Carta Abierta a la Oposición
Por Alfredo Ferrarassi (*)
Días pasados cuando manifesté el deseo de escribir ésta, un alto e histórico dirigente radical me dijo que no la titulara así, sugiriendo entonces Carta Abierta a las Fuerzas de Oposición, ya que no se daba de esta manera lugar al equivoco.
Sin embargo, meditación laica mediante, sostengo la idea y aclaro que no es a los integrantes del Concejo Deliberante a quien la dirijo, sino a todos los que componen el amplísimo abanico anti sestopalino, incluyendo también a los ediles por cierto.
En efecto, poder observar lo que pasa en Argentina con la oposición es patético y en La Falda aún más. Podrán decir que nos abarcan las generales de la ley y deberé responder que es cierto, pero también es real que las elecciones locales serán inexorablemente antes y que por ende deberemos sacarnos la modorra que a algunos parece haberlos colocado en estado de hibernación y comenzar a pensar distinto, en grande, en el bienestar general y por sobre todo en no seguir defraudando a la gente con peleas personales, improductivas, infantiles y a veces sin ningún arraigo en las propias bases.
Al observar “el panorama desde el puente”, apelando a la genial obra teatral de Arthur Miller, podemos desde esa altura apreciar que esas diferencias son totalmente superables y que obedecen a nimiedades que solo benefician a quien se debe derrotar.
Si requerimos a la Historia en la rama de las grandes biografías, que no es mi preferida por cierto, o a la estrategia, aquella a la que los grandes políticos y militares supieron apelar, veremos que cuando se confunde el objetivo (enemigo) a vencer es cuando “trabajamos” inconscientemente a su favor y no hay nada peor que cometer este pecado para que nada cambie, aún cuando perdiendo pueda derrotar a mi rival interno, que en definitiva no debe ser el objetivo a alcanzar, sino se debe verlo como el aliado que me permite producir la coyuntura que me va posibilitar triunfar y realizar el cambio que se esta buscando.
Si esto que es básico y elemental no se lo internaliza, no habrá posibilidad de modificar nada, si no asumimos que el que esta al lado en la trinchera no es a quien debo “neutralizar” sino al que avanza al frente sobre mi, nada se podrá lograr.
Pensemos un caso emblemático, Mao Tse Tung un reconocido líder comunista que estaba enfrentado en lucha de largos años con el ultra nacionalista y conservador Chian Kai-sek, el 7 de julio de 1937 se produce la guerra China -– Japonesa. Los rivales irreconciliables, más allá de los ricos pormenores en que se produce el acontecimiento de la alianza, deben unirse para enfrentar a un enemigo común al que pusieron freno en 1940 y definitivamente en 1945.
Más allá de cual hubiera podido ser el resultado si no se enfrentaba Japón a Estados Unidos en la Segunda Guerra abriendo así demasiados frentes de batalla, lo que nos debe llamar a la reflexión es que los “enemigos íntimos” debieron unirse en pos de un objetivo superior, en este caso la nación invadida.
Terminada la contienda los aliados volverán a las hostilidades y Mao arrojará a la Isla de Formosa, hoy Taiwán, a su rival en 1949 desde donde nunca podrá volver.
Esto debe llamarnos a una reflexión doble, por un lado que unidos se pudo enfrentar y vencer a un enemigo infinitamente superior en disciplina y armamento como era Japón y por otro, que las diferencias ideológicas eran irreconciliables a la hora de decidir una manera de planificar el futuro en conjunto.
Si esto lo trasladamos a La Falda, tendremos que el enemigo es el marquismo, un gobierno que no solo defraudó a propios y extraños, si no que traicionó desde lo que el purismo ideológico significa hasta el propio origen populista que dice representar, gobernando para amigos y beneficiando, en su menemismo tardío, a una “casta” social más ligada a los intereses aristocráticos que a los del pueblo peronista.
Prueba de esto es la obra de remodelación de la Avenida Edén, que ha dejado al desnudo sus preferencias en cuanto para quien encaminar los esfuerzos, ya que los únicos beneficiados son los dueños de los locales que ven revalorizados sus propiedades y quienes poseen negocios en ella, aunque el colmo de esto es que se planifica que esta arteria tenga WI FI gratis, mientras que a una cuadra de la calle principal “todo está como era entonces”, al decir de Olegario Víctor Andrade…los pozos en los mismos lugares, las calles convertidas en autódromos, la inseguridad, la suciedad y cuantos adjetivos más quiera agregarle, ah y sin posibilidad de tener internet gratis algún día, al menos con este gobierno.
La situación en la que va a quedar La Falda al final de la gestión actual será equivalente a la conocida como tierra arrasada, ya que una inimaginable deuda pública tomará luz y condicionará el accionar de los futuros gobiernos, propios o extraños, ante este panorama es que debemos darle el significado a lo citado de China, ya que si no corregimos “las zonas erróneas”, difícilmente podamos hacer algo por nuestro pueblo.
