Un equilibrio que impone cambios en el poder político
La ciudadanía estableció, a través del voto, a sus representantes en el Congreso de la Nación, y con ello ha marcado un equilibrio que exigirá del acuerdo a la hora de la instrumentación de nueva legislación que habilite la generación o modificación de políticas ejecutivas. Pero esto sucederá a partir de diciembre, en que se instale la nueva conformación en el Congreso, mientras tanto la nueva instancia política podrá afectar el proceso de decisión, de hecho ya ha ocurrido, y algunos signos pueden observarse. Sin embargo, los reposicionamientos de los diferentes sectores políticos que participaron de la compulsa es lo que se ha podido apreciar de inmediato, aunque la paridad de los resultados reflejó que habrá poco tiempo para festejar y mucho para trabajar en la consolidación de esos espacios.
El resultado a nivel nacional, no es todo lo desastroso que se pretende mostrar, debe necesariamente producir algunos cambios de fondo en la administración y en la forma de ejecutar las políticas de gobierno, pero no significa que el país este retornando a Diciembre de 2001, los gobiernos anteriores han accionado sin contar con mayorías en el Congreso, siendo la primera minoría, y no se observa ninguna razón para que ello no suceda en esta oportunidad, a excepción de un núcleo opositor que parece más interesado en romper con la constitucionalidad que en aportar en beneficio de los reclamos ciudadanos, lo que es la expresión misma de la disputa por el poder y no por los intereses de la nación.
Claro que, los cambios ya comienzan a visualizarse en el partido de gobierno, renuncias o renunciados, Néstor Kirchner dejando la presidencia partidaria, en aras de recuperar la transversalidad que le permita gobernar a Cristina Fernández los próximos dos años, al tiempo que deja el espacio para la discusión interna que reflejará que el PRO no es peronismo y que Eduardo Duhalde ha “prestado” esos votos a Felipe Solá para reposicionarse y rediscutir su poder en el peronismo bonaerense y su ascendencia en el resto del país. Del resultado de esa puja, que no será sangrienta, saldrán los lineamientos que permitirán posicionar los candidatos del peronismo de 2011, sea Carlos Reuteman, que en esta oportunidad corre con alguna mínima ventaja, Mario Das Neves, Macri que ahora se siente “cerca del peronismo”, el cordobés José Manuel De La Sota o algún pichón kirchnerista al que no se le quemaron las alas en esta elección.
La oposición, en ese nivel, no tan sólo deberá conformar una alianza de funcionamiento en el Congreso para debatir e imponer los importantes temas en agenda, sino que también deberá tejer un entramado de coincidencias que le permitan generar una opción de gobierno al peronismo. Se hace necesario, porque no aparecen, hasta el momento, claros liderazgos que puedan concitar la atención del electorado. No es que falten dirigentes, los hay, y de excelentes condiciones, lo que sucede es que, hasta el momento, parecen no haber conseguido elaborar ni exponer las bases del acuerdo político que sustente la voluntad de poder para hacerse del gobierno, y que incluya las demandas ciudadanas que exigen de reglas claras y permanentes que permitan que los argentinos evolucionen con trabajo, pan, paz y libertad. En ese esquema deberán encontrarse Binner, Solanas, Alfonsin, Carrió, Stolbizer, tal vez Cobos, entre otros.
En Córdoba, el peronismo no la tiene fácil, a más de haber obtenido un magro resultado electoral y convertirse en el primer distrito en la historia cuyo gobernador no tendrá un representante de su riñón en el Senado, tendrá que lidiar con una administración con dificultades de caja y con la necesidad de producir acercamientos con el poder nacional en aras de destrabar los fondos que necesita, porque si la pretensión es que la Justicia dirima puede encontrarse con que para cuando ello suceda, en caso de serle favorable, se encuentre con una victoria en abstracto, por ende improductiva, porque los tiempos de la Justicia no serán coincidentes con las necesidades urgentes de la administración de gobierno.
En lo político, la reacción del gobernador Juan Schiaretti ha sido la de salir a festejar la derrota del kirchnerismo y la escasa diferencia obtenida por Luis Juez, se dice el artífice de esa merma, pero, muy cercano a su despacho, se analiza que ese logro es de Daniel Giacomino que le incendió la ciudad a su ex socio. Con este poco capital pretende conducir al peronismo cordobés, impedir que De La Sota tenga sustento partidario y no acordar, bajo ningún concepto, con Olga Riutort y Eduardo Accastello, uno que no tan sólo anuncia su pretensión de ser candidato a gobernador en 2011, sino que además es mencionado como uno de los recambios en el gobierno nacional, donde conduciría el Ministerio del Interior. Otro que buscaría reemplazar a Schiaretti en el gobierno provincial sería Eduardo Mondino. Pero, la gran incógnita sigue siendo qué hará De La Sota, habrá que esperar ese pronunciamiento para saber dónde quedará parado el peronismo de Córdoba. El gallego no ha perdido su intención de ser presidente de la nación y tampoco está decidido a dejar de mantener su liderazgo partidario en la provincia y es conocida su amplia gama de recursos a la hora de imponer su voluntad. Lo que deja como saldo que las ilusiones de Schiaretti sólo serán realidad si De La Sota las aprueba.
