Fermín Fernández pretende decir adiós
Una vida dedicada a la vocación y voluntad de servicio destinadas a la comunidad
Todos sabemos que cada vez que escuchamos la sirena de bomberos es porque ha sucedido una situación que encierra gravedad, lo que muchos no advierten es que esos bomberos, a partir de que fueron convocados, ponen en riesgo su vida. Es uno de las pocas actividades, por no decir la única, donde el hombre necesariamente va a poner su físico y psiquis en riesgo. Es por eso que debe estar sumamente capacitado e instruido para efectuar su labor. A esta imprescindible docencia se entregó Fermín Fernández, que hoy, a punto de cumplir 83 años, ha decidió, dice, alejarse definitivamente de su labor de instructor de bomberos. Pero, mientras esto dice, sus inquietos ojos dejan un margen para la duda, la que se confirmará más adelante en la charla cuando sostendrá que “quién sabe, en una de esas”, dejando abierta aún una posibilidad de contar con sus conocimientos y experiencia. Es que es una persona activa y participativa, autoridad en el Centro Vecinal, que pasó por la Cooperadora Policial y por toda institución que lo haya convocado, y quienes conocemos su trayectoria, sabemos que su vocación de servicio puede más que sus palabras.
“Ya han pasado más de cincuenta años y todavía me pregunto cuál fue la chispa que encendió mí pasión por luchar contra el fuego, contra el incendio” manifiesta y comienza a historiar que “después de la segunda guerra mundial, Estados Unidos comprobó que se le hundieron más buques por la acción del fuego que por ataques de sus enemigos, y decidió crear una “Escuela de lucha contra incendios y control de averías”. Crea, en consecuencia, en Filadelfia, en un predio de gran extensión, los muelles donde alojan estructuras de barcos para realizar las prácticas, pistas para aeronaves para simular el socorro a piloto y personal de un avión supuestamente siniestrado, con grandes pabellones para alojamiento de personal y aulas para las clases teóricas. Bueno, yo me encontraba ahí, en el buque que tripulaba, y cuando pidieron voluntarios para hacer ese curso me presenté para capacitarme en tan difícil y riesgosa tarea. La actividad me cautivó y seguí capacitándome, primero como Instructor y luego como Instructor de Instructores. El tema era que había que formar a todas las tripulaciones de los buques de nuestra Armada…”.
Tas su retiro de la Armada comenzó a preguntarse “para qué me sirven estos conocimientos? Ya afincado en La Falda, lugar al que llegamos, con mi esposa, como campamenteros, y nos enamoramos la localidad, decidiéndonos a vivir acá en 1976, y encontré la respuesta a aquel interrogante. Vivía a tres cuadras del Cuartel de Bomberos y en reiteradas oportunidades vi que usaban un sistema anticuado y poco eficaz, me ofrecí para capacitarlos y me admitieron. El cuartel de La Falda se convierte así en un centro de capacitación, al que acuden bomberos de diferentes cuarteles de la región y provincia. En la zona solo estaban este cuartel y el de La Cumbre, durante la semana instruía a los locales y el sábado recibía a los que venían de otras localidades. No me conformé con eso y formé un Cuerpo de Cadetes, con niños, algunos de muy corta edad, que son en la actualidad Jefes de Cuerpo y funcionarios provinciales”.
La actividad desplegada en La Falda trascendió tanto que “en lo pueblos vecinos no había bomberos y decidieron por tenerlos, fue así que se apersonaron las autoridades del Centro Comercial de Cosquín y me pidieron si podía formar personal para un futuro cuartel, no me hice rogar y allí fui. Es de recordar, que los Bomberos de La Falda eran los encargados de prestar seguridad contra incendios durante las nueve lunas de los festivales, por esa carencia. Al poco tiempo fueron directivos del Rotary Club de Cruz del Eje los que me pedían capacitar bomberos en esa ciudad, me hice un cronograma de trabajo y un día a la semana partía para allá. Después llegaron los pedidos de Tanti, Soto, San Carlos Minas, Bialet Masse, Villa Giardino y Valle Hermoso, también amigos de a provincia de Santa Fe y hacia 400 kilómetros, una vez al mes”.