Ha llegado la hora de pensar en políticas de Estado, en lo macro, en dejar de lado pequeñeces y pavadas, aunque suene mal el término, ya que mientras reñimos por cuestiones minúsculas el rival a vencer puede multiplicarse y eso sería, no solo atroz, si no inmoral, ya que cuando pudimos pararlos, por enfrentamientos internos, los de afuera, en este caso el oficialismo, se fortalecen y pueden volver a triunfar.
Estimo que también se debe asumir que debido al estado en que quedarán las finanzas locales no podrá un solo partido hacerse cargo de la situación, lo cual de creerse que si es factible sería un desatino total, ya que al no poder cumplir con lo prometido se enfrentará con todos los que venció, incluidos los partidarios del “antiguo régimen” que desde las sombras aprovecharán agazapados el momento oportuno de poner en marcha el plan de su vuelta.
Por ello se debe asumir que dado el estado de caos en que quedará la localidad la tarea de reconstrucción, no sólo de lo económico, sino lo social, no es para un solo partido, sino que es obra de todos los hombres de buena voluntad y decentes que hayan decidido que llegó la hora de aunar esfuerzos y de pensar en que si Pedro se pelea con Juan y Mario con Antonio, el que pierde no es Pedro, Mario, Juan o Antonio, según sea el resultado, si no los hijos o nietos de todos ellos, ya que el verdadero capitoste puede volver a triunfar y entonces se deberá preguntarse de que sirven las victorias a lo Pirro en lo interno, si el verdadero ganador es nuestro enemigo.
No es hora Señores de creer que el Partido Nuevo, la UCR, el peronismo disidente, los Stalinistas o los Trotskistas, los conservadores, liberales o los independientes a ultranza solos pueden arreglar “lo que vendrá”.
No Señores, esta es obra de todos, con todos y por todos, no es la hora del individualismo partidario, del egoísmo fraccionario, es el tiempo de unión en la que merced a un pacto se piense en que por cuatro u ocho años gobernarán en cada puesto los más capaces y que las diferencias partidocráticas se dejarán de lado en beneficio del bien común. Si no entendemos esto en mal camino estaremos andando y cuando reaccionemos será imposible cambiar el curso de la historia, como en aquel poema de Bertolt Brech en el que sostenía “ahora vienen por mi pero ya es demasiado tarde”.
Nadie gana con victorias sobre una línea interna o sobre una fracción del propio partido, ya que el que verdaderamente triunfa es el oficialismo y si creemos que podamos reconstruir La Falda, si queremos una “CONADEP” de esta gestión y que en nuestro pueblo exista un NUNCA MAS para gobiernos como éste, no queda otra que la unión, primero en defensa propia, de nuestro descendientes y por el legado que a las futuras generaciones obligatoriamente dejaremos.
Si estimamos que somos herederos de un pasado de grandeza, que indudablemente tuvo La Falda, para ser merecedores del mismo, lo que debemos obligatoriamente ser es ser grandes y para serlo se deben dejar de lado todo lo que hasta ahora se vino haciendo: modificar lo que hay que corregir y mejorar lo que esta bien, en suma no recostarnos en ensueño perverso sobre los laureles que así se convertirán en mustios, ya que el respeto por lo pretérito, por el presente y por el futuro requiere que seamos creíbles y aunque sólo sea por única vez pensemos en los demás y no en cosas inconducentes, ya que es la historia la que esta pasando y si no nos ponemos a la altura de lo que las circunstancias requieren vamos a quedar fuera de ella, siendo después demasiado tarde para los lamentos y algún día hasta nos demandarán por el egoísmo puesto de manifiesto.
Señores, no hay más tiempo, o nos unimos para salvar a La Falda o esta pasará a ser un triste recuerdo como hoy lo son otros puntos que tuvieron un pasado cargado de gloria y que han caído en el abandono y el olvido.
Continuar desgajando frases es redundar, lo que queda es pasar a la acción conformando un espacio pluralista para trabajar por nuestro pueblo y cuando se haya conquistado el poder, situación de la que no dudo así será de estar todos juntos, demostrar que somos capaces respetando a los vencidos y no cometiendo el pecado de soberbia que ésta gestión ha tenido; deberemos serlo castigando a quien haya que castigar y reconocer a quien lo merezca, aunque por cierto sea poco lo que merezca este acto.
Por ello, los militantes, los simpatizantes, los independientes, los públicos, los anónimos y aún los oficialistas que sienten vergüenza de quienes gobiernan deben unirse porque después de este gobierno La Falda necesitará recuperarse de todos los desaguisados que se han cometido y restaurar las heridas sociales y económicas que un niño grande, terco y malcriado realizó jugando a ser gobernante.