En lo que hace al radicalismo, el resultado electoral lo ha reposicionado como opción de gobierno, y tanto Oscar Aguad, como Ramón Mestre, se muestran como los hombres de recambio en la conducción partidaria, y también en lo que hace a las postulaciones hacia 2011, uno buscando la provincia y el otro la intendencia capitalina. No han descartado posibles alianzas, pero siempre y cuando el radicalismo conduzca y los aliados estén por detrás de las candidaturas mencionadas. Un anuncio, que puede considerarse excedido, por su anticipación. Es de recordar que las alianzas o frentes se deciden de acuerdo a las circunstancias que determinan un momento electoral, no pueden preverse y menos desestimarse con tamaña antelación.
El espacio liderado por Luis Juez festeja la victoria que debió ser en 2007 y analiza con seriedad el futuro. Un futuro que sólo será plausible con organización partidaria y legítimos representantes de la voluntad ciudadana de cada distrito electoral. El desafío, como gusta decir a los juecistas, será el de estructurar un partido político, con autoridades y conductores, que no dependa solo de la visión política de su líder, que es evidente lo ha llevado a descuidar su entorno y que se generen en su núcleo más cercano sus más acérrimos adversarios. Ha generado una estructura provincial con mucho esfuerzo y pocos recursos económicos, en base a la utopía del cambio, se hace necesario ahora fortalecerla y responder a esa esperanza que ha instalado. Labor que no será fácil, como el mismo Juez reconoce. El electorado lo ha advertido a tiempo, habrá que ver si Juez detrás de la nueva responsabilidad, que le impone tiempo de diálogo por encima de la confrontación, logra mantener indemne la tracción que ha generado sobre el electorado.
Como puede apreciarse, son muchas las incógnitas que nos esta marcando el espectro político, pero el ciudadano aparentemente se presenta expectante, convencido de que este equilibrio que ha dejado como saldo el proceso electoral impondrá mayor responsabilidad a sus representantes y que desde esa exigencia surgirán los hombres y mujeres que harán realidad sus anhelos, esperemos que así suceda.
N.H.
El resultado a nivel nacional, no es todo lo desastroso que se pretende mostrar, debe necesariamente producir algunos cambios de fondo en la administración y en la forma de ejecutar las políticas de gobierno, pero no significa que el país este retornando a Diciembre de 2001, los gobiernos anteriores han accionado sin contar con mayorías en el Congreso, siendo la primera minoría, y no se observa ninguna razón para que ello no suceda en esta oportunidad, a excepción de un núcleo opositor que parece más interesado en romper con la constitucionalidad que en aportar en beneficio de los reclamos ciudadanos, lo que es la expresión misma de la disputa por el poder y no por los intereses de la nación.
Claro que, los cambios ya comienzan a visualizarse en el partido de gobierno, renuncias o renunciados, Néstor Kirchner dejando la presidencia partidaria, en aras de recuperar la transversalidad que le permita gobernar a Cristina Fernández los próximos dos años, al tiempo que deja el espacio para la discusión interna que reflejará que el PRO no es peronismo y que Eduardo Duhalde ha “prestado” esos votos a Felipe Solá para reposicionarse y rediscutir su poder en el peronismo bonaerense y su ascendencia en el resto del país. Del resultado de esa puja, que no será sangrienta, saldrán los lineamientos que permitirán posicionar los candidatos del peronismo de 2011, sea Carlos Reuteman, que en esta oportunidad corre con alguna mínima ventaja, Mario Das Neves, Macri que ahora se siente “cerca del peronismo”, el cordobés José Manuel De La Sota o algún pichón kirchnerista al que no se le quemaron las alas en esta elección.
