Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

miércoles, 13 de febrero de 2013

El sueño de los gobernantes

Por Alfredo Ferrarassi

El tema principal de la región centro del valle de Punilla es el del agua, situación por cierto, por demás preocupante y en algunos casos alarmantes, como es el caso puntual de una parte de Valle Hermoso, donde desde hace más de una semana no solo no entra literalmente una gota de aquella, sino que el conflicto con los recolectares de basura ha puesto en estado de alerta a la población, por todo lo que ello significa, dado que a las condiciones de salubridad que permite el uso del fluido, se le suma el de acumulación de residuos de todo tipo que se convierten en un foco infeccioso.
En cuanto a otros casos de Punilla, el tema de Los Cocos es ejemplo de lo que puede llegar a suceder si no se toman las previsiones del caso y si no se planifican obras, no ya para la coyuntura, sino para el mediano plazo, puesto que nada asegura que estas situaciones no vuelvan a repetirse y hasta llegar a ser más duras que las actuales.
Se podrá argumentar que son dos cuencas diferentes, que mientras una aporta al Cruz del Eje, la otra lo hace al San Roque, lo cierto es que en el corredor Punilla no es precisamente la existencia de reservas acuíferas lo que predomina y algo se deberá hacer y planificar mirando hacia adelante.
La anterior nota generó, impensadamente, una serie de comentarios y adhesiones, que nos han sorprendido, puesto que la toma de posición ha venido indudablemente de la mano de la cruda realidad y algunos se lamentan un presente en donde la especulación ha mostrado la cara inhumana que tiene, la cual ya no puede maquillarse y deja al desnudo el verdadero fin que busca y que no es otro que la obtención de ganancias, al costo que sea, aún cuando sean conscientes que ello pueda significar la propia suerte existencial, pero al predominar por encima de todo, un desmedido afán de acumulación, no importa que ello lleve a la autodestrucción si antes destruyó a los rivales, en una lucha que en definitiva tiene a todos como perdedores, y de la cual puede no haber retorno llegado ciertos casos.
Por lo tanto estimamos debemos empezar a valorar al hombre de manera diferente, por su honestidad, por su capacidad, por su ética y no porque se pasee con costosos autos, luciendo “bronceados Caribe” o mirando a los congéneres por encima del hombro, subestimando a todos y todos los saberes, porque suponen que por fuera de sus mezquinos sueños nada, ni nadie tiene valor y menos entidad.
El tema que nos aqueja es integral, tiene una arista importante en el tema suministro de agua, pero no se limita solamente al mismo, ya que es fundamentalmente la manera de ver y concebir al hombre lo que está en juego, siendo entonces, esa cosmovisión lo que determine todas las demás acciones.
Invitamos a los vecinos a caminar observando nuestra ciudad y veremos que en largas cuadras no hay ejemplares plantados de árboles, suponemos se debieron sacar los existentes y contraviniendo las disposiciones existentes, jamás se repuso el ejemplar cortado, o bien en algún gobierno se plantó alguno y como recuerdan los memoriosos, nunca después de la primer semana se los regó, secándose los mismos hasta terminar quedando como cruel testigo, una cazuela, que marca que allí algo hubo en algún tiempo.
Una ciudad sin árboles, sin sombra, porque en definitiva de eso y de las posibilidades de purificar el aire se trata, es un pueblo yermo, agobiante en verano, porque el cemento multiplica la temperatura y se consume más agua, produciéndose un circulo vicioso del cual cuesta salir. La falta de verde también tiene efectos estéticos, sobre el estado de ánimo, aunque las propiedades se vean más y sean más factibles de ser ofertadas, lo cierto es que la vida se torna más dura de ser vivida, de poder ser disfrutada.
No hemos entendido que el paisaje es parte del patrimonio cultural del hombre y en nombre del progreso venimos talando los eucaliptus en Villa Edén, con argumentos tales como que consumen alrededor de 400 litros de agua diaria (sic), que son peligrosos, que la obra del gas, que los cables, que las corrientes subterráneas de agua, que las energías telúricas, que el iching, que el feng shui, en definitiva argumentos tan berretas como aquel vino carlón de sacristía del cual se mofaba Deodoro Roca.
Me pregunto ¿en las grandes capitales del mundo la fiebre por el uso de las motosierras o el “síndrome de Bloody Murder”, tiene tanta fuerza como en La Falda?, o si antes de tocar paseos tradicionales, que conforman el capital cultural citadino, buscan las soluciones que no modifiquen los mismos, para evitar cambiar el paisaje urbano que es parte identitaria y debe ser preservado para poder conservar la tradición de un lugar y no producir el desarraigo que hoy vivimos por la pérdida de todo aquello que nos ligaba al legado histórico recibido.
Al cierre de esta los vecinos y ONG de Capital Federal marchaban contra la poda discriminatoria de los centenarios arboles existentes en la 9 de Julio porque entienden que todo “progreso” tiene un límite y ese límite lo marca algo tan simple como el sentido común, o acaso ¿Ud. se imagina a Villa General Belgrano y La Cumbrecita talando sus pinos para reforestar con crespones porque son más vistosos?