(*) Historiador - Periodista
Días pasados cuando manifesté el deseo de escribir ésta, un alto e histórico dirigente radical me dijo que no la titulara así, sugiriendo entonces Carta Abierta a las Fuerzas de Oposición, ya que no se daba de esta manera lugar al equivoco.
Sin embargo, meditación laica mediante, sostengo la idea y aclaro que no es a los integrantes del Concejo Deliberante a quien la dirijo, sino a todos los que componen el amplísimo abanico anti sestopalino, incluyendo también a los ediles por cierto.
En efecto, poder observar lo que pasa en Argentina con la oposición es patético y en La Falda aún más. Podrán decir que nos abarcan las generales de la ley y deberé responder que es cierto, pero también es real que las elecciones locales serán inexorablemente antes y que por ende deberemos sacarnos la modorra que a algunos parece haberlos colocado en estado de hibernación y comenzar a pensar distinto, en grande, en el bienestar general y por sobre todo en no seguir defraudando a la gente con peleas personales, improductivas, infantiles y a veces sin ningún arraigo en las propias bases.
Al observar “el panorama desde el puente”, apelando a la genial obra teatral de Arthur Miller, podemos desde esa altura apreciar que esas diferencias son totalmente superables y que obedecen a nimiedades que solo benefician a quien se debe derrotar.
Si requerimos a la Historia en la rama de las grandes biografías, que no es mi preferida por cierto, o a la estrategia, aquella a la que los grandes políticos y militares supieron apelar, veremos que cuando se confunde el objetivo (enemigo) a vencer es cuando “trabajamos” inconscientemente a su favor y no hay nada peor que cometer este pecado para que nada cambie, aún cuando perdiendo pueda derrotar a mi rival interno, que en definitiva no debe ser el objetivo a alcanzar, sino se debe verlo como el aliado que me permite producir la coyuntura que me va posibilitar triunfar y realizar el cambio que se esta buscando.
Si esto que es básico y elemental no se lo internaliza, no habrá posibilidad de modificar nada, si no asumimos que el que esta al lado en la trinchera no es a quien debo “neutralizar” sino al que avanza al frente sobre mi, nada se podrá lograr.
Pensemos un caso emblemático, Mao Tse Tung un reconocido líder comunista que estaba enfrentado en lucha de largos años con el ultra nacionalista y conservador Chian Kai-sek, el 7 de julio de 1937 se produce la guerra China -– Japonesa. Los rivales irreconciliables, más allá de los ricos pormenores en que se produce el acontecimiento de la alianza, deben unirse para enfrentar a un enemigo común al que pusieron freno en 1940 y definitivamente en 1945.
Más allá de cual hubiera podido ser el resultado si no se enfrentaba Japón a Estados Unidos en la Segunda Guerra abriendo así demasiados frentes de batalla, lo que nos debe llamar a la reflexión es que los “enemigos íntimos” debieron unirse en pos de un objetivo superior, en este caso la nación invadida.
Terminada la contienda los aliados volverán a las hostilidades y Mao arrojará a la Isla de Formosa, hoy Taiwán, a su rival en 1949 desde donde nunca podrá volver.
Esto debe llamarnos a una reflexión doble, por un lado que unidos se pudo enfrentar y vencer a un enemigo infinitamente superior en disciplina y armamento como era Japón y por otro, que las diferencias ideológicas eran irreconciliables a la hora de decidir una manera de planificar el futuro en conjunto.
Si esto lo trasladamos a La Falda, tendremos que el enemigo es el marquismo, un gobierno que no solo defraudó a propios y extraños, si no que traicionó desde lo que el purismo ideológico significa hasta el propio origen populista que dice representar, gobernando para amigos y beneficiando, en su menemismo tardío, a una “casta” social más ligada a los intereses aristocráticos que a los del pueblo peronista.
Prueba de esto es la obra de remodelación de la Avenida Edén, que ha dejado al desnudo sus preferencias en cuanto para quien encaminar los esfuerzos, ya que los únicos beneficiados son los dueños de los locales que ven revalorizados sus propiedades y quienes poseen negocios en ella, aunque el colmo de esto es que se planifica que esta arteria tenga WI FI gratis, mientras que a una cuadra de la calle principal “todo está como era entonces”, al decir de Olegario Víctor Andrade…los pozos en los mismos lugares, las calles convertidas en autódromos, la inseguridad, la suciedad y cuantos adjetivos más quiera agregarle, ah y sin posibilidad de tener internet gratis algún día, al menos con este gobierno.
La situación en la que va a quedar La Falda al final de la gestión actual será equivalente a la conocida como tierra arrasada, ya que una inimaginable deuda pública tomará luz y condicionará el accionar de los futuros gobiernos, propios o extraños, ante este panorama es que debemos darle el significado a lo citado de China, ya que si no corregimos “las zonas erróneas”, difícilmente podamos hacer algo por nuestro pueblo.
