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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Responsabilidad ante la salud y los medicamentos

La salud es un “bien natural”, esencial para que la persona pueda desarrollar una vida plena. También es un “bien social”, toda vez que una sociedad sana es una comunidad que se potencia. El derecho a la salud abarca esa doble perspectiva en lo individual y en lo social.
El “derecho a la salud” implica también el “deber de preservarla”. En este últi-mo aspecto, se ha avanzado en la conciencia de la importancia de la prevención y cuidado de la salud. Las personas se deben formar en la mentalidad de entender que no hay posibilidad de exigir derechos, sin la contrapartida de las obligaciones que ello conlleva. La Constitución de la Provincia de Córdoba, expresamente, establece que cada uno tiene el deber insoslayable de cuidar su salud, por su propio beneficio y por constituir la misma un “bien social”, (art. 38, inc. 9).
En esta perspectiva amplia del tema, es de vital importancia educar y generar una nueva actitud social. Se debe hacer tomar conciencia a la persona de su calidad de "sujeto ac¬tivo de la salud", por sobre la idea, inconsciente que se posee, de verse, sólo como un "sujeto pasivo de la enfermedad".
A su vez, en el objetivo individual y social de preservar la salud hay que señalar la importancia de exigir que el Estado cumpla el compromiso constitucional de asegurar a todos los habitantes de la Provincia el derecho “al uso adecuado, igualitario y oportuno de las tecnologías de salud y recursos terapéuticos”. Además, cabe recordar, que también la Constitución determina que “El sistema de salud se basa en la universalidad de la cobertura, con acciones integrales de promoción, protección, recuperación y rehabilitación de la salud, e incluye el control de los riesgos biológicos sociales y ambientales de todas las personas, desde su concepción”, (art. 59 de la Const. de Cba.). Lamentablemente, estos mandatos constitucionales no han sido cumplido por el gobierno como corresponde y, por ejemplo, como lo denuncia ahora la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), en los Hospitales Públicos en la Provincia de Córdoba, en los últimos tiempos y de manera crónica, no se entregan a los pacientes los medicamentos que necesitan, perjudicando, particularmente, a aquellos de menor poder adquisitivo y sin cobertura social.

Uso del medicamento
En un enfoque integral de la salud es importante analizar también, el con-cepto del medicamento, con una idea distinta a la que, generalmente, se nos transmite.
Un medica¬mento, nunca es inocuo y la facili¬tación del consumo, la adquisición del mismo en lu¬gares no autorizados o la administración efectuada de cualquier manera, puede ser pernicioso para la salud. Repárese que, por princi¬pio, todo medicamento siempre ha sido tenido como un veneno que sólo, reconstituye o conserva la salud, cuando ha sido recetado por un profesional médico, dispen¬sado por un farmacéutico y administrado en las dosis tera¬péuticas establecidas.
Un medicamento es un instrumento de salud y no un bien de consumo, razo-nes por la cual su uso debe adecuarse a cada individuo. Esto último hay que tenerlo presente, ya que el derecho a tener el medicamento lo es, sólo en la medida que el mismo sea necesario para preservar o restablecer la salud y no un objetivo a poseer por sí mismo.
Lo antes referido tiene especial relevancia, ya que si se permite la adquisición y tenencia indiscriminada de medicamentos, no solo se produce un gasto innecesario para el sistema de salud, sino que, incluso, está comprobado, que muchos de los adictos a drogas se inician con medicamentos consumidos sin control. A su vez, la utilización sin justificación médica de los mismos, favorece que aparezca la llamada “familia química”, en la que, los menores toman con naturalidad consumir medicamentos sin reparos y como si los mismos pudieran solucionar cualquier problema, todo ello, de ver también a los padres utilizar los medicamentos de la misma manera. La automedicación representa un gran porcentaje del consumo de medicamentos del sistema sanitario público y más de la mitad de las personas que se automedican, consumen fármacos, a pesar de encontrarse bien o no necesitarlos.
Todo lo cual es agravado por los sistemas de expendio de medicamentos, en especial de las nuevas farmacias, montadas con lógica de supermercado, que promueven la compra por impulso de algunos fármacos. A su vez, en las far-macias no se debe expender golosinas, presentadas a la vista, junto a los me-dicamentos. A lo que se suma la propaganda, que propicia el uso cotidiano de medicamentos, como si fuera un alimento más. En lo referido está el caso de la inducción, por ejemplo, al consumo de aspirina, en sus diversas presentaciones. El médico Pablo A. Crocce, jefe de la unidad de toxicología del hospital Pedro Elizalde de la Capital Federal, ha sostenido al respecto, que " la aspi¬rina, es la principal causa de muerte por medicamentos en la infancia, tanto por su administra¬ción a dosis excesivas como por su ingestión accidental por el niño… Ofrecidas como golosinas, las presenta¬ciones infantiles que la aspirina tienta al niño a que las tome entonces por su cuenta como si fueran caramelos, sin valorar su efecto nocivo".

Debemos esforzarnos, entonces, para que todos asumamos el compromiso serio de preservar la salud y ayudar a restablecerla, desde una actitud solidaria y responsable. Hay que transformar en operativo el derecho a la salud y no se puede pecar por omisión en el deber de mantenerla y en ello, se tiene que ayudar al acceso de todos, en igualdad y equidad, al tratamiento y a los medi-camentos que se necesitaran y a su vez, es importante educar en el uso ade-cuado de los mismos. Solo los pueblos que trabajan para garantizar el bien natural y social insustituible que es la salud, se aseguran un presente y un futuro digno y feliz para todos.

Miguel Julio Rodríguez Villafañe
Abogado Constitucionalista y Periodista

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