La oposición, en ese nivel, no tan sólo deberá conformar una alianza de funcionamiento en el Congreso para debatir e imponer los importantes temas en agenda, sino que también deberá tejer un entramado de coincidencias que le permitan generar una opción de gobierno al peronismo. Se hace necesario, porque no aparecen, hasta el momento, claros liderazgos que puedan concitar la atención del electorado. No es que falten dirigentes, los hay, y de excelentes condiciones, lo que sucede es que, hasta el momento, parecen no haber conseguido elaborar ni exponer las bases del acuerdo político que sustente la voluntad de poder para hacerse del gobierno, y que incluya las demandas ciudadanas que exigen de reglas claras y permanentes que permitan que los argentinos evolucionen con trabajo, pan, paz y libertad. En ese esquema deberán encontrarse Binner, Solanas, Alfonsin, Carrió, Stolbizer, tal vez Cobos, entre otros.
En Córdoba, el peronismo no la tiene fácil, a más de haber obtenido un magro resultado electoral y convertirse en el primer distrito en la historia cuyo gobernador no tendrá un representante de su riñón en el Senado, tendrá que lidiar con una administración con dificultades de caja y con la necesidad de producir acercamientos con el poder nacional en aras de destrabar los fondos que necesita, porque si la pretensión es que la Justicia dirima puede encontrarse con que para cuando ello suceda, en caso de serle favorable, se encuentre con una victoria en abstracto, por ende improductiva, porque los tiempos de la Justicia no serán coincidentes con las necesidades urgentes de la administración de gobierno.
En lo político, la reacción del gobernador Juan Schiaretti ha sido la de salir a festejar la derrota del kirchnerismo y la escasa diferencia obtenida por Luis Juez, se dice el artífice de esa merma, pero, muy cercano a su despacho, se analiza que ese logro es de Daniel Giacomino que le incendió la ciudad a su ex socio. Con este poco capital pretende conducir al peronismo cordobés, impedir que De La Sota tenga sustento partidario y no acordar, bajo ningún concepto, con Olga Riutort y Eduardo Accastello, uno que no tan sólo anuncia su pretensión de ser candidato a gobernador en 2011, sino que además es mencionado como uno de los recambios en el gobierno nacional, donde conduciría el Ministerio del Interior. Otro que buscaría reemplazar a Schiaretti en el gobierno provincial sería Eduardo Mondino. Pero, la gran incógnita sigue siendo qué hará De La Sota, habrá que esperar ese pronunciamiento para saber dónde quedará parado el peronismo de Córdoba. El gallego no ha perdido su intención de ser presidente de la nación y tampoco está decidido a dejar de mantener su liderazgo partidario en la provincia y es conocida su amplia gama de recursos a la hora de imponer su voluntad. Lo que deja como saldo que las ilusiones de Schiaretti sólo serán realidad si De La Sota las aprueba.
En lo que hace al radicalismo, el resultado electoral lo ha reposicionado como opción de gobierno, y tanto Oscar Aguad, como Ramón Mestre, se muestran como los hombres de recambio en la conducción partidaria, y también en lo que hace a las postulaciones hacia 2011, uno buscando la provincia y el otro la intendencia capitalina. No han descartado posibles alianzas, pero siempre y cuando el radicalismo conduzca y los aliados estén por detrás de las candidaturas mencionadas. Un anuncio, que puede considerarse excedido, por su anticipación. Es de recordar que las alianzas o frentes se deciden de acuerdo a las circunstancias que determinan un momento electoral, no pueden preverse y menos desestimarse con tamaña antelación.
El espacio liderado por Luis Juez festeja la victoria que debió ser en 2007 y analiza con seriedad el futuro. Un futuro que sólo será plausible con organización partidaria y legítimos representantes de la voluntad ciudadana de cada distrito electoral. El desafío, como gusta decir a los juecistas, será el de estructurar un partido político, con autoridades y conductores, que no dependa solo de la visión política de su líder, que es evidente lo ha llevado a descuidar su entorno y que se generen en su núcleo más cercano sus más acérrimos adversarios. Ha generado una estructura provincial con mucho esfuerzo y pocos recursos económicos, en base a la utopía del cambio, se hace necesario ahora fortalecerla y responder a esa esperanza que ha instalado. Labor que no será fácil, como el mismo Juez reconoce. El electorado lo ha advertido a tiempo, habrá que ver si Juez detrás de la nueva responsabilidad, que le impone tiempo de diálogo por encima de la confrontación, logra mantener indemne la tracción que ha generado sobre el electorado.
Como puede apreciarse, son muchas las incógnitas que nos esta marcando el espectro político, pero el ciudadano aparentemente se presenta expectante, convencido de que este equilibrio que ha dejado como saldo el proceso electoral impondrá mayor responsabilidad a sus representantes y que desde esa exigencia surgirán los hombres y mujeres que harán realidad sus anhelos, esperemos que así suceda.
N.H.
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