Los cien días de democracia faldense
Por Alfredo Ferrarassi
Recuerdo aquellos los primeros cien días del regreso a la democracia durante el gobierno de Alfonsín, el cual tuvo su correlato en todos los pueblos del país. El que me tocó vivir fue en Valle Hermoso, donde residía en aquellos años, tiempo que compartía con Córdoba puesto que dictaba clases en Derecho y Filosofía, estando la mayor parte del tiempo en la ciudad capital.
El Club Racing de la vecina localidad fue el sitio donde se realizó el acto central del emblemático festejo por la vigencia plena de la democracia, allí Raúl Moro hacía un balance de los poco más de tres meses de libertad política.
Han pasado veintiocho años de lo que se supo proclamar como el camino rumbo a los cien años de democracia argentina ininterrumpida, que de continuar por esta senda seguramente se podrá llegar a aquella cifra. Lo cual no significará que entre medio no existan conflictos, crisis económicas, gobiernos antipopulares, centralistas, demagógicos, débiles o sobriamente fuertes. Tampoco que este sistema de vida no sea perfectible, todo lo contrario, ya que la solo posibilidad de disentir, de poder revisar lo actuado es un reaseguro de la continuidad del sistema.
Desde aquel lejano retorno, el alcanzar esta cifra se ha convertido en un punto de inflexión y balance de gestión, aunque por su corta duración braudeliana, tal vez sea más simbólica su representatividad, que elemento de medición de una prospectiva de gestión. Sin embargo, salvo en las reelecciones, todos han celebrado la fecha como un logro digno de ser recordado.
En el caso puntual de La Falda es necesario darle a estos próximos 100 días el lugar que se merecen dado que representan, no solo un cambio político, si no una nueva orientación en el trato dialéctico entre gobierno y vecinos, el cual ha renovado y oxigenado a la sociedad faldense que estaba afectada de una hipoxia por la asfixiante gestión sestopálica.
Esto ha significado poder recuperar cosas simples, pero que encierran un universo en sí mismas, como puede ser volver a tener esperanzas, poder ser escuchado, sentir el buen trato cuando debe realizar un trámite oficial, poder peticionar ante las autoridades sin tener que temer las represalias a que estábamos acostumbrados, saber que se puede hacer y ahorrar gestionando, que la ética está presente en cada uno de los actos públicos y cuantas proyecciones más se nos antoje imaginar.
Sin dudas debemos bucear mucho en la historia local para encontrar un gobierno que haya sido, al menos en su segundo periodo, tan malo como el de Sestopal, en donde no solo rifó el futuro del pueblo, si no que se hayan producidos tantos actos cuando menos reñidos con la ética, en donde los vecinos se sintieran en un estado abandónico y en él desamparo total, donde quienes no fueran, ya no del mismo palo ideológico, si no sus amigos, tuvieran aquellas oportunidades que la propia Constitución Nacional garantiza y que han estado totalmente ausentes durante casi 8 años, aunque al comienzo no fueran tan abiertamente manifiestas estas omisiones.
El gobierno de “Cacho” Arduh en solo cien días ha recuperado la cara humana de la democracia, esa que estábamos extrañando y que puso a prueba las creencias de más de uno en el sistema de valores actuales, porque lo anterior estuvo lejos de parecerse a aquella definición de…”gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, ya que fue una gestión pensada y ejecutada en beneficio de las amistades y nada más.
El Hospital funciona a pleno habiéndose recuperado servicios, elementos médicos y técnicos, lográndose duplicar la entrega de leche en ambos extremos de la existencia, lo cual no es poco. Hoy el vecino sabe que las guardias funcionan, que no hay médicos “ñoquis” o que solo prestaban cuando mucho una hora de servicio al día, cobrando sumas cercanas a los siete mil pesos por ello, que el Director está y se puede hablar con él. Todo parece haberse encaminado a la normalidad, esa que siempre debió tener y que por los caprichos de un mal criado niño devenido en intendente parecían haberse perdido para siempre, sin embrago la democracia brinda estas nuevas oportunidades y todo vuelve a su cauce normal como nunca debió dejar de ser.
En la Justicia duermen, tal vez el sueño de lo injusto, las denuncias que se han formulado al anterior gobierno, como por ejemplo el affaire de los bolsones o el reflotado tema del robo del Museo Ambato. Quedan también pendientes las nunca claras rendiciones del Siete Cascadas, en suma una gestión que caracterizó por su ausencia de “glasnost”, aunque el término pueda parecer algo deslucido en el tiempo, no así el concepto.
