pintas o camaleónicas, que nos llevan a buscar nuevos y renovados mecanismos a fin de poner a resguardo las instituciones. Mi preocupación es real y atendible a la hora de ocuparnos de los eventos fundamentales de la vida en sociedad, puntualmente con una posible y profunda restructuración de los mecanismos de designación de los representantes de nuestro órgano consultivo. Esta nueva modalidad electiva, permitiría situarlo al consejo por encima de actitudes que tienen que ver con nuevas concepciones democráticas, por caso la llamada Democracia Delegativa, que pretende mejorar la sociedad suprimiendo libertades y seguridades. Los acontecimientos históricos que marcaron la vida institucional del Consejo, nos hablan del incesante esfuerzo por superar lo coyuntural para ubicarse en lo programático, con escaso resultado a mi juicio, frustrando así toda ambición saludable de posicionarse en la vanguardia de la gestión, la que ofrecería alternativas para el impulso económico y social que se reclama desde hace muchos años. La lógica que hasta el presente guió la actividad del Consejo, respondió a una certidumbre determinista, en la que todos se sentían que estaban haciendo políticamente lo correcto, pero la complejidad de este mundo nos plantea nuevos desafíos en la que la acción escapa a la intención, y las reacciones puede resultar no esperada. Aquí radica mi propuesta de unir pensamiento y acción, con un giro en los dispositivos de designación de autoridades del consejo. La ausencia de innovación en este sentido dio lugar a un proceso de debilitamiento institucional. Es por ello que adhiero a la idea de que la realidad exige, también una apuesta; seamos capaces de abrir las puertas a los posibles, corriendo el riesgo de equivocarnos. Pero si aún así, las incertidumbres se apoderan de nuestras certezas, llamemos a un plebiscito, por el cual la sociedad de La Falda en su conjunto asuma la responsabilidad de determinar el modo que se designen los representantes de esa institución. .

Sin otro particular le saludamos con distinguida consideración.

Javier Benavidez
Vecino de B° Parque Jardín