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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 9 de mayo de 2013

Los Selk’nam Fueguinos Extinguidos, organización social, creencias y mitos (V)

Por Alberto E. Moro
Es interesante ver como todas las culturas, independientemente de su ubicación geográfica, han desarrollado cosmovisiones iconográficas absolutamente imaginarias como mecanismos de protección psicológica, en las cuales las incertidumbres de la vida y la certeza de la muerte se dirimen entre seres superiores situados en un inmarcesible más allá.

Organización Social
Como en la mayoría de los grupos primitivos, la organización social de los Selk'nam estaba basada en el parentesco, gran sistema regulador de las relaciones sociales entre los seres humanos. La familia extendida tenía un papel predominante, y podía incluir a tres o cuatro generaciones, por ascendencia patrilineal. Los matrimonios se instalaban en el hogar del marido, por lo que el sistema también era patrilocal. El conjunto de esa familia extendida ocupaba un lugar determinado que podríamos comparar con un verdadero coto de caza exclusivo al que llamaban "haruwenh", y que era usualmente respetado por los vecinos, aunque no siempre, como veremos.
No obstante estas delimitaciones territoriales, los distintos grupos mantenían frecuentes intercambios sociales, en los que la distancia no era un impedimento, a través de torneos de lucha, funerales, matrimonios, o la ocasional varadura de alguna ballena en las costas.
La territorialidad era cuidadosamente respetada, pero en casos extremos de carencia de recursos se podía, pidiendo previamente permiso, entrar en campo ajeno, lo que demuestra la existencia de una reciprocidad generalizada. Sin embargo, además de conocerse que los Selk'nam cultivaban la venganza con una tenacidad digna de mejor causa, se sabe que no todo eran rosas, y con frecuencia se suscitaban graves enfrentamientos entre ellos, muchas veces por cuestiones territoriales.
El sacerdote etnólogo Martín Gusinde (citado por Borrero), quien convivió con estos grupos mucho tiempo entre 1918 y 1924, escribía: "Los Selk'nam son un pueblo sensible, irritable y vengativo, que cuida celosamente sus derechos y no deja una sola violación de límites territoriales sin castigo".
Por su parte, Anne Chapman, nos informa: "...y se sabe de haruwenh (territorios) tomados por la fuerza por vecinos que mataron a los varones y secuestraron a las mujeres y a los niños". El Homo hominis lupo, una vez más, prevalecía sobre el mito del buen salvaje.
Los jóvenes en edad de formar familia, que ya habían pasado por la ceremonia del Klóketen, una vez elegida a su pareja, se sometían a un ritual con aproximaciones progresivas e intercambio de regalos, algunos de los cuales eran guardados simbólicamente para el primer hijo de la unión. El matrimonio era exogámico, y generalmente monogámico a causa de la dificultad para mantener dos mujeres y su prole, aunque la poligamia no estaba excluida. Se practicaba el levirato y también el sororato (*). A veces, cuando el trabajo era mucho, la mujer pedía ayuda a alguna de sus hermanas, la cual se incorporaba naturalmente como una segunda esposa. A su vez, si desaparecía el jefe de la familia, el hermano podía hacerse cargo de los hijos y la mujer, con lo que nadie quedaba desamparado.
Pero la unidad básica social, era la familia restringida, integrada por el hombre, la mujer, y los hijos de la pareja. En el seno familiar el patriarcado estaba sólidamente constituido, y las decisiones del hombre eran la ley.

CREENCIAS Y MITOS

Desde el descubrimiento de la existencia de estos aborígenes, los fragmentarios informes de viajeros y estudiosos no se ponían de acuerdo acerca de qué dioses adoraban, dudándose, incluso, de que tuvieran creencia alguna, lo cual hubiera contrariado lo que parece ser una constante en la historia de la humanidad. Ello hasta que la "observación participante" del español Gusinde permitió comprobar que respetaban a un ser supremo cuyo nombre era Temaukl, un espíritu puro desprovisto de cuerpo que existía con anterioridad a los hombres, y que había creado el cielo y la tierra. Y que éste -según sus creencias- en algún momento había enviado a la tierra un representante suyo de nombre Kenós, cuya misión era levantar el cielo a la altura en que se encuentra, esclarecer a los hombres sobre el bien y el mal, proporcionándoles las normas y las leyes que deberían regir sus vidas y dándoles, además, una lengua y un territorio. Quedan algunas dudas acerca de si esta cosmovisión habría sido original o en parte contaminada con influencias del cristianismo, dada la presencia de misiones salesianas desde 1893.
Según Lucas Bridges, hijo de un misionero que convivió años con los Selk'nam, en su imaginario se hallaban también dos espíritus opuestos: Mehn, un espíritu bueno, y Yoshi, de caracteres malignos.
Entre los héroes mitológicos de este pueblo, ocupaba un lugar destacado el gigante Kwanyip, cuya estatura se elevaba por encima de los árboles. En épocas pretéritas, había logrado derrotar, ahogándolo, a otro malvado gigante de nombre Chaskel, quien raptaba niños para luego devorarlos. Después de esta hazaña, Kwanyip solía vagar felizmente por los bosques con su mujer e hijo, hasta que el diablo metió la cola y conoció a una hermosísima joven, de la cual se enamoró perdidamente. Ni los héroes son capaces de resistir los flechazos de Cupido, y Kwanyip, transportado al séptimo cielo, no hacía otra cosa que perseguir a su amada, sin obtener sus favores debido a su extrema timidez. Por entonces el sol, también enamorado, hacía lo mismo que él, persiguiendo incansablemente a la Luna, sin claudicar nunca en el poniente, iluminándolo todo, durante todo el tiempo. Esto conspiraba contra los planes amorosos del héroe, por lo cual, recurriendo a la suma de sus poderes mágicos, logró que tanto el sol como la luna cayeran por un tiempo detrás del horizonte. Al amparo de la oscuridad, pudo entonces seducir a la doncella, quien desde entonces se incorporó a su familia como segunda esposa. Y, como era de esperar, todos juntos vivieron felices; y desde aquellos tiempos el sol y la luna circundan la tierra, sucediéndose así el día y la noche. Enternecedor relato, comparable al que nosotros mismos escuchábamos en la infancia. En otra oportunidad, ya con sus dos esposas y su único hijo, encontró a dos niños huérfanos y desamparados, a los que adoptó de inmediato, dejando sentado así un bondadoso ejemplo para sus congéneres.
Es interesante ver como todas las culturas, independientemente de su ubicación geográfica, han desarrollado cosmovisiones iconográficas absolutamente imaginarias como mecanismos de protección psicológica, en las cuales las incertidumbres de la vida y la certeza de la muerte se dirimen entre seres superiores situados en un inmarcesible más allá.

(*) Levirato es el matrimonio que por obligación, debe contraer la esposa o esposas del hermano fallecido con el hermano sobreviviente. Sororato es la norma que exige que un viudo contraiga matrimonio con la hermana de la esposa fallecida.

NOTA: Tratándose de un artículo periodístico no damos aquí la bibliografía consultada de los autores citados, que sí estará disponible en el libro próximo sobre esta temática que está en espera de apoyos para su publicación.

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