En estos cien días, el oficialismo tuvo su propia Bolena, pero la oposición quedó en “orsai” y no podrá descuidar la defensa de su “reina”, teniendo que dedicar a ella todas sus estrategias, pero dejando desguarnecida a la polichinesca corte, lo que habla del endeble equilibrio existente en el tablero político, en donde una movida demás no significa necesariamente llevar ventaja alguna.
El cambio ha significado que momentáneamente la “experiencia” legislativa quede en manos de la oposición, la cual tiene ahora la responsabilidad de orientar sanamente al cuerpo, ya que si especula con esta situación puede llegar a quedar presa de su propia trampa y terminar pagando demasiado cara su negativa a trabajar por La Falda al apostar a los traspiés gubernativos, con lo cual incurriría en el descrédito, en la omisión de sus deberes y obligaciones.
Quedan en verdad muchas metas por concretar, pero también es cierto que recién van solo cien días de gobierno y que las mismas podrán ser realizadas en el corto plazo, porque si hay algo que caracteriza a esta gestión, es que está dispuesta a hacer y no se detiene ante las obligaciones que debe poner en funcionamiento.
La gran deuda pendiente desde 1995, cuando se sanciona la Carta Orgánica Municipal, ha sido la designación del Defensor del Vecino, puesto que de haber existido en la anterior gestión del terco patafísico hubiera permitido canalizar los múltiples pedidos y quejas que existieron entre vecinos y estado municipal, por ejemplo el inconcluso curso del tema del gas hubiera tenido otro desarrollo de haberse podido canalizar adecuadamente.
Como esto es una obligación en prorroga permanente, cada tanto aparecen aquellos que se autoproclaman candidatos a partir de promover las supuestas cualidades que dicen poseer y que lógicamente los convierte en candidatos únicos de acuerdo a estos requisitos promocionados.
El cargo no es menor, no es un tema para complacer egos insatisfechos, es algo que nos compete a todos, que nos va a proteger de cara al futuro, que también nos proyectará como una sociedad moderna, ordenada, que cuenta con sus estructuras administrativas adecuadas para hacer frente a las exigencias de una cada vez más compleja sociedad de masas que se avecina. De allí que sea importante que los postulantes que deba proponer el Consejo de la Ciudad, siguiendo los pasos procedimentales vigentes, sea lo que realmente necesite el pueblo de La Falda, para ello deberá escucharse al vecino, a quienes conforman la sociedad y por sobre todo tratar de acercar las posiciones entre los viejos y nuevos faldenses porque esto, por más antipático que parezca, es una cuestión no resuelta y que se ha comenzado a manifestarse últimamente con cierta preocupación, especialmente por aquellos que son “de toda la vida”, que se sienten desplazados y hasta discriminados en las tomas de decisiones trascendentales para La Falda, como puede ser el cargo a cubrir.
Otro de los organismos que deberá adecuar el nuevo gobierno es el Concejo de la Educación, para que realmente cumpla las funciones para las que fue creado. No se puede ceñir solamente a los docentes en actividad y que solo sea un ente para organizar actos protocolares en las fechas patrias, como sucedió en la anterior gestión. Debe mínimamente ser tripartito, integrando a estudiantes y egresados en un escaño, como a los jubilados que tienen larga experiencia, la cual aportada adecuadamente puede servir, en la medida que los problemas tienen un origen, el cual conocido en profundidad servirá para tratar de solucionarlos en el conflictivo presente.
Han pasado solo cien días, un poco más de tres meses de gobierno, en donde una abultada deuda condiciona el accionar, pero a su vez agudiza los sentidos, dando frutos que eran impensables, como el ahorro en combustible y en otras áreas que pone de manifiesto el uso racional de los recursos públicos.
El talón de Aquiles de este tiempo transcurrido es la comunicación, ya sea porque no llega como Gacetilla de Prensa, o porque como hemos podido corroborar hay barrios que no han recibido, por ejemplo el informe sobre la deuda real heredada. En un tiempo donde aquella juega un rol preponderante, es cuando menos prioritario que cada acto de gobierno sea adecuadamente notificado, no como propaganda, sino como información, dado que lo que se ha logrado es demasiado y muy importante, sin embargo poco es lo que se conoce por fuera de ciertos ámbitos, siendo esta capaz la única critica que se pueda hace en cuanto al funcionamiento de la estructura municipal.
Como desde aquel 1984 al presente esta celebración es sinónimo, en primer lugar de jubileo democrático y en segundo, de rendición de cuentas, pero fundamentalmente de hacer conocer como es el manejo y orientación de la administración pública, en este aspecto el actual gobierno ha cumplido no solo prometido, si no que sorprende por los cambios producidos, por su apertura y fundamentalmente por su sentido de la ética.
