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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 10 de julio de 2009

La ciudadanía dijo ¡basta!..pero no es suficiente

Finalmente, la ciudadanía dijo basta al mesianismo, a la mentira, a la prepotencia y el uso de los dineros públicos como si fueran propios del presidente de turno o de algún partido con pretensiones hegemónicas, como son todos los de extrema derecha, extrema izquierda, y aún de centro, aunque se auto-titulen democráticos. Si bien estas categorías ya pertenecen definitivamente al siglo pasado, nos sirven para hacer notar que casi todos ellos, en nuestro país, quieren hacerse con el poder total, y pierden lastimosamente su tiempo de gobernantes en fantasías de movimientos históricos supuestamente fundacionales, y antidemocráticas aspiraciones de eternizarse en la función pública. A la mayoría además, les molesta profundamente que se piense, se hable y se escriba con libertad. Se llenan la boca con la palabra democracia, pero desconocen totalmente su esencia profunda.
El último gobierno que hemos padecido y que –lamentablemente- aún debemos soportar hasta 2011, se ha caracterizado por la prepotencia, la mentira y la soberbia, y por el uso de los bienes públicos o privados discrecionalmente, como si fueran propios. Las empresas del Estado, las privatizadas y los jubilados pueden dar fe de ello. Pero además, han gobernado con una notable coherencia entre el estrabismo físico y el mental, pues mientras dilapidaban los dineros públicos en dádivas, prebendas y viajes fastuosos, al mismo tiempo se enriquecían privadamente haciendo pingües negocios a la sombra del poder, duplicando o triplicando el capital que tenían al momento de acceder al poder político. No conformes con ello, una ambición desmedida los llevó crear un capitalismo de amigos en negocios variados, algunos de ellos anclados en el vicio o la desesperación de la gente, como es el caso de los juegos de azar, que son fomentados absurdamente desde la mismísima presidencia de la nación.
No habrá verdadera democracia en la Argentina mientras no se logre un bipartidismo o, cuando menos un tri-partidismo y una alternancia en el poder regulada por el voto no compulsivo y con mecanismos modernos que eviten las múltiples maneras de cometer fraude que tristemente aún se practican.
No habrá auténtica democracia en la Argentina mientras no haya total y absoluta independencia entre los tres poderes del Estado, y cesen los reiterados intentos de someter a la Justicia a los designios y conveniencias del Ejecutivo, ya sea por la designación de jueces adictos aunque ineptos, o por la creación de leyes cuya finalidad última es ejercer un poder controlador sobre los jueces.
No habrá democracia en la Argentina mientras el Congreso, actuando corporativamente, vote super-poderes permanentes al Ejecutivo, incurriendo en flagrante “traición a la Patria”, tal como lo marca taxativamente la Carta Magna Argentina.
No habrá verdadera democracia en la Argentina mientras no haya una distribución equitativa de la riqueza, en lugar de mantener ex profeso bolsones de pobreza con gentes en condición paupérrima, lo que las convierte en presa fácil para políticos corruptos como los llamados “barones del conurbano bonaerense”, quienes mediante sus gansteriles “punteros” amenazan y extorsionan a los indigentes para que los voten a cambio de una frazada, unos ladrillos, unas chapas, o cualquier otra dádiva atentatoria contra la dignidad de las personas, o bien los arrean como ganado para llenar plazas con falsos seguidores, vivando a líderes las más de las veces despóticos.
No habrá verdadera democracia en la Argentina, mientras algún partido político mantenga y utilice grupos de choque tipo barrabravas futbolera, compuestos por delincuentes y resentidos sociales que son convocados y utilizados para agredir al pueblo cuando intenta manifestarse pacíficamente, no pocas veces encapuchados a pesar de ampararse en la patota, lo cual pone en evidencia su enorme cobardía.
No habrá democracia plena en Argentina mientras no se democraticen los gremios y las centrales obreras, que hoy responden al modelo fascista de Mussolini, y presionan a los gobernantes y al pueblo con su poder extorsivo para obtener grandes beneficios a espaldas de sus representados, mientras sus dirigentes se enriquecen y disputan sus territorios con métodos mafiosos. Además pretenden –siempre mediante la extorsión- obtener bancas en el Congreso y cogobernar. Esto desde hace más de medio siglo.
En todo esto le cabe una enorme responsabilidad a las oposiciones partidarias y a las llamadas disidentes, que deben democratizar sus procedimientos, instar al diálogo, apelar al voto y, sustancialmente ofrecer ideas y alternativas superadoras de todo este grotesco que desde hace años ha sumergido a la Argentina, haciéndole perder el tren de la historia y el relevante lugar en el mundo que supo tener cuando “asomaba su faz en la Tierra como una nueva y gloriosa nación”.
Por Alberto Moro -

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