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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 30 de agosto de 2013

Apuntes para una anatomía del sexo


Por Alberto E. Moro


Donde se encuentra el origen de todo es en la estructura más compleja del Universo, que es el cerebro humano, sobre el cual se ha aprendido más en las últimas décadas que en toda la historia de la humanidad. Allí está anclada firmemente en el remoto pasado evolutivo y ancestral la inclinación casi irreprimible por el sexo, que todo lo condiciona.

Hace 50 años, escribir sobre esto para divulgación hubiera sido un escándalo, Hoy se enseña, o poco menos, en las escuelas para niños. No quiero ponerme en la piel de muchos de los indefensos y no muy bien formados maestros actuales, cuando se les obliga a asumir la responsabilidad de “educar sexualmente” a sus alumnos, y se encuentran ante la disyuntiva de enfocar el tema desde las perspectivas de la anatomía, la fisiología, la psicología y aún la filosofía, ciencias que solo conocen superficialmente. Con el riesgo cierto de meterse en honduras abismales comprometedoras de las cuales también puede pedírseles cuenta por parte de padres o jerarquías docentes si accidentalmente patinan o desbarrancan en tan ardua empresa.
¿De qué van a hablarles a los niños? ¿Explicaciones anatómicas que son banales y obvias? ¿O van a hacer un curso acelerado con las separatas semanales sobre “educación sexual” que publican con gran oportunismo los diarios? ¿Van a entrar en pretendidas aclaraciones fisiológicas que los menores no pueden todavía vivir, ni comprender, ni les interesan? ¿Cómo van a llenar un año entero o quizás dos o más, hablando sobre cuestiones tan íntimas, trascendentes y complejas como ésta? Por último: ¿Están todos los maestros en condiciones de dictar Educación Sexual? ¿Alguien sabe que personalidad se esconde detrás de cada maestro sin una evaluación responsable y programada? Los legisladores actúan espantados por la violencia sexual, los embarazos adolescentes y la irresponsabilidad exhibicionista de los adultos. Pero olvidan que la educación sexual depende, y no es más que una ínfima parte de las grandes materias pendientes como la pobreza, el hacinamiento, la vivienda y la salud para todos, con una educación por los valores que hacen a la persona humana y al respeto por el prójimo.
¿No requeriría esta decisión tomada entre gallos y medianoche por abogadillos encaramados en el poder que nada entienden acerca de Educación y mucho menos acerca de las ciencias mencionadas? Se trata una vez más, estimados lectores, de la banalización del sexo, una cuestión biológica ligada a al reproducción humana que en condiciones que suelen asociarse con la felicidad y que no siempre se dan, como sabemos, debiera estar idealmente acompañada por ese elevadísimo sentimiento que llamamos amor, al cual ya me he referido con una cierta ligereza inevitable dada su infinita complejidad en columnas anteriores (1). Hoy, la tendencia va hacia un sexo hedonista, sin compromiso, e irresponsable, en un regreso sin gloria al primitivismo de la caverna.
También me explayaré ahora con ciertas restricciones voluntarias, a pesar de saber que vivimos en un tiempo en el cual exponer la intimidad, toda la intimidad, parece ser una aspiración de mucha gente que usa los avances tecnológicos impresionantes de los que hoy disfrutamos con esa pobre y pedestre finalidad, sin otra motivación aparente que huir de su pobreza de espíritu, gozar de una efímera fama, y disfrutar de un voyeurismo infantil y decadente. La insuficiencia educativa, la superficialidad intelectual y la carencia de valores los llevan a degradar el don precioso de estar vivos, con la posibilidad de hacer algo constructivo y quizás ejemplar con sus propias vidas.
Después de muchos años como profesor de Anatomía, siento que les debo a mis sucesivos grupos de educandos algunas precisiones sobre este siempre espinoso y soslayado tema, razón por la cual me pongo a escribir, aún en la duda de que puedan leer estas líneas, esperando que sean útiles cuando menos a los lectores ocasionales.
Deseo remarcar que mis consideraciones en este caso serán tan solo anatómicas y fragmentarias, explicando algunos pormenores –solo algunos y dando otros por conocidos- de este acto fundacional de la especie humana cuya finalidad es la de transmitir su ADN incansablemente, de generación en generación viento en popa a toda vela y en toda circunstancia, sin restricciones tales como épocas de celo y otros mandamientos, a pesar de los ascetismos y celibatos variados que todas las religiones proponen para envidia de los dioses… o de los sacerdotes auto-reprimidos. Como se ve, y antes de que me lo hagan notar, también ahora escribo con cierta ligereza informal.
En las primeras etapas de la vida, después de mórula, blástula y gástrula, como se nos enseñaba en el colegio secundario, pueden identificarse tres capas de sustancia en gestación que llevan por nombre ectodermo, mesodermo y endodermo, a partir de las cuales y en forma específica para cada una se formarán todas las estructuras que componen el organismo.
En primer lugar, debe saberse que hasta cierta etapa de la gestación las estructuras anatómicas que darán origen a los órganos sexuales son indiferenciadas. Las que darán origen a los labios mayores en la mujer son las mismas que originarán el escroto en el hombre. Las que darán origen al clítoris son las mismas que originarán el pene, y ambas serán estructuras esponjosas capaces de ingurgitarse con sangre modificando su consistencia, por lo que se las llama eréctiles. El clítoris es el único órgano físico del cuerpo humano cuya finalidad excluyente es generar placer, favoreciendo así el acoplamiento; pero ¡atención!, con una finalidad suprema que es la reproducción de la especie. Las estructuras del endodermo, darán origen, a su vez a los ovarios y a los testículos, los órganos principalísimos donde se formarán en el adulto el óvulo y los espermatozoides, cuyo encuentro a través del coito (o de los medios alternativos que hoy existen), será la simiente de un nuevo ser.