Recuerdo aquellos los primeros cien días del regreso a la democracia durante el gobierno de Alfonsín, el cual tuvo su correlato en todos los pueblos del país. El que me tocó vivir fue en Valle Hermoso, donde residía en aquellos años, tiempo que compartía con Córdoba puesto que dictaba clases en Derecho y Filosofía, estando la mayor parte del tiempo en la ciudad capital.
El Club Racing de la vecina localidad fue el sitio donde se realizó el acto central del emblemático festejo por la vigencia plena de la democracia, allí Raúl Moro hacía un balance de los poco más de tres meses de libertad política.
Han pasado veintiocho años de lo que se supo proclamar como el camino rumbo a los cien años de democracia argentina ininterrumpida, que de continuar por esta senda seguramente se podrá llegar a aquella cifra. Lo cual no significará que entre medio no existan conflictos, crisis económicas, gobiernos antipopulares, centralistas, demagógicos, débiles o sobriamente fuertes. Tampoco que este sistema de vida no sea perfectible, todo lo contrario, ya que la solo posibilidad de disentir, de poder revisar lo actuado es un reaseguro de la continuidad del sistema.
Desde aquel lejano retorno, el alcanzar esta cifra se ha convertido en un punto de inflexión y balance de gestión, aunque por su corta duración braudeliana, tal vez sea más simbólica su representatividad, que elemento de medición de una prospectiva de gestión. Sin embargo, salvo en las reelecciones, todos han celebrado la fecha como un logro digno de ser recordado.
En el caso puntual de La Falda es necesario darle a estos próximos 100 días el lugar que se merecen dado que representan, no solo un cambio político, si no una nueva orientación en el trato dialéctico entre gobierno y vecinos, el cual ha renovado y oxigenado a la sociedad faldense que estaba afectada de una hipoxia por la asfixiante gestión sestopálica.
Esto ha significado poder recuperar cosas simples, pero que encierran un universo en sí mismas, como puede ser volver a tener esperanzas, poder ser escuchado, sentir el buen trato cuando debe realizar un trámite oficial, poder peticionar ante las autoridades sin tener que temer las represalias a que estábamos acostumbrados, saber que se puede hacer y ahorrar gestionando, que la ética está presente en cada uno de los actos públicos y cuantas proyecciones más se nos antoje imaginar.
Sin dudas debemos bucear mucho en la historia local para encontrar un gobierno que haya sido, al menos en su segundo periodo, tan malo como el de Sestopal, en donde no solo rifó el futuro del pueblo, si no que se hayan producidos tantos actos cuando menos reñidos con la ética, en donde los vecinos se sintieran en un estado abandónico y en él desamparo total, donde quienes no fueran, ya no del mismo palo ideológico, si no sus amigos, tuvieran aquellas oportunidades que la propia Constitución Nacional garantiza y que han estado totalmente ausentes durante casi 8 años, aunque al comienzo no fueran tan abiertamente manifiestas estas omisiones.
El gobierno de “Cacho” Arduh en solo cien días ha recuperado la cara humana de la democracia, esa que estábamos extrañando y que puso a prueba las creencias de más de uno en el sistema de valores actuales, porque lo anterior estuvo lejos de parecerse a aquella definición de…”gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, ya que fue una gestión pensada y ejecutada en beneficio de las amistades y nada más.
El Hospital funciona a pleno habiéndose recuperado servicios, elementos médicos y técnicos, lográndose duplicar la entrega de leche en ambos extremos de la existencia, lo cual no es poco. Hoy el vecino sabe que las guardias funcionan, que no hay médicos “ñoquis” o que solo prestaban cuando mucho una hora de servicio al día, cobrando sumas cercanas a los siete mil pesos por ello, que el Director está y se puede hablar con él. Todo parece haberse encaminado a la normalidad, esa que siempre debió tener y que por los caprichos de un mal criado niño devenido en intendente parecían haberse perdido para siempre, sin embrago la democracia brinda estas nuevas oportunidades y todo vuelve a su cauce normal como nunca debió dejar de ser.
En la Justicia duermen, tal vez el sueño de lo injusto, las denuncias que se han formulado al anterior gobierno, como por ejemplo el affaire de los bolsones o el reflotado tema del robo del Museo Ambato. Quedan también pendientes las nunca claras rendiciones del Siete Cascadas, en suma una gestión que caracterizó por su ausencia de “glasnost”, aunque el término pueda parecer algo deslucido en el tiempo, no así el concepto.
