Mujeres produciendo ciudad
Nora Gómez
Las posibilidades que ofrecen las ciudades y las maneras de utilizar los servicios públicos son totalmente diferentes según se trate de varones o de mujeres. Ellas, en su rol de cuidadoras y madres necesitan proveer a sus hijos un suelo, un techo, agua, luz, alcantarillado, transporte, educación, seguridad. Porque sufren más que nadie esas carencias, demandan con más fuerza mejores servicios y se están convirtiendo en líderes dentro de sus comunidades.
La red Mujer y Hábitat latinoamericana, viene trabajando desde 1988 en temas de hábitat y género y sus estudios demuestran cómo las desiguales relaciones entre los sexos se traducen en las múltiples limitaciones que viven las mujeres en el acceso a la vivienda y a los servicios públicos. La falta de espacio y la precariedad de los materiales en la vivienda, las carencias de servicios públicos domiciliarios (agua, alcantarillado, pavimento, transporte) y de servicios sociales y comunales (escuelas, centros de salud, etc.) afecta directamente el quehacer y la calidad de vida de las mujeres que son las encargadas de asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo en el hogar.
El acceso al agua, al trabajo, a una vivienda digna, el transporte, el cuidado infantil, los servicios y equipamientos de salud, la educación y la recreación suelen estar pensadas desde una perspectiva “universal” que, en realidad, responde a las necesidades, horarios y lógicas del mundo masculino. Por ejemplo…
… La falta de agua potable ocasiona muchas más dificultades a las mujeres que ven recargadas sus jornadas de trabajo con el acarreo del agua desde canillas comunitarias.
… El transporte público ligado a las distancias y a la inseguridad se constituye en un obstáculo para el acceso al mercado de trabajo y para la organización de las actividades cotidianas; ni qué hablar de la recreación.
… La carencia de alumbrado es uno de los factores de inseguridad barrial y urbana que condiciona la movilidad de las mujeres en la ciudad.
… La mala calidad de la vivienda recarga las tareas domésticas y el hacinamiento contribuye a agravar los factores detonantes de la violencia intrafamiliar que impactan con mayor gravedad en las mujeres y niñas.
Para lograr una ciudad integrada y equitativa, las políticas públicas debieran reconocer la estricta interdependencia entre vivienda, acceso al suelo, a los servicios públicos, al transporte, al empleo y la calidad ambiental, cuyas carencias afectan en mayor medida a las mujeres limitando su tiempo y posibilidades de participación como ciudadanas.
Igualdad formal y desigualdad real
Si se revisa la legislación existente, se advierte hoy una contradicción entre una igualdad jurídica y una desigualdad de hecho. Las Constituciones de varios países consagran el derecho a la vivienda para toda la población, las leyes no tienen artículos discriminatorios contra las mujeres u otro sector poblacional y existen dentro de la política de vivienda, en relación a la asignación de subsidios, disposiciones positivas a favor de las mujeres jefas de hogar – que son ya más del 30%, cifra que se acentúa más en los sectores más pobres. No obstante, las mujeres ven directamente afectado su derecho a una vivienda adecuada y amenazada la tenencia, por una serie de factores que tienen que ver con:
o Menores oportunidades de trabajo en el sector formal de la economía, En la mayoría de países del continente latinoamericano, más del 60% de las personas están ocupadas en el sector informal y la mayoría son mujeres. Como las políticas de vivienda están orientadas al sector formal, ellas no tienen posibilidades de acceso a una vivienda.
o Los bancos, expresamente, no consideran comercial otorgar créditos hipotecarios para familias con ingresos menores de 3 salarios mínimos legales, así sean del sector formal y, en general, ponen mayores obstáculos a las mujeres en los estudios de crédito, exigiéndoles mayores garantías.
o La crisis económicas han provocado la pérdida de la propiedad de la vivienda de forma masiva, debido al alza excesiva de las tasas de interés bancario o la pérdida del empleo, siendo ésta una situación que afecta a principalmente a mujeres.
o El desconocimiento de las mujeres de sus derechos y la falta de asesoría legal incide en la inseguridad en la tenencia de la vivienda, debido a que cuando los matrimonios se separan no legalizan su situación, quedando la mujer vulnerable frente a la propiedad y sujeta a reclamaciones posteriores por parte del ex esposo a pesar de haber éste conformado otra familia.
A pesar de todo…
Son las mujeres quienes más luchan por espacios seguros y acogedores, con áreas verdes, plazas de juego, jardines infantiles o centros de salud. Ellas saben que para enfrentar problemas sociales como la delincuencia y drogadicción, la organización social es una herramienta poderosa y un gran capital social. Históricamente, han tenido una participación protagónica en la producción de la ciudad y son ellas, finalmente, las que trabajan para construir espacios más inclusivos y acogedores para sus familias y las comunidades donde están insertas.
Por eso…
Las mujeres deben estar presentes con su visión y sus propuestas en los espacios de participación ciudadanos. Es importante promover su plena participación en la planificación de los servicios públicos y en la selección de las prioridades del gasto en el presupuesto. Ellas tienen mucho que decir y proponer al respecto.
