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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

sábado, 23 de enero de 2010

Antonia Palaciani: Un siglo de vida

Es de esas mujeres a las que no se les puede adivinar la edad, sus ojos brillantes e inquietos, su porte erguido, a pesar de una fractura en un dedo del pie, su sonrisa franca, sus gestos medidos, y su hablar claro, coherente y pausado, impiden establecer sus años de vida. Apenas, tiene cien, sus primeros cien años, porque en lo que resta de este artículo, usted descubrirá que pretende vivir cien más. Los cumplió el 7 de enero y al día siguiente me decía que estaba proyectando la actividad a desarrollar durante este año, que como ya es habitual lo dedicará a pintar, a escribir, a leer, y fundamentalmente a aprender nuevas cosas y tener nuevas experiencias.
Enamorada de La Falda, inculcó ese amor a sus hijas y nietos, algunos de los cuales son comerciantes y empresarios en la región.

Lo siguiente es un extracto del diálogo mantenido, que cubrió muchas facetas de esta riquísima vida, y que por cuestiones de espacio se ve reducido, seguramente tendremos otras oportunidades de hablar de Antonia Palaciani, “la tata” para nietos e íntimos, “nata” para amigos, “la Señora ñata” para los conocidos, probablemente lo hagamos cuando presente el libro en el que está trabajando.

La docencia y otras actividades

“Siempre he mantenido la inquietud por aprender, por educarme, por leer. Me recibí de maestra a los 16 años, entonces con una amiga que era sobrina del Presidente del Consejo Nacional de Mujeres le pedimos que nos diera un lugar de trabajo en la Capital Federal, por aquellos tiempos las cosas se hacían como corresponde, y, por tanto, nos dijo que no, que si queríamos educar lo hiciéramos haciendo una experiencia en el interior, en la provincia, y elegimos la Provincia de La Pampa, ahí fui nombrada en un pueblo que se llamaba Bernasconi, estuve un año y luego fui transferida a un lugar mejor, y me dieron el sexto grado, pero me encontré con un problema los alumnos varones eran demasiados grandes, me miraban demasiado, yo era muy chica y me sentía incomoda, pedí al director que me diera un grado inferior y me colocó en tercer grado, fue una experiencia inolvidable, no tan sólo por la experiencia docente, sino que además un fin de semana al mes, los docentes nos reuníamos en diferentes poblaciones de la provincia en verdaderos encuentros de camaradería, con el fin de conocernos, y ahí quien sabia cantar o recitar lo hacia, bailábamos y nos divertíamos, todo comenzaba como a las 7 de la tarde y terminaba como a las tres o cuatro de la madrugada, a mi me sirvió para relacionarme, conocí a mucha buena gente e hice amistades invalorables. Fui muy feliz en esa época, porque uno daba, con alegría, todo lo que tenía, tanto en el trabajo docente, como con las amistades. En esa época el período de vacaciones era de tres meses, los que nos servían para actualizarnos, perfeccionarnos y aprovechábamos para viajar y conocer el país, y así poder trasladarles nuestros nuevos conocimientos a los alumnos”.

Deje la docencia a pedido de mi madre que me pidió regresara a Capital Federal porque consideraba que estaría mejor allí y porque deseaba tenerme cerca. En ese lapso, acompañe reiteradas veces a mi hermana, que integraba el equipo de la revista Caras y Caretas y también trabajaba en el primer noticiero argentino que se filmaba, era Sucesos Argentinos, y se exponía en la calle Ayacucho, en aquel entonces no había televisión, y por eso a ese lugar acudían los protagonistas de las noticias y quienes estaban interesados en la información, de manera que conocí a verdaderas personalidades de la época, en todos los ámbitos, política, cultura, deportes, de la vida nacional y del plano internacional que transitoriamente pasaban por Buenos Aires. Ese también fue un buen momento de mi vida.

Por ese entonces, comencé a trabajar en la municipalidad, en un área urbanística, me dedicaba a hacer croquis y planos, era algo nuevo para mí, siempre quería aprender más y de todo, y bueno, eso me gustaba y lo pasaba bien.

La diferencia entre aquel proyecto educativo que me toco vivir y lo que aprecio de la actualidad, es que en ese momento los padres se ocupaban en que sus hijos fuesen a la escuela, se sacrificaban para que los chicos aprendieran, para que tuvieran una mejor condición de futuro, tenían el ideal de perfeccionarse, de que habían venido al mudo para ser mejores que sus antecesores, de que pudieran llegar a ser profesionales, abogados, médicos, ingenieros, arquitectos… hoy eso no ocurre y los chicos tampoco avizoran un futuro concreto, posible, y entonces les enseñan a pedir limosna, a robar…he vivido un mundo que se va degenerando, en lugar de ser mejor es peor. Es una lástima, porque sino hay educación no habrá quien pueda gobernar en el futuro”.