En estos cien días, el oficialismo tuvo su propia Bolena, pero la oposición quedó en “orsai” y no podrá descuidar la defensa de su “reina”, teniendo que dedicar a ella todas sus estrategias, pero dejando desguarnecida a la polichinesca corte, lo que habla del endeble equilibrio existente en el tablero político, en donde una movida demás no significa necesariamente llevar ventaja alguna.
El cambio ha significado que momentáneamente la “experiencia” legislativa quede en manos de la oposición, la cual tiene ahora la responsabilidad de orientar sanamente al cuerpo, ya que si especula con esta situación puede llegar a quedar presa de su propia trampa y terminar pagando demasiado cara su negativa a trabajar por La Falda al apostar a los traspiés gubernativos, con lo cual incurriría en el descrédito, en la omisión de sus deberes y obligaciones.
Quedan en verdad muchas metas por concretar, pero también es cierto que recién van solo cien días de gobierno y que las mismas podrán ser realizadas en el corto plazo, porque si hay algo que caracteriza a esta gestión, es que está dispuesta a hacer y no se detiene ante las obligaciones que debe poner en funcionamiento.
La gran deuda pendiente desde 1995, cuando se sanciona la Carta Orgánica Municipal, ha sido la designación del Defensor del Vecino, puesto que de haber existido en la anterior gestión del terco patafísico hubiera permitido canalizar los múltiples pedidos y quejas que existieron entre vecinos y estado municipal, por ejemplo el inconcluso curso del tema del gas hubiera tenido otro desarrollo de haberse podido canalizar adecuadamente.
Como esto es una obligación en prorroga permanente, cada tanto aparecen aquellos que se autoproclaman candidatos a partir de promover las supuestas cualidades que dicen poseer y que lógicamente los convierte en candidatos únicos de acuerdo a estos requisitos promocionados.
El cargo no es menor, no es un tema para complacer egos insatisfechos, es algo que nos compete a todos, que nos va a proteger de cara al futuro, que también nos proyectará como una sociedad moderna, ordenada, que cuenta con sus estructuras administrativas adecuadas para hacer frente a las exigencias de una cada vez más compleja sociedad de masas que se avecina. De allí que sea importante que los postulantes que deba proponer el Consejo de la Ciudad, siguiendo los pasos procedimentales vigentes, sea lo que realmente necesite el pueblo de La Falda, para ello deberá escucharse al vecino, a quienes conforman la sociedad y por sobre todo tratar de acercar las posiciones entre los viejos y nuevos faldenses porque esto, por más antipático que parezca, es una cuestión no resuelta y que se ha comenzado a manifestarse últimamente con cierta preocupación, especialmente por aquellos que son “de toda la vida”, que se sienten desplazados y hasta discriminados en las tomas de decisiones trascendentales para La Falda, como puede ser el cargo a cubrir.
Otro de los organismos que deberá adecuar el nuevo gobierno es el Concejo de la Educación, para que realmente cumpla las funciones para las que fue creado. No se puede ceñir solamente a los docentes en actividad y que solo sea un ente para organizar actos protocolares en las fechas patrias, como sucedió en la anterior gestión. Debe mínimamente ser tripartito, integrando a estudiantes y egresados en un escaño, como a los jubilados que tienen larga experiencia, la cual aportada adecuadamente puede servir, en la medida que los problemas tienen un origen, el cual conocido en profundidad servirá para tratar de solucionarlos en el conflictivo presente.
Han pasado solo cien días, un poco más de tres meses de gobierno, en donde una abultada deuda condiciona el accionar, pero a su vez agudiza los sentidos, dando frutos que eran impensables, como el ahorro en combustible y en otras áreas que pone de manifiesto el uso racional de los recursos públicos.
El talón de Aquiles de este tiempo transcurrido es la comunicación, ya sea porque no llega como Gacetilla de Prensa, o porque como hemos podido corroborar hay barrios que no han recibido, por ejemplo el informe sobre la deuda real heredada. En un tiempo donde aquella juega un rol preponderante, es cuando menos prioritario que cada acto de gobierno sea adecuadamente notificado, no como propaganda, sino como información, dado que lo que se ha logrado es demasiado y muy importante, sin embargo poco es lo que se conoce por fuera de ciertos ámbitos, siendo esta capaz la única critica que se pueda hace en cuanto al funcionamiento de la estructura municipal.
Como desde aquel 1984 al presente esta celebración es sinónimo, en primer lugar de jubileo democrático y en segundo, de rendición de cuentas, pero fundamentalmente de hacer conocer como es el manejo y orientación de la administración pública, en este aspecto el actual gobierno ha cumplido no solo prometido, si no que sorprende por los cambios producidos, por su apertura y fundamentalmente por su sentido de la ética.
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