Ha llegado la hora de pensar en políticas de Estado, en lo macro, en dejar de lado pequeñeces y pavadas, aunque suene mal el término, ya que mientras reñimos por cuestiones minúsculas el rival a vencer puede multiplicarse y eso sería, no solo atroz, si no inmoral, ya que cuando pudimos pararlos, por enfrentamientos internos, los de afuera, en este caso el oficialismo, se fortalecen y pueden volver a triunfar.
Estimo que también se debe asumir que debido al estado en que quedarán las finanzas locales no podrá un solo partido hacerse cargo de la situación, lo cual de creerse que si es factible sería un desatino total, ya que al no poder cumplir con lo prometido se enfrentará con todos los que venció, incluidos los partidarios del “antiguo régimen” que desde las sombras aprovecharán agazapados el momento oportuno de poner en marcha el plan de su vuelta.
Por ello se debe asumir que dado el estado de caos en que quedará la localidad la tarea de reconstrucción, no sólo de lo económico, sino lo social, no es para un solo partido, sino que es obra de todos los hombres de buena voluntad y decentes que hayan decidido que llegó la hora de aunar esfuerzos y de pensar en que si Pedro se pelea con Juan y Mario con Antonio, el que pierde no es Pedro, Mario, Juan o Antonio, según sea el resultado, si no los hijos o nietos de todos ellos, ya que el verdadero capitoste puede volver a triunfar y entonces se deberá preguntarse de que sirven las victorias a lo Pirro en lo interno, si el verdadero ganador es nuestro enemigo.
No es hora Señores de creer que el Partido Nuevo, la UCR, el peronismo disidente, los Stalinistas o los Trotskistas, los conservadores, liberales o los independientes a ultranza solos pueden arreglar “lo que vendrá”.
No Señores, esta es obra de todos, con todos y por todos, no es la hora del individualismo partidario, del egoísmo fraccionario, es el tiempo de unión en la que merced a un pacto se piense en que por cuatro u ocho años gobernarán en cada puesto los más capaces y que las diferencias partidocráticas se dejarán de lado en beneficio del bien común. Si no entendemos esto en mal camino estaremos andando y cuando reaccionemos será imposible cambiar el curso de la historia, como en aquel poema de Bertolt Brech en el que sostenía “ahora vienen por mi pero ya es demasiado tarde”.
Nadie gana con victorias sobre una línea interna o sobre una fracción del propio partido, ya que el que verdaderamente triunfa es el oficialismo y si creemos que podamos reconstruir La Falda, si queremos una “CONADEP” de esta gestión y que en nuestro pueblo exista un NUNCA MAS para gobiernos como éste, no queda otra que la unión, primero en defensa propia, de nuestro descendientes y por el legado que a las futuras generaciones obligatoriamente dejaremos.
Si estimamos que somos herederos de un pasado de grandeza, que indudablemente tuvo La Falda, para ser merecedores del mismo, lo que debemos obligatoriamente ser es ser grandes y para serlo se deben dejar de lado todo lo que hasta ahora se vino haciendo: modificar lo que hay que corregir y mejorar lo que esta bien, en suma no recostarnos en ensueño perverso sobre los laureles que así se convertirán en mustios, ya que el respeto por lo pretérito, por el presente y por el futuro requiere que seamos creíbles y aunque sólo sea por única vez pensemos en los demás y no en cosas inconducentes, ya que es la historia la que esta pasando y si no nos ponemos a la altura de lo que las circunstancias requieren vamos a quedar fuera de ella, siendo después demasiado tarde para los lamentos y algún día hasta nos demandarán por el egoísmo puesto de manifiesto.
Señores, no hay más tiempo, o nos unimos para salvar a La Falda o esta pasará a ser un triste recuerdo como hoy lo son otros puntos que tuvieron un pasado cargado de gloria y que han caído en el abandono y el olvido.
Continuar desgajando frases es redundar, lo que queda es pasar a la acción conformando un espacio pluralista para trabajar por nuestro pueblo y cuando se haya conquistado el poder, situación de la que no dudo así será de estar todos juntos, demostrar que somos capaces respetando a los vencidos y no cometiendo el pecado de soberbia que ésta gestión ha tenido; deberemos serlo castigando a quien haya que castigar y reconocer a quien lo merezca, aunque por cierto sea poco lo que merezca este acto.
Por ello, los militantes, los simpatizantes, los independientes, los públicos, los anónimos y aún los oficialistas que sienten vergüenza de quienes gobiernan deben unirse porque después de este gobierno La Falda necesitará recuperarse de todos los desaguisados que se han cometido y restaurar las heridas sociales y económicas que un niño grande, terco y malcriado realizó jugando a ser gobernante.
(*) Historiador - Periodista
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