Pintora, comerciante y escritora

“Hace doce años, cuando me establecí definitivamente en La Falda, me decidí por encarar alguna labor, y me recomendaron a una profesora de pintura de Valle Hermoso, fui y me encontré con un excelente ambiente y una profesora maravillosa, aprendí lo básico y luego me he ido perfeccionando., he concretado trabajos en cerámica y pintado cabezas de caballos, pero por sobre todo lo he pasado muy bien, que es lo que realmente importa, porque lo viví intensamente en un período en que no puedo hacer otras cosas por mi edad. También dedico muchas horas a la lectura y a escribir, estoy terminando un libro donde recabo mis treinta años como comerciante y la época, que se caracterizaba por el arribo de grandes transatlánticos que traían a personalidades del mundo para conocer el país y que pasaron por mi comercio. Estoy hablando de la presencia de príncipes, condes, reyes, tal el caso de la Reina Sofía que nos visitó en dos oportunidades, el Sha de Persia que adquirió un sinfín de regalos, el Príncipe Bernardo, (Christiaan) Barnard, (Albert) Sabin, muchos científicos, políticos, y personajes del arte… y, naturalmente, todas las personalidades de nuestro país en sus más diversos ámbitos y actividades. Dios me dio la oportunidad de poder dialogar con ellos, conocer lo que pensaban y sus proyectos, fue algo por demás importante para mí. Esto sucedía entre 1960 y 70, el negocio lo abrí en 1949 y lo tuve hasta 1980. Lo cerré porque eran tiempos difíciles, de secuestros y otras tropelías, se había perdido seguridad, y también había declinado la clientela de fortuna. Uno de mis últimos clientes, ya cerrado el negocio, era el Dr. (Alfredo) Martinez de Hoz, cuando era Ministro de Economía, que tenía por costumbre regalar chalinas de vicuña claras, tan es así que la última vez que lo hizo, era el obsequio para un funcionario norteamericano, me traslade hasta el ministerio le entregué en mano la caja y en mi presencia él se la pasó a ese funcionario.

El negocio me dio muchas satisfacciones, es de recordar que cuando decido instalarlo me cobraban de alquiler 20 mil pesos, me pareció caro, y así opinaron mis amistades y la gente a la que consulte, porque además era un local chico. Pero, mientras lo evaluaba, se me ocurrió preguntarle a un comerciante que tenía un negocio similar en Santa Fe al 800 de Capital Federal y tenía exposición y venta en el Hotel Edén, y me dijo que si iba atrabajar con calidad y honradez no perdiera el lugar, que iba a tener buenas posibilidades. Lo que también me había dicho el gerente del Plaza, agregando que con lo que facturara en un día iba a poder pagar la renta. Lo cierto es que facturaba, en oportunidades, entre 80 y 100 mil dólares diarios. En ese negocio, puse un mural de Santa Catalina, que hoy es patrimonio nacional

He tenido ese negocio durante 30 años en el Plaza Hotel, platería colonial, ponchos, mantas, chalinas de vicuña, alpaca y arte regional. Había solo dos hoteles de nivel, el Plaza y el Alvear, en el primero se alojaban los empresarios y comerciantes, en el otro, artistas y figuras destacadas de las ciencias, el arte y la política. En esa época Argentina era un país potencia, ubicado en el sexto lugar entre los países más importantes. Estamos hablando de la época previa al advenimiento de Juan Domingo Perón. Ese hombre se encontró con un Banco Central lleno de lingotes de oro y terminó con todo, fue un tiempo difícil donde muchas empresas se fueron del país y se radicaron en Uruguay”.

Política

“Nunca he militado en política. De los últimos 50 años, puedo decir que quienes han llegado al poder, son personas que no saben manejar el país, no por maldad sino por ignorancia. Argentina es un país inmensamente rico, con todos los climas, con extenso suelo cultivable, donde se puede sembrar y cosechar de todo, con riqueza mineral, y se lo desaprovecha. Los ojos del mundo siguen puestos en Argentina, hoy por el agua, y es así que los políticos se compran y dejan que alguien como (George) Bush adquiera tierras en Río Cuarto y en Villa La Angostura para llevarse el agua y venderla a precio oro en Europa. Eso hay que impedirlo, hay que prohibir que se venda el suelo argentino y el capital natural que tenemos. Espero que esto se revierta, todavía tengo la esperanza de que esto va a cambiar”.