Así como el pene adquiere ante el acto sexual una consistencia rígida a través de la plenitud sanguínea que albergan los cuerpos cavernosos que van a él desde la pelvis, nutridos pos sus propias arterias, la vagina tiene una estructura mucosa flexible y, si se me permite el término, “acordeonada” (es decir con muchos repliegues), que permite la extensión de su profundidad para coaptar perfectamente con su contraparte, y también para la dilatación pre-parto. Esto hizo que un famoso ingeniero austríaco la comparara con una máquina perfecta porque, entre otras ventajas, se lubrica sola y funciona bien con pistones de diferente tamaño. El humor ayuda a vivir… aunque sea un tanto irreverente. Compensa esto la famosa pintura de Courbet que quien esto escribe ha podido contemplar en París visitando el Musee du Quai D’Orsay, titulada por el pintor con mucho más respeto como “L’Origine du monde” (2).
Naturalmente, en el acto sexual se requiere una lubricación adecuada que es provista en el caso femenino por la glándula de Bartolino, situada por encima del clítoris desde donde se derrama, y en el caso masculino por la próstata, que vuelca su contenido en la uretra, por delante de la vejiga. Y aquí se da una particularidad anatómica singular que es la del veru montanum, una pequeña estructura eréctil situada en el conducto uretral que se ingurgita para obstruir una eventual emisión de orina durante el orgasmo. Ambos líquidos segregados por estas dos glándulas, contienen una gran proporción de muco-poli-sacáridos que, al igual que el líquido sinovial en las articulaciones, proveen humedad y viscosidad perfectamente adecuadas a la finalidad que deben cumplir. No es casual que el adjetivo lúbrico, sea definido por el diccionario como “propenso a la lujuria, libidinoso, lascivo”. Lamentablemente, como sucede con todos los componentes de los sistemas orgánicos en el ciclo vital, las propiedades de estas glándulas disminuyen con el paso del tiempo, en ambos sexos, no sin antes haber prestado servicio en alrededor de 3-5.000 coitos, cifra esta aproximada y variable según las circunstancias.
Los ovarios, órganos bilaterales, están perfectamente protegidos, lo mismo que el útero, en el interior de la cavidad abdominal. Los primeros se comunican con el segundo a través de unos conductos tubulares denominados Trompas de Falopio (3). Hay preguntas que los humanos no especialistas nunca se formulan pero que sin embargo tienen una respuesta, ya que todo en la naturaleza es producto de una evolución significante, es decir, que atiende a una necesidad. Los testículos, a diferencia de los ovarios, están situados fuera del cuerpo, no gozando de la protección a que aludíamos. Y ello obedece a la necesidad de que no estén sometidos a una temperatura constante cercana a los 37º, que es la del interior del cuerpo humano, pues en tales condiciones no pueden generar los espermatozoides que en cientos de miles de billones producen a lo largo de la vida. No deja de ser impactante observar como la naturaleza pretende asegurar la fertilización de la célula madre que llega al útero en cada ciclo menstrual, enviando a su encuentro una cantidad inconmensurable de acosadores para asegurar el éxito reproductivo.
La pìel, esa estructura de tres capas, impermeable pero exquisitamente sensible que recubre nuestro cuerpo aislándonos a la vez que proveyéndonos información y comunicándonos con el entorno y con los demás, es otro órgano importante relacionado con la sexualidad. El contacto con la piel del otro cuando las feromonas nos inundan, junto con la estimulación de las llamadas zonas erógenas cuya distribución y existencia real todavía se discute, es poderosamente incitante y cumple con los fatales designios de la naturaleza imprescindibles para la propagación de la especie.
Pero donde se encuentra el origen de todo es en la estructura más compleja del Universo, que es el cerebro humano, sobre el cual se ha aprendido más en las últimas décadas que en toda la historia de la humanidad. Allí está anclada firmemente en el remoto pasado evolutivo y ancestral la inclinación casi irreprimible por el sexo, que todo lo condiciona. Allí es donde silenciosa o espectacularmente se producen todos los impulsos, todos los sentimientos y todos los fenómenos que aseguran la reproducción humana. Allí es donde se generan todas las descargas estimulantes o inhibitorias que ponen en riesgo la regularidad y la eficiencia de nuestro laborioso e incansable corazón cuando Cupido nos clava su saeta. ¡Denostado corazón al que siempre se atribuyen todas las pasiones y todos los excesos –a veces terribles- que Eros y Tanatos infligen a los humanos! (4)


(1) Alberto Moro. El amor… ¿Qué es eso? Ecos de Punilla, 8 de Noviembre de 2012.
(2) Museo del Quai (Muelle) de Orsay (una vieja estación de tren reconvertida en museo) donde se exhibe, entre las obras de los impresionistas, El origen del mundo, una mujer recostada en escorzo con el sexo a la vista, de Gustave Courbet, pintada en 1866.
(3) Gabrielle Falopio (1523-1562), el anatomista italiano que las estudió.
(4) Eros y Tánatos: el amor y la muerte, según la mitología griega.

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