Las posibilidades que ofrecen las ciudades y las maneras de utilizar los servicios públicos son totalmente diferentes según se trate de varones o de mujeres. Ellas, en su rol de cuidadoras y madres necesitan proveer a sus hijos un suelo, un techo, agua, luz, alcantarillado, transporte, educación, seguridad. Porque sufren más que nadie esas carencias, demandan con más fuerza mejores servicios y se están convirtiendo en líderes dentro de sus comunidades.
La red Mujer y Hábitat latinoamericana, viene trabajando desde 1988 en temas de hábitat y género y sus estudios demuestran cómo las desiguales relaciones entre los sexos se traducen en las múltiples limitaciones que viven las mujeres en el acceso a la vivienda y a los servicios públicos. La falta de espacio y la precariedad de los materiales en la vivienda, las carencias de servicios públicos domiciliarios (agua, alcantarillado, pavimento, transporte) y de servicios sociales y comunales (escuelas, centros de salud, etc.) afecta directamente el quehacer y la calidad de vida de las mujeres que son las encargadas de asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo en el hogar.
El acceso al agua, al trabajo, a una vivienda digna, el transporte, el cuidado infantil, los servicios y equipamientos de salud, la educación y la recreación suelen estar pensadas desde una perspectiva “universal” que, en realidad, responde a las necesidades, horarios y lógicas del mundo masculino. Por ejemplo…
… La falta de agua potable ocasiona muchas más dificultades a las mujeres que ven recargadas sus jornadas de trabajo con el acarreo del agua desde canillas comunitarias.
… El transporte público ligado a las distancias y a la inseguridad se constituye en un obstáculo para el acceso al mercado de trabajo y para la organización de las actividades cotidianas; ni qué hablar de la recreación.
… La carencia de alumbrado es uno de los factores de inseguridad barrial y urbana que condiciona la movilidad de las mujeres en la ciudad.
… La mala calidad de la vivienda recarga las tareas domésticas y el hacinamiento contribuye a agravar los factores detonantes de la violencia intrafamiliar que impactan con mayor gravedad en las mujeres y niñas.
Para lograr una ciudad integrada y equitativa, las políticas públicas debieran reconocer la estricta interdependencia entre vivienda, acceso al suelo, a los servicios públicos, al transporte, al empleo y la calidad ambiental, cuyas carencias afectan en mayor medida a las mujeres limitando su tiempo y posibilidades de participación como ciudadanas.
Igualdad formal y desigualdad real
Si se revisa la legislación existente, se advierte hoy una contradicción entre una igualdad jurídica y una desigualdad de hecho. Las Constituciones de varios países consagran el derecho a la vivienda para toda la población, las leyes no tienen artículos discriminatorios contra las mujeres u otro sector poblacional y existen dentro de la política de vivienda, en relación a la asignación de subsidios, disposiciones positivas a favor de las mujeres jefas de hogar – que son ya más del 30%, cifra que se acentúa más en los sectores más pobres. No obstante, las mujeres ven directamente afectado su derecho a una vivienda adecuada y amenazada la tenencia, por una serie de factores que tienen que ver con:
o Menores oportunidades de trabajo en el sector formal de la economía, En la mayoría de países del continente latinoamericano, más del 60% de las personas están ocupadas en el sector informal y la mayoría son mujeres. Como las políticas de vivienda están orientadas al sector formal, ellas no tienen posibilidades de acceso a una vivienda.
o Los bancos, expresamente, no consideran comercial otorgar créditos hipotecarios para familias con ingresos menores de 3 salarios mínimos legales, así sean del sector formal y, en general, ponen mayores obstáculos a las mujeres en los estudios de crédito, exigiéndoles mayores garantías.
o La crisis económicas han provocado la pérdida de la propiedad de la vivienda de forma masiva, debido al alza excesiva de las tasas de interés bancario o la pérdida del empleo, siendo ésta una situación que afecta a principalmente a mujeres.
o El desconocimiento de las mujeres de sus derechos y la falta de asesoría legal incide en la inseguridad en la tenencia de la vivienda, debido a que cuando los matrimonios se separan no legalizan su situación, quedando la mujer vulnerable frente a la propiedad y sujeta a reclamaciones posteriores por parte del ex esposo a pesar de haber éste conformado otra familia.
A pesar de todo…
Son las mujeres quienes más luchan por espacios seguros y acogedores, con áreas verdes, plazas de juego, jardines infantiles o centros de salud. Ellas saben que para enfrentar problemas sociales como la delincuencia y drogadicción, la organización social es una herramienta poderosa y un gran capital social. Históricamente, han tenido una participación protagónica en la producción de la ciudad y son ellas, finalmente, las que trabajan para construir espacios más inclusivos y acogedores para sus familias y las comunidades donde están insertas.
Por eso…
Las mujeres deben estar presentes con su visión y sus propuestas en los espacios de participación ciudadanos. Es importante promover su plena participación en la planificación de los servicios públicos y en la selección de las prioridades del gasto en el presupuesto. Ellas tienen mucho que decir y proponer al respecto.
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