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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 4 de mayo de 2012

Preocupa la conformación de grupos juveniles que muestran signos antisociales en el centro de Punilla

Se ha evidenciado, en los últimos tiempos, que en algunos barrios del centro de Punilla se estarían conformando grupos de jóvenes sin contención familiar, ni social, que podrían afectar la tranquilidad y seguridad de las comunidades donde actúan. La solución debe estructurarse sobre serias bases técnicas, con la participación conjunta del Estado y la ciudadanía comprometida. La dificultad que conlleva sacar a la luz pública situaciones que pueden alarmar ha hecho que el problema que podría representar el aglutinamiento de jóvenes en grupos que pueden afectar la tranquilidad y seguridad comunal sólo fuese comentario de aquellos que por su contacto directo o su responsabilidad funcional tuvieran conocimiento, para el resto de la ciudadanía llegaba como un rumor que se fue acrecentando, hasta que el Dr. Benjamín Malamud lo apuntó en una nota en Ecos, y en esta edición con mayor precisión destaca que “…3 grupos o más de adolescentes y jóvenes de nuestra ciudad y pueblos vecinos recurren a transformarse en “tribus” y a expresar de una u otra manera su no pertenencia a nuestra estructura social: no los acogen o lo hace débilmente sus familiares, el sistema educativo y les cuesta acceder a derechos establecidos como el del deporte, la cultura, el arte o la sana recreación. Quien los recibe con agrado es la marginalidad, el alcohol y otras culturas de alto riesgo en las calles, plazas o algunos recovecos barriales”, lo que nos lleva a abordarlo. Ya llegó. Ya esta aquí. Está ocurriendo. Y de nada valen los mensajes preventivos que se hicieron, como tampoco sirvieron los hechos que ocurrían en otras latitudes y que señalaban que tarde o temprano esa triste realidad también pasaría a formar parte de la nuestra. Otra vez, nos encontramos con que aquí también ocurre y que estamos llegando tarde con la acción necesaria para contener el riesgo que representa. No han sido pocos, los profesionales en salud, sociedad, seguridad, justicia, los trabajadores sociales, los comunicadores sociales, que si bien en pronunciamientos aislados y voluntariosos, venían anticipando que se incrementaba el consumo de bebidas alcohólicas, que la comercialización de estupefacientes era un hecho que se instalaba en la vida cotidiana de los barrios y con ello el consumo iba en franco crecimiento, que las conductas patológicas que generan iban corroyendo las relaciones familiares y sociales. Pero quedaron en eso, en declaraciones, que algunos hasta consideraban interesadas porque provenían de algún sector con una determinada afinidad política o porque se piensa que detrás de toda acción se persigue un interés personal que se desconoce y por lo tanto hay que corroborar o en el impedimento legal para su persecución o en la creación de algún pequeño espacio que servía más para la catarsis que para la generación de reales proyectos de contención para los sectores en riesgo y de verdadero freno para aquellos que aprovechándose de la ignorancia, la discriminación y la falta de horizontes de la juventud la enferman y esclavizan, sacrificándola ante el altar del dios dinero que solo reina en sus bolsillos. Es así, que se llega a estas horas en que ya es inocultable el hecho de que han comenzado a generarse grupos marginales de verdadera integración tribal, donde la estructuración social responde a un liderazgo enfermizo que ofrece protección, pero lo hace bajo términos alejados de la ética y la moral, creando un propio submundo que dicta sus reglas. En el crecimiento en cantidad de sus integrantes se va estableciendo el poder de unas sobre otras y las vinculaciones que tendrán entre ellas, estableciéndose los territorios donde operarán y las actividades que se desarrollarán, la mayoría de ellas tendientes a incrementar su fortaleza y relacionadas, en casi todos los casos, con lo delictivo. Manteniendo lo expuesto como un problema a enfrentar, la intención no es la de crear pánico, ni la de magnificar la situación, pero si el de darlo a conocer, el de abrir la posibilidad del diálogo y el vertido de opiniones y sugerencias en pos de establecer bases para una solución acorde y consensuada, donde indudablemente el Estado tendrá un alto protagonismo, porque es quien deberá prestar su capacidad operacional y disponer de la gestión para conseguir los medios humanos, económicos y estratégicos para encararla con reales probabilidades de éxito, más allá de los aportes que seguramente en cantidad y calidad pueden aportar los ciudadanos que estén decididos a vivir en una comunidad ordenada y segura. Con lo que se quiere decir que no se trata de salir corriendo a la armería, ni de tratar de generar una caza de brujas o de encerrarnos a cal y canto en nuestros domicilios, con ello no se garantiza nada, siempre se quedará expuesto a sufrir las consecuencias de lo que negamos o de lo que huimos, porque en algún momento tomaremos contacto con la realidad que nos circunda, de lo que se trata es de decidirse sería y comprometidamente a participar en la solución, de dejar de actuar como el avestruz, de ser solidarios, de considerarnos capaces de actuar por encima de nuestros propios intereses e involucrarnos, por nuestro bien y el de todos, en las dificultades por las que están atravesando otros, a los que se puede y debe ayudar. Bien dice el Dr. Malamud que no es problema de una sola localidad y esto nos está indicando que los estados municipales de la región deberán articular ideas, aportes y esfuerzos tendientes a la solución, seguramente la creación de gabinetes multidisciplinarios, con relación directa con los centros educacionales, facilitarán en gran medida el conocimiento de los casos de riesgo más notorios, tanto a nivel familiar como comunal, pero a más del diagnóstico y la determinación que se tome en cada caso en particular a nivel oficial, debe existir una acción de inserción en el ámbito de relación comunal y ahí es donde debe estar la voluntad ciudadana sumando contención. Cabe apuntar, que las autoridades municipales de La Falda enunciaron, a grandes rasgos, un par de intenciones que se me ocurren de gran utilidad y probablemente podrían servir de base técnica para sustentar proyectos tendientes a abordar este problema, por una parte lo que se denominó “con la salud a la escuela”, se planteaba la conformación de equipos de salud trabajando directamente en las instituciones escolares, lo que permitiría tener un seguimiento permanente de cada integrante de la comunidad escolar, seguramente es un vínculo de suma importancia conocer el estado de salud físico y psíquico para entrever y pulsar el ámbito donde se está desarrollando ese individuo, es incorporarse al seno familiar y a su circulo cercano; como también aquel otro enunciado dirigido a concretar un relevamiento informativo general, esto es condiciones de habitabilidad, ingresos y demás en los sectores con necesidades básicas insatisfechas y por ende en condición de riesgo. Estos enunciados evidencian el conocimiento del problema y la intención de intervenir en el mismo, lo que hay que hacer es llevarlos a la práctica evitando que el conflicto se profundice y que como toda enfermedad se convierta en crónica. N.H.

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