De esta manera, en 2000 Fermín asume un proyecto integral “el último gran emprendimiento fue el de Valle Hermoso, ahí capacitamos a la gente, formamos el cuerpo, integré la Comisión Directiva, hicimos las gestiones y comenzaron a llegar las unidades, pero, estábamos en el viejo cine y la autobomba quedaba en la calle, por lo que debíamos bajar todos los elementos tras cada salida y subirlos cuando éramos requeridos, esto insumía alrededor de diez minutos, demasiado tiempo para una emergencia donde corren riesgo vidas y bienes. Ane ello, le pedí al Intendente, que también era miembro fundador de la institución, Jorge Caserio, que me consiguiera un terreno, que de la construcción del cuartel me encarga yo. En 11 meses, con el ingreso genuino de la entidad y el apoyo de amigos, quedó el cuartel en condiciones de albergar tropa, salón para reuniones, salón de lectura y capacitación, todo lo necesario para que el bombero se encuentre cómodo mientras realiza su guardia o desempeña otras labores, por lógica las unidades se encuentran a resguardo y están en condiciones de trabajar en forma inmediata. Concretado esto, di las hurras y me dispuse a dejar la actividad”.
Nunca percibió dinero alguno por su labor, jamás admitió que se le pusiera un litro de combustible a sus vehículos “sólo me bastaba con devolverle a la comunidad lo que el país me dio a mí” afirma.
Sobre el cierre de la charla sentencia “Nadie sabe lo que vale tener un cuerpo de bomberos hasta el día en que lo necesita”.
Recuadro
Convicción y espíritu de servicio
Sin dudas, Fermín Fernández es una persona abnegada, capaz de dejar la tranquilidad de su hogar, con el pleno respaldo de su esposa, para transitar cientos de kilómetros, con el único fin de impartir conocimientos en primeros auxilios y seguridad en el manejo del fuego en situaciones de emergencia y crisis, sin percibir emolumento alguno por esa tarea, sólo el reconocimiento que llegará a través de un diploma recordatorio, de los que tiene muchos enmarcados, una invitación a almorzar o cenar o algún obsequio menor en alguna oportunidad.
Reconocimientos que tienen su valor, pero el verdadero orgullo de Fermín se expone cuando habla de los Jefes de Cuerpo, de los funcionarios provinciales, en Córdoba y La Rioja, que ha formado y se han ganado la consideración pública a fuerza de merito. Siente que esos hombres son el resultado de su aprendizaje y su enseñanza, y ese es el mejor lauro que recibe y aprecia.
Las cosas no siempre fueron fáciles, le tocó enfrentase a situaciones límites cuando el buque que tripulaba y del que era responsable en el área incendios, se encontró en llamas con una carga de miles de litros de gasoil y logró resolver el siniestro sin mayores pérdidas. Ya en el accionar civil, tuvo que dejar su instrucción en las localidades de San Carlos Minas y Bialet Masse porque sus intendentes creían encontrar algún tipo de interés político en su actividad. Tampoco acepta las remuneraciones a algún personal de los cuerpos activos “termina con el voluntariado y además genera una discriminación, sólo es para algunos”, dice, y probablemente sea una de las razones que lo llevan a plantear su alejamiento.
Sin embargo, creo que, si mañana aparece una institución o alguien pidiendo la capacitación de bomberos, Fermín volverá a tomar sus carpetas y elementos de trabajo y partirá hacia algún recóndito lugar de la provincia o el país para impartir sus conocimientos, porque esa es su convicción y su espíritu de servicio, volcar su esfuerzo y sacrificio en procura de limitar los riesgos que hacen a la labor del bombero y capacitarlo para enfrentar, en situación de crisis, la responsabilidad de preservar la vida y bienes del prójimo. Pero, si así no fuera, es necesario decirte que has cumplido y agradecerte fervientemente por todo lo que has dado, estoy seguro de que es mucho más de lo que te dio el país, y lo es porque te impones como un ejemplo de solidaridad y generosidad destinada a la comunidad, en medio de la egolatría que nos circunda.
