La única verdad dejó de ser verdad
Por Decreto 1880 de 2011 el Poder Ejecutivo Nacional ha creado lo que dio en llamar el “Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego” cuyo inocultable propósito es escribir una historia argentina ajustada a sus creencias, con el aporte de reconocidos cortesanos todo terreno.
Al frente de ese organismo fue designado el psiquiatra Mario “Pacho” O’Donell cuya versatilidad para acomodarse en cualquier espacio ha demostrado con creces este ex radical, ex menemista, ex duhaldista, que fuera funcionario de Raúl Alfonsín, embajador de Carlos Menem y por ahora devoto kichnerista. Es sabido que estos transformismos abundan en la política, pero su performance supera lo conocido.
El cuestionado decreto dice en sus fundamentos que el organismo tiene por fin “profundizar el conocimiento de la vida y obra de los mayores exponentes del ideario nacional, popular, federalista e iberoamericano", lo que significa que los próceres que a juicio del Instituto no se enrolen en esos modelos quedan marginados de esta novedosa “historia popular”.
Es evidente que el objetivo radica en trazar un recorte cuidadosamente seleccionado de la historia para tomar el espacio aprovechable a su doctrina y desechar los hechos y los hombres que no comulguen con ella.
El mismo O’Donell, para justificar semejante dislate explicó que la finalidad del instituto será promover, mediante becas, la investigación, el estudio y la difusión de otra historia, que según sus dichos “está muy cerca del peronismo”.
La lógica, la filosofía se caen a pedazos ante semejante desatino. Que se investigue toda la verdad histórica es un anhelo permanente, pero que se busque “una verdad” solo en cuanto sea coincidente con la ideología partidaria, es un grotesco contrasentido, porque si le ponemos límites a la verdad deja de ser verdad.
Investigar la historia es, fue, y será enormemente valioso; formular criterios o interpretaciones de los hechos que puedan estar más cerca de la opinión de Mitre que de Saldías, o viceversa, resulta igualmente positivo, pero es inadmisible que desde el gobierno se modele la investigación según patrones ideológicos, construyendo una historia oficial con el aporte de depredadores de la ciencia.
Hace mas de 2500 años Aristóteles acuñó aquella célebre frase: “la única verdad es la realidad” como soporte de su realismo filosófico. A Perón le sedujo el aforismo, pero por su errónea interpretación sobre el pensamiento del filósofo griego le asignó un sentido totalmente distinto pues lo usaba para contradecir las críticas de los opositores, afirmando que la única verdad era la realidad de su obra pública.
Con el decreto que ahora analizamos, después de muchos siglos de investigación en el campo de la filosofía el complejo problema de la verdad en su coincidencia con la realidad ha dejado de ser materia de profundas meditaciones y se aborda sin miramientos ni reparos. La realidad de los hechos históricos y la participación de los hombres sobresalientes que determinaron nuestra historia no es materia de interés investigativo; lo que al gobierno le interesa averiguar es únicamente la parte de la historia compatible con su ideología, y bien se ha dicho que la verdad a medias es una mentira completa.
Luis A. Kessler
Al frente de ese organismo fue designado el psiquiatra Mario “Pacho” O’Donell cuya versatilidad para acomodarse en cualquier espacio ha demostrado con creces este ex radical, ex menemista, ex duhaldista, que fuera funcionario de Raúl Alfonsín, embajador de Carlos Menem y por ahora devoto kichnerista. Es sabido que estos transformismos abundan en la política, pero su performance supera lo conocido.
El cuestionado decreto dice en sus fundamentos que el organismo tiene por fin “profundizar el conocimiento de la vida y obra de los mayores exponentes del ideario nacional, popular, federalista e iberoamericano", lo que significa que los próceres que a juicio del Instituto no se enrolen en esos modelos quedan marginados de esta novedosa “historia popular”.
Es evidente que el objetivo radica en trazar un recorte cuidadosamente seleccionado de la historia para tomar el espacio aprovechable a su doctrina y desechar los hechos y los hombres que no comulguen con ella.
El mismo O’Donell, para justificar semejante dislate explicó que la finalidad del instituto será promover, mediante becas, la investigación, el estudio y la difusión de otra historia, que según sus dichos “está muy cerca del peronismo”.
La lógica, la filosofía se caen a pedazos ante semejante desatino. Que se investigue toda la verdad histórica es un anhelo permanente, pero que se busque “una verdad” solo en cuanto sea coincidente con la ideología partidaria, es un grotesco contrasentido, porque si le ponemos límites a la verdad deja de ser verdad.
Investigar la historia es, fue, y será enormemente valioso; formular criterios o interpretaciones de los hechos que puedan estar más cerca de la opinión de Mitre que de Saldías, o viceversa, resulta igualmente positivo, pero es inadmisible que desde el gobierno se modele la investigación según patrones ideológicos, construyendo una historia oficial con el aporte de depredadores de la ciencia.
Hace mas de 2500 años Aristóteles acuñó aquella célebre frase: “la única verdad es la realidad” como soporte de su realismo filosófico. A Perón le sedujo el aforismo, pero por su errónea interpretación sobre el pensamiento del filósofo griego le asignó un sentido totalmente distinto pues lo usaba para contradecir las críticas de los opositores, afirmando que la única verdad era la realidad de su obra pública.
Con el decreto que ahora analizamos, después de muchos siglos de investigación en el campo de la filosofía el complejo problema de la verdad en su coincidencia con la realidad ha dejado de ser materia de profundas meditaciones y se aborda sin miramientos ni reparos. La realidad de los hechos históricos y la participación de los hombres sobresalientes que determinaron nuestra historia no es materia de interés investigativo; lo que al gobierno le interesa averiguar es únicamente la parte de la historia compatible con su ideología, y bien se ha dicho que la verdad a medias es una mentira completa.
Luis A. Kessler
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