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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Los concejales faldenses lo volvieron a hacer, omitieron votar las renuncias de concejales tal como lo ordena la Carta Orgánica

La no observancia de los dictados de la Carta Orgánica Municipal, hace que, por estas horas, el Concejo Deliberante de La Falda aparezca como conformado por diez miembros cuando deben ser ocho. Los ediles con mayor experiencia cargan con una mayor responsabilidad en estos “deslices” aunque ninguno de los integrantes del Cuerpo puede alegar desconocimiento.

El poeta Peteco Carabajal hizo popular la frase de que el hombre es el único animal capaz de tropezar con una misma piedra, lo que puede ser habitual en la mayoría de los seres humanos, pero no debería serlo en aquellos que desempeñan una determinada función, arte u oficio, porque se entiende que estos deben conocer la herramienta básica que da razón a su labor. Para los concejales de la ciudad de La Falda, esa herramienta es la Carta Orgánica Municipal. Y esto del tropezar con la misma piedra, tiene que ver con que debería significar un absurdo para todos los componentes de ese cuerpo, porque ninguno puede alegar desconocimiento, el tener que admitir que han incurrido en una omisión a lo determinado por la normativa en vigencia. Más aún si se tiene en consideración que a causa de una omisión de todo el cuerpo, hace muy pocos días le costó la banca a una concejal, dirán que la dimisión se debió a otra razón, pero lo que no pueden negar es que el hecho desencadenante fue la omisión. Con esa carga de responsabilidad a cuestas, con lo reciente de la misma, precisamente en el momento de tratar la renuncia de la concejal en cuestión, y otra posterior, omiten la votación correspondiente y que exige la Carta Orgánica Municipal en su artículo 58, que bajo el sub título “Corrección y renuncia de sus miembros” reza que “El Concejo Deliberante puede, con el voto de las dos terceras partes (2/3) de la totalidad de sus miembros, corregir a cualquiera de sus integrantes con llamamientos al orden, exclusión temporaria de su seno por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones; y con suspensión o destitución por mal desempeño o indignidad. La aceptación o rechazo de la renuncia al cargo de concejal, es decidida por mayoría simple”.
El último párrafo indica con total claridad que en el tratamiento se debe votar la aceptación o no de la renuncia, lo que no habría ocurrido ni en el caso de Ana María Nieto, ni en el posterior de Darío Almada, en ambos casos se habría dado lectura a las dimisiones y se las habría pasado a archivo, sin producir el acto que les da legalidad administrativa, de lo que se desprende que por estas horas, considerando la jura de la reemplazante, La Falda contaría con un Concejo Deliberante compuesto por diez miembros, cuando deben ser ocho.

Es cierto que en la anterior situación, como en esta, no se incurre en situaciones que produzcan daño a la administración de gobierno -ninguno de los dimitentes va a reclamar derechos que ya se ha negado por propia decisión- sólo afecta la credibilidad y confianza que se puede tener en los concejales, pero no es menos cierto que los ediles deben tener un conocimiento acabado de la función que van a cumplir y de las herramientas que le van a permitir cumplir con ese objetivo, para el cual se han propuesto ante los vecinos que conforman el electorado. En este sentido, ya es indudable que están en deuda y es de esperar que no sigan produciéndose situaciones del mismo tenor. Para ello, sugerimos que utilicen como libro de cabecera a la Carta Orgánica Municipal, con las falencias e interpretaciones que su redacción permite, porque tal vez pueda reconocerse la falta de experiencia, la novedad del cargo, el desconocimiento de otras normas, pero no de la Carta Orgánica, más aún en los concejales con mayor antigüedad, los que en este caso representan al bloque opositor que necesariamente deben venir con los conocimientos frescos de tanto aplicarlos en tantos años de gestión. Sobre el particular, y solo por si no lo han internalizado, cosa que parece ser, no son los concejales del Justicialismo, Peronismo o Unión por Córdoba, son los concejales representantes de los vecinos de La Falda, olvídense del alineamiento partidario en casos de este tenor, porque lo único que consiguen es actuar en detrimento de sus propios cargos e investiduras, se puede entender, aunque no es lo apropiado, una chicana para complicar al supuesto adversario, pero no se puede hacer de esto una norma y poner en tela de juicio el ordenamiento institucional, es escupir para arriba, es atentar contra si mismos.
No me gusta comparar, pero es evidente que estos hechos no se produjeron en la gestión anterior porque había un edil como Luis Kessler que siempre estuvo atento y llamando la atención sobre estos deslices, lo que bien fue utilizado por la mayoría de esa época que salvaba la situación e incluso respondía con dictámenes de distinto criterio, ese rol es el que debe asumir la minoría ahora, para eso ejerce el control, para eso debe fundamentarse, para eso tiene mayor experiencia, porque caso contrario la actividad legislativa solo parece ser un juego de niños torpes donde no brilla la inteligencia sino la picardía, y los ciudadanos ya están hartos de pícaros que se sostienen con sus aportes.

N.H.

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