N.H.
Todos sabemos que cada vez que escuchamos la sirena de bomberos es porque ha sucedido una situación que encierra gravedad, lo que muchos no advierten es que esos bomberos, a partir de que fueron convocados, ponen en riesgo su vida. Es uno de las pocas actividades, por no decir la única, donde el hombre necesariamente va a poner su físico y psiquis en riesgo. Es por eso que debe estar sumamente capacitado e instruido para efectuar su labor. A esta imprescindible docencia se entregó Fermín Fernández, que hoy, a punto de cumplir 83 años, ha decidió, dice, alejarse definitivamente de su labor de instructor de bomberos. Pero, mientras esto dice, sus inquietos ojos dejan un margen para la duda, la que se confirmará más adelante en la charla cuando sostendrá que “quién sabe, en una de esas”, dejando abierta aún una posibilidad de contar con sus conocimientos y experiencia. Es que es una persona activa y participativa, autoridad en el Centro Vecinal, que pasó por la Cooperadora Policial y por toda institución que lo haya convocado, y quienes conocemos su trayectoria, sabemos que su vocación de servicio puede más que sus palabras.
“Ya han pasado más de cincuenta años y todavía me pregunto cuál fue la chispa que encendió mí pasión por luchar contra el fuego, contra el incendio” manifiesta y comienza a historiar que “después de la segunda guerra mundial, Estados Unidos comprobó que se le hundieron más buques por la acción del fuego que por ataques de sus enemigos, y decidió crear una “Escuela de lucha contra incendios y control de averías”. Crea, en consecuencia, en Filadelfia, en un predio de gran extensión, los muelles donde alojan estructuras de barcos para realizar las prácticas, pistas para aeronaves para simular el socorro a piloto y personal de un avión supuestamente siniestrado, con grandes pabellones para alojamiento de personal y aulas para las clases teóricas. Bueno, yo me encontraba ahí, en el buque que tripulaba, y cuando pidieron voluntarios para hacer ese curso me presenté para capacitarme en tan difícil y riesgosa tarea. La actividad me cautivó y seguí capacitándome, primero como Instructor y luego como Instructor de Instructores. El tema era que había que formar a todas las tripulaciones de los buques de nuestra Armada…”.
Tas su retiro de la Armada comenzó a preguntarse “para qué me sirven estos conocimientos? Ya afincado en La Falda, lugar al que llegamos, con mi esposa, como campamenteros, y nos enamoramos la localidad, decidiéndonos a vivir acá en 1976, y encontré la respuesta a aquel interrogante. Vivía a tres cuadras del Cuartel de Bomberos y en reiteradas oportunidades vi que usaban un sistema anticuado y poco eficaz, me ofrecí para capacitarlos y me admitieron. El cuartel de La Falda se convierte así en un centro de capacitación, al que acuden bomberos de diferentes cuarteles de la región y provincia. En la zona solo estaban este cuartel y el de La Cumbre, durante la semana instruía a los locales y el sábado recibía a los que venían de otras localidades. No me conformé con eso y formé un Cuerpo de Cadetes, con niños, algunos de muy corta edad, que son en la actualidad Jefes de Cuerpo y funcionarios provinciales”.
La actividad desplegada en La Falda trascendió tanto que “en lo pueblos vecinos no había bomberos y decidieron por tenerlos, fue así que se apersonaron las autoridades del Centro Comercial de Cosquín y me pidieron si podía formar personal para un futuro cuartel, no me hice rogar y allí fui. Es de recordar, que los Bomberos de La Falda eran los encargados de prestar seguridad contra incendios durante las nueve lunas de los festivales, por esa carencia. Al poco tiempo fueron directivos del Rotary Club de Cruz del Eje los que me pedían capacitar bomberos en esa ciudad, me hice un cronograma de trabajo y un día a la semana partía para allá. Después llegaron los pedidos de Tanti, Soto, San Carlos Minas, Bialet Masse, Villa Giardino y Valle Hermoso, también amigos de a provincia de Santa Fe y hacia 400 kilómetros, una vez al mes”.