Si perdemos el contacto con todo aquello que nos hizo ser uno de los puntos turísticos más importantes del país, seguramente el segundo luego de Mar del Plata, a este triste presente en donde competimos por un cómodo tercer lugar provincial con la ciudad capital de la provincia, lo que debemos preguntarnos es ¿Qué nos sucedió? ¿En qué pensó la “clase dirigente de los sesenta que abandonó el camino y se volvió retardataria? ¿O es que creyó que desechando los grandes eventos deportivos y sociales nadie podría ocupar el lugar que dejaban? Y así nos fue…
Algunas prácticas nefastas de aquellos años son las que parecen estar volviendo a nuestra ciudad, como por ejemplo la denigrante costumbre de cobrar un precio diferenciado para los turistas, más alto por supuesto, lo cual no solo es discriminatorio, sino ofende a los vecinos de toda la vida, a aquellos que sentían orgullo de cómo se trataba a los visitantes en La Falda, y que hoy observan azorados como se pretenden imponer practicas que habíamos logrado desterrar hace décadas.
La sociedad vallista enfrenta un momento crucial desde el punto de vista existencial, en el que nos debemos una discusión seria de lo que queremos ser como pueblos de cara al futuro ya que se podrá salir de la coyuntura actual con sacrificio y tal vez con mucho más, pero no podemos repetir nuevamente los errores que hemos cometido, debemos darnos cuenta que la clase dirigente, aquella que conduce instituciones deberá asumir cuando comete errores, como ha sido el caso de pretender erradicar los espectáculos públicos de la Avenida Edén y aceptar que la idea de retornarlos ha sido un acto de autocritica y de reparación que merece ser destacado, ya que en el momento actual que se acepten, por parte de la dirigencia, un equívoco y corregirlo es algo que escapa a las conductas habituales, así como deberá asumir el Consejo de la Ciudad que se debe respetar el espíritu de los Convencionales, revisar el Libro de Sesiones, el cual deberá aparecer, para conocer el ideario con que fue dictada la Carta Orgánica y darle a la mayor amplitud posible al mismo, sin excluir ni a vecinos, ni partidos políticos, ni a nadie, aún a aquellos que no pertenezcan a una organización, porque lo que se debe buscar es tener la mayor representatividad posible y ella sale de incluir y no de excluir a un sector, ni a nadie, promocionando la mayor participación posible.
Sin duda serán nuestros representantes los que deberán dictar todas las Ordenanzas, todos los Decretos necesarios para salir de esta crisis en la que estamos y que reiteramos, tiene en el caso del agua, una de las salientes del inmenso iceberg que es el actual caos legal existente en el mismo.
Se tendrá que legislar sobre la tierra, sin importar el nombre y posición social y económica de los propietarios, no es posible la venta anárquica de loteos que luego tendrán problemas por falta de servicios, ya que las promesas evidentemente son lábiles en el tiempo y deberán los funcionarios apelar a la imaginación para superar el estado actual.
Nos preguntamos ¿no sería más provechoso para los municipios, en lugar de pensar en la recaudación impositiva que genera un lote vendido, en fomentar que esos espacios sean reforestados y se conviertan en pulmones verdes y que fijen el agua de las lluvias para tratar de reconvertir un ciclo que se ha deteriorado por la desatención de la flora autóctona? ¿No es más barato, a largo plazo, el cobro de canon promocional menor a las reservas, a tener que invertir millones en dragar un dique o en pensar en tener que construir otro aguas abajo más alto que volverá en un tiempo a correr la misma suerte?
Porque imagino que no deber ser tan difícil excluir zonas de las construcciones, pensando en el bienestar general y no en el negocio de unos pocos, para luego sentir el rédito de no tener que padecer que se nos viene la noche encima porque escasea o se deberá racionar la distribución domiciliaria de agua en la zona.
Y esto no es una utopía, ni un pensamiento cargado de chicanas políticas, todo lo contrario, es darle libreto a los gobernantes, es al decir de María Elena Walsh, susurrarles una “Canción de cuna para gobernantes”, para que puedan “dormir tranquilos”, para que luego, si son “despiertos” puedan darse cuenta que solucionando esto, pasarán a la historia con las sienes coronadas de laureles y que si se duermen sobre éstos pensando en “nubes de Úbeda” les esperará un “San Quintín” mediático por lo que no pudieron o quisieron hacer.
Señores gobernantes, es tiempo de la unidad estratégica del centro norte de Punilla, la situación tocó fondo, no se solucionarán los problemas pensando en lo estrictamente local, ya que no depende del rapto inspiratorio de un intendente, sino de asumir la interdependencia, de dejar de lado los colores políticos, de pensar que en medio hay una enorme población que requiere tener asegurada una existencia mínimamente digna, sin escases de servicios esenciales y ello se logra discurriendo sobre políticas de estado y el futuro, ya que la práctica del subsidio, del bolsón, de la compra de voluntades mediante la dadiva, es la que nos ha llevado a este estado actual, resultado el cual fue fácilmente previsible y habiendo tomado las medidas oportunas la crisis, existiría, pero al menos estaría controlada y con variables a tomar según el caso.
Es tiempo de cambiar, no antepongan nada por encima del ciudadano y el interés común puesto, que ya los pueblos y el honor, que suponemos deben tener, se lo demandan!

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio