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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 30 de mayo de 2013

Cuidemos nuestro “Dragón”

De hecho no me estoy refiriendo al mitológico animal presente en casi todos los continentes y culturas, a veces como Dios o como endiablada serpiente que expulsa fuego por sus fauces, a veces protegiendo y otras como amenazando. Tampoco estoy en estas líneas describiendo otro relato de aventuras con valientes héroes que lo enfrentan y derrotan, no para nada, sino para decirles que nunca entendí que es lo que sienten, piensan o razonan quienes llevan en un vehículo motorizado, todos los desperdicios de su domicilio o empresa, a uno de los más hermosos paisajes que compartimos con la vecina ciudad de Huerta Grande.
Siempre mostrando su verde ornamenta vegetal, aún en los más crudos inviernos, brindándonos los frutos de piquillín o el tala con solo aceptar algún inocente pinchazo, brindándonos el trinar de las aves que sobreviven a los cazadores y a los incendios. Es el lugar de furtivos encuentros de amor juvenil.
Y a propósito, este dragón, no solo que no emite llamaradas sino que una de las peores amenazas que debe padecer en las épocas de sequía, es el fuego que arrasa su tupida vegetación, en gran parte autóctona y progresivamente exótica. Y entonces reaparece el otro riesgo, el de la contaminación por parte de quienes más deberíamos cuidarlo, si consideramos que los bienes naturales son la principal fuente de atracción turística y especialmente que para los niños y jóvenes puedan contar con un ambiente saludable, como factor de protección para su desarrollo integral.
Al respecto ya se han desarrollado, en el Barrio Molino de Oro, dos talleres donde la mirada de los vecinos participantes en la propuesta de CIPLA Hogar y Comunidad Protegida estuvo puesta en la protección de la niñez dentro y fuera de sus domicilios. El cuidado de quienes viven y conviven en ese hermoso barrio con un arroyo que debería volver a ser de aguas puras sin corrupciones bacteriológicas o químicas de aquellos que no cumplen con legislaciones establecidas respecto a líquidos cloacales.
Otro tema analizado es el de la Salud Animal ya que se puso de manifiesto que el sistema de castración gratuita municipal está dando sus frutos y aunque no conocíamos en número de lesiones por mordedura, se considera que han disminuido.
Antes de finalizar la placentera caminata nos encontramos con un crecimiento inmobiliario que parece imparable de nuestra urbe, que incluye viviendas con el cartelito del Plan PROCREAR. Ojala este empuje edilicio llegue a las parejas jóvenes con pequeños hijos que deben emigrar por no encontrar donde radicarse en los barrios de la Ciudad por los altos alquileres y la falta de planes de viviendas accesibles a trabajadores de bajos ingresos. Es parte de una deuda social pendiente que no puedo dejar de mencionar.
Terminamos el recorrido dominical por el zigzagueante dragón y nos encontramos frente a una nueva plazoleta inaugurada el 25 de mayo, en homenaje del Senador Carlos Auferil, un vecino de lujo que La Falda me obsequió y aunque a veces en nuestras polémicas subidas de tono, saltaban chispas, dejó un ejemplo de honestidad a toda prueba, que emergió a la superficie pública cuando asume como primer intendente de la recuperada democracia. Luego continuó su desempeño político con la representación del Departamento Punilla en el Senado Provincial y finalizó esa etapa siendo miembro del Tribunal de Conducta de su partido, la UCR teniendo la dura tarea de juzgar un acto de corrupción que marcó y empaño toda una etapa de la democracia cordobesa. El mejor homenaje sería que el espacio público que llevará su nombre, sea un sitio de encuentro vecinal, donde niños y adultos rompan los auto-encierros y participen de la vida social en ese hermoso paraje.
Según algunas referencias bibliográficas, a los dragones también se “les consideraba guardianes de grandes tesoros o caminos secretos”. Nuestro mayor tesoro creo que todos lo conocemos: es nuestro pueblo, especialmente los niños y jóvenes que necesitan de una sociedad incluyente y de la preservación de los bienes naturales, de la madre tierra o “pachamama”. Son valores no negociables en las bolsas del poder, donde cada día la deforestación avanza y las corporaciones agrarias de producción intensificada requieren más y más agrotóxicos cancerígenos para combatir malezas a su vez más resistentes a sus efectos. De esto se habla poco, salvo en congresos de salud no spnsoreados o financiados por empresas relacionadas con ese otro dragón mitológico, “un demonio portador de desgracias”, el que reacciona con furia desmedida cuando sus intereses lucrativos intentan ser controlados. Y como los productos del agro son fuentes de divisas, los silencios se multiplican.
Pasó con un Presidente a quien Carlitos Auferil admiraba, El Dr. Arturo H. Illia, que en cuanto intentó preservar el acceso del pueblo a los medicamentos de producción nacional, por medio de la Ley Oñativia, este malvado dragón no dudó en destruir la frágil democracia para instaurar un tirano. Cosa de dragones. A mi me interesa que el nuestro, el del serpenteante sendero al pie de la montaña, siga gozando de buena salud, al igual que a la población que desde la altura, se esfuerza en proteger.

Benjamín Malamud


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