De esta manera, en 2000 Fermín asume un proyecto integral “el último gran emprendimiento fue el de Valle Hermoso, ahí capacitamos a la gente, formamos el cuerpo, integré la Comisión Directiva, hicimos las gestiones y comenzaron a llegar las unidades, pero, estábamos en el viejo cine y la autobomba quedaba en la calle, por lo que debíamos bajar todos los elementos tras cada salida y subirlos cuando éramos requeridos, esto insumía alrededor de diez minutos, demasiado tiempo para una emergencia donde corren riesgo vidas y bienes. Ane ello, le pedí al Intendente, que también era miembro fundador de la institución, Jorge Caserio, que me consiguiera un terreno, que de la construcción del cuartel me encarga yo. En 11 meses, con el ingreso genuino de la entidad y el apoyo de amigos, quedó el cuartel en condiciones de albergar tropa, salón para reuniones, salón de lectura y capacitación, todo lo necesario para que el bombero se encuentre cómodo mientras realiza su guardia o desempeña otras labores, por lógica las unidades se encuentran a resguardo y están en condiciones de trabajar en forma inmediata. Concretado esto, di las hurras y me dispuse a dejar la actividad”.
Nunca percibió dinero alguno por su labor, jamás admitió que se le pusiera un litro de combustible a sus vehículos “sólo me bastaba con devolverle a la comunidad lo que el país me dio a mí” afirma.
Sobre el cierre de la charla sentencia “Nadie sabe lo que vale tener un cuerpo de bomberos hasta el día en que lo necesita”.
Recuadro
Convicción y espíritu de servicio
Sin dudas, Fermín Fernández es una persona abnegada, capaz de dejar la tranquilidad de su hogar, con el pleno respaldo de su esposa, para transitar cientos de kilómetros, con el único fin de impartir conocimientos en primeros auxilios y seguridad en el manejo del fuego en situaciones de emergencia y crisis, sin percibir emolumento alguno por esa tarea, sólo el reconocimiento que llegará a través de un diploma recordatorio, de los que tiene muchos enmarcados, una invitación a almorzar o cenar o algún obsequio menor en alguna oportunidad.
Reconocimientos que tienen su valor, pero el verdadero orgullo de Fermín se expone cuando habla de los Jefes de Cuerpo, de los funcionarios provinciales, en Córdoba y La Rioja, que ha formado y se han ganado la consideración pública a fuerza de merito. Siente que esos hombres son el resultado de su aprendizaje y su enseñanza, y ese es el mejor lauro que recibe y aprecia.
Las cosas no siempre fueron fáciles, le tocó enfrentase a situaciones límites cuando el buque que tripulaba y del que era responsable en el área incendios, se encontró en llamas con una carga de miles de litros de gasoil y logró resolver el siniestro sin mayores pérdidas. Ya en el accionar civil, tuvo que dejar su instrucción en las localidades de San Carlos Minas y Bialet Masse porque sus intendentes creían encontrar algún tipo de interés político en su actividad. Tampoco acepta las remuneraciones a algún personal de los cuerpos activos “termina con el voluntariado y además genera una discriminación, sólo es para algunos”, dice, y probablemente sea una de las razones que lo llevan a plantear su alejamiento.
Sin embargo, creo que, si mañana aparece una institución o alguien pidiendo la capacitación de bomberos, Fermín volverá a tomar sus carpetas y elementos de trabajo y partirá hacia algún recóndito lugar de la provincia o el país para impartir sus conocimientos, porque esa es su convicción y su espíritu de servicio, volcar su esfuerzo y sacrificio en procura de limitar los riesgos que hacen a la labor del bombero y capacitarlo para enfrentar, en situación de crisis, la responsabilidad de preservar la vida y bienes del prójimo. Pero, si así no fuera, es necesario decirte que has cumplido y agradecerte fervientemente por todo lo que has dado, estoy seguro de que es mucho más de lo que te dio el país, y lo es porque te impones como un ejemplo de solidaridad y generosidad destinada a la comunidad, en medio de la egolatría que nos circunda.
N.H.
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