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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 1 de agosto de 2013

Francisco en Brasil, la globalización del Papado

Por Alberto E. Moro

Al leer, en el día de la fecha (29/6/2013), una nota de opinión en el diario italiano Il Corriere de la Sera referente al exitosísimo viaje del Papa Francisco a Brasil, titulada La revolucionaria visión del primer papa global, nos parece oportuno republicar un fragmento de nuestro artículo de marzo del presente año, en el que destacábamos, precisamente, desde el título esa condición del nuevo pontífice.
La articulista, Andrea Riccardi, hace referencia “a las personas reducidas a algo periférico y a las naciones que se ven despojadas de su identidad por la globalización”. Y agrega, entre otras cosas, que “el Papa siente el límite de la sociedad, signado por la globalización financiera. Así el Papa enfrenta las raíces de la crisis antropológica y política de nuestro tiempo”. Y “su propuesta es una propuesta espiritual, antigua y nueva al mismo tiempo, la propuesta de quien es, en efecto, el primer Papa global”.


Con gran sorpresa ha recibido el mundo globalizado la que será sin dudas la noticia más importante del presente año 2013. En vivo y en directo, instantáneamente y al mismo tiempo en todos los rincones del planeta, podemos decir que la sorpresa galvanizó a toda la humanidad cuando el resultado de la “fumata” vaticana no solo corrió como un reguero de pólvora, sino que más bien ¡explotó! en los medios y en las gargantas de millones de personas más allá de sus creencias y nacionalidades.
Por primera vez en la milenaria historia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, es elegido un Papa no europeo que, por añadidura, resulta ser el primer pontífice latinoamericano, sudamericano y argentino. Insólita y asombrosa novedad que ha emocionado y llenado de orgullo a todas las personas normales de buena voluntad y mejores intenciones, que afortunadamente son la enorme y sufrida mayoría en nuestro país y en el resto del mundo. Sólo algunos resentidos e ideologizados enanos mentales que componen la escoria que hay en toda sociedad pueden criticar acerbamente, como lo han hecho, esta designación incomparablemente auspiciosa.
En un mundo que gradualmente y cada vez con mayor velocidad se va globalizando, hemos observado a lo largo de los últimos años los esfuerzos que las máximas jerarquías de diferentes confesiones religiosas han realizado para derribar las barreras construidas por el fanatismo intolerante que solo se satisface con la destrucción de los que piensan distinto o tiene otras creencias. Más allá de la ortodoxia y los rituales de cada credo, podemos aceptar que en general, todas las religiones creadas por los hombres como una necesidad espiritual se sustentan en preceptos conducentes a formas de santidad basadas en la sencillez, la humildad, la generosidad, la compasión, el desprendimiento, el altruismo, la abnegación, la misericordia, y el sacrificio personal para lograrlo. Siempre hay un trasfondo humanitario que propende a la bondad, para luchar individual y colectivamente contra los resabios troglodíticos que aún viven en el alma profunda de los hombres.
Ante esta nivelación comparada que hago de las inclinaciones religiosas de los hombres, se hace evidente el porqué de la trascendencia urbi et orbi que ha alcanzado la designación no solo de un nuevo Papa, sino de un Papa que alienta la esperanza porque proviene de un Nuevo Mundo para modificar tal vez algunos aspectos esclerosados de una reproducción casi endogámica en una Iglesia nacida en el Viejo Mundo. Así se han caracterizado y denominado durante siglos a Europa y América, unidas en sus circunstancias históricas “con la Cruz y con la Espada”, como tanto se ha dicho, sin que esta apreciación signifique para quien esto escribe un juicio de valor sino la constatación una vez más de los mecanismos propios de las relaciones inter-étnicas que incesantemente han ido modificando los límites geográficos y políticos de las naciones, integrando más que dispersando, como siempre ha sido desde los albores de la humanidad.
Provenir de un nuevo mundo significa conocer las penurias del subdesarrollo político, educativo y económico. Significa haber crecido y trabajado en un entorno de pobreza y esperanzas frustras generadas por la explotación del hombre por el hombre y por la corrupción de los gobiernos populistas y demagógicos que alientan el clientelismo de la pobreza que dicen combatir, sumergiendo en la desesperación a las clases pobres o pobrísimas de los inocentes que los votan obnubilados por la propaganda personalizada costeada con fondos del Estado.
En el caso personal del Cardenal Jorge Bergoglio, significa haber elegido a un hombre que practica las virtudes franciscanas que más arriba hemos mencionado, sin concesiones ni obsecuencias con los poderosos de turno, privilegiando siempre la lucha denodada por el bienestar de los desamparados, poniendo la cara, el cuerpo y el alma a su servicio. Significa en fin la posibilidad potencial de poner orden en el Estado Vaticano, acabando con las internas y desvíos de la misión pastoral, inyectando humildad, austeridad, honradez y espiritualidad en ese enclave ostentoso y peligrosamente situado en el foco de la mundanidad materialista centro-europea. Y por último, no cabe duda de que el nuevo Papa intentará completar lo realizado por su antecesor poniendo coto y castigando los insoportables escándalos de paidofilia (1) que han ensombrecido la misión pastoral del sacerdocio en diversas partes del mundo.
Para el Vaticano, quizás sea éste el preciso momento en que toma cuerpo en la persona de Francisco I el famoso “aggiornamento della Chiesa” (2), tan reclamado y debatido en todos los foros teológicos del mundo cristiano. Muchas y pesadas son las cuestiones que éste Papa deberá abordar; tan pesadas que probablemente hayan sido la causa de la renuncia de su agotado antecesor. Por ello hay quienes vaticinan, en vista de las características personales de Bergoglio, que esta designación ha sido y será revolucionaria
Para Latinoamérica toda, la región del mundo con más devotos de esta religión, representa una luz de esperanza y un reconocimiento a la fe multitudinaria de todos estos pueblos. Los fieles de Centro y Sudamérica, sin distinción de nacionalidades, sienten que los cardenales de todo el mundo reunidos en la curia romana les han enviado un mensaje con la designación de un Papa oriundo de la región: “¡Ahora nos ocuparemos de ustedes! Nuestra cabeza pontificia conoce bien de cerca vuestros problemas…” Sea esto cierto o no, hay una esperanza renovada implícita en la designación. Y también es un sorprendente indicio dentro de los fenómenos geopolíticos de la globalización.
Para Argentina debe ser y es, un enorme orgullo que el primero entre sus pares, elegido por la mayoría de sus colegas, haya sido un Cardenal de nuestra nacionalidad que será a partir de hoy la máxima autoridad espiritual de 1.200 millones de fieles en todo el planeta. Este hecho, atraerá sobre nuestro país una mirada más atenta del mundo, que sabe de nuestra existencia mucho menos de lo que solemos imaginar. Por fin, dejaremos de ser el remoto país del fin del mundo donde aprendió a patear la pelota Maradona, para ser la patria de alguien infinitamente más importante: un destacado Jefe Espiritual de la Humanidad, que predicará con su ejemplo sobre la humildad, la verdad y la belleza que puede albergar el alma humana.


(1) Así debería decirse, en lugar de la simplificación “pedofilia”. Paidós, en griego
significa niño. Pedo, ya sabemos lo que significa…
(2) Puesta al día, actualización de la Iglesia.
(3 )Transcripto por La Nación (29/7/13), Pág. 5.


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