Moral
“Lo que desgraciadamente ha cambiado es la moral, antes teníamos respeto por nosotros y por quienes nos rodeaban y eso hoy no sucede. Tampoco los ejemplos que deberían llegar desde los estratos destacados son los mejores, y sino mire a (Silvio) Berlusconi o al Presidente de Paraguay, incluso algunas actitudes de nuestra Presidente, no estoy en contra de ella, pero hay cosas que dejan que desear. Es un problema mundial, no sólo de Argentina… Otro de los temas que hace a este retroceso es el consumo de drogas, los chicos se pierden. Caen en el robo, en el hurto, y en situaciones más graves todavía. En nuestro país el Servicio Militar obligatorio era un muro de contención para muchas cosas, incluso rescataba de los malos hábitos, considero que es una pérdida que se puede reparar. Reitero, es un problema mundial, pero tengo la esperanza de que los buenos hombres, que los hay, recompongan estas cosas y nos conduzcan a un mundo mejor”.

Ecología

“Estoy preocupada por el medio ambiente, por el planeta tierra, hay que revertir esta situación de desastre que se ha creado, tenemos que recuperar la naturaleza, y una de las formas es plantando árboles. Tengo pensando decirle al Intendente (Marcos) Sestopal que me permita hacer una campaña para incentivar a la gente a plantar árboles, porque el árbol oxigena el ambiente, desde La Falda podemos hacer algo por la naturaleza. El llamado debería ser universal para que cada habitante de cada ciudad, aún en el balcón, si no tiene otro espacio, haga crecer un árbol, con esto posiblemente no salvemos la atmosfera, pero habremos hecho bastante por purificarla…”.

Enamorada de La Falda

“Vine con una excursión de Villalonga, nos costó 70 pesos, tendría 16 ó 17 años, nos alojamos en el Hotel Bristol en Córdoba, desde allí salimos para visitar, en autos descubiertos, Carlos Paz y La Cumbre, pasamos por La Falda y subimos por la avenida de los eucaliptos, hoy Edén, hasta el Hotel Edén, me encantó el paisaje y me dije que en algún momento, cuando fuese grande, viviría aquí.
Con el transcurso de los años, cuando María Cristina tenía 5 añitos y enfermó de asma, por el año 40, el médico me recomendó, por el clima, traerla a las sierras, y me instalé por una temporada en Los Manantiales (límite entre La Falda y Huerta Grande), vine por unas semanas y me quedé ocho años. Desde el balcón de esa casa, observaba lo que es hoy Patria al 900, el lugar me encantaba, compré las tierras y edifiqué los chalets Marta, María Cristina y Matilde. Construcciones que eran para renta, pero que terminé vendiendo porque no podía atenderlos por mi otro negocio. Luego, compre la manzana del 500 de Patria y construí los chalets Blanquita, Anthony y Navia, que después de muchos años también se vendieron, el último Anthony porque era el lugar donde quería pasar mis últimos años, pero exigía de mucho mantenimiento y personal y se hizo muy costoso. Lo importante de ese tiempo era la confianza existente, por ejemplo, las construcciones las llevó adelante Donato Gonnano y no había contratos y los dineros se entregaban sin temor y no existía problema alguno, porque cada parte cumplía con su compromiso de palabra. Más aún, las ventas que se hicieron, se concretaban en efectivo, me entregaban el dinero sin percibir recibos y después se hacían los trabajos notariales, y nadie desconfiaba de nadie, eso lamentablemente también se ha perdido”.

La fórmula para llegar a los cien

“No siento que tengo cien años. No lo siento porque vivo con futuro. Estoy pensando en lo que voy a hacer este año de trabajo, de lectura…no pienso en detenerme, menos en morir, para nada, no tengo ningún apuro. Tengo mucha fuerza de voluntad y creo que todo es posible, que nada para mi es imposible. Los problemas los enfrento desde lo positivo y con la ayuda de Dios todo se supera. Siempre digo esto puede ser, menos la muerte todo se resuelve en la vida…
Además, cómo no infundirse ánimos de vida, cuando te levantas y la mañana te ofrece este cielo, el canto de los pájaros, este verde, los cedros que, alguna vez planté, eso es un impulso de vida…”.

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