Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 25 de octubre de 2013

Que la narco realidad no sea una excusa

Cuatro años atrás se conocieron nuevas políticas en materia de lucha contra el narcotráfico en la Provincia de Córdoba. Una de ellas me impacto sobremanera, que fue la disolución del Departamento de Prevención de las Adicciones dependiente de la Dirección General de Lucha Contra el Narcotráfico de la Policía Provincial, lo que me motivo a realizar algunas consideraciones al respecto, bajo similar tenor a la presente, fue publicada el día 6 de agosto de 2009, en el Diario la Voz del Interior. El interés público que suscito el accionar de esa dependencia en la sociedad cordobesa fue significativo, puesto que había sido un icono preventivo de la policía, de cuya gestión nació el Programa Jóvenes Preventores, único a nivel nacional por sus características, de el participaron más de cien mil jóvenes de nuestra provincia y de provincias vecinas, a lo largo de sus siete años de implementación, capacitó a miles de docentes y asistió a otro tanto de familias. Ese departamento respondía desde una función social, no como un mero asistencialismo, si no que por el contrario con una estrategia racional calculada sobre la comunidad, que pretendía vuelva al Estado como una fuerza social capaz de dar cuenta de las causas que originan este síntoma, de una cultura del malestar. No es ajeno para aquellos que conocen la problemática del uso indebido de drogas, el conflicto que genera al Derecho, la victima del narcotráfico ya que por un lado es una victima pasiva -como enfermo adicto y activo- como consumidor voluntario, que el derecho castiga mediante formulas lógicas y abstractas a espalda muchas veces del drama social, lo que irremediablemente nos lleva a una situación de tensión en el sistema, desde este enfoque se podría decir que este dispositivo de trabajo, ya desaparecido, percibía el dilema moral que suscita la victima frente al control social del narcotráfico, tal situación impuso asumir una postura ética, con una mirada amplia desde la Victimologia, por la cual transitaron a diario la difícil tarea de liberar estas tensiones mediante mecanismo fiables, transparentes, sin doble discurso. Porque la realidad del sujeto infractor no se agota en él, sino que se extiende a otras personas que son afectadas, ambos necesitan una acción humanizante que permita respetar la subjetividad y a la vez que pueda comprender que esta actitud opuesta a su deseo por parte del Estado, es legitima y que se funda en la voluntad misma de la Sociedad. En suma, se diría se intervenía en el requerimiento de legitimidad de la pretensión de obediencia, porque fuera de ella, se puede interpretar el accionar policial como un mero acto de fuerza y la pretensión de castigo en escándalo. En términos de reflexión foucaltiana, se diría que se articulaba la fuerza del estado y la felicidad de los individuos, que eran efectivamente útiles al acrecentamiento de las fuerzas de aquel. Se asiste entonces a un cambio en la visión de las competencias y responsabilidades de la policía en la lucha contra el narcotráfico, producto tal vez de una política de fortalecimiento de un estado penal, o de una decisión guiada por un pensamiento express, muy frecuente en estos tiempos de inmediatez y que se ha tornado en un modelo de racionalidad. Es por ello que veinticinco años de trabajo silencioso de esa área específica de la policía, se recuerden como un fugaz intento de aporte a la prevención de las adicciones. Sin embargo, nuestra sociedad sigue esperando una repuesta con sentido común, a un fenómeno que se ha transformado en una nueva amenaza, por que hay una voluntad hostil y deliberada en los que comercializan drogas. Esta nueva amenaza afecta principalmente a las personas, a la población civil, las comunidades y sus valores, la integridad de sus instituciones. Insistimos en decir que estamos frente a un fenómeno social complejo, multicausal, dinámico, inquietante, que requiere de un pensamiento reflexivo-creativo, que ofrezca renovadas y múltiples repuestas. Necesitamos una aproximación desde los múltiples aspectos que posee el narcotráfico, en que se debe considerar a este como una forma de delincuencia organizada trasnacional, ello impone una ampliación de los actores habituales relacionados con la formulación y ejecución de políticas públicas. El narcotráfico ha dejado de ser un problema netamente policial o judicial, se concibe hoy como un tema de Seguridad Humana, que pone al ser humano en el centro de las preocupaciones de las autoridades políticas y que requiere precisamente políticas publicas sostenidas. En el mejor de los casos, en que contemos con una eficaz y eficiente gestión publica, este fenómeno social resulta un proceso inacabado, inconcluso, que deviene en una construcción cotidiana, que lleva su fin en si mismo, y exige a sus protagonistas compromiso, coherencia y continuidad. Todo, con el objetivo de brindar a las generaciones futuras la fortaleza espiritual necesaria, que les permita una sabia renuncia a una esperanza sin forma, que significa el camino de las drogas.
Hasta aquí lo que en aquella oportunidad publique. El tiempo y los acontecimientos que hoy nos ocupan sobre el tema de narcotráfico en la provincia, nos movilizan a interrogarnos seriamente con palabras que pueden resultar fuertes pero que tienen la propiedad de hacernos pensar, como lo expresa Hannah Arendt ¿tiene la política todavía algún sentido?, desde la antigüedad la repuesta era contundente, el sentido de la política es la libertad. Pero hoy en día esta repuesta no suena tan convincente. Por que la experiencia cotidiana nos hace pensar los males que ha traído consigo la política y los que aún podemos esperar. Al decir de Arendt la falta de sentido en que ha caído la política en general se aprecia en que todos los problemas políticos particulares se precipitan a un callejón sin salida. Sirva esto de introducción para precisar como se materializa esta falta de sentido en esta realidad que nos abruma, que nos deja con una sensación de desprotección, que agrava las consecuencias impensadas que de ella podrán derivar, es más, aunque no podamos percibirla, ella esta allí como una red invisible impidiendo eludirla, pues se encuentra impregnada por un poder general, asistido por la burocratización, que esconde la capacidad para eliminar la responsabilidad de las acciones. Así las cosas, siguiendo este hilo de pensamientos de esta autora tan concreta a la hora de establecer los motivos de la crisis de la modernidad, que refiere “sin los burócratas, sin los hombres convertidos en autómatas cuando renuncian a la conciencia, el camino del mal no encuentra obstáculos”. Lo paradójico de la política cuestionada, sobre si tiene todavía algún sentido, es que nos devuelve la posibilidad de un nuevo comienzo a través del pensamiento y la acción, como dice Arendt: El milagro de la Libertad yace en ese poder comenzar. Consecuentes con esta afirmación tan valiosa, recuerdo la frase que me expresara un amigo:”Que la “narco realidad” no sea una excusa para la falta de pensamiento creativo ni para la apatía emocional”. El letargo del pensamiento y la indolencia del corazón, solo contribuyen acrecentar el dolor de nuestros queridos jóvenes.

Javier Benavidez

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio